domingo, 26 de febrero de 2012

La agonía de la posmodernidad


Desde los años sesenta del pasado siglo hasta la quiebra que estamos viviendo, la palabra posmodernidad ha designado toda una época en la historia de Occidente, una especie de epílogo que habría tornado líquido el carácter sólido de la modernidad clásica, según Zygmunt Bauman, y hasta gaseoso, de acuerdo con la más sugestiva metáfora que en su Manifiesto Comunista propusieron Marx y Engels. La modernidad capitalista, vinieron éstos a decir, se distinguía porque todo lo que había sido o parecido firme se desvanecía en el aire; proceso de sublimación que se precipitó una centuria después, cuando la prosperidad subsiguiente a la hecatombe mundial trajo consigo —junto con otros factores— un nuevo espíritu del tiempo. De la moral puritana se pasó al ethos individualista y hedonista; del auge de los ídolos a su solo aparente crepúsculo; de la sucesión de estilos puros a su promiscuidad; de las utopías que buscaban la consumación del futuro al culto a la consumición del ahora; y de la reverencia a la Verdad una y mayúscula, en fin, a la coexistencia de verdades relativas, minúsculas y plurales.
En 1979, J.F. Lyotard ofició el bautizo de la época recién nacida, tomando prestado el vocablo de la jerga arquitectónica: confrontada a la seriedad y la coherencia, la conciencia social y la subordinación de la forma a la función propias de la arquitectura moderna —la de Lloyd Wright, Le Corbusier o la Bauhaus—, la arquitectura posmoderna sería estetizante, incoherente y jovial, ecléctica y sincrética incluso, mucho menos atenta a la función que a la forma y su embrujo. El despilfarro abigarrado y kitsch de Las Vegas fue ensalzado, por Robert Venturi, como el rutilante emblema de esa arquitectura; metáfora a su vez de la entera época que culminó hacia 1990, cuando el neocon Francis Fukuyama decretó el presunto "fin de la Historia" y el triunfo sempiterno del capitalismo.

Es hora de despabilar: la posmoderna mojiganga ha terminado
Con sustancial razón, Lyotard observó que el rasgo más distintivo de tal posmodernidad era la caída de las grandes narrativas que habían sustentado el edificio moderno, esto es, de las ideologías emancipadoras que lo habían inspirado desde, cuando menos, la Ilustración de Kant y Voltaire hasta la ufana década de 1960. El derrumbe apenas dejó títere con cabeza. En primer lugar, el milenario relato cristiano de la emancipación redentora devino en asunto de elección personal, y ya no en dogma de fe obligatorio, en un Occidente embriagado por la secularización, la libertad sexual y la tecnolatría. En segundo lugar, el relato ilustrado de la emancipación de la ignorancia y la servidumbre por la educación y la Razón había sufrido una doble erosión, debida por un lado a los totalitarismos generados en la culta Europa, y por otro al creciente dominio de una razón crudamente instrumental que, más allá de la esfera económica, estaba engullendo múltiples vertientes de la vida pública y privada. En tercer lugar, el relato liberal-burgués que prometía la emancipación de la pobreza gracias al mercado libre fue cuestionado por la flagrante desigualdad en la distribución de la riqueza —dentro de los Estados y entre ellos—, y por un expolio medioambiental que empezó a hacerse patente por entonces, sobre todo cuando el Club de Roma alertó sobre los límites del crecimiento. Y por último, el gran relato marxista de la emancipación de las mayorías mediante la socialización de los recursos —de cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad: esa auroral utopía que había galvanizado el mundo— resultó en fosca distopía cuando la doble caída del Muro de Berlín y la URSS revelaron el horror del estalinismo, décadas antes denunciado por pensadores como Camus, Merleau-Ponty o Koestler.
La posmodernidad que resultó de semejante hundimiento muestra, vista con perspectiva, un saldo plural de virtudes y defectos, como cualquier época histórica. Entre las virtudes se cuenta la extensión de las libertades, garantías y derechos; el medro de las clases medias y el acceso al confort y al consumo de una porción de las subalternas; el reemplazo de las rígidas ortodoxias por la heterodoxia y el relativismo; la relajación de los tabúes y los dogmas, así como la atmósfera de tolerancia y pluralidad asociada a la vida urbana. Por vez primera en la historia, millones de personas otrora desposeídas se sentían llamadas a sentarse a la mesa de los escogidos, en alas del Estado-providencia y, ante todo, de un Progreso en apariencia imparable. A finales de los años noventa, cuando tamaño ensueño culminó, Europa y el sedicente "Primer Mundo" semejaban un balneario de instalados y rentistas, cuyos inexpugnables muros contenían el oleaje de la planetaria indigencia.

Será menester poner al día los viejos idearios de emancipación y concebir otros de cuño actualizado y distinto
Entre las carencias y defectos de la posmodernidad, no obstante, debe incluirse la desactivación del talante y del talento críticos, tan patente en los ámbitos pedagógico y político. O la tendencia a orillar la problemática del mal en aras de un narcisismo que atrofia los vínculos solidarios, fomenta la desafiliación e induce el "declive del hombre público", en palabras de Richard Sennet. O el relevo de la ética del ser por la del tener, espoleado por un consumismo basado en la creación de necesidades y deseos superfluos. O la sustitución de las ideologías continentales por un archipiélago de islotes ideológicos ––feministas, ecologistas, poscolonialistas o identitarias––, tan dispersos que se muestran incapaces de enfrentar la tecnoburocracia globalizada. O la anemia de un pensamiento de izquierdas confinado al reducto erudito, que a fuer de servil resulta inofensivo e inane.
Añádanse a tales penurias otras de comparable fuste, a fin de otear el paisaje. Así, la rampante mercantilización de la práctica totalidad de los ámbitos sociales, incluidos los de tenor espiritual y artístico. Y la erosión de la frágil secuencia temporal humana en una época señalada, en palabras de Fredric Jameson, por no saber ni querer pensarse históricamente. Y la proclividad, alentada por la sociedad del espectáculo, a la trivial estetización de la economía y la política, de la ética y la ciudad, del cuerpo y los sentimientos, de la naturaleza y la guerra. Y la irresponsabilidad de buena parte de los ciudadanos, que a su condición de súbditos que se ignoran —de una democracia carcomida por la demagogia, la corrupción y el decisionismo, por cierto— añaden el desvarío de sentirse cómplices del mismo sistema que los sojuzga, como se echa de ver en este trance aciago. Y, en fin, la miopía de unas generaciones que se han creído propietarias de un presente pletórico y eterno, una utopía del ahora y el aquí que ha hipotecado el porvenir de las futuras.
De unos años a esta parte, sea como fuere, esa ambivalente posmodernidad da muestras de patente agonía, arrancada de su quimera jovial por una cadena de seísmos en los que Occidente se juega el bienestar que le queda, amenazado extramuros por una globalización que está desplazando hasta ambas orillas del Pacífico los centros de control y riqueza. Y amenazado también, intramuros, por el casi unánime delirio de opulencia que nos ha emplazado ante el precipicio: ideológica, política y éticamente desarmados cuando más urgente resulta disponer de criterios para conducirnos con tiento, conciencia y temple, inspirados por esa antigua sabiduría humanista que sugiere la autolimitación y la mesura. Es hora de despabilar: la posmoderna mojiganga ha terminado. La crisis epocal que atravesamos está teniendo ya, junto a su cohorte de efectos indeseables, el deseable de conjurar la bobería política, ética y estética que por desgracia colea aún. Y también el de urgirnos a rehabilitar la plural herencia del Humanismo y la Ilustración en este nuevo tiempo penumbral, a fin de tornarnos lúcidos y éticos, sobrios y solidarios, cívicos y compasivos. Con las debidas cautelas, será menester poner al día los viejos idearios de emancipación y concebir otros de cuño actualizado y distinto, porque al despertar la modernidad capitalista sigue todavía aquí, aunque más desregulada, ensoberbecida y digitalizada que nunca.
Lluís Duch es antropólogo y monje de Montserrat. Albert Chillón es director del Máster en Comunicación, Periodismo y Humanidades de la UAB. Ambos son coautores de Un ser de mediaciones. Antropología de la comunicación, vol. I, que el próximo marzo publica la editorial Herder.
elpais.com

