Laura García Oviedo
Para LA NACION
SAN CARLOS DE BARILOCHE.- El investigador argentino Orlando Auciello, que trabaja en los Laboratorios Nacionales Argonne, de los Estados Unidos, está desarrollando un dispositivo de ciencia ficción: un microchip experimental que funciona como retina artificial para que las personas ciegas puedan ver, aunque sea parcialmente. Pero lo particular del caso es que en su último ensayo lo probó con un nuevo ingrediente, el diamante ultrananocristalino, que para ser fabricado es manipulado en una escala de 1 a 100 nanómetros (un nanómetro es la milmillonésima parte de un metro).
El diamante ultrananocristalino es sólo uno de todo un abanico de materiales que los científicos modifican en escalas infinitamente pequeñas para dotarlos de nuevas propiedades, como un mayor grado de fortaleza.
La última semana, una reunión científica realizada en esta ciudad -el US-Argentina Workshop on Nanomaterials e_SEnD pasó revista precisamente a estos nanomateriales, que, además de utilizarse en microchips, ya se usan de modo experimental como cicatrizantes de heridas y "esponjas" anticontaminantes, entre muchas otras aplicaciones,
"Ya hay personas que recibieron un primer prototipo de retina artificial y ahora estamos probando un segundo tipo de diseño de microchip recubierto con ese nanomaterial de diamante, con el fin de que sea más eficiente", dijo Auciello en su presentación. Auciello vive desde hace más de 30 años en los Estados Unidos y colabora en el equipo encabezado por el prestigioso médico Mark Humayun.
Por su parte, el equipo dirigido por Galen Stucky, de la Universidad de California en Santa Bárbara, desarrolla materiales diseñados con nanotecnología que son capaces de detener las hemorragias causadas por diferentes tipos de heridas.
En especial, el grupo trabaja en un nanomaterial de silicio que ayuda a hacer más rápida la coagulación de las heridas. El equipo de Stucky, que también participó de esta iniciativa argentino-estadounidense, logró identificar cómo los cambios en las propiedades estructurales y de superficie de óxidos metálicos influyen en la respuesta de coagulación de la sangre. Pero, por ahora, en el terreno experimental, los investigadores piensan que este mismo nanomaterial podría servir para transportar antibióticos y proteínas terapéuticas.
Lo cierto es que la bionanomedicina es tan sólo uno de los múltiples campos donde se está experimentando con ese tipo de materiales.
Sin ir más lejos, el doctor Galo Soler Illia, investigador del Conicet y de la Comisión Nacional de Energía Atómica, está trabajando en el desarrollo de un material nanoporoso de óxido de titanio con propiedades "amigables" para el ambiente.
"Fabricamos una especie de esponja con agujeros nanométricos, un «nanoqueso gruyere» que puede, por ejemplo, capturar moléculas contaminantes", contó a LA NACION.
"En un gramo de óxido de titanio, y gracias a sus nanoagujeros, logramos tener de 200 a 300 metros cuadrados de superficie expuesta, algo equivalente a una cancha de tenis", detalló Soler Illia, quien expuso su trabajo durante el taller.
Otra área de estudio en la que se experimenta con los nanomateriales es la energía. Thomas Moore, profesor de química del Centro de Bioenergía y Fotosíntesis de la Universidad Estatal de Arizona, experimenta en el campo de la eficiencia energética desde un ángulo biológico.
"En nuestro laboratorio, nos inspiramos en la biología para hacer fotosíntesis artificial con ayuda de la nanotecnología. Si bien ya se sabe cómo transformar energía solar en electricidad, nuestro desafío es convertir la energía solar en combustible", contó Moore.
Para ello, en la actualidad, se experimenta con celdas de fotobiocombustible, que funcionan con reacciones químicas disparadas con la luz, y que usan etanol e hidrógeno. Pero Moore destaca que por ahora aún hay muchos obstáculos para sortear.
El taller donde se expusieron estas novedades fue organizado por Lía Pietrasanta, directora del Centro de Microscopias Avanzadas de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires, y por Heather Maynard, del Departamento de Química y Bioquímica de la Universidad de California, de Los Angeles.
"El objetivo fue promover el encuentro de investigadores y estudiantes de ambos países para intercambiar experiencias, discutir sobre los últimos avances en el área de nanomateriales y fortalecer la cooperación entre los participantes", comentó Pietrasanta a LA NACION.
El encuentro, que tuvo 82 participantes, recibió el apoyo del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de nuestro país y de la embajada y el Departamento de Estado de los Estados Unidos.
Entre los planes de los organizadores, está la idea de realizar un segundo taller en la Argentina, en 2010, y otro al año siguiente, en los Estados Unidos.
