martes, 3 de marzo de 2009

Un argentino pervierte a Canadá-CREÓ UN EXITOSO CLUB SWINGER EN TORONTO


En la galería de argentinos que triunfan en el exterior, el caso de Shlomo Benzion podría ser considerado uno de los más heterodoxos. Desde Toronto, este actor y empresario de 36 años lidera un boom con proyección internacional: el de los clubes swinger VIP, desprejuiciados aunque selectivos. Buenos Aires, promete, será su próximo golpe.
De padre argentino y madre peruana, creció en la Argentina pero se fue antes de cumplir los 30. “Allá era profesor de educación física y actor, estudié con Esteban Mellino y Pino Solanas”, recuerda ante Crítica de la Argentina. Pero –tanto como el recordado profesor Lambetain y el político cineasta– rechazaba los encasillamientos. Entonces probó una idea novedosa: desfiles de lencería que derivaban en fiestas privadas. La idea se corporizó en 2003 con el Wicked Club, un local swinger instalado en una sociedad que no resultó tan abierta como pensaba.
“Tras la hipocresía –recuerda– había interés y cada vez más gente nueva.” Todo se facilitó en 2005, cuando la Corte Suprema dictaminó que esos lugares “difícilmente podrían amenazar a una sociedad tan vigorosa y tolerante como la canadiense”. Poco a poco, el club se convirtió en un punto de referencia de la vida nocturna de Toronto y sus alrededores. Hoy recibe contingentes de los Estados Unidos, donde la actividad está más regulada.
La exclusividad del Wicked se mide en dólares: por 695 al año, una pareja puede acceder sin límites a excentricidades como la “carpa beduina” o las más pedestres fiestas con señoras vestidas de colegialas. Las normas son claras: cualquier actividad sexual legal es aceptable, pero “a los invitados no se les permite tocar a otros sin permiso”.
Políticamente correcta, su web aclara que “el Wicked tiene una política de tolerancia cero sobre drogas y comportamiento agresivo”.
“La gente –promociona Benzion– viene a relajarse y a ponerle pimienta a la relación. Todos logran cumplir sus fantasías: abogados, políticos y celebridades.” El éxito lo catapultó a uno de sus sueños de juventud: llegar a la tele. “Van a producir un drama comedy show sobre el club, basado en historias reales de parejas, con los encuentros y los problemas que experimentan”, adelanta.
Desde que trascendieron sus intenciones de instalarse en el país, asegura, su casilla de e-mail empezó a llenarse con propuestas de empresarios locales. “Al argentino le gusta divertirse y salir, creo que hay buen potencial”, se ilusiona. En realidad, también lo persigue un sino tanguero: “Mi mamá y mis hermanas están en Buenos Aires. La verdad es que las extraño mucho”.
HASTA LA VICTORIA SWINGER.
El más conspicuo representante del movimiento swinger nacional es Daniel Bracamonte, quien junto a su esposa Beatriz está por cumplir dos décadas en la actividad. “No hay legislación. Los clubes funcionan como pubs comunes, pero no lo son: tienen espacios para bailar y tener sexo. Salvo que haya denuncias, la actividad se tolera.”
Con el apoyo del INADI, Bracamonte presentó un escrito para que se los reconozca como asociación civil: “Eso nos permitiría pelear por la legalización de la actividad”. Hoy está exultante por los resultados de la séptima convención swinger de la Argentina: “Cerramos un hotel para nosotros solos y hubo un lleno completo: 160 personas en 50 habitaciones”.
criticadigital.com

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