Un estudio español explica por qué dejar de fumar engorda


El 70% de los exfumadores engorda y, de hecho, esa es a menudo una de las razones que muchos esgrimen para no dejar de fumar. Ahí esta el vaso medio vacío. El medio lleno es que el tabaco adelgaza. La pregunta es: ¿cómo lo hace? Si se descubriera, ¿se podría crear un fármaco que copiara su efecto, obviamente sin los efectos negativos del tabaco? El trabajo que publicará Miguel López, de la Universidad de Santiago de Compostela, en la revista Diabetes, ya publicado electrónicamente, supone un paso en esa dirección.
“El arsenal terapéutico actual para tratar la obesidad es muy limitado”, escriben los autores del trabajo. “Aparte de las intervenciones en la dieta, el ejercicio y los cambios de comportamiento, los tratamientos farmacológicos escasean. Por ello, y dada la urgencia del problema, decidimos concentrarnos en aquello para lo que hay evidencias de que hace perder peso, como fumar. Numerosos estudios epidemiológicos han revelado una estrecha relación entre el tabaquismo y el peso corporal; [está establecido] que los no fumadores pesan más que los fumadores”.
López se ha concentrado en la nicotina, el principal componente adictivo del tabaco y del que se sabe que inhibe el apetito y produce pérdida de peso. Ha estudiado su efecto sobre los mecanismos cerebrales que regulan las ganas de comer y el gasto energético del organismo.
En concreto, los investigadores han apuntado a una enzima llamada AMPK, que es clave en el metabolismo de la grasa y que actúa en las áreas del hipotálamo relacionadas con la obesidad inhibiendo el gasto energético y estimulando la ingesta.
El descubrimiento abre una nueva vía en la investigación de tratamientos contra la obesidad
Este grupo de científicos es uno de los pioneros en la identificación de la enzima AMPK como una de las claves de la obesidad. Actuando sobre esta y otras moléculas que intervienen en el metabolismo de las grasas en el cerebro, en los últimos años estos investigadores han conseguido alterar sustancialmente la masa corporal de animales de experimentación: han conseguido que animales que comen poco engorden y, al contrario, que otros con una ingesta desmedida pierdan mucho peso.
Los investigadores pensaron en la relación entre la nicotina y la AMPK por experimentos previos que indicaban que ambas sustancias debían tener efecto tanto sobre la ingesta como sobre el gasto energético, es decir, los dos términos de la ecuación de la obesidad.
Lo que ha hallado el grupo de López en ratas es que la nicotina adelgaza porque inactiva la acción de esta proteína en una determinada región cerebral. Y cuando esto ocurre se come menos y se gasta más, porque se moviliza la llamada grasa parda —que al ser consumida aumenta la temperatura del organismo— y se acelera el metabolismo de las grasas en general. Por el contrario, cuando la nicotina deja de actuar sobre la AMPK, o cuando los investigadores activan esta enzima a propósito en las regiones cerebrales adecuadas, los animales engordan de nuevo.
“Nosotros no decimos que se trate la obesidad con nicotina o fumando”, señala López, “pero el efecto está ahí: hemos identificado una diana farmacológica que puede ser muy interesante, porque modula tanto la ingesta como el gasto energético, lo que la hace incluso más atractiva”. La mayoría de los tratamientos actuales para perder peso inciden bien sobre la ingesta o bien sobre el gasto energético, pero no sobre ambos. Y está, además, la nueva diana ahora identificada, que podría servir no solo para tratar la obesidad, sino también para dejar de fumar.
elpais.com

Prudencia

 
 
Por Eduardo Chaktoura
Sé prudente, moderado; aprendé a medir tus actos; sé consciente de tus palabras; no seas impulsivo ni apasionado. Cuántas veces lo habremos escuchado y cuántas veces nos habremos arrepentido por no habernos percatado de cuán preventiva suele resultar esta virtud.
La cautela no suele ser música para los oídos en estos tiempos ansiosos, apurados y de egoísta exitismo.
En medio de tanta vorágine, pensemos por un momento: ¿qué espacio solemos reservar a diario para la reflexión?
Tal vez, si comenzamos por ser un poco más prudentes con nosotros mismos, logremos entender cuán provechoso sería comenzar a regular las emociones y los pensamientos. Tomar conciencia plena de lo que dispara a menudo nuestra mente puede ser el punto de partida para descubrir o reforzar un estilo más justo, adecuado y asertivo. A propósito de asertividad, lo que viene a cuento es la capacidad de revisar cómo consideramos al otro y cómo solemos comunicarnos. Un buen punto de partida para entender hasta dónde puede llevarnos la prudencia.
Tomar conciencia de las palabras que utilizamos, el tono y el impacto es algo que podríamos proponernos, al menos por hoy, para luego incorporarlo a la gimnasia racional/emocional cotidiana.
En este camino sinuoso del vínculo y las alianzas es donde suelen surgir dilemas trascendentales como: ¿qué sería lo más justo? ¿por qué no puedo decirle todo esto que siento/pienso? ¿por qué debería ser prudente si él suele avanzar sobre mí sin medidas? El límite configura la prudencia, pero, ¿cuál es el límite? El respeto por el otro puede ser una primera buena respuesta. Hay otras, claro.
Ser prudentes no significa que no podamos equivocarnos. Si bien la prudencia sería el camino más saludable, el darse cuenta y el perdón son las segundas oportunidades que, por prudente, considera y nos permite la prudencia.
El autor es psicólogo y periodista
lanacion.com

Reuma: una palabra, muchas enfermedades

 
Me duele todo. debe ser el reuma" es una frase que quizás alguna vez hayas escuchado. Sin embargo, la enfermedad en sí no existe. De hecho, el término implica casi 150 aflicciones que tienen que ver con las articulaciones, músculos y huesos. Pero existen dos que son las más frecuentes: la artrosis y la artritis reumatoidea. Esta última es uno de los reumas más importantes dado que se presenta en un amplio rango de edades (generalmente mujeres de entre 25 a 45 años, aunque también puede aparecer en hombres y en niños) así como por la severidad y rapidez de la evolución. Afecta principalmente las pequeñas articulaciones de la mano y el pie en forma simétrica, y también grandes, como la rodilla y la cadera. Por lo general, se traduce en hinchazón, dolor y pérdida de la función para la cual es imprescindible esa articulación.
Si bien no existen causas únicas que generen la enfermedad, se ha observado que es más frecuente y más severa en fumadores y en personas que padecen infecciones periodontales.
"En general, una situación de estrés, sobre todo afectivo, suele ser el detonante del cuadro al comienzo", explica el doctor Eduardo Mysler, reumatólogo, director de la Organización Médica de Investigación. Por eso, aconseja que toda inflamación articular de más de tres semanas, sin explicación por traumatismo o golpe, debe ser evaluada por el médico reumatólogo. Vale decir que gracias a los diagnósticos y tratamientos precoces hoy por hoy se pueden ver casos de curación. El secreto para gozar de esta posibilidad es la mayor precocidad en el diagnóstico, una terapia agresiva y el control estricto por el especialista.
En cuanto al tratamiento, existen diferentes opciones. Están los medicamentos modificadores de la enfermedad y los más modernos llamados biológicos. Los primeros tienen muchos años en el mercado y son efectivos pero no específicos, y los segundos son moléculas más complejas que actúan en zonas o problemas particulares.
Por lo general, las obras sociales cubren el 100% de los medicamentos si el paciente cuenta con un certificado de discapacidad que otorgan los organismos estatales cuando la enfermedad está avanzada.