SAN CARLOS DE BARILOCHE.- El investigador argentino Orlando Auciello, que trabaja en los Laboratorios Nacionales Argonne, de los Estados Unidos, está desarrollando un dispositivo de ciencia ficción: un microchip experimental que funciona como retina artificial para que las personas ciegas puedan ver, aunque sea parcialmente. Pero lo particular del caso es que en su último ensayo lo probó con un nuevo ingrediente, el diamante ultrananocristalino, que para ser fabricado es manipulado en una escala de 1 a 100 nanómetros (un nanómetro es la milmillonésima parte de un metro).
El diamante ultrananocristalino es sólo uno de todo un abanico de materiales que los científicos modifican en escalas infinitamente pequeñas para dotarlos de nuevas propiedades, como un mayor grado de fortaleza.
La última semana, una reunión científica realizada en esta ciudad -el US-Argentina Workshop on Nanomaterials e_SEnD pasó revista precisamente a estos nanomateriales, que, además de utilizarse en microchips, ya se usan de modo experimental como cicatrizantes de heridas y "esponjas" anticontaminantes, entre muchas otras aplicaciones,
"Ya hay personas que recibieron un primer prototipo de retina artificial y ahora estamos probando un segundo tipo de diseño de microchip recubierto con ese nanomaterial de diamante, con el fin de que sea más eficiente", dijo Auciello en su presentación. Auciello vive desde hace más de 30 años en los Estados Unidos y colabora en el equipo encabezado por el prestigioso médico Mark Humayun.
Por su parte, el equipo dirigido por Galen Stucky, de la Universidad de California en Santa Bárbara, desarrolla materiales diseñados con nanotecnología que son capaces de detener las hemorragias causadas por diferentes tipos de heridas.
En especial, el grupo trabaja en un nanomaterial de silicio que ayuda a hacer más rápida la coagulación de las heridas. El equipo de Stucky, que también participó de esta iniciativa argentino-estadounidense, logró identificar cómo los cambios en las propiedades estructurales y de superficie de óxidos metálicos influyen en la respuesta de coagulación de la sangre. Pero, por ahora, en el terreno experimental, los investigadores piensan que este mismo nanomaterial podría servir para transportar antibióticos y proteínas terapéuticas.
Lo cierto es que la bionanomedicina es tan sólo uno de los múltiples campos donde se está experimentando con ese tipo de materiales.
Sin ir más lejos, el doctor Galo Soler Illia, investigador del Conicet y de la Comisión Nacional de Energía Atómica, está trabajando en el desarrollo de un material nanoporoso de óxido de titanio con propiedades "amigables" para el ambiente.
"Fabricamos una especie de esponja con agujeros nanométricos, un «nanoqueso gruyere» que puede, por ejemplo, capturar moléculas contaminantes", contó a LA NACION.
"En un gramo de óxido de titanio, y gracias a sus nanoagujeros, logramos tener de 200 a 300 metros cuadrados de superficie expuesta, algo equivalente a una cancha de tenis", detalló Soler Illia, quien expuso su trabajo durante el taller.
Otra área de estudio en la que se experimenta con los nanomateriales es la energía. Thomas Moore, profesor de química del Centro de Bioenergía y Fotosíntesis de la Universidad Estatal de Arizona, experimenta en el campo de la eficiencia energética desde un ángulo biológico.
"En nuestro laboratorio, nos inspiramos en la biología para hacer fotosíntesis artificial con ayuda de la nanotecnología. Si bien ya se sabe cómo transformar energía solar en electricidad, nuestro desafío es convertir la energía solar en combustible", contó Moore.
Para ello, en la actualidad, se experimenta con celdas de fotobiocombustible, que funcionan con reacciones químicas disparadas con la luz, y que usan etanol e hidrógeno. Pero Moore destaca que por ahora aún hay muchos obstáculos para sortear.
El taller donde se expusieron estas novedades fue organizado por Lía Pietrasanta, directora del Centro de Microscopias Avanzadas de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires, y por Heather Maynard, del Departamento de Química y Bioquímica de la Universidad de California, de Los Angeles.
"El objetivo fue promover el encuentro de investigadores y estudiantes de ambos países para intercambiar experiencias, discutir sobre los últimos avances en el área de nanomateriales y fortalecer la cooperación entre los participantes", comentó Pietrasanta a LA NACION.
El encuentro, que tuvo 82 participantes, recibió el apoyo del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de nuestro país y de la embajada y el Departamento de Estado de los Estados Unidos.
Entre los planes de los organizadores, está la idea de realizar un segundo taller en la Argentina, en 2010, y otro al año siguiente, en los Estados Unidos.
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