jueves, 15 de enero de 2009

Las pistas psicológicas del racismo


"Los amigos de mi primo me dicen que me vaya a África, que no puedo vivir en España". Quien así habla es una niña de cuatro años, española y mulata y los otros niños pertenecen a un entorno en el que nadie se identifica como racista, pero que no reaccionarían ante comentarios insultantes hacia la raza negra. Así lo acaba de probar una investigación realizada en la Universidad de Nueva York, en Estados Unidos.
El experimento, realizado con 120 participantes, ha servido para probar que el racismo sigue estando presente hasta en aquellos que, por su formación, se sienten libres de los prejuicios. "La gente asegura que son muy activos contra el racismo y que entrarían en acción para evitarlo, pero hemos encontrado que sus respuestas reales no son las que creen que serán cuando se cruzan con un acto racista", asegura el psicólogo Kerry Kawakami, responsable del equipo que ha llevado a cabo la investigación publicada en Science esta semana.
La prueba consistió en lo siguiente: primero se escogió a un grupo de universitarios de varias razas (había sólo un negro, pero era cómplice del experimento). Estaban en un aula cuando, en un momento dado, un compañero negro decidió salir de la habitación para hablar por el teléfono móvil.
Al pasar junto a un blanco, tropezó levemente con su rodilla, lo que disparó en el acto los comentarios racistas de éste último, eso sí, una vez que el negro hubo dejado la sala. Se hicieron varias pruebas: una con descalifcaciones leves ( «es típico, odio a los negros que hacen esto»), otra más insultantes ( «torpe negro») y en un tercer escenario, no se dijo nada.
A los pocos minutos volvió el negro al aula y el experimentador pidió a todos los presentes que eligieran a un compañero para el siguiente ejercicio entre los dos implicados en el suceso. El resultado fue contundente: el 63% eligió al blanco, pese a que había hecho un comentario que es muy racista en el idioma inglés. "Este dato puede resultar sorprendente en un país que acaba de elegir a un presidente negro, como Barak Obama, y significa que el racismo no está muerto, ni tampoco la intolerancia hacia los actos racistas", señala el experto.
A otro grupo distinto de alumnos le pusieron un vídeo en el que podía verse una situación similar a la que habían vivido sus compañeros y tuvieron que rellenar un cuestionario sobre cómo reaccionarían. Sólo el 17% señaló que elegiría al blanco, frente al 83% que optaría por el negro, como muestra de rechazo al acto racista.
En la prueba en la que no hubo ningún comentario despectivo, la diferencia de apoyos entre ambos fue poco significativa: un 53% para el blanco y un 47% para el negro, tanto en la realidad como en la estimación de lo que pasaría. En el fondo se trata de la confirmación psicológica de una realidad que viven quienes tienen otro color de piel.
Discriminación histórica
El estudio de Kawakami recoge datos de discriminación en Norteamérica, un lugar donde hace siglos que buena parte de la población es afroamericana y aún hay un 50% de ella que asegura haber sufrido actos racistas en su vida cotidiana. Pero se trata de un fenómeno que también se da en otros continentes y que algunos expertos relacionan con un instinto defensivo ante los extraños.
Para Elizabeth Dunn, coautora de la investigación en Science, «una de las fórmulas que utilizan las personas para no tener que reaccionar ante un insulto racista es reinterpretar el comentario como si hubiera sido una broma inofensiva», sin pararse a pensar si el afectado piensa lo mismo.
Eliot R. Smith, psicólogo de la Universidad de Indiana, considera que esta dicotomía entre lo que digo y lo que hago es el típico ejemplo en el que las respuestas emocionales "pueden llegar a sorprendernos a nosotros mismos".
Para Smith la razón por la que ocurre está en que las emociones pueden generarse desde nuestra identificación como individuos o como personas dentro de un grupo. "Es como si una compañera de trabajo es ascendida y desde una perspectiva personal, siente envidia de ella, pero desde el punto de vista general, se siente bien porque haya roto el techo de cristal que afecta a las mujeres", señala.
Pero aún queda mucho por saber de estas reacciones, y así lo cree el equipo de Kawakami, que seguirá investigando sobre las característica de los racistas y cómo aumentan o disminuyen sus reacciones frente a actos de este tipo con variables como la eduación. De hecho, en este caso, los participantes en el experimento eran todos postgraduados universitarios, la mayoría caucasianos, pero también del este y del sur de Asia. Todos ellos con una alta formación intelectual.

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