DEL OTRO LADO

La artrosis, en cambio, es más frecuente que la artritis reumatoidea. Se trata de una enfermedad crónica que deteriora progresivamente el cartílago de una o más articulaciones. Se manifiesta por dolor, rigidez, deformidad y limitación del movimiento, lo que en algunos casos puede conducir a una discapacidad. Afecta sobre todo a las articulaciones que soportan peso, como columna, cadera y rodillas. Sin embargo, también puede existir en las manos.
Está sumamente ligada a factores genéticos (antecedentes de madre, padre, tía) o bien a la existencia de un traumatismo previo. "La artrosis se relaciona, mayoritariamente, con pacientes que superan los 35 años de edad, excepto cuando existe una cirugía que involucre una articulación o una malformación congénita o un traumatismo severo a corta edad y ello puede desencadenar una artrosis que por no corresponder a la franja etaria mencionada y obedecer a otra causa se denomina secundaria", aclara el doctor Horacio Venarotti, presidente de la Sociedad Argentina de Reumatología y miembro internacional del American Collage of Rheumatology.
La padecen más mujeres en edades tempranas, sobre todo relacionada con la menopausia. Sin embargo, a partir de los 60 años se hace común en ambos sexos. Las primeras molestias suelen aparecer como resultado de un esfuerzo y luego desaparecen con reposo, aunque si la enfermedad avanza el dolor se hace más frecuente.
Desgraciadamente, la enfermedad no tiene cura y no se puede prevenir, pero es importante el diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado para lograr controlarla. Por eso es aconsejable estar atento si aparecen molestias cuando realizamos movimientos de la vida cotidiana, como cuando nos abrochamos la ropa, nos peinamos, levantamos algún objeto o nos lavamos los dientes.
Hoy en día existen diversas modalidades terapéuticas para reducir el dolor y aumentar la función de las articulaciones, como ejercicios y un tratamiento analgésico antiinflamatorio. Por eso, en cualquiera de los casos, es preciso consultar cuanto antes a un reumatólogo, quien evaluará el cuadro e indicará un tratamiento adecuado a las necesidades de cada paciente.. 
revistasusana.com

sábado, 25 de febrero de 2012

Haga deporte si quiere tener 'buen sexo'

Campeonato del Mundo de Balonmano Femenino 2011. | Marta Mangue
Si no se anima a hacer deporte para mejorar su estado físico y psíquico, prevenir las enfermedades cardiovasculares, la diabetes o la obesidad, tal vez el argumento que le propone ahora la ciencia le motive más: el sexo. No sólo la buena función sexual de los hombres depende del flujo sanguíneo en los genitales, también la de las mujeres. Los problemas sexuales de la mayoría de ellas con la excitación y la respuesta sexual se deben a un flujo insuficiente en el área genital.
Sin embargo, practicar ejercicio de forma regular puede contribuir, y mucho, a mejorar el flujo sanguíneo en el clítoris y potenciar así la función sexual femenina.
Omer Faruk Karatas, de la Universidad Faith, en Ankara (Turquía), es el autor principal de una investigación que lo confirma.
En declaraciones al ELMUNDO.es asevera: "Este es el primer estudio que compara a atletas de élite y mujeres sanas respecto a la función sexual y el flujo sanguíneo del clítoris. El objetivo era evaluar los efectos de practicar ejercicio de forma regular en ambos grupos".
El clítoris es un "órgano eréctil que contribuye significativamente a la función sexual, especialmente durante la excitación y las distintas fases del orgasmo. Las medidas de su flujo sanguíneo con ultrasonido doppler (técnica especial que evalúa la circulación de la sangre a través de los vasos sanguíneos) se están llevando a cabo frecuentemente con el fin de establecer la función o la disfunción sexual femenina, por ejemplo tras el consumo de medicación o de una cirugía de genitales", declara el director del ensayo.

Pruebas de ultrasonido

Por este motivo, los científicos llevaron a cabo la prueba en 25 jugadoras de balonmano y voleibol de entre 20 y 45 años, sexualmente activas, que practicaban ejercicio regular (un mínimo de cuatro horas al día). A todas ellas las compararon con otras tantas mujeres sanas, con la misma media de edad, que realizaban dos horas de deporte a la semana, según publica 'Journal of Sexual Medicine' .
"Ninguna de las atletas usaba testosterona u otras hormonas anabolizantes. Tampoco ninguna de las participantes padecía enfermedad genitourinaria, vascular, endocrina, ni había tenido un hijo en los seis meses previos al ensayo", comenta el doctor Faruk.
Además de realizar la prueba doppler a todas las integrantes del estudio, los científicos llevaron a cabo un cuestionario que evaluó la función sexual y que tiene en cuenta entre otros aspectos, el deseo, la lubricación, el orgasmo, la satisfacción...

Evidencias

"Nuestro estudio demuestra que, efectivamente, el ejercicio regular incrementa el flujo sanguíneo en el clítoris", apostilla Omer Faruk Karatas. Se suma a este hecho que las atletas confesaron tener una mejor función sexual que las mujeres sanas del trabajo.
"Creemos que podemos obtener resultados similares para las féminas que practican ejercicio regular", agrega el científico.
Santiago Palacios, director del Centro Médico Instituto Palacios Salud de la Mujer (Madrid), confirma que "el deporte es una de las dos herramientas (la otra es el alcohol a dosis moderadas) que ha demostrado su utilidad a la hora de mejorar el flujo sanguíneo en la zona genital de hombres y mujeres".
El ejercicio funciona, según este experto, a dos niveles: "elevando las endorfinas, que actúan como un neuromodulador y aumentando el flujo sanguíneo. Se sabe que ambas vías mejoran la función sexual de hombres y mujeres. También está demostrado que las féminas que realizan ejercicio regular tienen mejor función sexual que las sedentarias".
elmundo.es

Crean una aplicación para smartphone que previene el consumo de drogas


Un equipo de investigadores de la University of Massachusetts Medical School (UMMS) de Estados Unidos ha reunido tecnologías como la inteligencia artificial y los biosensores (que son instrumentos para la medición de parámetros biológicos y químicos) en un dispositivo portátil destinado a ayudar a las personas que abusan de las drogas a modificar su comportamiento de manera positiva.
Según publica la revista Theengineer, el dispositivo incorpora asimismo una programación para smartphone y conectividad sin cables. Con toda esta tecnología, es capaz de detectar en el usuario indicios fisiológicos relacionados con la ansiedad por consumir sustancias y, como respuesta, generar intervenciones diseñadas para prevenir dicho consumo.
 
 Detección de estados afectivos peligrosos

En Medicalxpress se explica el funcionamiento del sistema, bautizado como iHeal. La persona que tenga problemas con las drogas y esté luchando por salir de ellas, podrá contar con la ayuda de un teléfono inteligente con aplicaciones de software diseñadas para responder a los cambios que se produzcan en su cuerpo.
Porque, en la vida cotidiana y dentro de cualquier entorno, estas aplicaciones permiten detectar los estados biológicos y afectivos de cada individuo. Se sabe que los cambios en estos estados pueden suponer el riesgo de caer de nuevo en las drogas.
iHeal se diferencia de otras aplicaciones de salud para móviles en que incorpora biosensores. A los usuarios con un historial de abuso de sustancias y con trastorno por estrés postraumático se les colocaría una banda de biosensores alrededor de la muñeca.
Estos sensores miden la actividad eléctrica de la piel, el movimiento del cuerpo, la temperatura y la frecuencia cardiaca, que son parámetros que permiten detectar cualquier aumento de estrés en un individuo.
Posteriormente, la banda transmitiría la información obtenida al smartphone, cuyas aplicaciones de software registrarían y procesarían los datos fisiológicos del usuario. Si el software detectase, a través de estos datos, un estrés incrementado, pediría al paciente que le introdujera información sobre su nivel de estrés percibido, su ansiedad por consumir drogas y sus actividades actuales.
A partir de toda esta información, iHeal es capaz de identificar, a tiempo real, la ansiedad por consumir drogas de cualquier individuo. Por tanto, si fuera necesario, proporcionaría al paciente intervenciones multimedia y personalizadas de prevención de consumo de sustancias, en el momento preciso.

