A partir de febrero, el gobierno de España pondrá en marcha una prueba piloto para que las farmacias provean tests rápidos de VIH. En principio, la iniciativa se hará en cuarenta establecimientos del País Vasco y de Cataluña, pero la idea –pionera en Europa– es extenderlo a todo el país, donde la epidemia oculta del sida, es decir, aquellos que están infectados con el virus y no lo saben, supera el 30 por ciento.
La prueba consiste en un pinchazo en el dedo, el resultado se obtiene en quince minutos, tiene una fiabilidad del 99,7% y se podrá solicitar en aquellas farmacias que cuenten con una sala adicional en la que la persona tenga privacidad para hacer el test.
En el País Vasco la prueba costará entre cuatro y cinco euros, mientras que en Cataluña los análisis serán gratuitos. Los especialistas creen que el hecho de poder acudir a cualquier farmacia, incluso a alguna alejada del propio domicilio del interesado, podría incentivar a un mayor control.
Sin embargo, este test no sirve como diagnóstico definitivo sino que tiene que ser ratificado con la prueba Western Blot en un centro de salud. El resultado positivo, de todos modos, implica una alta posibilidad de padecer la infección.
En cuanto al factor emocional, el proyecto contempla que los empleados de las farmacias estén preparados para contener a la persona. Pero si bien este tipo de tests rápidos se practican desde hace bastante tiempo en los Estados Unidos, donde incluso las pruebas más avanzadas detectan la presencia de anticuerpos en la saliva, el hecho de que las personas carezcan de contención al momento de hacerse el examen y conocer su resultado casi al instante es uno de los puntos más polémicos de la iniciativa.
Adriana Basombrío está a cargo del Programa de Coordinación de Sida del Ministerio de Salud del Gobierno de la Ciudad y sostiene que las personas que se hacen un análisis deben estar acompañadas por personal especializado. “Devolver un resultado, ya sea negativo o positivo, implica decirle a la persona una serie de cosas tanto para que siga siendo negativo, como para darle el asesoramiento y contención en caso de ser positivo.
Imaginate que salís de la farmacia y te dicen que estás infectado, ¿quién te acompaña en el proceso?”, se pregunta la especialista.Se calcula que en la Argentina el 50% de las personas infectadas con HIV no lo sabe, mientras que en Buenos Aires las cifras bajan al 40 por ciento. “A lo mejor, volverlo tan accesible no significa prevenir verdaderamente la infección: lo importante es que las personas quieran saber y que tengan toda la información y contención necesarias cuando lo hagan”, concluye Basombrío.
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