Por Germán Leza
De la Redacción de LA NACION
Invierno de 2006. Son las 6 de la mañana. Braian Toledo tiene 13 años. Sale de su casa prefabricada en Marcos Paz, provincia de Buenos Aires, donde vive junto con su familia. Gustavo Osorio, su entrenador, lo espera en su Zanella 125 roja. Logran acomodar la jabalina y emprenden el viaje. La mañana está helada. El frío penetra como cuchillas filosas, pero el sueño olímpico puede más.
Luego de 60 kilómetros y algunas horas, llegan al Centro Nacional de Alto Rendimiento (Cenard), en Núñez. Osorio, como le dice Braian, ingresará a sus clases de licenciatura en alto rendimiento deportivo, y este adolescente lo esperará en las gradas de la pista de atletismo para después del mediodía empezar con el entrenamiento.
Tres años y medio después, el sábado 13 de febrero, esa misma pista casi le queda chica a Braian. Con una marca de 84,85 metros rompió el récord mundial de menores en lanzamiento de jabalina. La vara flotó como nunca, como ese chico que esperaba en las escalinatas de la tribuna siempre soñó.
-¿Cuándo sentiste que estabas lanzando más de lo normal?
-Tiré cuatro tiros en la entrada en calor y cayeron en los 80 y no estaba haciendo fuerza. Y después hice el primer lanzamiento y no fue fuerte. Lo hice más coordinado, más controlado y un poco más rápido el ritmo. Pero no me imaginé que fuera 84. Cuando vi el ángulo con el que subió, disfruté ese momento, 3 o 4 segundos que vi la jabalina en el aire. Pensé que era un lanzamiento largo, pero no tan largo, y cuando cayó, tampoco. Me di cuenta cuando miré la cinta que decía 84-85.
Lo cierto es que la jabalina casi se sale de la pista, y todo en el primer intento. "No pensé que iba a hacer un récord", admite este adolescente de 16 años, que vive junto con su madre Rosa, su hermana Débora (12 años) y su hermano Ignacio (3 años).
Osorio coincide con su alumno. Es que así fue como se gestó esta historia. Gustavo era profesor de educación física y conoció a Braian cuando éste cursaba el cuarto grado de la escuela Nº 815 de Marcos Paz. Después lo llevó al Cefema (la Escuela Municipal de Atletismo del municipio), y desde entonces ha sido su guía en la vida deportiva.
"Cada vez quiero hacerla volar mejor y más tiempo", dice Braian. Su historia es un relato de un progreso constante. Como aquella vez en 2008, cuando tras recorrer 120 km en moto junto con entrenador llegaron a La Plata. "Estábamos congelados", confiesa Osorio. Sin embargo, el brazo de Braian parecía estar caliente y batió allí su primer record. Con una jabalina de 600 gramos lanzó 57,65 metros. Ese año logró seis plusmarcas nacionales y terminó con registros de 64,40.
-¿Cómo es que un chico como vos elige practicar lanzamiento de jabalina y no jugar al fútbol, por ejemplo?
-Hasta los 12 años jugaba al fútbol, pero Gustavo me dijo que tenía que elegir entre la pelota y el atletismo, que empecé a practicar desde los 10 años.
Osorio fue una pieza fundamental en esta evolución. "No hay que apurar el proceso, y respetar su edad cronológica", dice. Lo que ocurrió con la figura de Germán Chiaraviglio está presente en la mente de entrenadores y dirigentes. El garrochista olímpico, de 22 años, se consagró campeón juvenil en 2006 con una marca de 5,71 metros (que aún no pudo superar), pero una lesión en su pie izquierdo (fractura por estrés en el astrágalo) que padece desde el 2004 lo alejó del protagonismo internacional.
El crecimiento de Braian fue paulatino y de menor a mayor, desde que comenzó lanzando con una pelota de softball, cuando tenía 12 años. Además, algunas cosas cambiaron en sus condiciones de entrenamiento. Ya no viaja con la jabalina en la Zanella roja, que Osorio tuvo que vender en su momento para conseguir recursos. Ahora, una combi del Municipio de Marcos Paz lo acerca una vez por semana al Cenard. El resto de los días se entrena en un campo de largos pastizales, que lejos está de parecerse a una pista. Pero parece que a este chico las adversidades lo volvieron grande.