Tecnologías habilitantes para los malos momentos
El sistema desarrollado por los científicos de la UMMS, bajo la dirección del médico y profesor de dicha universidad, Edward Boyer, es el resultado de una innovadora combinación de lo que se conoce como “tecnologías habilitantes”, que son aquellas invenciones o innovaciones aplicadas para provocar cambios radicales en las capacidades de los usuarios.
En este grupo de tecnologías se incluye la inteligencia artificial, el control fisiológico continuo, la conectividad inalámbrica y la computación para smartphones, todas ellas incluidas en iHeal.
Según explican los autores del avance en un artículo publicado por el Journal of Medical Toxicology, el desarrollo del sistema tiene su origen en el fracaso de muchas intervenciones destinadas a modificar el comportamiento, cuando los pacientes se encuentran fuera del entorno clínico.

El tratamiento del dolor crónico, la sobrealimentación o el abuso de sustancias son actitudes difícilmente controlables en la vida cotidiana de las personas en tratamiento.
Esta imposibilidad de cuidar a los pacientes cuando éstos están fuera del alcance de los médicos es lo que ha aumentado el interés por las tecnologías habilitantes, capaces de detectar cambios en los estados fisiológicos y afectivos potencialmente propiciadores de comportamientos de riesgo.

Futuras modificaciones de iHeal
Según declaraciones de Boyer recogidas por Theengineer, los análisis realizados hasta ahora con iHeal sugieren que para culminar con éxito el desarrollo del sistema aún quedan por resolver algunas cuestiones técnicas relacionadas con la seguridad de los datos de los usuarios. Asimismo, el investigador señala que será necesario crear una versión más robusta y menos estigmatizadora de iHeal, antes de que el dispositivo sea comercializable.
La solución en este sentido podría estar en una banda de sensores que parezca un reloj de pulsera o que pueda ser llevada en el tobillo. De cualquier forma, habrá que escuchar a los pacientes para asegurar que el diseño del dispositivo no resulte ningún problema para ellos, concluyen los científicos. 
tendencias21.net

