sábado, 27 de diciembre de 2008

La iglesia "más feliz del planeta"



Por Mario Diament
MIAMI.- El fin de año suele ser un momento propicio para que muchos (y muchas) hagan un balance del estado de su pareja y se propongan recetas drásticas o innovadoras para insuflarle nueva energía a la relación y rectificar lo rectificable.
Fue en este espíritu que el pastor Ed Young, líder de la Fellowship Church, una megaiglesia bautista en Grapevine, Texas, sorprendió a su congregación algunas semanas atrás, al instar a los matrimonios a tener relaciones sexuales durante una semana, sin saltearse un solo día.
Muchos escucharon enmudecidos y otros sonrieron nerviosamente cuando, micrófono en mano y sobre el trasfondo de una cama matrimonial, Young alentó a su feligresía a que se olvidase de los males que la aquejaban, como la economía y la situación internacional, y se enfocase, en cambio, en su intimidad o, según lo expresó literalmente, "que pasasen del lamento a la exaltación".
"Créanme que seremos la iglesia más feliz del planeta", aventuró, y tras prometer que él mismo se sometería a la prueba, convocó a la congregación a reunirse el domingo siguiente para verificar los resultados.
El insólito sermón, vía Youtube, pronto trascendió los límites de la iglesia, una de las más pujantes de Estados Unidos, con una concurrencia superior a 20.000 adeptos. La televisión y los diarios dieron amplia cuenta del desafío del pastor y pronto toda la comunidad, así como gente en todo el país, se encontró debatiendo la conveniencia y factibilidad de una actividad sexual cotidiana.
Algunos de los entrevistados por la televisión local la consideraron "una gran idea"; otros reaccionaron disgustados a la noción de que un sacerdote se metiese con la vida íntima de la gente. "El sexo es una cuestión muy privada", le respondió una mujer en Texas a una periodista de la CNN, con una actitud que revelaba poca disposición hacia el consejo pastoral.
Al domingo siguiente, muchas de las parejas aparecieron rozagantes y con las manos entrelazadas. Otras, como resultó evidente de los rostros adustos, habían tomado la invitación con pinzas.
Pero Young no se amedrentó e insistió en que quienes habían cumplido en la semana lo siguieran haciendo, y quienes habían eludido el reto, lo intentasen. "Dios es pro-sexo", proclamó. "El lo pensó, fue su idea y quiere que aquellos que hemos dicho «Sí, quiero», lo practiquemos."
La frecuencia de la actividad sexual dentro del matrimonio resulta difícil de tabular, pero según un estudio sobre el comportamiento sexual de los norteamericanos, realizado en 2004 por el Instituto de Opinión Pública de la Universidad de Chicago, las parejas casadas mantienen relaciones íntimas 66 veces al año. El promedio trepa a 109 en el caso de parejas entre 18 y 29 años.
De hecho, la premisa de que una actividad sexual diaria resulta terapéutica para el momento en que una pareja comienza a sentir los efectos del desgaste y el tedio, suele ser muy debatida.
Libros
Recientemente, dos parejas provenientes de medios culturales distintos pusieron en práctica la idea y narraron la experiencia en sendos libros. Charla Muller, autora de 365 noches: una memoria de intimidad , es una ejecutiva de marketing que vive con su marido, Brad, en Carolina del Norte. Ambos se declaran evangelistas y republicanos, llevan ocho años de casados y tienen dos hijos.
La propuesta de mantener relaciones sexuales diariamente durante un año provino de Charla, como un regalo a su marido en su cumpleaños número 40. Hasta entonces, ambos afirmaron haber tenido un buen matrimonio, aunque el sexo era cada vez más ocasional.
Como contrapartida, Douglas Brown, un periodista y autor de Simplemente hágalo: Cómo una pareja apagó el televisor y encendió su vida sexual por 101 días , quien vive con su mujer Annie en Boulder, Colorado, es vegetariano y prefiere escalar montañas los domingos en vez de escuchar sermones. Su experimento, como el título del libro lo indica, fue más breve y requirió, según admite, generosas dosis de Viagra, cambios de escenario, películas porno y adminículos sexuales.
Ambas parejas reconocen haberse salteado algunos días por razones de fuerza mayor, pero la conclusión, en ambos casos, es que la experiencia tuvo menos que ver con el placer físico que con el descubrimiento de la verdadera intimidad entre dos personas.
En un año que comienza bajo el peso de una de las crisis económicas más graves de la historia contemporánea, la idea no parece inapropiada. Después de todo, cuesta menos que una vacación exótica o un collar de diamantes, puede practicarse en la comodidad del hogar y no requiere de otra cosa que el amor entre dos personas.

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