-¿Cuál es tu sueño?
-El sueño de todo atleta, que consiste en marcar algún récord y representar bien a la Argentina.
La consigna, no repetir errores de formación El presidente de la Confederación Argentina de Atletismo (CADA), Juan Alberto Scarpín, destacó que se nutrieron de la experiencia de Chiaraviglio para no repetir errores de formación: "Germán tuvo una presión generalizada. Tuvo una dosis de competencia mucho más alta de la que tiene un chico de su edad en condiciones normales. A Braian hay que cuidarlo", afirmó
750 es el valor en euros de una jabalina de alta competencia, como la que utiliza Braian Toledo. Por su alto costo, la embajada de Hungría le obsequió el implemento.
83,02 era el récord mundial de menores (medido en metros) que prevalecía hasta que Toledo lo batió. El autor de aquella marca fue el ruso Valeriy Yordan, el 17 de mayo de 2009.
98,48 es la plusmarca mundial en mayores de lanzamiento de jabalina. La consiguió el checo Jan' elezný, en los campeonatos de atletismo realizados en Jena, Alemania (1996).
77,80 es la marca en metros que necesita un atleta mayor (lanza con una jabalina cien gramos más pesada que los juveniles) para clasificarse para los Juegos Olímpicos.
2500 es la beca en pesos que recibe Toledo por parte de la Secretaría de Deporte. "Llegar al Cenard marcó un antes y un después en la carrera de Braian", apuntó su entrenador.
57,64 fue el primer récord nacional de Toledo en la categoría cadetes (entre 14 y 15 años); lo obtuvo con la jabalina de 600 gramos en una pista sintética de La Plata, hace dos años.
9 son los récords mundiales conseguidos por argentinos en el atletismo. El primero fue Juan Carlos Zabala en maratón, con 1h42m30s4/10, el 10 de octubre de 1931.
De la Redacción de LA NACION
Invierno de 2006. Son las 6 de la mañana. Braian Toledo tiene 13 años. Sale de su casa prefabricada en Marcos Paz, provincia de Buenos Aires, donde vive junto con su familia. Gustavo Osorio, su entrenador, lo espera en su Zanella 125 roja. Logran acomodar la jabalina y emprenden el viaje. La mañana está helada. El frío penetra como cuchillas filosas, pero el sueño olímpico puede más.
Luego de 60 kilómetros y algunas horas, llegan al Centro Nacional de Alto Rendimiento (Cenard), en Núñez. Osorio, como le dice Braian, ingresará a sus clases de licenciatura en alto rendimiento deportivo, y este adolescente lo esperará en las gradas de la pista de atletismo para después del mediodía empezar con el entrenamiento.
Tres años y medio después, el sábado 13 de febrero, esa misma pista casi le queda chica a Braian. Con una marca de 84,85 metros rompió el récord mundial de menores en lanzamiento de jabalina. La vara flotó como nunca, como ese chico que esperaba en las escalinatas de la tribuna siempre soñó.
-¿Cuándo sentiste que estabas lanzando más de lo normal?
-Tiré cuatro tiros en la entrada en calor y cayeron en los 80 y no estaba haciendo fuerza. Y después hice el primer lanzamiento y no fue fuerte. Lo hice más coordinado, más controlado y un poco más rápido el ritmo. Pero no me imaginé que fuera 84. Cuando vi el ángulo con el que subió, disfruté ese momento, 3 o 4 segundos que vi la jabalina en el aire. Pensé que era un lanzamiento largo, pero no tan largo, y cuando cayó, tampoco. Me di cuenta cuando miré la cinta que decía 84-85.
Lo cierto es que la jabalina casi se sale de la pista, y todo en el primer intento. "No pensé que iba a hacer un récord", admite este adolescente de 16 años, que vive junto con su madre Rosa, su hermana Débora (12 años) y su hermano Ignacio (3 años).