Ser la oveja negra de una familia con apellido

Betún fue y será la carta de presentación que acompaña al apellido de quien esto escribe: un apellido en el que resuena lo ecuestre. En medio de caballos potentes, veloces, de grandes saltos , Betún era la oveja negra entre la tropilla. Era negro y se lo veía más bajo que un ponny. Era enano. El representante de una raza extraña creada por un veterinario argentino que los bautizó con su apellido, Falabella.
Era un caballo, pero como uno de calesita . ¿Seña particular? Un tubo que le salía del cogote. Respiraba por él. Años después supe que andaba gracias a una traqueotomía. Pero su vida era normal, como la de cualquier caballo enano .
Antes de continuar, convendrá saber que lo hago ya con el caballo cansado. Rendida, casi sin remedio, después de años de intentar en vano salir de un mundo encerrado en un apellido . En un movimiento incesante en el que como en toda fuga, la fuerza centrífuga tironea para adentro mientras la propia intenta salir.
Quien esto escribe emprendió esa tarea hace años. Incluso eligió ser periodista intentando borrar las huellas de las herraduras. Pero hacer el camino propio con un apellido que remite siempre al primer palenque puede ser un trabajo arduo. Cuando se cree haberlo logrado está el riesgo de una mirada, una pregunta que recuerda que no . Suele sucederles a los inmigrantes instalados por años en otras tierras: nunca se es de ahí por completo. Betún, un caballo extrasmall , fue la señal, la luz verde para un camino distinto. Estaba en la cuna de este intento. El recuerdo de su singularidad fue el amuleto, la herradura de la buena suerte de la que aferrarse para buscar la independencia. Esta es la pequeña historia.
Hay una escena. La primera. El origen. La cuna. En este principio hay también un regalo. El primero. Si de algunas cunas cuelgan camisetas del club de fútbol, en aquella del Hospital Italiano de La Plata, en la de una Heguy, había un regalo a tono con el apellido: un caballo, Betún. El caballo enano.
Betún llegó como un regalo de un veterinario amigo de mi papá y fue el primero que tuve. Aunque automáticamente también se transformó en el caballo de todos los que medíamos menos de un metro.
Reconozcámolo, Betún tenía ciertas ventajas.
Iba y venía en el asiento de atrás del Ford Falcón familiar. Una especie de confusa ilusión provocaba verlo apenas poder asomar la cabeza por la ventanilla. En los lavaderos de auto la pregunta era: ¿Llevan caballos en el asiento de atrás? Betún caminaba mejor con un adulto adelante.
Comía galletitas y solía pasar los veranos en la quinta de mis abuelos paternos en las afueras de La Plata. Pero hubo un diciembre en que Betún fue protagonista de la crónica policial.
En la quinta, además de él, había otros cuatro caballos. Era temprano cuando el teléfono sonó.
Mama , mi abuela, llamaba desesperada. “Robaron a Betún”, anunció sin aliento. A la hora, mi papá ya había hecho la denuncia y removido cielo y tierra . Otra llamada terminó con la angustia.
“Heguy, ¿tiene camión?”, preguntaron. “Entonces, no haga preguntas y vaya a Avellaneda. Entre al campamento que le digo, y directo a la carpa de color azul. Ahí van a estar los caballos.
Cárguelos y váyase sin hacer preguntas”.
La que no podía dejar de hacerlas era yo. Esta vez la escena es la de todo padre que lo único que quiere es que su hija/o detenga el interrogatorio sin sentido. ¿Cómo en una carpa ? ¿Era un campamento gitano? Pero, ¿por qué? Un biógrafo perezoso podría señalar ese momento como aquel en que se vislumbraría una posible vocación.
“En una carpa grande, no tanto como las de circo. Ahí estaban los cuatro solos porque el rescate me costó dejar uno ”, volvió a contestar mi papá hace días cuando insistí con preguntar por el robo. Sospecho que pensó: “Otra vez las preguntas”. Los detalles que él no me dio, los inventé: Betún, en una carpa llena de telas colgadas, una de “Las mil y una noche”, solo, parado en el medio de una alfombra junto a los otros tres caballos. Llevaba un turbante y collares. Era el elegido. Los secuestradores lo adoraban.
Betún había marcado el inicio de una carrera de caballos distintos y quizás por eso decidí dedicarme a algo que no tuviera relación con ellos. Aunque crecí, y él siguió siendo el caballo de los más chicos, le debo el gusto por la celebración de lo diferente.
Con los años elegí ser periodista.
En una profesión donde la firma pesa, le da valor a lo que se escribe, tener un apellido que remite a un mundo que parece de pocos implica tener que dar explicaciones.
La contradicción se acrecenta cuando la cronista con ese apellido no sólo no se dedica al polo sino que el tráfico de bebés, los 50 años de sometimiento juarista en Santiago del Estero, la contaminación ambiental y el cáncer en Ezpeleta, los temas sociales son los elegidos. Por eso Betún es mi carta de presentación, si él fue mi primer caballo, yo puedo dedicarme a lo distinto.
Esa preferencia había ya quedado en evidencia en la línea ecuestre que siguió a Betún. Después de él llegó La Lechuza . Una criolla, baya, panzona, que había salido segunda en la rural de Palermo, pero que estaba lejos de esos días de belleza de pasarela en la Rural. En realidad, no era mía. En el plan original, mi papá había comprados dos caballos.
Pamperito , un criollo rápido y esbelto, para mí y La Lechuza para mi hermana, Bárbara.
Creo que no hubo discusión cuando los vimos: yo me adueñé de La Lechuza y ella de Pampero. Era también la yegua de todos. La montaba Geno, mi otra hermana que prefería más el piano y, por poco tiempo, Adita, que siguió con los caballos hasta ser veterinaria.
Para mí ya era natural la evolución: de Betún a La Lechuza y de La Lechuza al Soda, un caballo altísimo, pero que ya estaba en retirada. Con él, me retiré también de la infancia.
Aunque con el apellido a cuestas era casi imposible despegar del mundo ecuestre.
En una ventanilla de Migraciones británica un oficial vio el apellido y me dijo.
“Oh, Heguy, do you have a horse?” Respondí: “Sí”. De las manos de una rama de los Heguy dedicados al polo, el apellido había trascendido fronteras y hasta llegado a rincones impensables como la literatura. Ricardo Piglia tiene un personaje en Blanco Nocturno que llegó a la pampa argentina para comprar caballos a los Heguy.
Pero, ¿por qué? En la llanura argentina quizás esté la respuesta. Hasta allí llegaron unos hermanos vascos que tuvieron hijos que se entretenían con los caballos y que a su vez tuvieron más hijos –bastantes– que también lo hicieron.
¿Qué tienen los Heguy para ser buenos en polo? Ser de a caballo y tener el espíritu de libertad de los vascos. En la Argentina es en el único país del mundo en el que confluyeron los vascos y los caballos. Cuando ves a un Heguy en una cancha de polo, por ejemplo, no es nada más que un vasco de a caballo.
Alberto Pedro Heguy, uno de los tantos del clan, terminó de brindarme la definición, largó una carcajada y me pidió aplausos por ese concepto con tanto efecto y precisión que merecía una ovación, como las que se ganó miles de veces taqueando en una cancha de polo. El es uno de los famosos polistas Heguy, hijo de uno de los vascos que como mi bisabuelo llegó a Argentina.
Con su hermano, Horacio, y los hermanos Juan Carlos y Alfredo Harriott formó el primer dream team de este deporte: Coronel Suárez. Eran los 70 –yo montaba en Betún– y el polo argentino comenzaba a ser calificado como el mejor del mundo. Después aparecieron los primeros equipos de cuatro Heguy y de handicap perfecto. Alberto Pedro me dio esa respuesta hace ya más de diez años cuando un editor no pudo caer en la esperada tentación de encargar a una Heguy una historia sobre el mejor polo y los mejores caballos.
A esa altura, yo ya tenía un metodología. Contestaba a conveniencia a la pregunta de si era una Heguy de los caballos . Era una época en que no tenía ganas de andar enfrentando prejuicios y admiraciones ajenas. Era redactora de Información General, y había adoptado un segundo apellido: “de Clarín”. En ese rol, varios me preguntaron si una Heguy no debería trabajar en La Nación. Fue en enero de 2002, y después de haber pasado un año con demasiado millaje en el conurbano con informes sobre la peor crisis social argentina, que me tocó cubrir la temporada de Punta del Este. “ Crónicas marcianas ”. Así las calificó Betty, mi psicóloga, a aquellas notas que enviaba a un país devastado.
Ahí al Heguy le solté las riendas. Fui un caballo retozando en la pampa. Por años reprimido, galopaba en un ambiente donde sin duda era una referencia, donde todos lo acariciaban y admiraban. El desfile de Giordano todavía era el clásico. Cené con él la noche anterior para que me contara cómo iba a hacer ese año la pasarela .
Cuando terminó el show, su asistente me llamó para invitarme a una fiesta privada en su casa.
No es para la prensa , me aclaró. Intrigada, fui. Lo entendí cuando la mucama me abrió la puerta y entré al living de la casa en medio del bosque. Giordano estaba parado en medio de la sala rodeado por unos cien invitados. Cuando me vio, gritó en su estilo y a manera de presentación: “Heguy”. Yo creí escucharlo decir: Heguy-caballos-glamour.
Entré tratando de no mover la cabeza.
Andar con un apellido así predispone al resto. Es como la segunda conversación obvia después de la del tiempo, pero con una carga de curiosidad, bastante de prejuicio y mucho de fantasía. Mi amiga, Piru Beccar Varela, se ríe en estas situaciones y dice: “Cartón pintado”. La referencia es porque su abuela buscaba el apellido de cada candidato o novio de adolescencia en el Libro Verde, que nada tenía que ver con la liturgia kadafista.
“Ahh ... un pirugueti ” decía si el pretendiente no aparecía en esa guía del quién es quién de la alta sociedad.
También en esas ocasiones suelo repetir una frase de Federico Peralta Ramos, la tengo pegada en la heladera según pasan las mudanzas. “Toda mi vida me la pasé bajando del palco mientras todo el mundo quiere subir.
La verdad es que en el palco no hay nada pero no hay que decirlo porque, si no, se termina el movimiento”. Es la síntesis perfecta de lo que despiertan ciertos apellidos y lo que nos pasa a quienes intentamos bajar de balcones o caballos.
Porque desde Soda nunca volví a tener uno. Pero si el mejor viaje es siempre el de la vuelta a casa, quien escribe volvió mansa al mundo equino guiada por las mejores manos. Las de Agustina y Juan, mis sobrinos mayores. Gracias a ellos, me rendí al esfuerzo de despegar del mundo de mi apellido.
Muchos fines de semana me quedo sin aire del susto cada vez que Agustina salta en caballos briosos. Ella, además de tener técnica y perseverancia, dicen que es capaz de montar a uno indomable como si fuera Betún. Sospecho que fue lo suficientemente sabia para conservar ese don de la infancia: el que permite establecer una relación especial con los caballos. Un amor de contacto, de entrega sin temores.
El otro responsable es Juan. Tiene 5 años, varios caballos y la capacidad de transformar en uno todo objeto inanimado.
Se pasa horas ensillando y desensillando bancos.
En una siesta de enero mirándolo en ese ritual solitario que son algunos juegos de chicos me acordé de Betún. Juan domaba un potro imaginario mientras yo relataba sus corcoveadas y en los intervalos intentaba dormir bajo el viejo roble que alguna vez fue un retoño del de Guernica.
Un apellido como un árbol puede unir genealógicamente, pero lo que realmente marca es esta forma de pasar la infancia, se me ocurrió pensar al verlo y sentir un poco viva la niñez perdida.
Ser Heguy, para mí, es tener buenos recuerdos para hacer más fácil el andar por la vida. Finalmente la herencia es la manera de ir por el mundo, no importa cuál de ellos se elija transitar ni menos con qué caballo. Si es uno esbelto o la oveja negra de una tropilla. De cerca nadie es normal, nos gusta decir a los periodistas. Sé que para muchos las mejores tropillas son las de pelajes idénticos, pero a mí siempre me parecieron poco interesantes.

