domingo, 20 de julio de 2008

Síndrome de Peter Pan: Qué sucede detrás de los adultos que quieren seguir siendo niños

MADRID ( El País ).- Algunos adultos se estancan en su camino hacia la madurez, del mismo modo que encontramos adolescentes que demoran su paso a la independencia. Con frecuencia se ha hecho referencia a estas personas como afectadas por un síndrome o complejo de Peter Pan.
Según los especialistas, no existe tal síndrome. Lo que sucede es que los cambios sociales y familiares de las últimas décadas han aumentado el infantilismo de algunos adultos, que han crecido sin tener referentes en los padres.
Sabel Gabaldón Fraile, psiquiatra del Hospital de Sant Joan de Déu de Barcelona, es rotundo: "No está tipificado como síndrome. No es nada más que un fenómeno social, la dificultad de hacerse mayor". Según explica el especialista, este concepto recoge una serie de comportamientos que pueden ser muy comunes en determinados adultos de nuestra cultura y de nuestro entorno.
"Tiene que ver precisamente con la actitud también cultural de infantilización, de extrema dependencia, que muchas veces llevamos en muchas familias o incluso desde la propia cultura hacia los niños y adolescentes, de evitarles frustraciones, de protegerlos excesivamente, que dan situaciones de prolongación excesiva de la adolescencia y de comportamientos inmaduros que se dan incluso en la adultez."
Otros autores piensan de forma diferente.
Para la psiquiatra Graciela Moreschi, el eterno adolescente es alguien para quien la adolescencia es una forma de vida y no una etapa evolutiva: "Esto significa que la independencia no es una meta".
Según Moreschi, que ha publicado un libro sobre este fenómeno, con estas actitudes, estas personas tienen como prioridad el disfrute del momento. Si ganan dinero lo emplean en salidas, comprar ropa cara, un automóvil, una moto o en viajes, y si no lo ganan, continúan dependiendo de sus padres.
"Muchas veces el estudio es ese pasaporte que les permite quedar instalados en la adolescencia, porque no terminaron la carrera, o porque pasan de una a otra. Les cuesta tomar cualquier tipo de compromiso porque no pueden elegir algo permanente, incluso tener pareja. La gran cantidad de opciones que creen tener hace que les cueste elegir, porque al hacerlo renuncian a las otras posibilidades", dice Moreschi.
Son comportamientos cristalizados en un momento de la vida, sigue la psiquiatra, y, por lo tanto, en lugar de evolucionar, estas personas se desgastan. "Muchos de los padres de estos adolescentes están del mismo lado, no hay diferencias, y los jóvenes no terminan de individualizarse como individuos maduros; no existe un otro que les permita realizar este proceso."
La diferencia entre los eternos adolescentes y los adultos, aún con actitudes inmaduras, es que éstos se hacen cargo de sí mismos, mientras que los adolescentes eternos no han sido capaces de separarse de su familia.
Javier Elzo, catedrático de Sociología de la Universidad de Deusto, dice que el hecho más evidente y comprobado es que hay una prolongación del hábitat de los adolescentes y jóvenes en el domicilio familiar hasta extremos increíbles. Otra característica de los adolescentes actuales es el presentismo, quererlo todo ya, inmediatamente.
Es un hecho que la madurez se está retrasando, "pero también encontramos jóvenes menores de 20 años extremadamente maduros, que son los que ante la dificultad de encontrar el nido familiar vacío [padres con poca presencia], por razones fortuitas o no, han empezado a tomar las riendas de su destino mucho antes de lo que hubiéramos hecho en nuestra generación".
Joan Carles Ambrojo

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