domingo, 26 de octubre de 2008

Generación verde: se preocupa por temas como la energía y el cambio climático


Por Lisa W. Foderaro De The New York Times
NUEVA YORK.- A veces, Jennifer Ross siente que no puede hacer nada en su casa sin suscitar el rechazo de sus hijas Grace, de 10 años, y Eliza, de 7. El automóvil que conduce. Un contaminante de primera línea. El baño que se da a la noche para conseguir relajarse. Una indulgencia excesiva, un verdadero derroche. Y otra vez se olvidó de las bolsas de compras reutilizables. ¡Qué barbaridad!
"Tengo hijas muy conscientes del medio ambiente, mucho más que yo, me avergüenza tener que decirlo", dijo Ross, una trabajadora social de Dobbs Ferry, Nueva York. "Me insisten para que compre un auto híbrido. Quieren que reemplace todas las bombitas de luz de la casa por las de bajo consumo."
Las hijas de Ross forman parte de lo que los expertos rotulan como un creciente ejército de ecochicos que han aprendido ambientalismo en la escuela, en las iglesias e, incluso, por medio de la cultura popular, que tratan de que sus padres sean responsables del medio ambiente en sus casas.
En medio del orgullo que experimentan al ver que sus hijos son tan conscientes de todas las cosas verdes, los adultos acaban por sentirse como derrochadores bajo la mirada vigilante de esta policía ecológica en miniatura.
Escarban en los tarros de basura en busca de productos reciclables. Presionan para que compren paneles solares. Y, en una inversión generacional, apagan las luces que sus padres dejan encendidas en habitaciones donde no hay nadie.
Los chicos se han convertido en una especie de pequeña conciencia sentada en el asiento de atrás, dijo Julia Bovey, vocera del Consejo de Defensa de Recursos Naturales, una importante organización ambientalista que recientemente trabajó junto con Nickelodeon para hacer una serie de anuncios del servicio público y otros programas llamados La gran ayuda verde .
Una de las cosas fascinantes de los chicos es que no separan lo que uno hace de lo que uno debería hacer, dijo Bovey. Ven la información acerca de la manera en que podemos cuidar el medio ambiente, y no la racionalizan de la manera en que lo hacen los adultos, ni la descartan.
En Clinton Hill, Brooklyn, Jan Schmidt, una madre que no trabaja, y Mark Goetz, profesor de diseño de muebles, han observado atónitos a su hijo de 4 años que los sermonea por dejar correr el agua mientras se cepillan los dientes. Viene y cierra la canilla y nos dice: Todos los días son el día de la Tierra, explicó Jan Schmidt. Lo aprendió en la escuela.
Su hija mayor, Elly, de 12 años, aspira a convertirse en bióloga marina y el año pasado recaudó 250 dólares para ayudar a proteger los arrecifes de coral, vendiendo aros artesanales en la escuela. Y fue una enorme influencia en la decisión familiar de seguir con el mismo auto en vez de comprar otro más grande. Elly explicó: No ahorran combustible y contaminan más que otros autos.
Lecciones en la Web
Los chicos aprenden esas cosas en todas partes. El film de Pixar Wall-E ofreció una parábola ecológica de un planeta tan castigado que debió ser abandonado. Un sitio web donde los chicos comparten información eco-amigable, llamado Save the Planet , tuvo tres millones de visitas en el curso del año pasado. Y todos los distritos escolares del país han agregado lecciones sobre el medio ambiente a sus programas, así como han establecido también zonas donde no se puede permanecer con el motor en marcha frente a las escuelas, han empezado a usar limpiadores ecológicos, han descartado el uso de pesticidas y, en algunos sitios, han instalado paneles solares.
Katie Gingsberg, cofundadora y directora ejecutiva de Children's Environmental Literacy Foundation, un grupo no lucrativo de Chappaqua, Nueva York, ha entrenado a cientos de maestros desde Massachusetts hasta Nueva Jersey en temas de sostenibilidad y ciencia ecológica. Más de 1500 estudiantes asistieron a la exposición anual de la organización, Students for a Sustainable Future, realizada esta primavera en la Universidad Pace.
En 2002, la educación ambiental que recibían los niños era muy aislada, dijo Gingsberg. Se trataba el tema principalmente en el Día de la Tierra y en las ocasionales excursiones a un centro natural. Empezamos a buscar diferentes paradigmas de educación ambiental en todo el mundo.
Pero no todo el mundo ha adoptado en las escuelas esas iniciativas verdes. Algunos críticos opinan que esas lecciones son una distracción en un momento en que los distritos escolares se esfuerzan por mantener un estándar mínimo en los exámenes de matemática y de lectura. Otros dicen que convertir a los niños en guardianes del medio ambiente es una manera inadecuada de usar el dinero de los contribuyentes. Y hasta los padres que están bien impresionados por el compromiso de sus hijos con la idea de cambiar el mundo, a veces se sienten un poco acosados.
Paul Wyckoff, un escritor de Nueva Jersey dijo que su hijo de 15 años, Will, le grita por dejar el auto en marcha unos segundos en el camino de entrada. Incluso ha empezado a apagar las luces nocturnas de la casa para ahorrar energía. Creo que él lleva el asunto demasiado lejos. Pero me siento orgulloso de él. Creo que se moderará con la edad, dijo Wyckoff. Más allá del hogar
Dado que con frecuencia los chicos carecen de noción de los límites sociales, las cosas pueden ponerse difíciles cuando sus sermones se extienden más allá de las puertas del hogar.
Liz DiVittorio, de Raleigh, Carolina del Norte, madre de tres hijos, recuerda haber salido a caminar con su hijo Michael, de 10 años, después de una tormenta, y haber visto a un vecino que encendía su aspersor de riego.
¿Para qué está regando su jardín si acaba de llover?, dijo Di Vittorio. Me agarré la cabeza, horrorizada.
Douglas y Alison Distefano, de Rumson, Nueva Jersey, que tienen dos hijos, apodaron a su hija Olivia, que cursa quinto grado, la militante del reciclado. Para nosotros, el Día de la Tierra es un motivo para salir, dijo Distefano, un ejecutivo de Soltage, una empresa de energía solar. Pero para ellos es una fiesta religiosa.
Ann Tedesco, una psicóloga de Armonk, dijo que su hija Celeste, de 9 años, vigila permanentemente los tachos de residuos para asegurarse de que nadie tire papel en ellos, y agregó: Disfruta particularmente cuando pesca a su hermana mayor en una transgresión.
Traducción: Mirta Rosenberg

