"Dicen que la distancia es el olvido, pero yo no concibo esa razón", se lamenta el bolero nostálgico. Envueltas en el velo de la idealización, las historias de amor a distancia prosperan a base de soñar –y planear hasta el delirio– ese futuro encuentro, esa dulce sorpresa que confirme que me importas tú, y tú, y tú, y nadie más que tú. Por más que no te tenga cerca. En la Era de las comunicaciones, los miles de kilómetros que pueden separar a un par de enamorados ya no son un impedimento para mantener viva la llama. Que lo diga, si no, Paloma Herrera, nuestra primera bailarina del American Ballet Theatre de Nueva York, que lleva algunos años a doce horas de vuelo de su novio, Fernando.
Una encuesta exclusiva realizada para Viva por la consultora D'Alessio Irol señala que la mitad de los consultados –un universo de 400 personas mayores de 18 años– admitió haber mantenido una relación amorosa a pesar de estar lejos de su pareja. La contracara es que en el 71 por ciento de los casos los finales no fueron felices y no comieron perdices.
"Es complicado mantener una relación permanente a la distancia porque va en contra de lo que representa la relación, que implica un alto grado de intimidad, contacto emocional, físico y muchas veces el armado de proyectos en común –dice el psicoanalista especialista en parejas Omar Bscotti-. Sentirse querido es una necesidad fisiológica: tocar y ser tocado, mirar y ser mirado. Es una necesidad afectiva y es un alimento a todo nivel".
Un piloto de avión que pasa en casa con su familia sólo nueve días al mes o una estudiante de psicología que lleva noviando con un estadounidense vía Skype los últimos tres años de carrera podrían no estar de acuerdo del todo con Biscotti.
Salir de la melancolía
Existen antídotos contra la melancolía y quienes profesan amor a lo lejos aprenden a disfrutar del deseo postergado, del extrañar hasta eso que más fastidia del otro, esa manía de dejar migas en la cama o apretar el pomo del dentífrico en el medio...
Más de la mitad de los encuestados preferiría no ser el que se queda mientras el otro arma las valijas porque considera que quien parte no lo pasa tan mal como quien despide a su amor. "Claro que cada caso particular tendrá diferentes dificultades a sortear. En el alejamiento, el que se va sufre más el aislamiento; es el que está más solo. Pero lo compensa que es más activo en la decisión, porque es el que se va –agrega Biscotti–. El que se queda, por su parte, está rodeado de afectos, quizá los hijos, y de su contexto natural, pero puede sufrir por ser más pasivo en el distanciamiento, ya que tiene que sufrir por algo que no decidió".
El 78 por ciento de los consultados asegura que estaría dispuesto a dar cambio de domicilio a otra ciudad con tal de seguir a su pareja. Para el psicoanalista, "cuando el sacrificio de que uno se aleje tiene un objetivo común para ambos, por ejemplo, un viaje al exterior bien remunerado que les permitirá comprar una casa, le da más sentido a esa distancia y es más probable que sea tolerada. También será decisivo para el futuro de la relación si la decisión se tomó de mutuo acuerdo o no".
¿Me será infiel?
El gran fantasma de la distancia es –de carne somos– la infidelidad y el lugar común reza que la soledad no es buena consejera. "Las posibilidades de caer en una infidelidad dependerán de en qué estado se encuentre la pareja antes del distanciamiento, en cómo se esté manteniendo la comunicación y en si los integrantes se siguen sintiendo importantes para el otro o no", atenúa el especialista.
La mitad de los consultados considera que las relaciones a distancia son menos formales que si uno está cerca de su pareja. Un amor informal de compromiso lejano es algo que los jóvenes de entre 19 y 35 años ven con naturalidad si se involucran afectivamente con alguien que está lejos.
Las estadísticas afirman que los hombres son más resistentes a la hora de mantener un romance a control remoto: entre los que aseguran que podrían llevar adelante una relación de este tipo, el 32 por ciento son hombres y aseguran que podrían hacerlo todo el tiempo que sea necesario. Sólo el 25 por ciento de las mujeres respondió lo mismo.
