viernes, 31 de octubre de 2008

A los treinta la vida se pone requetebuena



Una estadística mundial refuta la idea de que los años felices son los de la tierna adolescencia. La juventud ideal se da, supuestamente, entre los 25 y los 34 años, según el resultado de una encuesta hecha a más de 16.000 personas de diecinueve países –incluida la Argentina– por Viacom Brand Solutions, la división de publicidad de MTV.
El estudio, titulado “Los treinta y tantos”, dividió las etapas de la juventud en tres segmentos: el “descubrimiento” (de los 16 a los 19 años), la “experimentación” (de 20 a 24) y la “edad dorada”, hasta los 34.
Se la caracteriza así porque es la franja en la que las personas se sienten más felices, seguras de sí mismas y económicamente independientes. “Son un 24% más propensos que los adolescentes a afirmar que les encanta la vida”, dice el informe, optimista. Pero la mayoría de ellos no se consideran adultos: globalmente, el 52% cree que todavía tiene que crecer mucho. Cifra que sube al 65% cuando se trata de América Latina.
“La encuesta refleja que en esta edad coincide la situación de juventud, algo que en la actualidad está considerado como valioso, con cierta independencia económica”, señala Pedro Horvat, médico psicoanalista.
“Hoy hablamos de adolescencia tardía a los 22 y 23 años, y hace poco más de dos décadas un hombre de 20 años era considerado un adulto. Existe entonces una suerte de moratoria en cuanto a las responsabilidades y no se cuestiona que entre los 25 y los 35 no se tengan del todo resueltas las cuestiones de estudio, laborales y afectivas”, completa.
Las cifras de la juventud feliz –que obviamente se hace eco de la porción social que tiene posibilidades de ser feliz– arrojan que el 62% de los latinos considera que es muy importante ser exitoso profesionalmente y el 82% dice que tener un trabajo que los haga felices es más importante que tener un trabajo que sólo les dé dinero.
Pero si bien hoy nadie diría que una mujer de 30 años es una solterona, la conclusión del informe es que a ellas se les complica balancear la vida profesional con la emocional.
“Las mujeres profesionalmente exitosas declaran que lo más difícil es encontrar pareja y formar una familia, algo que les genera frustración. Sin embargo, las mujeres casadas con hijos querrían tener una vida profesional o probarla.”
Ellos, en cambio, se sienten menos presionados que sus padres porque ya no tienen que ser el sostén principal del hogar y están chochos con su situación. De ahí que ocho de cada diez hayan declarado que se sentían a gusto con su vida. Fueron jóvenes dorados los que tuvieron a Cátulo como mayor exponente en los tiempos de César y de Cicerón. Pero ya no es parte de la poesía o el romanticismo el concepto si no más bien del marketing.
Una de las premisas del estudio es que gran parte de la plenitud está asociada a la mayor capacidad de consumo. “La juventud dorada gravita entre el consumo de marcas y experiencias premium, y emplea las marcas para afirmar su identidad”, explican desde Viacom Brand Solutions y citan como ejemplo el amplio consumo de música, videojuegos (grandulones fanáticos de la PlayStation) e internet.
“¿Los consumos se ‘juvinilizaron’ o se borraron las diferencias generacionales?”, se pregunta Horvat, y arriesga una respuesta: “Yo diría que el borramiento es en ambos sentidos. Hoy, una chica de 16 y otra de 32 se compran ropa en el mismo local.
Tinelli es para todas las edades, tenemos a chicos mirando cuestiones de grandes y viceversa.” En 1960, casi el 70% de los norteamericanos de treinta años había consolidado su posición económica y armado una familia.
En 2000, menos del 40% lo había hecho. De ahí que William Galston, investigador de The Brookings Institution, los bautizara como la generación en odisea permanente. Y eso que sería constitutivo de una juventud plena y feliz, para algunos especialistas no lo es tanto, y los lleva a relativizar el color oro de esta etapa.
“No estoy tan de acuerdo en que la gente disfrute tanto porque es una edad en desarrollo, donde hay que ubicarse profesionalmente, lo que implica esfuerzo e inseguridades –polemiza Graciela Moreschi, autora de Adolescentes eternos–.
Existe la idea de que en la juventud hay que ser feliz. Pero hay mucha gente que disfruta después de los cuarenta. Yo les digo a los que pasaron los 35 que no se preocupen, quizá lo mejor está por venir.”

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