martes, 28 de octubre de 2008

¡Un día de zombies!



Hubo una tarde en la que reinó la oscuridad. Pese a que el domingo porteño amaneció con un sol radiante, entre las 15 y las 16.30 las calles del microcentro se llenaron de sombras. Los zombies invadieron Buenos Aires.
El punto de reunión fue en Plaza San Martín. Al principio más periodistas y curiosos que muertos vivos, los participantes se fueron nucleando en uno de los pulmones verdes de la ciudad.
Desde niños, símil boy scouts, novias y el infaltable rey zombie (líder de la propuesta), había para todos los gustos.
La marcha es una excusa para rememorar el aniversario de los cuarenta años de la obra maestra George Romero "La Noche de los Muertos Vivos" que se realiza en varias capitales del mundo. Además de un llamado a la reflexión sobre los modos de vida a que nos somete la vida en las grandes ciudades, auténtica coreografía cotidiana de andares sonámbulos y automatizados. Pasadas las 15, ya con varios seguidores de la causa a cuestas, arrancó la "Zombie Walk" que tuvo de soundtrack una versión monófonica de "Navidad, navidad", impuesta por su líder. Resistidos por los taxistas y conductores que querían circular por la calle San Martín, los zombies cruzaron y mantuvieron su marcha, eventualmente alimentándose de la sangre de uno de sus compañeros. Ante la atónita mirada de los encargados de los diferentes locales de Florida y Lavalle, los muertos vivos circulaban con un paso raude y veloz, al compás de los gritos de las mujeres participantes y los pedidos desesperados de sangre por parte de los hombres.
La propuesta fue llamativa y bien recibida por la mayoría de las personas que tuvieron la oportunidad de disfrutarla, sin embargo hubo excepciones. El famoso "Barney" y el cartel de una popular cadena de cobro de facturas tuvieron la mala suerte de interponerse en el camino de los zombies y recibieron algunos golpecitos.
Uno de los puntos altos de la caminata fue cuando las hordas de cadáveres caminantes intercambiaron gritos con hinchas de Racing, que iban camino a Avellaneda. O también cuando "intentaron tomar" una iglesia evangélica en Lavalle.
El Obelisco ya estaba a sólo metros de distancia, los muertos llegaban a su objetivo final. Lo lograron, hicieron su parte. En el resto de las ciudades del mundo se encargarán de lo que resta.

No hay comentarios: