domingo, 2 de noviembre de 2008

Los mayores de 60 años son cada vez más infieles



Por Lara Tarker-Pope De The New York Times
NUEVA YORK.

Si engañara a su pareja, lo admitiría frente a un investigador

Las encuestas muestran menos infidelidad que la que realmente existe, porque las personas se resisten a admitir haber sido infieles frente a todos, no sólo ante sus parejas.
En un estudio de las universidades de Colorado y de Texas A&M, los investigadores encuestaron a 4884 mujeres casadas, con entrevistas cara a cara y con cuestionarios anónimos. Mientras que en las primeras sólo el uno por ciento admitió haber sido infiel, en la consulta anónima el resultado fue de más del 6 por ciento.
Pero nuevos estudios sugieren un sorprendente cambio. Las tasas de infidelidad están en aumento, especialmente entre los mayores de 60 años y, en menor medida, en las parejas jóvenes, de menos de 35 años. Además, las mujeres están achicando la tradicional brecha con los hombres: las jóvenes parece ser que engañan a sus parejas tanto como los hombres.
"No se ven grandes cambios en la cantidad de infidelidades", opina David C. Atkins, investigador asociado y profesor del Centro de Estudios de la Salud y Comportamientos Riesgosos de la Universidad de Washington, "pero si uno agranda la imagen y empieza a observar sexos y edades específicos, empiezan a verse cambios bastantes significativos".
La información más consistente acerca de la infidelidad surge del Estudio Social General de la Universidad de Chicago, que ha utilizado una muestra nacional representativa para reflejar las opiniones y comportamientos sociales desde 1972. El trabajo muestra que en cualquier año, alrededor del 10% de las personas casadas (12% de hombres y 7% de mujeres) dicen haber obtenido sexo fuera del lecho matrimonial.
Pero un estudio detallado de los datos reunidos desde 1991 hasta 2006, que será presentado el mes próximo por Atkins en la conferencia de la Asociación de Terapias Cognitivas y de Comportamiento, en Orlando, muestra algunos cambios sorprendentes. Investigadores de la Universidad de Washington encontraron que las infidelidades en hombres mayores de 60 años aumentó de 20%, en 1991, a 28% en 2006. Para las mujeres de más de 60, el aumento es mayor: de 5% a 15%, durante el mismo período.
También hay cambios en matrimonios jóvenes. Alrededor del 20% de los hombres y el 15% de las mujeres de menos de 35 años dicen haber sido infieles, mientras que antes eran el 15% y 12%, respectivamente.

Menos mentiras
A la hora de justificar estos cambios las teorías varían. Entre la gente mayor, usuarios de nuevas drogas y tratamientos, les es más fácil mantenerse sexualmente activos y, en algunos casos, infieles: el Viagra y otros fármacos para la disfunción eréctil, los suplementos de estrógeno y testosterona para mantener el ansia sexual femenina y la salud vaginal; avances como mejores prótesis de reemplazo de las caderas también ayudan.
"Tienen la salud física para expresar su sensualidad mientras se hacen mayores", opina Helen E. Fisher, investigadora y profesora de antropología de Rutgers y autora de varios libros sobre las bases biológicas y evolutivas del amor y el sexo.
En las parejas más jóvenes, la mayor disponibilidad de pornografía en Internet puede que esté influyendo en el aumento de las infidelidades. Ya se ha demostrado que ésta afecta las actitudes y percepciones sexuales de lo que se considera comportamiento "normal".
Pero lo que más llama la atención entre los investigadores es el cambio en la fidelidad femenina. No están del todo seguros de si la diferencia histórica entre hombres y mujeres es real o si éstas mentían más en el pasado.

"¿Es que los hombres se jactan más y las mujeres le mienten a todos, incluidas ellas mismas? -se pregunta Fisher-.
Los hombres prefieren creer que las mujeres no son infieles, y las mujeres quieren que ellos crean que no lo son, participando así en un pequeño juego psicológico entre ellos."
Fisher explica que la infidelidad es común en la mayoría de las culturas, y que en sociedades de cazadores y recolectores no hay evidencia de que las mujeres sean menos infieles que los hombres. La brecha entre unos y otros puede responder más a presiones culturales que a alguna diferencia real entre las ansias sexuales de hombres y mujeres.
Los hombres con parejas múltiples son generalmente vistos como viriles, mientras que las mujeres son consideradas promiscuas. Además, a lo largo de la historia éstas han sido aisladas en granjas o en el hogar con los hijos, dándoles menos oportunidades de ser infieles.
Pero hoy, las esposas también trabajan hasta tarde y viajan lejos del hogar. El doctor Frank Pittman, psiquiatra especializado en crisis familiares y terapia de pareja de Atlanta, opina que incluso para las mujeres que se quedan en la casa, los celulares, e-mails y mensajes instantáneos les permiten formar relaciones más íntimas. Subraya que cada vez más mujeres hablan de romances centrados en contacto "electrónico".

Secretos revelados
"Veo un cambio: el énfasis está menos en el sexo y más en la apertura e intimidad y revelación de secretos", opina el doctor Pittman. "Todos hablamos por celular y las relaciones evolucionan porque uno se vuelve distante de la persona con la que se acuesta y se acerca a quien sea que le cuente la verdad."
Mientras que las tasas de infidelidad parecen aumentar, la gran mayoría de las personas todavía sostienen que el adulterio está mal. Otro problema con los informes es que no disciernen cuándo los entrevistados engañan a sus parejas: en un momento problemático del matrimonio o al final de una relación fallida.
La información del Estudio Social General también muestra algunas tendencias positivas, opina John P. Robinson, profesor de sociología y director del proyecto "Los americanos y el uso del tiempo", de la Universidad de Maryland.
Un cambio notable es que las parejas parecen estar más tiempo juntas. Además los hombres y las mujeres casados son los que tienen la vida sexual más activa, ya que reportaron que se acuestan con sus parejas 58 veces al año, un poco más de una por semana.
"Lo tomamos como una buena noticia", concluye Robinson.
En el país, hoy es más tolerada
Sin estudios locales recientes sobre la infidelidad, los psicoterapeutas argentinos ven como posibles las conclusiones obtenidas por sus colegas norteamericanos.
"La infidelidad existió siempre. La infidelidad tiene un patrón de base que se genera por el aburrimiento. Es decir, el hecho de estar con la misma pareja produce, por una cuestión biológica, un agotamiento de la excitación sexual", dijo a LA NACION el doctor Hugo Marietan, docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y miembro de la Asociación Argentina de Psiquiatras (AAP).
Para este médico especialista en psiquiatría, lo que cambió es que "actualmente la infidelidad no está socialmente cuestionada".
"La familia como bien supremo, como un juramento para toda la vida, va perdiendo fuerza. Y es en ese contexto que las consecuencias de una infidelidad, como podría ser antaño el escándalo o la disolución del matrimonio, hoy no son tan riesgosas", opinó por su parte el licenciado Hugo Litvinoff, psicoanalista titular en función didáctica de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
"Hoy hay menor temor a ejercer la infidelidad y menor temor a confesarla -agregó Litvinoff-. En primer lugar, como mencioné, porque no se tiene tanto miedo a la disolución del matrimonio. Pero también porque hay una mayor tolerancia a las pasiones sexuales cuando el matrimonio está bien, y entonces a veces se dan episodios de infidelidad que cuando son descubiertos no llevan necesariamente a la disolución de la pareja."

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