lunes, 8 de diciembre de 2008

El largo plazo y la muerte, los temas más evitados por los argentinos

Dicen que el que se quema con leche llora al ver una vaca. Y que las experiencias traumáticas no sólo imprimen su sello a nivel individual, sino también en la psicología social. Y algo de eso hay: según afirma un flamante estudio a nivel local, ya sea por elección o por la suma de "cicatrices" que acumula el imaginario colectivo y familiar, los argentinos nos llevamos a las patadas con el largo plazo.
Podemos pensar, proyectar y prevenir de acá a unos años, pero nos cuesta -y hasta nos resistimos- a tomar decisiones cuyas consecuencias impacten varias décadas después. Y ni hablar si esas decisiones implican imaginar escenarios que supongan la propia muerte: temas como seguros de vida, parcelas en cementerios, testamentos y herencias casi no figuran en la agenda ni en las charlas hogareñas.
Lo arroja un relevamiento realizado por la consultora D'Alessio Irol, que asegura que la mayoría de los argentinos no toma decisiones que supongan una mirada que supere el corto plazo. Según el estudio, realizado entre 700 hombres y mujeres de más de 40 años de sectores medios y altos, si bien 8 de cada 10 personas se consideran "previsoras", a la hora de los hechos las definiciones y cuidados se agotan en cuestiones vinculadas al presente y a la vida cotidiana.
Los investigadores hicieron una lista de acciones "cautelosas" para averiguar cuán precavidos somos los argentinos, y encontraron que, en el país, la previsión está orientada principalmente a los temas cotidianos: usamos cinturón de seguridad, nos hacemos chequeos médicos periódicos, contratamos un seguro para el auto. Pero, a la vez, el común de la gente le huye a prever situaciones "lejanas" en el tiempo, sobre todo si esa "previsión" exige imaginar amenazada nuestra integridad física: nos mantenemos prudentemente lejos de los seguros de vida, de viaje y de retiro, y huimos casi "fóbicamente" de los vendedores de parcelas en cementerios y de los temas vinculados a herencias y testamentos.
Según la licenciada Nora D'Alessio, "el argentino de hoy está empezando a cuidarse y a proteger a los suyos en aspectos que podrían perjudicarlos en el día a día, pero no resuelve temas que podrían tener implicancias complejas a largo plazo". La socióloga explica que "nos preocupamos y ocupamos de temas que pueden afectar nuestra vida cotidiana (pagamos una prepaga, usamos cinturón de seguridad, etc.), pero evadimos la responsabilidad de pensar anticipadamente cómo evitar riesgos o minimizar el impacto de situaciones traumáticas".
Según el estudio, esta idiosincrasia "cortoplacista" argentina es más fuerte entre los jóvenes y la gente de mediana edad. "Son los más golpeados por una historia de crisis recurrentes y de reglas que cambian a cada rato. Hemos vivido a los saltos y esa historia alimenta el puro presente, la inmediatez, y estimula el desprestigio que tiene en nuestro país ser hormiga, ser previsor, ser precavido.
Los argentinos, en general, somos como la cigarra: nos cuesta pensar para adelante. Aun en temas vinculados a la protección de la familia, nos cuesta ir más allá del corto plazo", dice D'Alessio. En las compañías de seguros saben de lo que habla. "Aunque está habiendo cierta maduración y un cambio de actitud (la cantidad de pólizas creció más de un 60 por ciento desde el año 2002), hablarle a un argentino de un seguro de vida todavía es asunto delicado", dice Martín Gauto, presidente de la Asociación de Aseguradores de Vida de Retiro de la Argentina (AVIRA). "Lamentablemente, los argentinos no podemos tener un buen vínculo con el largo plazo. Primero, por los violentos cambios de reglas de juego que experimentamos en las últimas décadas: adentrarse en el largo plazo es meterse en el terreno de lo incierto, y esto exige un grado de confianza difícil de sostener en una sociedad con tantas frustraciones. A su vez, ocuparse del futuro es acercarse de alguna manera a los últimos tramos del camino, al final, y nadie quiere hablar de eso.
Los argentinos nos resistimos.
Quedamos muy mal parados en las comparaciones con otros países", dice Gauto. No es necesario mirar a Europa o a los Estados Unidos: en la región, el monto de las primas es más del doble que el local.
"El argentino no hace foco en el futuro porque le pesa la historia. Está marcado a fuego por una cadena de crisis recurrentes, se siente permanentemente amenazado por la coyuntura y desconfía de los canales institucionales que se ocupan de cuestiones a largo plazo", coincide Francisco Astelarra, presidente de la Asociación Argentina de Compañías de Seguro: "En el país siempre hay algo que impide proyectar con tranquilidad: el Plan Bonex, el Corralito, y ahora las AFJP: esta última expropiación es una herida más, otro motivo de desconfianza para que el ahorro no se vuelque a canales institucionales, para que el ahorro pierda sentido".
Para D'Alessio, sería saludable para los argentinos empezar a "bajar las defensas ante ciertas cuestiones: si fuéramos todos más previsores, quizá también pasarían menos cosas. Quién sabe dónde empieza todo... ¿El huevo o la gallina?".

Opinión
Habiendo estudiado en el exterior, soy algo crítico de nuestra "cultura de la improvisación": desde el "lo atamo' con alambre", el "zafar" y la ya algo antigua "viveza criolla" al más contemporáneo "es lo que hay".
Pero, a la vez, en la Argentina uno se va adaptando a actuar y ser así, porque es comprensible que acá haya una preocupación casi exclusiva por el presente: en las apretadas condiciones socioeconómicas en que vivimos -una clase media en eterna declinación, para no hablar de los pobres estructurales que apenas tienen presente- estamos tan (pre)ocupados manteniéndonos a flote cada día que difícilmente uno pueda preocuparse por el futuro.
Por otro lado, no se confía mucho en las instituciones que pueden garantizar ese futuro. ¿Vas a confiar en los bancos después del Corralito? ¿O en las AFJP, a las que un día sacan de un plumazo? ¿Hace cuánto que el ahorro no tiene sentido en la Argentina?
En un país en el que no hay políticas de Estado que sobrevivan a ningún funcionario, ¿qué previsiones de largo plazo va a (man)tener una persona? Vivimos condenados a un mundo de eterno presente y, si "todo tiempo pasado fue mejor", ¿para qué preocuparse por el futuro? ¿Quién garantiza ese futuro en este rincón del mundo? Creo que el único lujo que nos permitimos como estrategia de largo plazo es la educación de los hijos.
Alejandro Frigerio
antropólogo, investigador del CONICET
La argentinidad, otra vez al palo
Oscar Finkelstein
Si, como sugiere la encuesta, la madurez personal y social implica pensar en el largo plazo, y si hacerlo supone -básicamente- dedicar tiempo y dinero a imaginar este mundo sin uno, el presente no tiene rival. Seguros, testamentos y parcelas en cementerios también pueden ser estrategias de control (remoto) y no necesariamente genuina preocupación por la tranquilidad familiar futura. En cuanto a este país "especial", si la encuesta se hiciera en otras latitudes quizás arrojaría resultados similares. Después de todo, hay una condición (la humana) que suele igualarnos a todos.


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