En los últimos años -coinciden los especialistas- los fumadores tienen más conocimiento de los daños que provoca el cigarrillo. Pero se enfrentan a la nicotina, una de las sustancias más adictivas y difíciles de abandonar. Se estima que más de 600.000 personas (el 7 % de los 8 millones de argentinos que fuman) se preparan anualmente para dejar de fumar. Pero apenas el 3 % lo logra.
El mercado no para de ofrecer "armas" para combatir al tabaco. Las terapias de reemplazo de nicotina sumaron ahora a los caramelos: sirven para atacar las crisis de abstinencia en un grado de efectividad similar al que provocan los chicles. También salió a la venta el cigarrillo electrónico (cuesta unos $ 300) que no tiene nicotina, es inoloro y reproduce la sensación de fumar. Además, en los consultorios se están probando nuevas terapias combinando, por ejemplo, vareniclina, la droga antitabaco que se lanzó en 2007 con antidepresivos de última generación "para calmar la ansiedad del paciente y producir un efecto anorexígeno: no suben de peso al dejar de fumar porque tienen menos apetito", explica a Clarín la doctora Analía Procopio, del equipo antitabaco del Cemic.
"La tabacología es una rama de la medicina relativamente nueva, muy demandada actualmente porque hay mucha gente que quiere alejarse para siempre del cigarrillo y no puede", señala Fernando Müller, médico especialista en dejar de fumar.
Las ganas de abandonar el vicio se ven reflejadas en las ventas de estos remedios y tratamientos: en apenas cuatro año creció 18 veces, según datos de la consultora IMS Health, especializada en auditar las ventas de los laboratorios.
Los registros indican que en 2005 en el país se vendieron 20.636 unidades que corresponden a cajas y blísteres de chicles, parches, spray de nicotina, y también vareniclina. El año pasado, la cifra trepó a 377.848 unidades. Un aumento enorme: 1.731 %. La venta del último año representa nada menos que $ 20,1 millones.
No son remedios baratos: por ejemplo, un tratamiento con vareniclina que dura 3 meses cuesta unos $ 1.200. Muy pocas obras sociales y prepagas los cubre con el 40% de descuento. Sucede que los tratamientos para dejar de fumar no están incluidos en el Programa Médico Obligatorio (PMO). Los especialistas coinciden en que hay un crecimiento en la demanda de servicios de atención para dejar de fumar. "Y habría más si se aprobara la ley nacional antitabaco que, entre otras cosas, obligaría a las tabacaleras a informar la línea gratuita 0800-222-1002 en las etiquetas de los atados", afirma Mario Virgolini, director del Programa de Control del Tabaco del Ministerio de Salud.
"A mediados de año, cuando se conozcan los nuevos datos de la encuesta nacional de factores de riesgo, seguramente el porcentaje de los que quieren dejar el cigarrillo será mayor al 7% del total de fumadores que surgió de la encuesta de 2005", asegura Virgolini.
En esta lucha, los alternativas que hoy se ofrecen se pueden combinar de distintas maneras, explican los expertos, de acuerdo a las características del paciente. Pero eso no alcanza, se necesita otra pata: "Hacen falta estrategias psicosociales que van desde un volante, una línea gratuita de ayuda hasta tratamientos grupales o indviduales. Todo esto aumenta las posibilidades de éxito del tratamiento", dice Raúl Mejía, médico e investigador en control del tabaco del Hospital de Clínicas.
"Mientras una persona deja de fumar, al año hay 100 chicos que empiezan a hacerlo, según estadísticas internacionales. Es más barato y fácil tomar medidas de política antitabaco para combatir este flagelo. Es imprescindible que Argentina ratifique el primer tratado de salud pública mundial", reclama Verónica Schoj, a cargo del Grupo Antitabaco del Hospital Italiano.
Testimonios
"Hoy tengo a mi beba y no la contamino"
Cuando acumulaba 11 años de tabaco en sus pulmones, Griselda Carreño (29 años, psicopedagoga, vive en Haedo), tomó la decisión de dejar el cigarrillo. Fue a mediados de 2007: su principal motivación fue la de ser mamá y con el apoyo de su marido, familia y amigos inició un tratamiento que incluyó vareniclina, seguimiento médico y contención en un grupo de ex fumadores.
"No fue fácil, me costó mucho pero valió la pena: hoy tengo a mi beba, Sofía, de 3 meses, y no la contamino", dice a Clarín con felicidad. Llegó a fumar casi un atado por día y había intentado dos veces dejarlo. La primera, a pura voluntad, le duró dos días; la segunda, con láser y homeopatía, cinco.
"A veces tengo la fantasía de fumar pero enseguida la desestimo: me da asco y no quiero volver a caer en el vicio", afirma contundente.
Griselda Carreño (29)
"Siempre sentí que si fumaba no comía"
A los 35 años intentó dejar el pucho porque su hijo, que no fuma, se lo pidió. "Engordé 20 kilos y cuando volví a fumar los bajé sin problemas", cuenta a Clarín Marta Susavila (53 años, empresaria, de Capital).
Hubo otro intento: "Primero adelgacé y luego empecé a tomar bupropión. Dejé de fumar y otra vez empecé a engordar; cuando iba por los 15 kilos de más, volví a fumar. Siempre sentí que si fumaba no comía: cada vez me aferraba más al cigarrillo, casi dos atados por día".
Ahora lleva casi dos meses de tratamiento: combina vareniclina con un antidepresivo de última generación y parches de nicotina. "Dejé de fumar y no sólo no subí de peso sino que bajé 600 gramos", cuenta eufórica. "Los primeros días me sentí muy tentada de volver a fumar pero esta vez no me acompaña la excusa del aumento de peso".
