sábado, 26 de julio de 2008

Macho, no seas maricón y llorá

26.07.2008-Crítica de la Argentina
Se tiñen, se encreman, se depilan y la novedad ahora es que lloran a chorros. Si hasta el momento la “nueva masculinidad” tenía alcances sólo estéticos, dos estudios recientes aseguran que a los varones también se les ablandó el alma: según datos de una encuesta realizada por el portal Askmen.com, el 75% admite haber derramado lágrimas alguna vez por una mujer.
Además, un relevo publicado en el libro Llorar, el misterio de las lágrimas destaca que en las últimas tres décadas el “pucherito” masculino aumentó un 300 por ciento.
¿Estamos ante un nuevo síntoma de sensibilidad?
“Los resultados de esta encuesta pueden ser sorprendentes para las mujeres, muchas de las cuales tienen una perspectiva completamente distinta de lo que la mayoría de los hombres piensa y siente”, asegura James Bassil, editor jefe de Askmen.com. “Es cierto que se rompió un estereotipo masculino, pero tampoco exageremos: aparecer llorando en una relación es bochornoso. Dudo que a alguna mujer le guste y por ende no creo que muchos hombres lo practiquen”, desmiente Rodolfo Sbrissa, periodista y autor del libro El hombre embarazado (Manual de autoayuda para padres en la dulce espera).
Sensibles o llorones, cada vez más hombres se animan a piantar –con mayor o menor grado de honestidad– un lagrimón en público. El gobernador cordobés Juan Schiaretti lloró cuando condenaron al represor Luciano Benjamín Menéndez; el ya jefe de Gabinete Sergio Massa lagrimeó cuando abandonó su cargo en la Municipalidad de Tigre; Domingo Cavallo pasó a la historia con su llanto frente a Norma Pla y –allende las fronteras– hasta George W. Bush tuvo su pico de popularidad cuando se mostró moqueando en la Zona Cero (donde estaban las Torres Gemelas).
El mundo del espectáculo –y esta vez no hablamos de política– también tiene a sus reyes de la lágrima: Facundo Arana es el arquetipo del varón sensible (“Antes los galanes no lloraban, eran recios... no sé si yo podría componer un personaje así”, le dijo a la revista Veintitrés), Gastón Pauls siempre enarboló su perfil más frágil y hasta el bailantero Daniel Agostini les escribió a los sensibles un tema llamado Hombres que lloran.
MIRADA HÚMEDA.
¿La mirada húmeda es señal de un corazón más blando? “No”, contesta el especialista Sergio Sinay . Y Alejandro Dolina coincide con esta respuesta: “Los hombres sensibles son una convención literaria, en la vida real no los hay –le dijo a la revista En plenitud–.
El hombre sensible químicamente puro existe únicamente en los loqueros”.
NO TAN LOSER.
El primer registro de llanto masculino –por afuera del de Jesús en la cruz– sucede en una leyenda. Cuenta la historia que el rey moro Boabdil (Muhammad XII) firmó la capitulación con los reyes católicos y que como consecuencia de esa rendición tuvo que irse junto a su familia al destierro. Durante todo el camino, Boabdil no miró atrás. Pero al llegar a la colina conocida como El Suspiro del Moro, miró hacia Granada –la ciudad que abandonaba–, suspiró y se largó a llorar. Fue entonces que su madre le soltó un reproche: “No llores como mujer lo que no supiste defender como hombre”.
Con semejante carga cultural, a lo largo de la historia fueron pocos los varones que se animaron a lagrimear en público. La primera investigación sobre este tema fue realizada a fines de los años 70 y arrojó que las mujeres lloraban un promedio de 30 veces al año, mientras que los hombres sólo lo hacían seis. Treinta años después, el investigador y fisiólogo William Frey realizó un estudio idéntico y lo publicó en el libro Llorar, el misterio de las lágrimas. El resultado sorprendió: ahora las mujeres lloran 64 veces al año y los varones lo hacen en 17 oportunidades.
Es decir que ellos se emocionan tres veces más que hace 30 años. ¿Hacen bien? “No lo sé... –duda Rodolfo Sbrissa–. Los hombres se emocionan más porque tienen más licencia para hacerlo, pero yo recomiendo conservar la dignidad. A veces es preferible aguantártela y no ser tan loser. Porque una cosa es jugarla de antihéroe, pero otra es transformarte en llorón”.

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