Osorio coincide con su alumno. Es que así fue como se gestó esta historia. Gustavo era profesor de educación física y conoció a Braian cuando éste cursaba el cuarto grado de la escuela Nº 815 de Marcos Paz. Después lo llevó al Cefema (la Escuela Municipal de Atletismo del municipio), y desde entonces ha sido su guía en la vida deportiva.
"Cada vez quiero hacerla volar mejor y más tiempo", dice Braian. Su historia es un relato de un progreso constante. Como aquella vez en 2008, cuando tras recorrer 120 km en moto junto con entrenador llegaron a La Plata. "Estábamos congelados", confiesa Osorio. Sin embargo, el brazo de Braian parecía estar caliente y batió allí su primer record. Con una jabalina de 600 gramos lanzó 57,65 metros. Ese año logró seis plusmarcas nacionales y terminó con registros de 64,40.
-¿Cómo es que un chico como vos elige practicar lanzamiento de jabalina y no jugar al fútbol, por ejemplo?
-Hasta los 12 años jugaba al fútbol, pero Gustavo me dijo que tenía que elegir entre la pelota y el atletismo, que empecé a practicar desde los 10 años.
Osorio fue una pieza fundamental en esta evolución. "No hay que apurar el proceso, y respetar su edad cronológica", dice. Lo que ocurrió con la figura de Germán Chiaraviglio está presente en la mente de entrenadores y dirigentes. El garrochista olímpico, de 22 años, se consagró campeón juvenil en 2006 con una marca de 5,71 metros (que aún no pudo superar), pero una lesión en su pie izquierdo (fractura por estrés en el astrágalo) que padece desde el 2004 lo alejó del protagonismo internacional.
El crecimiento de Braian fue paulatino y de menor a mayor, desde que comenzó lanzando con una pelota de softball, cuando tenía 12 años. Además, algunas cosas cambiaron en sus condiciones de entrenamiento. Ya no viaja con la jabalina en la Zanella roja, que Osorio tuvo que vender en su momento para conseguir recursos. Ahora, una combi del Municipio de Marcos Paz lo acerca una vez por semana al Cenard. El resto de los días se entrena en un campo de largos pastizales, que lejos está de parecerse a una pista. Pero parece que a este chico las adversidades lo volvieron grande.
-¿Cuál es tu sueño?
-El sueño de todo atleta, que consiste en marcar algún récord y representar bien a la Argentina.
La consigna, no repetir errores de formación El presidente de la Confederación Argentina de Atletismo (CADA), Juan Alberto Scarpín, destacó que se nutrieron de la experiencia de Chiaraviglio para no repetir errores de formación: "Germán tuvo una presión generalizada. Tuvo una dosis de competencia mucho más alta de la que tiene un chico de su edad en condiciones normales. A Braian hay que cuidarlo", afirmó
750 es el valor en euros de una jabalina de alta competencia, como la que utiliza Braian Toledo. Por su alto costo, la embajada de Hungría le obsequió el implemento.
83,02 era el récord mundial de menores (medido en metros) que prevalecía hasta que Toledo lo batió. El autor de aquella marca fue el ruso Valeriy Yordan, el 17 de mayo de 2009.
98,48 es la plusmarca mundial en mayores de lanzamiento de jabalina. La consiguió el checo Jan' elezný, en los campeonatos de atletismo realizados en Jena, Alemania (1996).
77,80 es la marca en metros que necesita un atleta mayor (lanza con una jabalina cien gramos más pesada que los juveniles) para clasificarse para los Juegos Olímpicos.
2500 es la beca en pesos que recibe Toledo por parte de la Secretaría de Deporte. "Llegar al Cenard marcó un antes y un después en la carrera de Braian", apuntó su entrenador.
57,64 fue el primer récord nacional de Toledo en la categoría cadetes (entre 14 y 15 años); lo obtuvo con la jabalina de 600 gramos en una pista sintética de La Plata, hace dos años.
9 son los récords mundiales conseguidos por argentinos en el atletismo. El primero fue Juan Carlos Zabala en maratón, con 1h42m30s4/10, el 10 de octubre de 1931.
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