Marta Susavila (53)
clarin.com
El mercado no para de ofrecer "armas" para combatir al tabaco. Las terapias de reemplazo de nicotina sumaron ahora a los caramelos: sirven para atacar las crisis de abstinencia en un grado de efectividad similar al que provocan los chicles. También salió a la venta el cigarrillo electrónico (cuesta unos $ 300) que no tiene nicotina, es inoloro y reproduce la sensación de fumar. Además, en los consultorios se están probando nuevas terapias combinando, por ejemplo, vareniclina, la droga antitabaco que se lanzó en 2007 con antidepresivos de última generación "para calmar la ansiedad del paciente y producir un efecto anorexígeno: no suben de peso al dejar de fumar porque tienen menos apetito", explica a Clarín la doctora Analía Procopio, del equipo antitabaco del Cemic.
"La tabacología es una rama de la medicina relativamente nueva, muy demandada actualmente porque hay mucha gente que quiere alejarse para siempre del cigarrillo y no puede", señala Fernando Müller, médico especialista en dejar de fumar.
Las ganas de abandonar el vicio se ven reflejadas en las ventas de estos remedios y tratamientos: en apenas cuatro año creció 18 veces, según datos de la consultora IMS Health, especializada en auditar las ventas de los laboratorios.
Los registros indican que en 2005 en el país se vendieron 20.636 unidades que corresponden a cajas y blísteres de chicles, parches, spray de nicotina, y también vareniclina. El año pasado, la cifra trepó a 377.848 unidades. Un aumento enorme: 1.731 %. La venta del último año representa nada menos que $ 20,1 millones.
No son remedios baratos: por ejemplo, un tratamiento con vareniclina que dura 3 meses cuesta unos $ 1.200. Muy pocas obras sociales y prepagas los cubre con el 40% de descuento. Sucede que los tratamientos para dejar de fumar no están incluidos en el Programa Médico Obligatorio (PMO). Los especialistas coinciden en que hay un crecimiento en la demanda de servicios de atención para dejar de fumar. "Y habría más si se aprobara la ley nacional antitabaco que, entre otras cosas, obligaría a las tabacaleras a informar la línea gratuita 0800-222-1002 en las etiquetas de los atados", afirma Mario Virgolini, director del Programa de Control del Tabaco del Ministerio de Salud.
"A mediados de año, cuando se conozcan los nuevos datos de la encuesta nacional de factores de riesgo, seguramente el porcentaje de los que quieren dejar el cigarrillo será mayor al 7% del total de fumadores que surgió de la encuesta de 2005", asegura Virgolini.
En esta lucha, los alternativas que hoy se ofrecen se pueden combinar de distintas maneras, explican los expertos, de acuerdo a las características del paciente. Pero eso no alcanza, se necesita otra pata: "Hacen falta estrategias psicosociales que van desde un volante, una línea gratuita de ayuda hasta tratamientos grupales o indviduales. Todo esto aumenta las posibilidades de éxito del tratamiento", dice Raúl Mejía, médico e investigador en control del tabaco del Hospital de Clínicas.
"Mientras una persona deja de fumar, al año hay 100 chicos que empiezan a hacerlo, según estadísticas internacionales. Es más barato y fácil tomar medidas de política antitabaco para combatir este flagelo. Es imprescindible que Argentina ratifique el primer tratado de salud pública mundial", reclama Verónica Schoj, a cargo del Grupo Antitabaco del Hospital Italiano.
Testimonios
"Hoy tengo a mi beba y no la contamino"
Cuando acumulaba 11 años de tabaco en sus pulmones, Griselda Carreño (29 años, psicopedagoga, vive en Haedo), tomó la decisión de dejar el cigarrillo. Fue a mediados de 2007: su principal motivación fue la de ser mamá y con el apoyo de su marido, familia y amigos inició un tratamiento que incluyó vareniclina, seguimiento médico y contención en un grupo de ex fumadores.
"No fue fácil, me costó mucho pero valió la pena: hoy tengo a mi beba, Sofía, de 3 meses, y no la contamino", dice a Clarín con felicidad. Llegó a fumar casi un atado por día y había intentado dos veces dejarlo. La primera, a pura voluntad, le duró dos días; la segunda, con láser y homeopatía, cinco.
"A veces tengo la fantasía de fumar pero enseguida la desestimo: me da asco y no quiero volver a caer en el vicio", afirma contundente.
Griselda Carreño (29)
"Siempre sentí que si fumaba no comía"
A los 35 años intentó dejar el pucho porque su hijo, que no fuma, se lo pidió. "Engordé 20 kilos y cuando volví a fumar los bajé sin problemas", cuenta a Clarín Marta Susavila (53 años, empresaria, de Capital).
Hubo otro intento: "Primero adelgacé y luego empecé a tomar bupropión. Dejé de fumar y otra vez empecé a engordar; cuando iba por los 15 kilos de más, volví a fumar. Siempre sentí que si fumaba no comía: cada vez me aferraba más al cigarrillo, casi dos atados por día".
Ahora lleva casi dos meses de tratamiento: combina vareniclina con un antidepresivo de última generación y parches de nicotina. "Dejé de fumar y no sólo no subí de peso sino que bajé 600 gramos", cuenta eufórica. "Los primeros días me sentí muy tentada de volver a fumar pero esta vez no me acompaña la excusa del aumento de peso".
Marta Susavila (53)
clarin.com
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