Tendencia en hogares argentinos
Las pequeñas brigadas ecológicas también llegaron a la Argentina para quedarse. Y con sermones emitidos con suaves vocecitas y pequeños cuerpos, que obligan a dejar de hacer tal o cual cosa porque contamina el medio ambiente, han copado los hogares.
Camila Berias, de 12 años, está muy interesada en la ecología. Pero no nos vuelve locos, aún, porque todos nos hacemos eco de su preocupación, contó su madre, Adriana Rodríguez. Sólo cuando lavamos los platos abre y cierra la canilla a cada rato y no deja correr el agua. Moja la esponja, cierra la canilla. Enjuaga un vaso, abre y vuelve a cerrar la canilla, se sonrió Adriana.
Como ella, para la mayoría de los chicos consultados por LA NACION el agua que se desperdicia es la vedette de las preocupaciones ecológicas. Estoy lavándome los dientes y viene mi hijo y me cierra la canilla. ¡Y luego me reta!, exclamó Andrea Barreiro, madre de Sofía, de dos años, y de Ignacio, de ocho. Pero ella está totalmente de acuerdo con que así sea. Aunque después tenga que explicarle mil veces al varón que no tenemos el suficiente espacio físico para tener varios cestos y así separar los residuos, como le enseñaron a hacerlo en el colegio, dice.
Alejandro hace cinco años y medio es militante de Greenpeace. No participa de marchas ni lucha contra balleneros japoneses, pero forma parte del equipo de ciberactivistas que envían mails e informes sobre el cuidado del ambiente. No está bien que desmonten los pocos bosques que nos quedan, o que maten a miles de ballenas. El que protesta es un chico de sólo 15 años que, desde los nueve, está preocupado por la ecología. En casa insisto en no dejen la luz encendida todo el tiempo, cuenta Alejandro, y agrega que para dejarlo más claro pegó al lado de cada tecla de encendido un papelito que dice: Si sos el último, apagála.
Así, actualmente, hay en Greenpeace Argentina 3500 socios menores de 18 años, de 70.000 en total. Este mayor interés en el cuidado ambiental ha dado lugar a una nueva tendencia de instituciones educativas, sobre todo los jardines, que encauzan su enseñanza hacia el respeto medioambiental. Como Barreiro, que inscribió a sus hijos en el Instituto Dr. José Ingenieros, porque tienen talleres ecológicos y ésta es una generación más comprometida.
Valeria Musse

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