Mandatos y traiciones

Es curioso cómo pesa el origen. De a ratos sentimos que no somos libres sino que estamos “predestinados a”: a una profesión, a un rol en la familia, a una pátina de humor o de alta seriedad, a una estética corporal. En una época que predica el valor del camino propio , de ser uno y no lo que otros quieren, las rupturas aún provocan desvelos.
Quizás la idea de lo finito –la muerte, para ser más directos– tenga algo que ver. En la lógica extraña de la naturaleza, hay una sensación de que uno sigue vivo –un poquito– si logró diseñar un mundo que le perdure. Con los hijos, claro, pero también con los amigos o con lo que uno construyó, desde una casa a un libro. Y en ese mapa, los otros a veces son piezas que movemos para asegurarnos el proyecto.
Las genealogías no sólo se asocian a familias tradicionales. También a mandatos y a traiciones que están presentes en todos los niveles y que no respetan una orientación única pero sí trazan caminos. Un mecánico pelea para que su hijo estudie ingeniería. O al contrario, lo incentiva a quedarse con su propio taller con la idea de que ese es su lugar. Algo así como un resabio de la Edad Media : Dios nos puso en este rol, no lo debemos abandonar.
Pero luego está la necesidad y los gustos de cada uno. Conozco a muchos con dinero que terminan perdidos en una pieza en París , que jamás habitarían en la Argentina, felices del anonimato. Sin rumbo, pero sin presiones. Otros que no tienen un peso marchan hacia el Sur –nuestra i magen de tierra sin cepo , del espacio en el que uno puede convertirse en alguien diferente– para emprender un camino con significado idéntico.
La familia cobija, pero la familia también resuena como tierra de fidelidad. Atreverse a conjugar el origen con l a exploración personal , con el formar la propia genealogía e iniciar de nuevo la cadena, se intuye como una tarea endiabladamente compleja. ¿Será por eso de que los frenos intangibles son los que más cuestan destrabar?
clarin.com

No tener hijos puede ser caro en Alemania


lanacion.com
BERLIN.- Quien no tenga hijos debería pagar más, porque con su actitud daña las finanzas del Estado. Esa es la lógica que subyace en la propuesta de crear un nuevo impuesto, impulsada por el grupo de los jóvenes del Partido Cristiano Demócrata (CDU), al que pertenece la canciller Angela Merkel.
Pese a que los liberales, socios minoritarios del gobierno, están en contra, y a que Merkel podría vetarla, la iniciativa se instaló en el debate político alemán y se convirtió en otro reflejo del desafío que supone para la eurozona enfrentar la crisis con una población cada vez más envejecida.
La propuesta plantea pedir a los ciudadanos sin hijos una mayor contribución, con el fin de crear una caja de ahorro para hacer frente a los crecientes costos de seguridad social que implica el progresivo envejecimiento de la población. A su vez, el impuesto debería servir de incentivo para revertir la tendencia demográfica negativa.
El proyecto, elaborado por Marco Wanderwitz, diputado alemán presidente de los jóvenes de la CDU en el Parlamento, es tan simple como contundente: los que no tienen hijos pagarían todo el monto del impuesto; los que tienen sólo uno pagarían la mitad, y a partir de los dos hijos no se pagaría el impuesto.
En una entrevista con LA NACION, Wanderwitz, de 36 años y padre de tres hijos, explicó: "El contrato entre generaciones, financiado por contribuciones, de nuestro sistema de seguridad social, que es también uno de los puntos de fuerza de la República Federal, se basa en dos pilares: las generaciones activas pagan contribuciones para permitir que quienes ya no trabajan gocen de asistencia. A su vez, esto implica la necesidad de crear contribuyentes futuros: es decir, padres que críen hijos".
Wanderwitz insistió en que en la actualidad hay "disparidad" entre lo que el Estado pide a las familias con y sin hijos. Quien tiene hijos incurre en costos mucho mayores y contribuye también a garantizar el futuro para los que no tienen, por lo que, según el legislador, "es inevitable y urgente establecer igualdad entre los esfuerzos que se les exigen a familias que deciden aportar algo para el futuro de nuestro país", y los que renuncian a esta posibilidad.
Por otra parte, el diputado rechazó con fuerza las críticas que acusan a su modelo de ser "punitivo" contra quienes no tienen hijos y dijo que se trata de una cuestión pragmática: hay un problema, y es el de garantizar la seguridad social de las generaciones futuras. Para solucionarlo hace falta dinero, y "tiene que quedar claro quiénes son los que tienen que pagar", insistió.
En la misma línea, el diputado de la CDU Jens Spahn, que al no tener hijos debería pagar el impuesto, defendió la propuesta, "en vistas del cambio demográfico actual".
"Tenemos que ahorrar algo hoy para poder pagar el cuidado y las curas sanitarias en 20-30 años", dijo Spahn en una entrevista con el diario Süddeutsche Zeitung. Y añadió: "Las excedencias producidas por este impuesto podrían destinarse a este propósito".
También entre el partido "hermano" bávaro de la CDU, la Unión Social Cristiana (CSU), esta propuesta tuvo una cálida acogida. "Actualmente hay en nuestro sistema de seguridad social una disparidad de derecho entre los que tienen hijos y los que no", dijo la ministra de Asuntos Sociales del estado federado de Baviera, Christine Haderthauer.
"Los que construyen el futuro, y tienen hijos, no tienen que ser afectados por los mismos impuestos de los que, da igual por qué razón, no lo hacen", sentenció.
A medida que el debate creció, también Merkel se vio obligada a tomar posición: "Una división de las personas entre quienes tienen hijos y quienes no, no es adecuada al fin que perseguimos", dijo. "Creo que tenemos que encontrar otros caminos", añadió la canciller, que además reconoció que la preocupación por "hacer el sistema de seguridad social más sustentable es legítima".
Por su parte, la ministra de Familia, Christina Schröder, correligionaria de Merkel, dijo que la tasa de nacimiento se puede mejorar "con incentivos y no con castigos".
También los socios liberales del gobierno reconocieron el problema de fondo, pero criticaron el carácter punitivo de la propuesta y se dijeron contrarios a una planificación demográfica con base económica.

Críticas

Entre las filas socialdemócratas, la principal fuerza opositora, se criticó "la falta de fundamento científico" de la idea, "cuya ingenuidad es difícil de superar", según la experta en estos temas Caren Marks, que interpretó el debate como una "admisión del fracaso en el tema de las políticas familiares" .
Según Wanderwitz, sin embargo, tampoco el argumento de que hay muchas parejas que no pueden tener hijos centra el problema. "Seguramente tenemos que hacer más como sociedad para poder cumplir con los deseos de quienes quieren tener hijos", reconoció, "pero al final queda la situación objetiva: los que no tienen hijos y no tienen que pagar por su educación, en su vejez se benefician de las contribuciones pagadas por los hijos de otros".
Este diputado no se dejó asustar por el nein de Merkel y dijo que "la canciller rechazó la propuesta en su formulación actual, pero reconoció el fundamento de la idea", y es éste, según él, un incentivo para seguir luchando en esta dirección, sin interferir con la libertad de autodeterminación de los individuos: "La política no puede y no quiere prescribir a la gente con cuántos hijos tiene que vivir".
Más allá de su factibilidad, la propuesta de Wanderwitz tuvo mucha repercusión porque enfocó un problema real de la sociedad alemana -el envejecimiento de la población-, y sus consecuencias económicas, que se distribuyen en varios niveles: por un lado, los ya mencionados aumentos en los costos sociales de la cada vez más amplia población mayor; por otro, la falta de trabajadores especializados en varios sectores de la economía debido a que el número de jubilados no se compensa con el de los nuevos llegados al mercado laboral.
Según un estudio del Instituto Alemán de Economía (DIW), a partir de 2015 el país perderá 250.000 trabajadores por año. En el mismo estudio se advirtió, además, que el descenso de la población podría traer consigo un descenso del PBI.
Frente a esta situación ya se formularon varias propuestas para contrastar la tendencia: entre ellas, la de apoyar la llegada de trabajadores calificados extranjeros, haciendo las condiciones en Alemania más atractivas, y la de facilitar la vuelta al mercado laboral de mujeres con hijos.

