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martes, 3 de abril de 2012

¿Los niños son el futuro?

Por Guillermo Jaim Etcheverry | Para LA NACION

Una de las afirmaciones que se escucha con mayor frecuencia y en los más diversos ámbitos es la que sostiene que los niños y los jóvenes son el futuro de la humanidad. Es un hecho que aparece como tan evidente que ni siquiera consideramos justificado detenernos a analizarlo.
Sin embargo, tal vez convenga reflexionar sobre este enunciado. A fines de 2011, como parte de las actividades destinadas a celebrar el Bicentenario de Chile, el Parlamento de ese país organizó el Congreso del Futuro. Horizontes en el Bicentenario de la República. Durante la ceremonia de clausura de esa reunión académica que congregó a destacados científicos y humanistas, sus organizadores distinguieron a varios participantes con la Medalla Bicentenario. Uno de los premiados se adelantó para agradecer el honor, pero en lugar del anticipado discurso de circunstancia sólo expresó: "Siendo éste un congreso con preocupación por el futuro quiero decir algo: el futuro de la humanidad no son los niños. Somos nosotros los adultos con quienes ellos crecen". Tras pronunciar esas palabras, el reconocido neurobiólogo y filósofo chileno Humberto Maturana volvió a ocupar su lugar.
La manera impactante en que fue presentada esa osada afirmación, que sobrecoge al ser escuchada, ayuda a desentrañar una cuestión esencial en la evolución del ser humano, al poner de manifiesto que el futuro está siendo construido hoy por los adultos que somos los responsables de introducir a esos niños a la sociedad. En otra ocasión, en la que expresó una idea similar, Maturana señaló que "el futuro está en el presente", revalorizando así el vínculo entre las generaciones, enunciado que completó al afirmar que "de cómo convivan los niños dependerá la clase de adultos que llegarán a ser". El énfasis vuelve a desplazarse hacia la convivencia, a la necesidad de compartir la vida entre quienes integran las distintas generaciones, una característica central de las sociedades humanas que se ha ido desvaneciendo peligrosamente con el correr del tiempo.
Un reconocido antropólogo estadounidense contemporáneo, Clifford Geertz, señala en su libro La interpretación de las culturas que "los seres humanos somos animales incompletos que, para terminarnos, necesitamos de la cultura". Y agrega: "Entre lo que nos dice nuestro cuerpo y lo que debemos saber para poder funcionar, existe un vacío que debemos llenar con la información (o la desinformación) proporcionada por nuestra cultura". Es precisamente para hacer frente a esta necesidad de terminarnos como personas que necesitamos de la ayuda de quienes ya están actuando en la sociedad. Por esa razón el futuro no son los niños sino los adultos con quienes conviven, los reales responsables de lo que esos niños serán en el futuro.
En una época como la actual, en la que se ha desprestigiado tanto el proceso de transmisión cultural que incluso llega a ser concebido como una intromisión en el desarrollo de las nuevas generaciones al que se imagina autónomo, tal vez convenga volver a reflexionar sobre estas cuestiones esenciales para la subsistencia de las personas y de la civilización misma. Lo expresa también Geertz: "Sin seres humanos, sin duda, no hay cultura, pero también es cierto, y de manera muy significativa, que sin cultura no hay seres humanos". No es éste el ámbito para exponer sus fecundas ideas acerca de las personas como artefactos culturales, pero estas breves menciones dejan planteada la idea de que el futuro será lo que hoy hagamos de las nuevas generaciones. También para advertir que no podemos desprendernos tan fácilmente de la responsabilidad que nos corresponde como generaciones mayores, como intentamos hacerlo cuando afirmamos, con despreocupado alivio, que los niños son el futuro. Ocultamos el hecho de que no se trata sólo de ellos, que no es el suyo un destino independiente e inevitable. Como señala Maturana, los adultos debemos asumir que somos nosotros el futuro de nuestros niños.

