domingo, 18 de enero de 2009

Corazón / Estrategias para prevenir el infarto


Jane E. Brody The New York Times
NUEVA YORK.- Muchas medidas para proteger al corazón pueden resultar familiares -no fumar, controlar el colesterol y la presión arterial, hacer ejercicio en forma regular o mantenerse en un peso saludable-, pero existen otras que podrían sorprenderlo.
No es que los viejos consejos sean malos, sino que estaban basados en la mejor evidencia disponible, y todavía pueden ser de mucha ayuda. Pero a medida que se develan las razones bioquímicas de la mayoría de los ataques cardíacos, los consejos para evitarlos también están cambiando.
Y, es bueno saberlo, los nuevos consejos sobre dieta y ejercicio son menos rígidos. La comida es sabrosa, fácil de preparar y relativamente barata, y no hay que transpirar una hora al día para obtener beneficios del ejercicio.
Los factores de riesgo para la enfermedad cardíaca siguen intactos: colesterol elevado, hipertensión, fumar, diabetes, obesidad abdominal y sedentarismo. Pero detrás de ellos hay factores relativamente nuevos que quizá sean incluso más importantes como causas de ataques cardíacos, como por ejemplo la proteína C reactiva.
Este marcador de inflamación, junto con los factores de coagulación, cada día tiene más reconocimiento como causa del taponamiento de las arterias que llevan sangre al corazón. Una persona con colesterol normal, pero con proteína C reactiva elevada, presenta riesgo de sufrir un ataque cardíaco.

Dieta mediterránea
Los nuevos consejos dietarios están basados en una viejo hallazgo que precede al mantra de comer alimentos con bajo contenido de grasa. En el Estudio de Siete Países, publicado en 1970, sus autores hallaron que la enfermedad coronaria era más rara en Asia y en el Mediterráneo, donde los vegetales, los granos, las frutas y el pescado constituían la base de la dieta.
En contraposición, los países con las dietas con más carne roja y otros alimentos ricos en grasas saturadas presentaban tasas epidémicas de enfermedad coronaria. El hallazgo dio lugar a la ya conocida recomendación de reducir la ingesta de grasas, en especial las saturadas, y de reemplazarla por grasas no saturadas.
Lo que en ese momento no se tomó en cuenta es que la dieta mediterránea no tiene un bajo contenido de grasas, sino que sus principales fuentes de grasa -aceite de oliva, peces de aguas profundas, nueces, granos y ciertos vegetales- ayudan a prevenir la enfermedad coronaria al mejorar el colesterol y reducir la inflamación.
Recientes estudios han confirmado sus beneficios cardiovasculares, y han mostrado que esa dieta mejora seis marcadores distintos de inflamación y de coagulación, incluyendo la proteína C reactiva.
"La dieta mediterránea es fácil de adoptar: la comida es deliciosa y sus ingredientes se hallan en cualquier verdulería -dijo el doctor Michael Ozner, director del Instituto de Prevención Cardiovascular de Florida-. Uno debe preparar la mayor parte de las comidas, pero a medida que uno reduce la presencia de alimentos procesados, uno también reduce la inflamación."
Entre los alimentos que reducen los marcadores de inflamación arterial están los pescados de aguas frías, como el salmón, el atún o la caballa, las semillas de lino, las nueces y el aceite de canola. Ozner recomienda cocinar con aceite de canola y dejar el aceite de oliva -más caro- para las ensaladas. Otros integrantes de la dieta mediterránea -los vegetales, las frutas y el vino tinto- poseen propiedades antioxidantes que ayudan a prevenir el colesterol malo.
Numerosos estudios recientes vinculan la enfermedad periodontal con un riesgo mayor de enfermedad coronaria, debido a que las enfermedades de las encías dan lugar a una inflamación crónica. Por eso, una buena higiene dental puede proteger el corazón tanto como los dientes.
Reducir el estrés crónico también es otro factor importante. El estudio Interheart, que observó el efecto del estrés sobre 27.000 personas, halló que éste duplicaba el riesgo de sufrir un ataque cardíaco. Practicar técnicas de relajación una o dos veces al día -como respirar profunda y rítmicamente con los ojos cerrados- pueden ser de gran utilidad. Ozner también recomienda la meditación, el yoga, rezar, la autohipnosis, reír, dormir la siesta, sacar a pasear al perro, tener un hobby y hacer ejercicio.
Hay estudios que muestran que bastan 15 minutos de ejercicio, cinco días a la semana, para reducir un 46% el riesgo cardíaco.
lanacion.com

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