martes, 27 de enero de 2009

Advierten deficiencias en la alimentación de los bebés


La forma en que alimentamos a un bebé desde que nace y durante el primer año de vida es clave no sólo para su salud sino, también, para su buen crecimiento. Sin embargo, el patrón alimentario de muchos niños argentinos en sus primeros doce meses de vida tiene falencias importantes: la lactancia se abandona en forma temprana; se introduce precozmente la leche común, en lugar de reemplazar o complementar la "teta" con leches maternizadas; la carne y otros alimentos ricos en hierro se incorporan a la dieta tardíamente; y se les da yogures, purés y hasta miel antes de lo aconsejado. Esto deriva en un alta prevalencia de anemias y otros cuadros que ponen en riesgo el desarrollo de los más chicos. Lo afirma un estudio realizado por la Escuela de Nutrición de la Facultad de Medicina de la UBA, realizado en hospitales públicos y centros de salud de Capital y el Gran Buenos Aires, en septiembre del 2008. Los investigadores analizaron los hábitos alimenticios de 159 casos (binomios madre/hijo) y encontraron que el patrón alimentario durante el primer año de vida "tiene importantes falencias".
Según sus resultados, que coinciden con relevamientos anteriores, los niños no sólo dejan de ser amamantados tempranamente sino que, en muchos casos, tampoco reciben a tiempo alimentos que contengan hierro, aumentando el riesgo de anemia nutricional. "Encontramos que ciertos alimentos y hábitos no se implementan correctamente, algo que afecta la salud del lactante desde pequeño", explica la doctora Marina Torresani, al frente del estudio. Si bien la muestra es sesgada y las conclusiones no pueden extenderse a la población general, este estudio vuelve a confirmar que el modo en que alimentamos a los bebés no es el ideal para su buen crecimiento y desarrollo.
Ya lo advirtió la última Encuesta Nacional de Prevalencia de la Lactancia Materna del Ministerio de Salud, realizada en 2007: según su datos, menos de la mitad de las madres le sigue dando el pecho a su hijo luego del 4° mes, y apenas un tercio de los bebés son alimentados exclusivamente con leche materna hasta los 6 meses. Es más: sólo 2 de cada 10 mamás no pobres siguen nutriendo a su hijo con leche materna al llegar al año. Esta realidad desatiende las recomendaciones de expertos de todo el mundo. "Sostener la lactancia hasta los 2 años protege la salud infantil y ofrece un aporte nutricional importante. Los niños de 12 a 23 meses amamantados reciben cerca del 40% del total de sus requerimientos energéticos de la leche materna", según la Organización Panamericana de la Salud. "La lactancia materna durante este período es clave, y, sin embargo, la prevalencia de la lactancia es baja y el abandono es temprano", subraya Torresani. "En paralelo, se observa una introducción precoz de la leche común y los alimentos que contienen hierro (sobre todo la carne) se introducen tardíamente. Todo esto multiplica el riesgo de anemia nutricional", dice. La prevalencia de este problema es alta en el país: según datos oficiales, tiene anemia el 34% de los menores de 2 años. "Hasta los 6 meses no se debe dar al bebé ningún alimento que no sea la leche materna o fórmulas maternizadas", enfatiza Torresani. "Luego, entre los 6 y 7 meses, hay que ir incorporando otros alimentos en forma gradual. Recién en el segundo semestre el organismo del bebé está totalmente apto para la incorporación de otros alimentos".


Las leches maternizadas
A la hora de alimentar con leche de fórmula a un bebé, muchos padres se enfrentan con un problema difícil de resolver: las leches maternizadas o medicamentosas son caras y -aunque la ley dice que deben pagar hasta 4 kg por mes durante 3 meses y más si el pediatra lo sugiere por un problema en particular- muchas prepagas y obras sociales se aprovechan de ciertas "lagunas" y no las pagan o hacen lo posible por evitarlo. Según los expertos, se puede optar por las latas de leche en polvo, que son mucho más baratas que las cajitas. De esa manera se paga alrededor de $6 el litro, y no el doble o más como ocurre si uno compra las pequeñas cajas de leches.
La falta de información
Si bien la gran mayoría de las mamás da la teta cuando sus hijos nacen, a los dos meses el 40% deja de hacerlo o suma leches maternizadas. El principal motivo, según contestaron el 54% de las mamás en una encuesta realizada por el Ministerio de Salud, es "me quedé sin leche". Sin embargo, según los médicos, sólo un mínimo porcentaje de mujeres muestra insuficiencia de leche por causas orgánicas o fisiológicas: en la mayoría de los casos la producción aumenta si exponen el pecho a la succión del bebé. Esto quiere decir que uno de los factores de mayor incidencia en el abandono de la lactancia no obedece a problemas concretos sino a la falta de información y de acompañamiento a las mamás. Muchas veces basta con que la mamá aprenda cómo lograr un buen acoplamiento del lactante, y qué duración debe tener cada puesta al pecho.

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