sábado, 31 de marzo de 2012

Tablets en exceso, riesgo para la concentración de los chicos

Tablets en exceso, riesgo para la concentración de los chicos
Presentadas como una revolución para la educación, las tabletas electrónicas están cada vez más presentes en la vida diaria de los niños, aunque los expertos instan a un uso moderado para evitar problemas de conducta o aprendizaje.
“Es algo que surgió en los últimos dos años. ¡No puedes sacárselos de las manos!”, dijo Warren Buckleitner, editor de la publicación web Children’s Technology Review, al hablar de las tabletas y su atractivo para los niños en un debate sobre el tema organizado en Nueva York. Datos recogidos a fines de 2011 por la agencia de marketing Kids Industries entre 2.200 padres y niños en EE.UU. y el Reino Unido demostraron que el 15% de los pequeños de entre tres y ocho años usa el iPad de sus papás y el 9% tiene su propio iPad (el 20% de ellos tiene un iPod Touch).
Según el mismo estudio, el 77% de los padres consultados cree que la experiencia de su niño con la tableta lo ayuda a aprender a resolver problemas y que es bueno para desarrollar un pensamiento creativo.
Sin embargo, el uso de este tipo de artefactos por parte de los pequeños despierta al mismo tiempo temores de problemas como el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) o la falta de concentración. 
“Definitivamente se trata de encontrar el equilibrio. Hay que ser muy cuidadoso porque se puede provocar mucha histeria”, indicó Rosemarie Truglio, vicepresidenta e investigadora de Sesame Workshop, una organización estadounidense que crea programas de televisión para niños. “Hay una excitación en los más pequeños por utilizar una tableta. Los niños necesitan experimentar con esas cosas reales”, agregó Truglio durante la conferencia “Cerebros de niños y videojuegos”, organizada por la New American Foundation.
Control. Lisa Guernsey, directora de la Iniciativa de Educación Temprana de la New America Foundation y autora de un libro sobre la influencia de las nuevas tecnologías en los niños, destacó la necesidad de “establecer parámetros” y tratar de educar a los chicos para que se autorregulen ante la avalancha de cosas que tienen ante sus ojos. En ese sentido, recordó el denominado “video déficit”, según el cual el aprendizaje a través de una pantalla produce resultados inferiores al “cara a cara” con otra persona, y remarcó la importancia de la comunicación.
En la misma sintonía, Truglio admitió que hay estudios que han probado “la necesidad de una interacción adulto-niño” en el aprendizaje y que “interactivo no significa educativo”.
perfil.com

