martes, 1 de julio de 2008

Encuesta sobre violencia adolescente

Alcohol y drogas, primero, y entornos sociales y familiares negativos, en segundo lugar, son los dos factores que la mayoría de los porteños identifican como posibles causas de la violencia juvenil en las escuelas.
Así lo indica una encuesta realizada por el Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano entre mayo y junio de este año. Las carencias educativas en el núcleo familiar y en los mismos colegios siguen en el ranking de causas y en el último escalón –contra lo que muchos creen– aparece la televisión.

Los consultados creen que la TV no es el principal factor desencadenante de violencia, pero sí que ciertos contenidos incitan a la discriminación y promueven comportamientos agresivos. Varios de ellos recordaron que existen dibujos animados que plantean rivalidades entre “chicas feas y bonitas”.
En abril de este año, Priscila, una estudiante de un secundario de San Isidro, fue atacada por varias compañeras –le cortaron la cara– por ser linda. Pero ese caso no fue un hecho aislado, sino que se inscribió en una sucesión de episodios violentos que pusieron a la sociedad en alerta y desataron la sensación de que existía una ola de violencia juvenil.
Impulsados por el termómetro mediático, estudiantes y profesores de la UB pusieron la lupa sobre la actualidad. “Esto surgió a partir de una serie de hechos que tuvieron difusión mediática.
Mucha violencia entre jóvenes adolescentes en general.
Como nos interesa la percepción social del problema, salimos a ver qué pasaba”, explica Orlando D’adamo, responsable del trabajo. “El 70% de la gente está alarmada por la creciente violencia. Pero también es llamativo que a un 30% no le interesa en lo más mínimo”, opina. D’adamo dice que le preocupa el tratamiento que muchos medios hicieron de estos casos: el contenido sensacionalista. “Cuando los jóvenes protagonizan estos comportamientos, los medios por lo general, enfatizan”.
Sobre el papel de los medios, justamente, la encuesta arrojó que casi la mitad de los consultados considera que el tópico de la violencia juvenil no recibe tratamiento adecuado dentro de ellos. Y dijeron más: predominó la opinión de que las principales acciones a llevar a cabo para prevenir hechos de este tipo son fortalecer el control del consumo de drogas y alcohol (26%) y “presionar –aunque no censurar– a los medios para que emitan otra clase de materiales, bajen el tono y aumenten la calidad de su programación (24%)”.
“En cuanto al tema de los medios –dice Dadamo–, cabría preguntarse cuál es el tratamiento adecuado. A la gente le parece que hay un cierto exceso de todo, que la cosa pasa menos por el dato y más por el impacto”.
La sentencia sobre el papel de los medios es brutal.
Los encuestados, además, creen que forman parte de la espiral creadora de violencia y que gracias a los contenidos que difunden ciertas prácticas pueden ser tomadas como pautas.
El 62% de los entrevistados no cree que se trate de un problema propio del grupo de los jóvenes sino que la violencia juvenil constituye un síntoma y un emergente social de una crisis de valores que afecta a toda la sociedad.
Los encuestados se mostraron divididos a la hora de evaluar si las escuelas están preparadas o no para enfrentar el problema. El 42% cree que maestros y directivos están capacitados. El 49% cree que no lo están. En general, la opinión es que los docentes están capacitados para enseñar pero que se ven excedidos por otros conflictos de orden social que hoy en día se hacen presentes en el ámbito escolar.
El dato final: la gran mayoría no vislumbra en una eventual restitución del antiguo sistema de amonestaciones y expulsiones una solución al problema de la violencia.

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