La propuesta

  • El problema. Enfrentar la crisis con una población cada vez más envejecida es uno de los grandes desafíos de Alemania.
  • La solución. La propuesta plantea pedir a los ciudadanos sin hijos una mayor contribución para hacer frente a los crecientes costos de seguridad social que implica el progresivo envejecimiento de la población.
  • Aporte adicional. El impuesto debería servir de incentivo para revertir la tendencia demográfica negativa.

El magnesio reduce el riesgo de sufrir un ACV


Una alimentación rica en magnesio reduce el riesgo de padecer un ataque cerebrovascular (ACV). Esta conclusión se desprende de un estudio publicado en el American Journal of Clinical Nutrition, basado en un riguroso relevamiento de las bases de datos de diferentes investigaciones realizadas en los últimos 45 años.
El oportuno cruce de la información allí disponible relacionada con la cantidad de magnesio consumida y el porcentaje de casos de ACV verificados a través del tiempo en dichos estudios reveló que la ingesta de magnesio en la dieta está asociada inversamente al riesgo de ataque cerebro vascular, especialmente de ACV isquémico -el más frecuente, provocado por un coágulo que interrumpe el flujo sanguíneo.
Dicho de otro modo, a mayor consumo de alimentos con alto contenido de magnesio, menor es el riesgo de sufrir un ACV.
Investigadores del Instituto Nacional de Medicina Ambiental de Suecia relevaron para su artículo, entre otros, siete estudios publicados en los últimos 14 años, cuyos resultados sugieren una disminución de un 8% del riesgo de sufrir un ACV isquémico por cada 100 miligramos extra de magnesio consumido por día. Dichos estudios contaron con un universo de más de 250.000 participantes de Estados Unidos, Europa y Asia, un 3% de los cuales padeció un ACV durante el lapso promedio de 11,5 años que duraron los seguimientos.
Según el doctor. Pedro Lylyk, director del Centro Integral de ACV de la Clínica La Sagrada Familia, "este hallazgo es consistente con otros estudios epidemiológicos previos que reportaron que bajos niveles de magnesio se podían asociar con el aumento del riesgo de ACV". Teniendo en cuenta que la hipertensión es la causa principal del ataque cerebral, la asociación entre el consumo de magnesio y la posibilidad de padecer un ACV se debería, en parte, "al efecto del magnesio sobre la hipertensión, ya que el magnesio es un antagonista natural del calcio y modula el tono vascular, la presión sanguínea y el flujo de sangre periférico", explicó Lylyk.
El magnesio parece aumentar a su vez el efecto antihipertensivo de los medicamentos para bajar la presión arterial, así como mejorar los tratamientos para el síndrome metabólico, la diabetes, dislipidemia, todos factores que aumentan el riesgo de ACV, según informó el doctor Carlos Ingino, cardiólogo del Instituto Médico ENERI.
Los resultados no serían, sin embargo, definitivos. Como advierte la doctora Susana Larsson, integrante del equipo de investigación sueco, aún es necesario realizar estudios de mayor profundidad. Esto se debe a que el análisis se concentró en el mineral presente en los alimentos, por lo que no puede descartarse la posibilidad de que los resultados se hayan visto influidos en cierta medida por algún otro aspecto de los alimentos ingeridos. "Es importante notar que el estudio se refiere a una dieta rica en magnesio, y no a alimentos en particular o a suplementos", agregó la licenciada Andrea Rochaix, nutricionista.
El magnesio es un mineral indispensable para el funcionamiento de nuestro organismo. Entre otras muchas funciones, que se suman a las ya referidas, cumple un rol destacado en la contracción y relajación muscular, en la producción y transporte de energía, como así también en el funcionamiento de ciertas enzimas y en la producción de proteínas. También es esencial para la asimilación del calcio y de la vitamina C.
Se estima que la cantidad de magnesio que una persona posee en el cuerpo es de alrededor de 25 gramos, algo más de la mitad de ellos en el esqueleto y un 27% en los músculos.
Algunas circunstancias pueden, sin embargo, reducir estos niveles normales de magnesio en el organismo, entre ellas padecer ciertas enfermedades estomacales e intestinales, diabetes, un déficit en la función renal, así como mantener un consumo excesivo de café, refrescos, sal o alcohol. Los periodos menstruales abundantes, el estrés prolongado y el uso de diuréticos pueden también desencadenar deficiencias.
Una ingesta adecuada de magnesio es por ello necesaria. Como explica la Lic. Rochaix, los alimentos que lo aportan en mayor cantidad son los vegetales, sobre todo las verduras de hoja verde oscura, así como las frutas secas, el salvado de trigo, las legumbres, los lácteos, las carnes y el chocolate. Las dosis diarias recomendadas de magnesio, a ingerir a través de una dieta balanceada, son:
En niños:
. de 1 a 3 años: 80 miligramos
. de 4 a 8 años: 130 miligramos
. de 9 a 13 años: 240 miligramos
. de 14 a 18 años: 410 miligramos en varones y 360 miligramos en mujeres.
En adultos:
. En mujeres: de 310 a 320 miligramos (de 350 a 400 mg durante el embarazo)
. En hombres: de 400 a 420 miligramos.
La siguiente tabla contiene algunos de los alimentos con mayor aporte de magnesio, expresado su contenido en miligramos por cada 100 gramos de porción comestible:
Alimentos y su contenido en magnesio
Almendras, cacahuetes 250
Garbanzos, guisantes 150
Avellanas, pistachos, nueces 150
Maíz 120
Chocolate 100
Pan integral 91
Lentejas 78
Cigalas, langostinos, gambas 76
Acelgas 76.
lanacion.com

Por qué los hombres son más cómicos que las mujeres


Por Nicolas Artusi 
El experimento tuvo todo el rigor de cualquier universidad yanqui: cartoncitos con chistes de humor gráfico, pero con globitos en blanco. Dos grupos: de un lado, hombres; del otro, mujeres. Y en el medio, el desafío: completar las piezas con un texto cómico. Los resultados científicos confirman lo que suponíamos. Nosotros somos más graciosos, dicho por unos y otras. Hace treinta años, el blues brother John Belushi despertó las iras feministas con su afirmación ( "las mujeres no son divertidas" ), pero ahora deberían exonerarlo con una disculpa póstuma: según el estudio publicado en el Psychonomic Bulletin & Review de la Universidad de Southern California, los hombres sacamos 0,11 puntos más que las mujeres en el show del chiste. No es mucho, es cierto, pero alcanza para confirmar la rutina criolla del capocómico que se reserva el remate del sketch y que congela a ella en la prisión de la pluma y el conchero.

Ahí donde la serie 30 Rock, escrita por la brillante Tina Fey, o la película Damas en guerra estén para discutir el mito de las mujeres sin gracia, la investigación universitaria nació como respuesta a un viejo artículo de la revista Vanity Fair, donde el periodista Christopher Hitchens se preguntaba: "¿Por qué las mujeres no son divertidas?". Se opinó que en la guerra por la conquista, el hombre tiene una única virtud a su favor: él es más apto para provocar la carcajada en su compañera. Para Hitchens, ningún varón habrá dicho de una novia nueva: "Lo más lindo es que me hace reír". Y para la discutidora Fran Lebowitz, polemista eterna y feminista inoxidable, "los valores culturales son masculinos; para una mujer, decir que un hombre es gracioso es el equivalente a que un hombre diga que una mujer es bella".