lunes, 26 de marzo de 2012

La mejor amiga de los niños: la siesta


Les ocurre a muchos padres. Cuando ven que a sus hijos les cuesta dormir por la noche creen que la mejor opción es eliminar la siesta de la rutina infantil. Pero probablemente no sepan que ésta no es la mejor opción para sus pequeños. Durante los primeros cuatro años de vida, este hábito no sólo no perjudica en nada sino que tiene numerosos beneficios en el desarrollo del pequeño. Le permite estar más tranquilo, menos irritable, más sociable, más atento y aprende mejor.
"No se trata de obligarles si no quieren, sino de que se lo propongamos", afirma Gonzalo Pin, coordinador de trastornos del sueño y de la Unidad de Pediatría del Hospital Quirón de Valencia. Como explica el experto, alrededor de los tres años, el 20% de los niños rechazan la siesta y "no hay que forzarles". Pero al resto no se le debe quitar la oportunidad de descansar un rato después de la comida. "Facilita la recuperación de la energía física y psíquica, elimina la tensión y el cansancio acumulado, ayuda a controlar los impulsos, mejora el humor y favorece la retención de la información aprendida durante la mañana".
Al igual que respirar, comer o beber, dormir es una necesidad fisiológica a la que hay que prestar especial atención para mantenerse sanos. Pero no hay una biblia que estipule los mismos 'mandamientos' para todos. Depende del organismo de cada uno y también de la edad. "Los recién nacidos se despiertan cada tres horas para comer y a medida que van creciendo reducen las horas de sueño, de forma que primero desaparece la siesta de la mañana y después, entre los cuatro y cinco años, la de la tarde".
Ellos son los que marcan el ritmo y si a un menor de cuatro años se le quita la siesta sin haberla rechazado, se le está reduciendo el número de horas de sueño que aún necesita. Según un estudio publicado en la revista 'Sleep' en 2007, que analizó a 1.492 familias con niños hasta los seis años, una pérdida pequeña de tiempo de sueño (una hora menos de la necesaria) de manera prolongada en el inicio de la infancia se puede relacionar con peor rendimiento escolar. Además, añadían los autores del artículo, una corta duración del sueño durante los primeros cuatro años multiplica por tres el riesgo de tener un desarrollo del lenguaje más lento.
Otro estudio, publicado en 'Neuron' y desarrollado en gatos, apunta en la misma línea y explica las razones. Según los investigadores, en la primera etapa de la vida, el sueño aumenta las conexiones neuronales, incrementa la plasticidad y "la capacidad cerebral para controlar el comportamiento, incluyendo el aprendizaje y la memoria".
A través de numerosos trabajos, los científicos han observado, además, que gran parte de las sustancias que nos defienden de las infecciones se segregan mientras dormimos, por lo que la falta crónica de sueño puede influir en el sistema inmunológico.
Irritabilidad y falta de atención
Según el doctor Pin, existe un periodo crítico del desarrollo en el inicio de la infancia donde la falta de sueño es especialmente dañina. Lo mejor es "no quitarle al pequeño la oportunidad de dormir su siesta", si así lo pide.
De lo contrario, probablemente, "tendremos delante un niño irritable, nervioso e intranquilo. Le costará mantener la atención y retener la información", argumenta el pediatra, a quien le apoyan las palabras de otra especialista, Reyes Hernández, pediatra del grupo del sueño de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria. "No sólo disminuye claramente su capacidad de aprendizaje, también promueve su falta de interés y los terrores nocturnos, además de afectar al desarrollo físico, ya que incluso puede reducir el colesterol y el exceso de adrenalina".
Es muy común, agrega Pin, que "su conducta sea más impulsiva, protesten por todo, sean más llorones y al estar más irritables, les cueste más dormirse por la noche", justo el efecto contrario que pretendían los padres al quitarle la siesta.
Los expertos aclaran que el sueño de la noche es diferente al de las siestas, siempre y cuando se realice "antes de las cuatro de la tarde; lo más habitual es hacerlas a las dos, después de la comida", puntualiza el especialista.
No son sólo los padres los que a veces 'pecan' al quitar un hábito saludable creyendo que benefician a sus hijos. Aunque en las escuelas infantiles (0-3 años) se cuenta con la siesta e incluso hay espacios habilitados, no todos los centros de educación infantil (3-6 años) respetan esta necesidad. "Por problemas de espacio u otro tipo, a veces la siesta desaparece demasiado pronto", señala Pin. Sería conveniente hacer una llamada de atención para que "los responsables de los menores valoren las necesidades del sueño en su justa medida y les brinden la oportunidad de descansar".
Como recomendación, añade el especialista, "el mejor termómetro para saber si el niño duerme bien y el suficiente número de horas es verle feliz y con una conducta normal".
elmundo.es

lunes, 21 de noviembre de 2011

En 2050 habrá tantos mayores de 60 años como menores de 15


En el año 2050, la población de Argentina menor de 15 años “será igual a la mayor de 60 años” , señaló ayer la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, al inaugurar el Primer Congreso Latinoamericano de Gerontología Comunitaria, en la Facultad de Derecho de la UBA. Por eso invitó a los especialistas a incluir a los adultos mayores “como sujetos de derecho y protagonistas de su tiempo” .
En el Congreso participan unos 2.300 especialistas de 19 países latinoamericanos, de España y de distintas provincias argentinas.
Según el último censo, en 2010, el 14,27% de la población tenía más de 60 años , mientras que los menores de 15 representaban el 25,48% . Pero Argentina no escapa de la tendencia mundial de envejecimiento de la población, debido a dos causas: el aumento en la expectativa de vida, y el descenso en la tasa de fertilidad.
Es en los países más desarrollados donde más se nota esta tendencia: en 2009, los menores de 15 años apenas sumaban el 16,6% de la población, mientras que los mayores de 60 ya llegaban al 21,4%.
Además, también la franja misma de adultos mayores está envejeciendo rápidamente. El informe de 2009 de la ONU sobre Envejecimiento de la población mundial señala que en todo el mundo, el segmento de los mayores de 80 años crece el 4%, casi el doble del incremento de los mayores de 60 años, que ronda el 2,5%. Allí, Argentina ocupa el puesto 58 en el ranking de envejecimiento .
Para Mónica Roqué, directora nacional de Políticas para Adultos Mayores, “ la vejez está cargada de estereotipos negativos que la asocian a patologías y discapacidades. Por el contrario, la gran mayoría de los viejos son activos, participativos , y buscan intervenir en su comunidad”.
“Esa realidad obliga a tener políticas públicas transversales, vinculadas al territorio y a la cultura, para poder incidir y transformar –planteó la ministra–.
No hay que temerle al cambio , que debe ser no dogmático, desprejuiciado y creativo para incluir socialmente a los viejos en la sociedad”.
En ese sentido, Alicia Kirchner sostuvo que “la inclusión social no sólo pasa por recibir ingresos, sino que se extiende a una concepción más amplia: la integración comunitaria de los adultos mayores en su comunidad”.
clarin.com

