Es posible realizar una doble lectura de la caricatura del bombero entre llamas reproducida en la tapa de Los “gallegos” en el imaginario argentino (literatura, sainete, prensa), presentado en el auditorio de la UCES: que todavía hoy los gallegos continúan resistiendo el fuego de estereotipos negativos cuyo mayor exponente son los chistes; y que, como concuerdan los autores: “Cuando se quiere elogiar a un gallego, se le dice español (como en el caso del heroico comandante de bomberos de la capital, José María Calaza Couso); en cambio, cuando se quiere denigrar a un español, aunque no sea gallego, se le dice gallego”.
María Rosa Lojo (también en el rol de directora), Marina Guidotti de Sánchez y Ruy Farías compusieron la investigación utilizando al entrecomillado “gallego” del título con la misma dualidad: hablar del imaginario construido tanto del venido de Galicia como de cualquier otro punto de España.
–La honradez aparece como una marca primordial del inmigrante gallego.
Lojo: –Los personajes gallegos no suelen aparecer como héroes en el sentido grandioso del término. Su épica es más bien laboriosa y doméstica: los encontramos en bares, almacenes; en las mucamas elogiadas por su fidelidad. Eran considerados trabajadores modelos. Es el lado “positivo” de un estereotipo que sigue hasta hoy, a pesar de hallarse también ejemplos contrarios: Frontera sur, novela de Vázquez Rial, muestra a una dueña de burdel gallega; o el Gallego Julio, un gángster enemigo del famoso Ruggierito. En La bella Otero, Pedro Orgambide relata la vida de esta Mata Hari nacida en Pontevedra. Por otra parte, en La crítica de las armas, de José Pablo Feinmann, vemos a un típico “buen gallego”, carnicero del barrio, que conserva una inocencia no siempre bien vista, ya que es testigo de crímenes ocurridos en la dictadura sin asumir una responsabilidad social. Un problema que se le achaca a la clase media argentina compuesta, justamente, por un alto porcentaje de inmigrantes.
–¿Daba vergüenza ser español?
Farías: –Aunque no eran el último peldaño de la escalera (debajo de ellos se solía ubicar a los tanos del sur, los rusos y turcos, y también a los “cabecitas negras”), ser gallego no era algo muy bien considerado, una adscripción que te ayudara a ascender socialmente. El estereotipo negativo pesaba. Las sociedades gallegas fueron fundadas con nombres rigurosamente castellanos, y eso habla tanto de una voluntad de integración como del bajo concepto en que muchos inmigrantes tenían a su lengua materna. Existía entre los argentinos la creencia de que los gallegos hablaban un dialecto degenerado del castellano, desconociendo que se trataba de un idioma distinto. Y el uso del gallego era tomado como un síntoma de incultura, lo que muchas veces provocaba su abandono u ocultación. Hoy, las instituciones de la colectividad en la Argentina galleguizan sus nombres, con una valoración de la lengua propia impensable entre los inmigrantes de antaño. Además, resulta difícil encontrar argumentos para burlarse de un pueblo que en muchos aspectos está bastante mejor que nosotros.
–¿Qué ocurre con el teatro, otro de los géneros populares analizados?
Farías: –El teatro mostró otros aspectos del estereotipo y se apartó de la connotación negativa. En los sainetes, los personajes presentan estructuras psicológicas complejas, riqueza de matices; a través de ellos se escenifican temas tales como las relaciones familiares, el ascenso social, el agradecimiento a la tierra que los recibió.
–¿Qué rol juega la prensa en la construcción del imaginario?
Farías: –Caras y Caretas muestra aspectos del estereotipo negativo (amarretes, toscos), pero también exhibe las múltiples actividades que los gallegos desarrollaban en el ámbito intelectual, empresarial, etc. Además, señala de modo muy acabado su distribución espacial por el territorio argentino, su presencia en él desde los tiempos tardocoloniales, sus formas de sociabilidad, los diferentes usos del gentilicio, etc. Es realmente una fuente fantástica.
–¿Existieron intelectuales gallegos en la Argentina?
Lojo: –¡Siempre! Desde los hermanos Florencio y Juan Cruz Varela, hijos de Jacobo Adrián Varela, ése sí, héroe militar del Tercio de Galicia en las Invasiones Inglesas. Editorial Emecé nace por iniciativa de gallegos. Francisco Gil organizó en 1965 la primera feria de libros, antecedente de la actual. La obra del artista plástico Luis Seoane se exhibe acá y en Nueva York. Pero el estereotipo no desaparece. Se dan paradojas como la de Cortázar, que estuvo muy vinculado con Galicia (casado con Aurora Bernárdez; editado por Paco Porrúa) pero, sin embargo, la presencia de gallegos en su obra es secundaria y con profesiones estereotipadas. Probablemente quería captar lo típico de la ciudad, y la imagen del gallego intelectual no resultaba verosímil.
criticadigital.com
1 comentario:
Fuente: Wikipedia
Los Siglos Oscuros (Séculos Escuros) es una etapa de decadencia del idioma gallego en cuanto a su dimensión cultural y científica. Se refieren a los siglos XVI,XVII, XVIII.
La lengua gallega, durante ese periodo de tres siglos, estuvo ausente de los usos escritos en contraposición con el castellano y el portugués que entran en un proceso de fijación y codificación que les da la categoría de lenguas de cultura. En el caso del gallego, está ausente de dicho proceso, llegándose a considerar como no apta para la ciencia o para la cultura.
La literatura gallega queda así al margen del Renacimiento y del Barroco, contraponiendo esta etapa oscura con el Siglo de Oro de la literatura castellana.
Fueron varios los factores que provocaron la progresiva decaída del uso del idioma, entre los que cabe destacar:
* El asentamiento en Galicia de una nobleza forastera, instransigente con la cultura y la lengua del pueblo, que sustituye a una nobleza autóctona derrotada después de apoyar a los perdedores en las luchas dinásticas por la corona del Reino de Castilla, primero a Pedro I contra Enrique II de Castilla (1356-1369), y después apoyando a Juana la Beltraneja frente a la futuraIsabel la Católica. (1475-1479)
* La ausencia de un burguesía capaza de defender sus intereses y los de la región.
* La disminución de la población.
* La pérdida de autonomía de la Iglesia gallega.
* Lo que el historiador Jerónimo de Zurita dio en llamar "Doma del Reino de Galicia"
Estos hechos y la creciente política centralista e intervencionalista de la Corona de Castilla, fijan gravemente el proceso desgalleguizador en las clases altas de la sociedad e impiden la consolidación del gallego como lengua literaria. Además en el sistema centralizador de la época aparece, junto al concepto de estado nacional, la necesidad de uniformación lingüística del castellano como factor de cohesión de la nueva estructura política.
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