Para un patólogo, la miríada de causas que llevan a la muerte o la enfermedad puede confluir en una muestra de tejido de tres milímetros cuadrados de superficie. Basta con pensar que sólo de tumores de mama existen más de 550 tipos diferentes para hacerse una idea de la complejidad de esa tarea, que, como la de un buen detective, consiste en encontrar pistas que ayuden a resolver un enigma.
Sin embargo, fue precisamente analizando muestras tomadas de 30 neonatos y de 25 bebes fallecidos durante el parto o menos de 24 horas antes que dos patólogas argentinas residentes en Gran Bretaña están desafiando las nociones aceptadas en la literatura médica sobre el "síndrome del bebe sacudido", un cuadro que incluye hemorragias retinianas y subdurales, y edema cerebral con encefalopatía, y que puede llevar a la muerte.
Hasta ahora se creía que esto era consecuencia de una de las más insidiosas formas de maltrato infantil, que se da típicamente cuando alguien sujeta a un bebe de los hombros, brazos, pies o tronco, y lo agita vigorosamente "para que deje de llorar", por ejemplo. Pero para Irene Scheimberg y Marta Cohen, autoras de un trabajo que se publicó en Pediatric and Developmental Pathology , aún no está dicha la última palabra.
"Marta y yo somos probablemente las dos únicas patólogas infantiles que sistemáticamente examinamos la duramadre de todos los bebes a los que les hacemos la autopsia y veíamos con frecuencia esas hemorragias finitas en las convexidades del cerebro -cuenta Scheimberg, que acaba de pasar por Buenos Aires-. De los 55 casos incluidos en nuestro trabajo, todos tenían hemorragias de la hoz del cerebro y de la tienda del cerebelo (la hoz separa ambos hemisferios y la tienda separa al cerebro del cerebelo, y está llena de vasos sanguíneos). De ellos, dos tercios tenían hemorragia subdural, que es lo mismo que los radiólogos describen como típico del síndrome del bebe sacudido. Pero no había ninguna posibilidad de que hubieran sufrido maltrato."
El trabajo de Cohen y Scheimberg se dio a conocer a fines del último año y no trascendió los círculos científicos hasta que esta última fue entrevistada por la revista New Scientist a propósito de un libro sobre 13 patólogos que escribió la periodista británica Sue Armstrong y que las incluye, al igual que a la también argentina Julia Polack y a otros dos latinoamericanos. Ahora, sus casillas de correo electrónico no paran de recibir mensajes de abogados y familias que sufrieron condenas por maltrato infantil sobre la base de esas pruebas.
"Marta hizo otro estudio con una radióloga, en el que muestran que donde se creía que la sangre se colaba hacia los hemisferios, en realidad sale hacia afuera -afirma Scheimberg, que emigró a Europa en 1976-. Además, la hemorragia típica de este síndrome es una lámina finita que algunos calculan en dos milímetros de sangre: ¿cómo una vena va a liberar sólo esa cantidad?"
Y si no es por el síndrome del bebe sacudido, ¿a qué se deben esos signos? Según las patólogas, pueden atribuirse a hipoxia, aumento de la presión intracraneana, infecciones... "Más de un camino conduce a Roma -dice Scheimberg-. El cerebro, como la mayoría de los órganos, tiene formas limitadas de responder al daño." Y enseguida concluye: "Estoy preocupada, porque pienso que hay gente inocente que termina en la cárcel, por lo que cada caso debe estudiarse individualmente".
Sin embargo, fue precisamente analizando muestras tomadas de 30 neonatos y de 25 bebes fallecidos durante el parto o menos de 24 horas antes que dos patólogas argentinas residentes en Gran Bretaña están desafiando las nociones aceptadas en la literatura médica sobre el "síndrome del bebe sacudido", un cuadro que incluye hemorragias retinianas y subdurales, y edema cerebral con encefalopatía, y que puede llevar a la muerte.
Hasta ahora se creía que esto era consecuencia de una de las más insidiosas formas de maltrato infantil, que se da típicamente cuando alguien sujeta a un bebe de los hombros, brazos, pies o tronco, y lo agita vigorosamente "para que deje de llorar", por ejemplo. Pero para Irene Scheimberg y Marta Cohen, autoras de un trabajo que se publicó en Pediatric and Developmental Pathology , aún no está dicha la última palabra.
"Marta y yo somos probablemente las dos únicas patólogas infantiles que sistemáticamente examinamos la duramadre de todos los bebes a los que les hacemos la autopsia y veíamos con frecuencia esas hemorragias finitas en las convexidades del cerebro -cuenta Scheimberg, que acaba de pasar por Buenos Aires-. De los 55 casos incluidos en nuestro trabajo, todos tenían hemorragias de la hoz del cerebro y de la tienda del cerebelo (la hoz separa ambos hemisferios y la tienda separa al cerebro del cerebelo, y está llena de vasos sanguíneos). De ellos, dos tercios tenían hemorragia subdural, que es lo mismo que los radiólogos describen como típico del síndrome del bebe sacudido. Pero no había ninguna posibilidad de que hubieran sufrido maltrato."
El trabajo de Cohen y Scheimberg se dio a conocer a fines del último año y no trascendió los círculos científicos hasta que esta última fue entrevistada por la revista New Scientist a propósito de un libro sobre 13 patólogos que escribió la periodista británica Sue Armstrong y que las incluye, al igual que a la también argentina Julia Polack y a otros dos latinoamericanos. Ahora, sus casillas de correo electrónico no paran de recibir mensajes de abogados y familias que sufrieron condenas por maltrato infantil sobre la base de esas pruebas.
"Marta hizo otro estudio con una radióloga, en el que muestran que donde se creía que la sangre se colaba hacia los hemisferios, en realidad sale hacia afuera -afirma Scheimberg, que emigró a Europa en 1976-. Además, la hemorragia típica de este síndrome es una lámina finita que algunos calculan en dos milímetros de sangre: ¿cómo una vena va a liberar sólo esa cantidad?"
Y si no es por el síndrome del bebe sacudido, ¿a qué se deben esos signos? Según las patólogas, pueden atribuirse a hipoxia, aumento de la presión intracraneana, infecciones... "Más de un camino conduce a Roma -dice Scheimberg-. El cerebro, como la mayoría de los órganos, tiene formas limitadas de responder al daño." Y enseguida concluye: "Estoy preocupada, porque pienso que hay gente inocente que termina en la cárcel, por lo que cada caso debe estudiarse individualmente".
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