jueves, 19 de mayo de 2011

VIOLENCIA: Pediatras en alerta



Por Eva Giberti *
Las violencias habituales que Occidente arrastra interminablemente resultan de la omisión o deficiente aplicación de políticas públicas y sociales destinadas a la prevención, asistencia y erradicación de la pobreza extrema y sus derivados que impiden educación, salud, vivienda, entre otras carencias; también forman parte de las violencias habituales el desconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos que sobrellevan púberes y adolescentes, así como las violencias culturales que padecen los niños transgéneros.
Sintetizo diversas prácticas violentas históricamente instaladas y enuncio algunas nuevas que enumeré pensando en las decisiones que actualmente deben asumir los pediatras, si bien los delitos contra la integridad sexual como la trata de personas que involucra a miles de niñas y adolescentes y la explotación sexual que compromete a otras tantas no formaran parte de la cotidianidad de todos los consultorios. En cambio, el consumo de sustancias psicoactivas asociadas con los delitos que acabo de mencionar no son infrecuentes en las consultas que se atienden en zonas del conurbano. La necesidad de consumir esas sustancias de-semboca reiteradamente en la explotación sexual comercial de niños y niñas que los pediatras atienden en las salitas barriales o ingresando en áreas villeras. Este comercio depende de adultos que incluyen con cierta frecuencia a familiares de los chicos.
Si, cumpliendo con la ley, los pediatras denunciaran a los rufianes de las niñas, ya que en oportunidades pueden localizarlos entre los miembros de la familia, puede suceder que la niña no vuelva a la consulta o que el pediatra, si trabaja en zona peligrosa, sea atacado.
Este fenómeno no es ajeno al mismo cuerpo de delitos que se encuentran en zonas urbanas clasificadas como pudientes, con otras características: no encontramos explotación sexual comercial, pero sí incestos y violaciones, que no añaden novedad a lo históricamente conocido. Lo que existe es consumo de sustancias psicoactivas inducidas prioritariamente por otros niños o niñas. La circulación de sustancias entre púberes y adolescentes forma parte de un fenómeno que el pediatra encuentra en cualquier consultorio e instaura el dilema ético respecto del secreto profesional: ¿advertir a los padres? Estos, aun estando presentes en la consulta, pueden no haber asumido que el hijo consume, pero el pediatra puede sospecharlo. Se denomina situación de riesgo, diferenciándolo del peligro. El chico está en peligro, pero lo asume como riesgo personal. Y si el pediatra conoce la Convención de los Derechos del Niño que tiene rango de Constitución Nacional se encuentra con el artículo 16: “Ningún niño será objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada, etc., ni de ataques ilegales a su honra y reputación”. O sea, no intervenir si el niño no quiere que el tema se mencione.
Este artículo de la Convención ha sido mal digerido por incontables adultos, quienes afirman que “ellos no les revisan sus cosas a sus hijos”, pero en la segunda parte del artículo 14 la Convención es clarísima: “Los Estados partes respetarán los derechos y deberes de los padres y en su caso, de sus representantes legales de guiar al niño en el ejercicio de su derecho, de modo conforme a la evalución de sus facultades”.
Es el pediatra el que se hace cargo de la sospecha del consumo, en tanto y en cuando se encuentra incluido en las violencias que el consumo y sus dealers desencadenan contra los chicos y las niñas.

