domingo, 26 de octubre de 2008

LA TOXINA BOTULÍNICA CONTRA LA HIPERDRÓLISIS: Una inyección de botox y adiós al chivo


La toxina botulínica utilizada habitualmente para el rejuvenecimiento facial puede terminar con el exceso de transpiración, un problema que afecta a millones de personas en el mundo y provoca innumerables inconvenientes de relación social.
El novedoso método permite tratar la hiperhidrosis mediante la aplicación de botox, especialmente en la zona de las axilas. La terapéutica ya cuenta con la aprobación de organismos regulatorios como la FDA (EE.UU.) y la ANMAT (Argentina) y se realiza por medio de la administración de una serie de pequeñas inyecciones locales intradérmicas en la zona a tratar. “Desde la adolescencia sufro de este problema, fundamentalmente debajo de los brazos, y eso me generaba muchas limitaciones porque no quería usar ropa de color para que no se me notara la mancha y estaba constantemente mirándome las axilas para ver si me había mojado”, relata Gonzalo, de 28 años.
“A través de mi papá –que es médico– me enteré de esta nueva técnica y decidí aplicarme la toxina. A la semana, el problema ya estaba solucionado, me cambió mucho las relaciones personales, por lo pronto, se terminaron las cargadas”, cuenta el paciente.
“Las personas que padecen de hiperhidrosis se enfrentan con la enfermedad día tras día, al no poder sentirse libres de dar la mano para no mojar al otro o de levantar los brazos sin avergonzarse” explica Hugo Spillman, médico dermatólogo.
“El procedimiento es mínimamente molesto y la región a tratar no suele requerir ningún tipo de anestesia. Los resultados se hacen notorios de tres a diez días, y el procedimiento suele realizarse dos veces al año, aunque en algunos pacientes puede reducirse a una sola aplicación anual”, detalla Fabián Pérez Rivera, cirujano plástico, miembro titular de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica.
La hiperhidrosis es una enfermedad poco reconocida que se caracteriza por la sudoración excesiva de algunas zonas del cuerpo como las manos, los pies o las axilas, cuya cronicidad interfiere en las actividades cotidianas.
Un estudio de la Universidad de Würzburg, Alemania, determinó que el 73% de las personas que la sufren se sienten emocionalmente perjudicadas y socialmente afectadas. Un 67,5% de las personas manifestó sentirse obstaculizado al conocer a personas por primera vez; 55,1%, limitado para desarrollar relaciones con otras personas, y alrededor del 50% se siente incómodo al dar la mano y estar en lugares públicos.
Las personas sienten que su trabajo sufre una disminución en la efectividad y que la enfermedad es un obstáculo para su desarrollo profesional.
“Siempre usaba vestidos sin mangas porque, aun en invierno, transpiraba muchísimo las axilas”, recuerda Amalia, de 45 años, empleada de una oficina pública de la ciudad de Buenos Aires. “Aun poniéndome desodorantes antitranspirantes, resultaba imposible evitar que el sudor traspasara la ropa y eso me daba mucha vergüenza”, cuenta la mujer, que se aplicó la toxina hace seis meses y asegura no tener más inconvenientes.
“El tipo más frecuente de hiperhidrosis es la axilar, ya que alcanza el 60% de los casos, se desarrolla por la hiperactividad de las glándulas sudoríparas de esa área y provoca que las personas que la padecen se sientan antihigiénicas, teniendo que cambiarse la ropa muchas veces al día, sobre todo ante la llegada de los días calurosos”, aporta el doctor Spillman.
La clave del tratamiento radica en el correcto diagnóstico médico, ya que en muchos casos la hiperhidrosis está subdiagnosticada.
“Entre los tratamientos disponibles se encuentran los anticolinérgicos, que son comprimidos orales que disminuyen la sudoración pero sin resolver el problema, por lo que es un método en desuso, debido a que produce efectos colaterales como sequedad en zona de la boca, ojos y nariz”, dice el dermatólogo.
“La toxina botulínica inhibe la secreción de las vesículas de acetilcolina, un mediador de la neurotransmisión, de modo tal que a la glándula sudorípara nunca le llega la información de que tiene que liberar el sudor”, agrega Pérez Rivera. “Se suministra una ampolla por cada zona del cuerpo que se pretende inocular y los resultados comienzan a apreciarse al segundo o tercer día”, finaliza el especialista.

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