lunes, 24 de noviembre de 2008

En las nuevas tribus urbanas la sexualidad se vive sin tabúes



Pá, tengo un problema: me gustan las chicas y los chicos", dice que le confesó. David C. (18 años), recién llegaba a su casa en Caballito. Había estado en "la Plop", una fiesta que organizan en el Teatro Fénix en Flores, al que las nuevas tribus urbanas suelen ir los viernes y sábados. Es la última "onda".
Cuenta que esa noche se "chapó" a tres mujeres y a dos varones. "No fue la primera vez, pero fue récord", bromea. Y vuelve: "¿Qué me dijo mi papá? Se quedó callado. Se lo fue a contar a mi mamá y no me hablaron por una semana. Después, me dijeron que si a mí me hacía feliz, estaba todo bien".
David es uno de los tantos adolescentes de las nuevas tribus urbanas de entre 14 y 18 de años de la "Generación B", que se define como bisexual o que admite que "le da lo mismo, que besa o 'curte' con la persona que le atrae sin importar su sexo".
Clarín lo comprobó charlando con chicos floggers y recorriendo los boliches gay friendly y otros igualmente permisivos, donde -dicen- experimentan esa curiosidad que sienten por tener relaciones sexuales con una persona del mismo sexo y del opuesto.
Los expertos coinciden en que está más de moda expresar la bisexualidad que el ser bisexual. Tanto, que el 18 de noviembre la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) presentó una guía de consejos para "salir del closet" en el Colegio Nacional Buenos Aires. Lo organizó la comisión de diversidad del Centro de Estudiantes.
Para los adolescentes de las nuevas tribus, los tabúes no existen. No hay blancos ni negros. Y todos aseguran que cada vez son más los chicos y las chicas que confiesan su bisexualidad y la viven con naturalidad, sin miedos ni prejuicios. Y hasta se animan a decirle a sus padres, que, a su vez, hacen un mayor esfuerzo por entender. O al menos, eso dicen los chicos.
Adriana Arteaga, psicóloga del equipo de sexualidad adolescente EPSYCO, afirma que la bisexualidad no es un enfermedad. "No hay estudios científicos que lo comprueben. Tampoco se sabe si es genético o psicológico". Y explica porqué: "Es una condición natural del hombre".
Isabel Boschi, presidenta de la Federación Sexológica Argentina, lo detalla: "Las dudas sobre la sexualidad existieron desde siempre con marcas de la época. Sólo que ahora se ven más con las nuevas tribus porque son más libres para hablar de su sexualidad. Con una marca posmoderna, y una sociedad más permisiva. Estos chicos no están confundidos. Prueban y juegan. Es ensayo y error. Llaman la atención. Son las nuevas actitudes revolucionarias del adolescente".
Daniel Jones, investigador del grupo de estudio sobre sexualidad del Instituto Germani, también habla de una revolución, pero sexual y futura. "Los chicos se animan a expresar una sexualidad distinta en la medida que hay mayor disidencia. Dicen bisexuales para la mirada de los adultos, que necesitan un nombre porque no entienden. No pasa sólo en las tribus urbanas".
Para Alejandra Landoni, presidenta de Asociación Prisma, está potenciada por las nuevas tribus porque expresan mucho su androginia. "Ellas parecen chicos: usan ropa holgada, pelo corto y no les importa cuidar su peso. Y ellos parecen chicas: son muy delgados y usan ropa ajustada, pantalones chupines, remeras al cuerpo, el pelo largo planchado y usan cremas y se maquillan porque les importa el cuidado de la piel", describe.
Hugo Marietan, psiquiatra de adolescentes, dice: "Es por apariencia o curiosidad no porque les guste estar con una chica o un chico. Después es muy probable que se arrepientan". No es el único que mira a futuro.
Jones asegura "que las chicas se animen a explorar más allá de la heterosexualidad no significa que la bisexualidad y la androginia sean el destino de estos jóvenes. No todos los adolescentes y jóvenes que mantienen relaciones sexuales con personas del mismo sexo son gays o lesbianas".


