jueves, 12 de marzo de 2009

Los otros homeless: familias enteras que viven en moteles


Erik Eckholm
The New York Times
COSTA MESA, California.- Greg Hayworth, de 48 años, se graduó en la Universidad de Syracuse y logró una buena posición en su estado natal, California, al dedicarse a la financiación inmobiliaria y de hipotecas. Pero después ese sector se derrumbó, y a principios del año pasado el banco ejecutó judicialmente la casa que su familia alquilaba y los obligó a desalojarla.
Ahora los Hayworth y sus tres hijos representan una nueva clase de gente sin techo en Orange County: personas que antes tenían un ingreso medio y que ahora viven en un atestado cuarto de motel que pagan por semana. "Les debo a mis hijos sacarlos de aquí", dijo Hayworth, al recordar la noche que vieron a un vecino del motel sacar a una mujer semidesnuda de su cuarto a los golpes.
A medida que la recesión se profundiza, gente que ha trabajado toda la vida y que ha perdido el empleo debe enfrentar por primera vez el terror y el estigma de quedarse sin techo, algo que ha comenzado a pasar incluso a propietarios de viviendas o los que han alquilado durante años. La presencia de algunos de ellos se hace evidente en los refugios o en las calles, pero otros, como los Hayworth, son sin techo inadvertidos, que viven en departamentos compartidos, en garajes o en moteles. No aparecen en las estadísticas y con frecuencia no reciben casi nada de ayuda pública.
Los Hayworth intentaron irse a vivir con parientes, pero en septiembre pasado terminaron en el Costa Mesa Motor Inn y se convirtieron en una más de las 1000 familias que, según se estima, viven en moteles en Orange County. Se cuentan entre los pocos afortunados: una organización de caridad les paga un subsidio de 800 dólares mensuales mientras Hayworth busca empleo.
La familia, que incluye una hija de 15 años, comparte una habitación con dos camas. Casi todas sus pertenencias están en un depósito y comen en dos turnos, en tres platos prestados... que es lo único que cabe en el placard repleto.
Las familias de motel se multiplican por centenares en Denver, a lo largo de la autopista de circunvalación de la ruta 1 en la costa este, y en otras ciudades, desde Chattanooga, Tennessee, hasta Portland, Oregon. Pero son especialmente numerosas en Orange County, donde los alquileres son altos, hay escasez de viviendas públicas y gran cantidad de moteles antiguos que antes alojaban a los visitantes de Disneylandia.
En el pasado, las familias de motel que había en esta zona pertenecían al sector de los que crónicamente se encontraban en mala situación económica. Pero durante los últimos meses tanto las escuelas como las iglesias y las organizaciones de caridad han informado sobre la aparición de un nuevo tipo de familias. "La gente que pide ayuda forma parte de un espectro demográfico más amplio que el que veíamos en el pasado: son familias de ingresos medios", dijo Terry Lowe, director de servicios comunitarios de Anaheim, California.
Apiñados en una habitación
Los moteles oscilan entre aquellos con mantas andrajosas y residentes que abusan del alcohol y de las drogas, y lugares más modernos, con juegos infantiles y kitchenettes. Con nombres como Covered Wagon Motel y El Dorado Inn, tienen la misma apariencia que otros paradores de precio módico donde se suelen quedar por pocas noches los viajeros que van o vienen de las lujosas ciudades de playa. Pero en cuanto uno entra, esa percepción cambia de inmediato.
Por la noche, el olor a salsa para pasta calentada sobre un hornillo emana de las puertas entornadas; a la mañana, los chicos salen apurados para tomar el ómnibus escolar.
Familias de tres, seis o más miembros se apiñan en una sola habitación, en las que un chico hace su tarea escolar sobre una cama, empujado por otro que ve televisión. Los niños se turnan para dormir en la cama, alternando con el suelo.
La familia Garza se mudó al Costa Mesa Inn en agosto, después de que Johnny y Tamara perdieron sus empleos y la familia fue desalojada de su casa alquilada de dos dormitorios.
Su hija de 9 años comparte ahora la cama con sus dos hermanos menores, y sus juguetes y textos escolares se apilan en el suelo. El bebe de la pareja, nacido en abril, duerme en una pequeña cuna.
El paquete de estímulo del presidente Barack Obama puede representar una esperanza para mucha gente y ayudar a limitar el número de familias que podrían terminar en moteles y refugios, dijo Nan Roman, presidenta de la Alianza Nacional para Terminar con la Falta de Vivienda, de Washington.
El paquete adjudica 1500 millones de dólares para prevenir la falta de vivienda, incluyendo ayuda para alquiler y depósitos de garantía. Las escuelas han realizado esfuerzos especiales para ayudar a que los niños de familias desplazadas sigan asistiendo a clases, y algunas de ellas envían a trabajadores sociales para ofrecerles asistencia psicológica y alimentos.
Greg Hayworth, cuya familia ha pasado seis desalentadores meses en el Costa Mesa Inn, intentó trabajar en ventas, pero tiene problemas para encontrar un empleo duradero. Paul Leon, un ex enfermero que creó la Illumination Foundation para prestar ayuda a las familias de motel, ha prometido ayudarlos con el depósito para un alquiler cuando los Hayworth estén en condiciones de mudarse.
La hija adolescente de Hayworth es quien la ha pasado peor debido a la falta de intimidad. Por vergüenza, no invita a sus amigas, y la incomoda tener que vestirse delante de sus hermanos, de 10 y 11 años.
Hace un tiempo fue agredida en la escuela por sus compañeros, que se burlaban de ella porque vive en un motel. "Le había prometido a mi hija que ya no estaríamos aquí para su cumpleaños -dijo Hayworth-. Pero su cumpleaños fue la semana pasada y seguimos aquí."
"Hace poco pasó algo que realmente me dolió -agregó Hayworth-. Mi hijo volvió a casa y me preguntó: «¿Nosotros somos homeless ?» No supe qué contestarle."
Traducción de Mirta Rosenberg
lanacion.com

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