¿Será que el humor moderno, basado en el autoescarnio, es eminentemente masculino? Salvo unas pocas que trajinan los escenarios del stand up con sus monólogos miserabilistas, las mujeres no gozan con la ostentación pública de su rosario de tristezas: prefieren el lamento íntimo o el engaño esmerado. Los hombres siempre queremos reírnos a expensas de alguien y tal vez un instinto de supervivencia darwiniano nos haya empujado a burlarnos de nosotros mismos para evitar la trompada de otro macho alfa, el eventual degüello y la extinción de la especie. Es que el humor es la bala de plata para el alfeñique en situación de conquista. Rematados por el inevitable "diga 33...", los chistes de consultorio, las bromas sobre la muerte y la parodia de la decadencia física son exclusivos de los hombres: las mujeres conjuran el paso del tiempo con la gravedad de lo innombrable. Si es cierto que la fórmula de la comedia es "tragedia + tiempo" (lo devela el personaje de Alan Alda en Crímenes y pecados, de Woody Allen), acaso él vea lo tragicómico de la existencia más a largo plazo y ella se ahogue en el vaso de lo inmediato. 
conxionbrando.com

¿Qué dice tu celular de tu vida sexual?


No todo es tecnología en lo que se refiere a la elección de un teléfono móvil. Según un informe, es hora que tomemos en cuenta otras motivaciones.
Como dice Homero Simpson: "ahora se puede demostrar todo con las estadísticas". Hay algo de cierto en esa apreciación, y este estudio de Match.com tiene algo de eso.
El tema es así, el sitio de citas online (uno de los más populares), realizó un cruce de datos entre los diferentes perfiles de sus usuarios y llegó a un resultado más que revelador: cómo es la vida sexual de los usuarios de celulares según el sistema operativo que usan.
Más allá de la relación que efectivamente pueda llegar a tener esto con la realidad, hay que decir que los resultados son muy peculiares. Según el estudio, los usuarios de Android son más tendientes a tener relaciones sexuales en la primera salida. Un 62% de los entrevistados confirmó haber concretado la primera noche, mientras que en el caso de iPhone llegó al 57%, y sólo un 48% entre los de Blackberry. Además, según las entrevistas, el 55% de los usuarios de Android están dispuestos a tener encuentros íntimos de sólo una noche.
Si sos de los fanáticos de la manzanita y te estás preguntando cuáles son tus chances; aparentemente los usuarios de iPhone tienen un cierto encanto por los romances de oficina. Más de un cuarto de los usuarios solteros del teléfono de Apple aseguran haber tenido relación con algún compañero de trabajo en los últimos cinco años.
Por su parte, los que andan con el Blackberry en el bolsillo parecen ser más enamoradizos. El 67% de los usuarios de este tipo de smartphone afirma haberse enamorado a primera vista.
¿Con qué perfil de usuario de sentís más identificado? ¿En qué te parece que afecta el celular en cada tipo de usuario? ¿Qué teléfono móvil te comprarías?
conexionbrando.com

jueves, 23 de febrero de 2012

¿Ley seca en las películas?

Dita Von Tease tomando una bebida alcohólica. | El Mundo
Enumerar las películas y las serie televisivas en las que sus protagonistas consumen alcohol puede resultar interminable. Sin embargo, un grupo de investigadores estadounidenses acaba de sugerir que Hollywood debería optar por imponer las mismas restricciones a este tipo de bebidas como lo hizo en su día con el tabaco.
Un debate que se inicia, precisamente, cuando un grupo de expertos británicos, acaba de anunciar en la revista 'The Lancet' que 210.000 personas morirán en Reino Unido de forma prematura en los próximos 20 años por culpa del alcohol.
La nueva recomendación estadounidense se basa en una investigación, recogida en el último 'British Medical Journal' en la que han participado 6.522 adolescentes de 10 a 14 años a los que se les ha realizado un seguimiento de dos años. Al parecer, los jóvenes que ven una gran cantidad de películas en las que se ingiere alcohol son dos veces más propensos a iniciarse en su consumo en comparación con los que ven pocos filmes en los que aparezcan este tipo de bebidas.
"Su uso es muy prevalente y representa un factor importante de riesgo de comportamientos sexuales de riesgo, de lesiones y mortalidad por accidentes en la adolescencia y de abuso y dependencia en la edad adulta. Su ingesta o la aparición de marcas de bebidas aparece representado en el 80%-95% de las películas, y beber suele mostrarse como un comportamiento positivo", introducen los autores, dirigidos por James Sargent, de la Escuela Médica Dartmouth, en New Hampshire (EEUU).
Investigaciones previas con adolescentes de EEUU y Alemania, "han constatado una asociación entre observar la ingesta de bebidas alcohólicas en la gran pantalla y un inicio temprano en su uso. En el estudio alemán, el 80% de la exposición procedía de la distribución internacional de películas de Hollywood, por los que las decisiones tomadas por las productoras de EEUU al respecto podrían tener un impacto en todo el mundo", insisten los científicos. En su estudio, realizaron encuestas telefónicas a lo largo de dos años. A todos los participantes se les interrogó sobre su consumo de alcohol y los factores potencialmente influyentes como: visualización de películas, consumo paterno en el hogar, uso con los amigos, disponibilidad de alcohol en el domicilio, entre otros.

532 películas

Los jóvenes tuvieron que realizar una selección de 50 películas de las que habían visto entre las 100 consideradas de más éxito en EEUU en cada uno de los cinco años precedentes a la investigación, además de 32 que se encontraban entre las de más recaudación en el primer trimestre de 2003.
Un equipo de personal especializado se encargó de codificar las 532 películas y anotar el número de segundos en los que los protagonistas bebían alcohol o aparecían las marcas de las bebidas. Teniendo en cuenta las películas que los jóvenes habían visualizado, los datos demuestran que, por lo general, visualizaron en la gran pantalla 4,5 horas imágenes con alcohol, aunque este tiempo aumentó hasta 8 horas en un buen número de jóvenes.
"Cerca de uno de cada 10 tenía alguna propiedad (camiseta, gorra...) de la marca de una cerveza, vino... mientras uno de cada cuatro (23%) afirmó que sus padres bebían en casa, al menos una vez a la semana. Incluso un 29% confesó que el alcohol estaba disponible en su domicilio", detalla el ensayo.
Un dato preocupante es el que hace referencia a que en los dos años de estudio la proporción de jóvenes que se inició en la bebida pasó del 11% al 25%. También aumentó el número de los que consumían cinco o más copas de forma frecuente: del 4% al 13%.
Tras tener en cuenta los factores que podían influir en los resultados, el estudio sugiere que los que vieron más películas en los que sus protagonistas bebían tenían el doble de posibilidades de iniciarse en su consumo y poseían hasta un 63% más de probabilidades de empezar a beber en exceso que los que visualizaron menos filmes con este tipo de contenido.
Otros factores que también influyen en el inicio en el consumo fue que los padres "bebieran en casa, y la disponibilidad de alcohol en el hogar", reza el ensayo.
"Creemos que los resultados podrían indicar dos tipos de procesos. El inicio se produce porque el joven trata de ir contra las normas además de buscar sensaciones nuevas, por eso prueba el alcohol. Sin embargo, los padres pueden comunicar normas sobre el consumo y controlar su comportamiento, además de que las bebidas no estén disponibles en el hogar. La progresión en su uso depende de que cuánto se utilice el alcohol en el entorno, de si los compañeros hacen uso de él, etcétera", reconocen los investigadores.

Salud pública

"Aunque las tabacaleras tienen prohibido colocar sus cigarrillos en las películas de EEUU, no sucede lo mismo con el alcohol. La mitad de los filmes contiene al menos una marca de estas bebidas. En la medida en que la visualización de estos productos en la gran pantalla sirve para aumentar la prevalencia de la ingesta de alcohol, poner límites en las películas también podrían contribuir a reducir su consumo", concluyen los investigadores.
Defienden, también, que es importante recordar "las implicaciones para la salud global que tiene la representación de comportamientos de riesgo en las películas de Hollywood".
elmundo.es