Golpear o defensa de derechos

La cita de la Convención no es casual, porque su aparición en 1989 marcó un paradigma de la Modernidad al implementar jurídicamente los derechos de niños y de niñas, oponiéndose al paradigma tradicional que autorizaba a golpear y maltratar a los chicos, “para educarlos” o porque los adultos necesitaban hacerlo para ejercer su autoridad. El antiguo paradigma cae y se instala el que corresponde a los derechos del niño. Por paradigma entenderé “un conjunto de ideas o situaciones que reflejan algún tipo de peculiaridad”. Los paradigmas no sólo informan a nuestros pensamientos, también orientan nuestras percepciones y experiencias de la vida. Cuando una civilización se desplaza de un paradigma a otro se produce un cambio que compromete la esencia misma de nuestra vida y representa mucho más que un cambio de ideas. Junto con el paradigma que incluye los derechos de los niños surgieron los nuevos estilos paradigmáticos de los medios de comunicación, junto con la informática y la globalización. Ya no se pudo negar la violencia –internacionalmente reconocida– contra niños y niñas, violencias naturalizadas u ocultadas como los abusos sexuales, los incestos, las negligencias, los golpes y castigos feroces, aquello que “siempre fue así”, según la clasificación del imaginario social.
Sin embargo, ante las evidencias cotidianas de criaturas saturadas por los malos tratos y los abusos víctimas de pobrezas extremas, de enfermedades, infecciones, víctimas de pornografía y de tráfico (a veces con el argumento de la adopción), debemos asumir el fracaso de la puesta en acto de la Convención en tanto y cuanto instrumento que se esperaba fuese eficaz en los hechos y no solamente en la declaración de sus principios. Afirmación que relativizo debido a los permanentes esfuerzos de los organismos internacionales para resolver estas catástrofes que desembocan sobre el territorio de las niñeces.
Debemos añadir que ahora son los niños y niñas, inducidas por el ejemplo que los adultos proveemos quienes se filman a sí mismos violando a un compañero en un baño de la escuela o niñas que se suben a Youtube en intentos de ejercicios pornográficos, solitarias o acompañadas. O sea, la victimización recreada por sus protagonistas que se suponen dueñas y dueños de la situación y se desconocen como víctimas de un proceso cultural/moral y estético.

Modernidad no equivale a modernización

Cuando el paradigma transforma en denuncia las violencias contra los niños estamos en un paradigma de la Modernidad, diferenciándose del antiguo modelo que admitía las violencias como correctivas. Es decir, estábamos con el Viejo Modelo educativo O con los Derechos del Niño que es lo que propicia la Modernidad. Un modelo en lugar del otro. Pero ya no es así. U. Beck lo plantea claramente: en la Modernización, que no es equivalente a Modernidad, se producen ambas cosas a la vez. Es una estrategia aditiva, de suma y complementación: ejercer violencia contra los niños y niñas Y al mismo tiempo proponer la Convención de los Derechos del Niño. Lo cual constituye un Nuevo paradigma, propio de la Modernización, derivado de la Modernidad. La conjunción Y une lo que debió mantenerse separado; una vez que apareció la Convención quedaba a la vista “basta de violencia contra los chicos”, porque era la violencia antigua O los Derechos del Niño. Parecería que se hubiesen elegido los derechos del niño, pero las evidencias demuestran que no es así, porque las violencias contra ellos arrecian a la par de las reuniones internacionales en defensa de sus derechos.

El paradigma emergente

Podemos hablar del surgimiento de un paradigma emergente que es el que reconoce la realidad. El paradigma emergente se caracteriza porque reclama que nosotros logremos una nueva perspectiva que incluye una modificación de conciencia, mirándonos a nosotros mismos y advirtiendo lo que está pasando, escuchando las declaraciones internacionales, y las políticas de entrecasa, porque son necesarias. Pero no alcanzan. Parecería necesario reconocer la articulación conjuntiva que la Y propone como tránsito entre dos estilos culturales.
El cambio que propone el paradigma emergente reside en la posibilidad de resistirse a las repeticiones de frases, de quejas y de asombros ante lo que está sucediendo, empezando por reconocer la infinita soledad en que crecen niños y niñas desde muy temprano. Por ausencia o carencia de figuras tutelares. Parecería que es insuficiente el acompañamiento amoroso que precisa el desarrollo neuronal de los primeros tiempos de la vida y entonces los niños acuñan soledades y terrores por ausencia de adultos continentes. Es posible pensar que de este modo se facilita la aparición de personalidades borderlines y narcisistas carentes de empatía con los otros. O sea, algunas de las que priorizan los códigos violentos de la convivencia.
La idea de familia en la actualidad no responde a lo que nos enseñaron “debía ser”, aunque continúa persistiendo como necesidad básica del sujeto. Lo anticipé cuando escribí el libro Hijos del rock que de este modo adquiere actualidad. Será inútil pretender que vuelva a ser lo que nos contaron que era, salvando excepciones. Los padres actuales (generalización impropia) viven expuestos a situaciones traumáticas, algunos consumen sustancias y psicofármacos automedicados en busca de alivios, y estamos autorizadas a pensar que los hijos acumulan durante su desarrollo el estrés parental que registran (dicho sea simbólicamente). Lo que podría conducirlos a incorporar sin matices, priorizando lo excesivo de las situaciones habituales por las que atraviesan, sin contar con las defensas psicológicas adecuadas.

