jueves, 11 de febrero de 2010

'Hoy exigimos más a los niños y les damos muy poco'

MARÍA SÁNCHEZ-MONGE
MADRID.- Los padres se dividen en dos categorías: los que siguen el método y los que no. El pediatra Carlos González (Zaragoza, 1960), fundador y presidente de la Asociación Catalana Pro Lactancia Materna (ACPAM), se ha convertido en uno de los más firmes defensores de la no utilización de técnicas para enseñar buenos hábitos de sueño a los niños.
"Mis padres jamás intentaron dejarme llorar por la noche para que durmiese", alega. Sus libros –Mi niño no me come (2002), Bésame mucho: cómo criar a tus hijos con amor (2003) y Un regalo para toda la vida: guía de la lactancia materna (2006)– han sido acogidos con fervor por buena parte de los progenitores más jóvenes. También han servido para avivar el debate sobre los ingredientes más apropiados para criar a los hijos. ¿Hasta dónde debe llegar la libertad de los pequeños? ¿Cuándo es imprescindible imponer límites? Acaba de publicar Entre tu pediatra y tú (Temas de hoy), una selección de preguntas y respuestas sobre las preocupaciones cotidianas de los padres.
Pregunta.- ¿Cómo definiría la crianza natural?
Respuesta.- Es un movimiento ideológico que cada cual entiende de una forma distinta. Habla de cosas como coger al niño en brazos, no rehuir el contacto con él o darle el pecho. En definitiva, criar a los hijos como se ha hecho toda la vida.
P.- ¿Ese modo de proceder implica renunciar a inculcar pautas de comportamiento?
R.- Por supuesto que los padres deben fijar normas. A lo que me opongo es a que no sean ellos los que las decidan, sino terceras personas. Todos estamos de acuerdo en cosas como no dejar que los pequeños tiren macetas, pero en cuestiones como sorber la sopa ya no hay tanto consenso. No todas las familias son iguales; deben tener libertad para poner sus directrices.
P.- ¿Estamos malcriando a los chavales?
R.- Tal vez sí, pero no por lo que la gente piensa. Se cree que es porque se les da todo, pero en realidad se les exige mucho y reciben muy poco. Un niño de 12 años pide una consola y se la dan. Los más pequeños hacen otras peticiones: quieren que se les coja en brazos y se les acompañe por la noche. Nunca habían ido tantos niños a la guardería. Antes sólo tenían que jugar, correr y saltar. Ahora pretendemos que estén sentados, sepan guardar su turno... Lo que los críos necesitan es estar más horas al día con sus padres.
P.- Con la vida que llevamos, ¿cómo se puede conseguir eso?
R.- Con cambios sociales y ayudas a las familias. Educar a los niños es la cosa más importante que se puede hacer. Sin embargo, los estamos dejando en manos de otros. Y no es solamente por la legislación. Ésta refleja las prioridades de la gente. Parece que para muchas personas esta situación no representa ningún problema.
P.- Las preguntas que le hacen llegar los padres reflejan la inseguridad con la que afrontan el cuidado de sus descendientes. ¿A qué se debe ese mar de dudas en el que viven algunos?
R.- Se está intentando tecnificar la crianza de los hijos. Con frecuencia oyes que habría que pedir un título antes de tener un niño. Eso me da un poco de repelús. Para criar un niño lo único que necesitas es ser madre o padre. Los progenitores tendrían que guiarse por cómo les cuidaron a ellos. Yo no contesto como pediatra a las cuestiones que me plantean, sino como padre y como persona que se ha preocupado por este tipo de temas. Muchos médicos y enfermeras dan consejos sobre asuntos que no les corresponden. Por ejemplo, en la facultad no enseñan cuándo hay que coger en brazos a los bebés. Si un pediatra se pronuncia, únicamente está dando su opinión.
P.- Usted promueve la recuperación de la lactancia materna. ¿Ha aumentado el número de madres que optan por este tipo de alimentación?
R.- En las últimas décadas se ha producido un cambio enorme. No hay estadísticas completas, pero ahora son muy pocas las mujeres que no quieren dar el pecho. No llegan ni al 20%. No obstante, sigue habiendo muchas que lo intentan pero lo dejan al poco tiempo por distintos motivos. Quienes tienen la suerte de contar con la información necesaria, continúan durante al menos un año, e incluso llegan hasta dos o tres.

elmundo.es

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