La llegada de un bebé a la casa pone todo patas para arriba: los horarios, las costumbres, las prioridades... Un punto y aparte merece el "rubro orden y limpieza" del hogar que, en algunos casos, llega a rozar la obsesión. Cada centímetro cuadrado de superficie se limpia, se vuelve a limpiar y –por las dudas- se repasa con esmero. Todo debe ser esterilizado, por el bien del chiquitín que anda gateando y llevándose a la boca lo que encuentra en su camino.
Pero momento, ahora hay estudios científicos que dicen que un poco de suciedad no le hace mal a nadie y que, por el contrario, favorece el desarrollo de un sistema inmune saludable. Pocos deben ser los chicos que, alguna vez, no hayan sido sorprendidos "in fraganti", comiendo tierra de una maceta o recolectando con entusiasmo lo que los adultos calificarían sin ningún tipo de dudas de "basura" o "mugre". Menos aún deben ser los padres que, después de verlos, no los hayan llevado con urgencia a lavarles la cara y las manitos con agua y jabón o –si la "porquería" con que la que fueron pescados lo amerita- los "desinfecten" con alcohol en gel.
Sin embargo y, pese a que lo que se busca es evitar que los chiquitos se contagien enfermedades, en realidad esta obsesión por la limpieza tendría el efecto contrario al deseado.
¿Cómo?
Una serie de estudios concluye que los chicos criados en ambientes exageradamente limpios no están expuestos a bacterias, virus y parásitos que –lejos de perjudicarlos- estimulan el desarrollo de un sistema inmunológico sano. "Lo que el chico está haciendo cuando se pone cosas en su boca es permitir que su sistema inmune genere una respuesta a su ambiente", explica al diario The New York Times Mary Ruebush, la microbióloga e instructora de Inmunología que escribió el libro "Por qué la Suciedad hace bien".
Por su parte, el doctor Joel V. Weinstock -director de gastroenterología y hepatología en el Tufts Medical Center de Boston, EE.UU.- señala que al nacer el sistema inmunológico "se parece a una computadora que no fue programada y que necesita instrucciones". Y agrega que la exposición a ambientes con virus o bacterias le brinda una suerte de "entrenamiento" al sistema inmune. Por eso, rechaza la obsesión por la limpieza y la desinfección que eliminam muchas bacterias y virus "que le hacen bien a nuestro organismo".
"Los niños criados en un ambiente ultra-limpio no están siendo expuestos a microorganismos que les ayudan a desarrollar un correcto circuito inmunizador", afirma Weinstock. Según los estudios que él mismo llevó a cabo en la Universidad de Iowa, el especialista concluyó que los parásitos intestinales (que fueron prácticamente eliminados de los países desarrollados) son "el actor más grande en la regulación del sistema inmunológico". De todos modos, y para no causar alarma, aclara que ni él ni sus investigaciones promueven la falta de higiene ni la "vuelta a un ambiente lleno de gérmenes de 1850"
Tampoco Ruebush plantea que haya que vivir en medio de la mugre. Lo que señala es que no hay que perder la cordura por la limpieza: hay bacterias en todas partes y la mayoría de ellas no causan problemas. "El humano probablemente abriga aproximadamente 90 billones de microbios", detalla. Y agrega que "el hecho mismo de tener tantos microbios de tantas clases diferentes es el que nos mantiene sanos la mayor parte del tiempo". Parece que las publicidades de jabón para lavar la ropa tenían razón: "Ensuciarse hace bien" y "Todos los chicos tienen derecho a ensuciarse". Al menos una dósis de mugre (nada de excesos) no debería negársele a nadie.
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