Las historias de amor que se recrean en estas páginas han sabido esquivar los temporales de dudas, de nostalgia, de ¡cómo me gustaría que estuvieras acá! Puede que sea porque sus protagonistas tienen un proyecto en común con sus parejas y saben que la distancia nunca será infinita. Y aunque tal vez hoy celebren el Día de los enamorados por teléfono, por mail, por mensaje de texto o mandándose un beso a través de una webcam, han aprendido a transformar la ausencia del otro en el dulce deseo de un pronto reencuentro.
clarin.com
Una encuesta exclusiva realizada para Viva por la consultora D'Alessio Irol señala que la mitad de los consultados –un universo de 400 personas mayores de 18 años– admitió haber mantenido una relación amorosa a pesar de estar lejos de su pareja. La contracara es que en el 71 por ciento de los casos los finales no fueron felices y no comieron perdices.
"Es complicado mantener una relación permanente a la distancia porque va en contra de lo que representa la relación, que implica un alto grado de intimidad, contacto emocional, físico y muchas veces el armado de proyectos en común –dice el psicoanalista especialista en parejas Omar Bscotti-. Sentirse querido es una necesidad fisiológica: tocar y ser tocado, mirar y ser mirado. Es una necesidad afectiva y es un alimento a todo nivel".
Un piloto de avión que pasa en casa con su familia sólo nueve días al mes o una estudiante de psicología que lleva noviando con un estadounidense vía Skype los últimos tres años de carrera podrían no estar de acuerdo del todo con Biscotti.
Salir de la melancolía
Existen antídotos contra la melancolía y quienes profesan amor a lo lejos aprenden a disfrutar del deseo postergado, del extrañar hasta eso que más fastidia del otro, esa manía de dejar migas en la cama o apretar el pomo del dentífrico en el medio...
Más de la mitad de los encuestados preferiría no ser el que se queda mientras el otro arma las valijas porque considera que quien parte no lo pasa tan mal como quien despide a su amor. "Claro que cada caso particular tendrá diferentes dificultades a sortear. En el alejamiento, el que se va sufre más el aislamiento; es el que está más solo. Pero lo compensa que es más activo en la decisión, porque es el que se va –agrega Biscotti–. El que se queda, por su parte, está rodeado de afectos, quizá los hijos, y de su contexto natural, pero puede sufrir por ser más pasivo en el distanciamiento, ya que tiene que sufrir por algo que no decidió".
El 78 por ciento de los consultados asegura que estaría dispuesto a dar cambio de domicilio a otra ciudad con tal de seguir a su pareja. Para el psicoanalista, "cuando el sacrificio de que uno se aleje tiene un objetivo común para ambos, por ejemplo, un viaje al exterior bien remunerado que les permitirá comprar una casa, le da más sentido a esa distancia y es más probable que sea tolerada. También será decisivo para el futuro de la relación si la decisión se tomó de mutuo acuerdo o no".
¿Me será infiel?
El gran fantasma de la distancia es –de carne somos– la infidelidad y el lugar común reza que la soledad no es buena consejera. "Las posibilidades de caer en una infidelidad dependerán de en qué estado se encuentre la pareja antes del distanciamiento, en cómo se esté manteniendo la comunicación y en si los integrantes se siguen sintiendo importantes para el otro o no", atenúa el especialista.
La mitad de los consultados considera que las relaciones a distancia son menos formales que si uno está cerca de su pareja. Un amor informal de compromiso lejano es algo que los jóvenes de entre 19 y 35 años ven con naturalidad si se involucran afectivamente con alguien que está lejos.
Las estadísticas afirman que los hombres son más resistentes a la hora de mantener un romance a control remoto: entre los que aseguran que podrían llevar adelante una relación de este tipo, el 32 por ciento son hombres y aseguran que podrían hacerlo todo el tiempo que sea necesario. Sólo el 25 por ciento de las mujeres respondió lo mismo.
Las historias de amor que se recrean en estas páginas han sabido esquivar los temporales de dudas, de nostalgia, de ¡cómo me gustaría que estuvieras acá! Puede que sea porque sus protagonistas tienen un proyecto en común con sus parejas y saben que la distancia nunca será infinita. Y aunque tal vez hoy celebren el Día de los enamorados por teléfono, por mail, por mensaje de texto o mandándose un beso a través de una webcam, han aprendido a transformar la ausencia del otro en el dulce deseo de un pronto reencuentro.
clarin.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario