Dos víctimas de Bernard Madoff –la primera muerta de un infarto, la segunda por suicidio– vuelven a la vida reencarnadas en langostas para ejecutar una venganza póstuma contra el financista cuya estafa por más de 50 mil millones de dólares dejó en la ruina a miles de inversores privados, asociaciones religiosas y organizaciones no gubernamentales.
Desde las páginas del prestigioso semanario The New Yorker, Woody Allen no resistió la tentación de pasarle la cuenta al septuagenario genio del mal, actualmente detenido en el Centro Correccional Metropolitano de la Gran Manzana.
Los protagonistas del relato Tails of Manhattan –“Colas de Manhattan”, un juego fonético con la película de 1942 Relatos de Manhattan–, que abunda en términos en yiddish, son Abe Moscowitz y Moe Silverman, dos viejos amigos neoyorquinos muertos recientemente que se reencuentran en el tanque para langostas de un elegante restaurante del Upper East Side de la isla.
“Abe, ¿sos vos?”, pregunta Moe, que reconoce en el crustáceo arrojado al agua salada por un mozo al viejo dentista Moscowitz, muerto dos semanas antes de un ataque al corazón.
“Sí, soy yo”, responde a su amigo Moe, que después de perder los ahorros de toda su vida por el fraude de Madoff se suicidó arrojándose desde el techo de su club de golf en Palm Beach.
“Tuve que esperar media hora antes de lanzarme al vacío –ironiza Moe–. Era el número 12 en la fila.”
Mientras ambos conversan sobre la suerte bizarra que les reservó el destino, entran Madoff y su ostentosa mujer Ruth en el restaurante. Al ver al hombre que los mandó al otro mundo, Abe empieza a sentir los efectos de la acidez estomacal que tanto lo hizo sufrir en su vida anterior. “Todos los meses recibía su resumen de cuenta –recuerda–. Sabía que esos números eran demasiado bellos para ser kosher.”
“Yo jugaba con él al golf en Florida –responde Moe–. Cuando nadie lo miraba, Madoff metía la pelotita en el hoyo con el pie.”
Justo en ese momento, el maitre acompaña al financista a la vasca de las langostas. “El desgraciado analiza a los candidatos en base a su potencial suculencia”, escribe el cineasta. Finalmente, el matrimonio “apunta a Moscowitz y a Silverman”. “Después de robarme todos los ahorros, ¿ahora me quiere devorar a la manteca? –grita Abe, totalmente fuera de control
– ¿¡Qué tipo de universo es éste!?”
Los amigos concentran toda su furia y logran hacer caer el tanque mientras los comensales se lanzan sobre el estafador estrella al grito de “¡esto es por las viudas y por las obras de caridad frustradas!”.
Millones ocultos en Gibraltar
Uno de los abogados encargados de localizar los activos secretos del financista Bernard Madoff reveló ayer que ya conocen el paradero de mil millones de dólares, una mínima parte de los 50 mil millones involucrados en la mayor estafa de la historia. Según David Sheehan, a cargo de rastrear las operaciones internacionales de Madoff, se llegó a esa cifra después de confirmar la existencia de 75 millones de dólares en una cuenta en Gibraltar.
criticadigital.com
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