Testimonios
"Lo importante es lo que sentís"Son floggers desde hace cuatro años, los tres de Quilmes. Dicen que les gustan ambos sexos. Que están seguros, no confudidos, que eso les pasó al principio porque era nuevo. Que primero debutaron con chicas y después probaron con chicos. Y que no saben si noviarían con un hombre, pero, entre risas, cuentan que "con un pibe el chamuyo es más fácil".

Tomás B. (18) se inició a los 17 con una chica. Después salió con otra, y a fines de 2007 le empezaron a gustar los chicos: "Estaba en el bar Isabella, en un sillón con un amigo, hablando. No me acuerdo bien. Y creo que se me tiró él", relata. Y afirma: "No lo veo tan raro, hoy es normal". Lucas B. (18) admite: "Yo le conté a mi mamá. Ella estaba tejiendo. Se enteró que había cortado con Marcela, mi novia, y le dije que porque la había engañado con un chico". ¿Cómo reaccionó? "Lo primero que me dijo fue '¿te gustó?' Le dije que sí. Después me preguntó si me habían dejado de gustar las chicas y le dije que no". Dice que su primer beso con un varón fue en la casa de un amigo. "Estábamos jugando, él estaba más borracho que yo, me pide un beso". Desde entonces, Lucas fue "mezclando" entre hombre y mujer. Ahora está de novio con Alejandra. Ella sabe que él es bisexual.
Federico L. (18) prefiere decir que le gustan las chicas y los chicos, en vez de definirse como bisexual. "Empezó hace un año. Ya tenía intriga. Me contaban cosas, lo veía en la tele, en los boliches. Está en todos lados. Ahora es más fácil demostrar la sexualidad que quieras y hasta hay más chicas bisexuales que chicos. Lo importante es conocer a la persona con la que estás, guiarte por lo que sentís".

Opiniones
Andrea Gómez

Ser o no ser
psicóloga en sexualidad
Los adolescentes se expresan ruidosamente. También sabemos que, a veces, es necesario hacer mucho ruido para recibir atención y ser escuchados. No nacen de un repollo. Ellos reflejan, copian lo que la sociedad adulta les transmite. Gritan lo que la sociedad calla, transgreden lo instituido y crean nuevos hechos sociales y formas distintas de ser, pensar y ver al mundo. Buscan ser aceptados, pertenecer a un grupo, construir y definir su identidad.
Hoy son los floggers que con su actitud desenfadada y utilizando la tecnología, se exponen, se muestran y hasta hablan de su sexualidad. Ellos ponen en palabras algo que le pasa a muchos jóvenes; se preguntan quiénes son y qué quieren ser.
La respuesta se construye, así como se construye la identidad sexual. Los varones parecen chicas y viceversa. Los primeros amores pueden ser con el mismo sexo. Las diferencias asustan. Necesitan borrar las diferencias, sentirse iguales. Más tarde, cada uno, deberá desenvolverse con las particularidades de su subjetividad. Los adultos debemos aprender a escuchar y a decodificar lo que los adolescentes nos transmiten. Lo que les pasa, lo que necesitan, que son felices pero también sufren. Si los adultos se asustan y reprimen sus manifestaciones están coartando la libertad de expresión, silenciando un proceso difícil pero necesario. Es la oportunidad para acompañarlos y guiarlos en el crecimiento y en la construcción de una identidad sexual adulta y responsable.
León Gindín
SEXÓLOGO
Una parábola
Tengo 70 años. Pasé diversas etapas de la historia sexual.
Hasta 1968 todo era oscurantismo y represión. El problema era el embarazo no deseado y las enfermedades de tramisión sexual. Los homosexuales no existían o eran enfermos para el psicoanaálisis.
Desde 1968 hacemos el amor y no la guerra. Es la época de múltiples parejas sucesivas. El sexo aparece en los medios.
A partir de 1980 el VIH dice ¡cuidado!: el preservativo se impone.
En 1999 el sildenafil (viagra) nos da un nuevo respiro.
Ahora este fenómeno de "vale lo que siento". La elección sexual no es el problema.
El problema es la vuelta al embarazo adolescente y a las enfermedades de transmisión sexual.



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