Terminar con los lugares comunes, repitiendo lo mismo

El paradigma emergente que mencioné como surgimiento de un modelo que un conjunto de filósofos actuales describe solicita sustituir la irritación, la desesperanza y la inmovilidad por un propósito esperanzador de cooperación en lugar de la autoridad centralizada. No se trata de reiterar las preocupaciones acerca de los chicos, sino confiar más en uno/a mismo/a, lo que significa resistirse a repetir los lugares comunes, dando cabida a los nuevos criterios que representan las nuevas realidades: hijos de la fertilización asistida, las madres lesbianas, las familias gays y un particular modo que tienen los niños y las niñas actuales de entender la autoridad de los adultos. Novedades que resultan ser violencias para nuestras maneras tradicionales de pensar y que, al desconcertarnos, nos irritan. El desconcierto de los adultos, por ejemplo ante el manejo de las nuevas técnicas informáticas, por parte de niños, niñas y adolescentes, genera un clima violento en relación con innumerables adultos, a los que les “sacan ventaja” cotidianamente. Comprobamos que hay maneras de vivir y estar en el mundo que no coinciden ni con lo que creíamos saber ni con lo que todos elegiríamos.
Al habernos trasladado desde un paradigma hacia otro, desde la Modernidad hasta la Modernización, los golpes contra los chicos O la Convención de los Derechos del Niño hemos transitado al Y. Es decir, la Convención Y la violencia contra los niños. Ensambladas. Nos sentimos absolutamente incómodos. Es el clima que están registrando los pediatras por ser quienes están en el inicio, los que develan aquello que están atendiendo de una manera distinta, desde otra preocupación.
El fenómeno demanda un cambio de conciencia, no una manera de juzgar y criticar. Lo que significa una revisión ética y personal sobre sí mismo cuando no sabemos qué hacer con las lesbianas que se instalan como dos madres y a los hijos de fertilización asistida a los que han empezado a decirles que en su concepción intervino un señor que no sabemos quién es. Y a quien el niño se parecerá cuando crezca.
Ahora tenemos que yugular las distintas formas de violencia sabiendo que estamos involucrados en los que les sucede a los chicos; porque estamos profundamente interconectados con la gestación de esas violencias puesto que el cambio ha incluido prácticas violentas contra los niños de diferentes modos. Sin duda alguna, hay que oponerse y los pediatras son protagonistas privilegiados, pero sin pretender que todo vuelva a ser como antes. Porque aquel tiempo de antes ya partió. Se trata de una mirada alejada de la imbecilidad que insiste en hablar de “la niñez” sin cotizar las violencias que les imponemos.
En la intersección de familias con características propias, de escuelas exprimidas por el conflicto laboral cotidiano y de niños testigos y aprendices de lo que les mostramos, los pediatras se mueven como un salvoconducto para estos niños y niñas mientras los acompañan. Es un quehacer distinto porque no había sido ésa la pretensión inicial de la pediatría. Pienso que ahora es así como sucede.
* Comentarios para la IX Jornada Metropolitana de Pediatría, abril de 2011. Tema: Violencias antiguas y violencias actuales contra niños y niñas
PAGINA12.COM.AR

sábado, 14 de mayo de 2011

MOZAMBIQUE: La efímera vida de un bebé en el paraíso (de los turistas)

Dulce con su bebé. | J. B.
Alberto y Dulce, junto a otros dos compañeros, suben a la barca motora que lleva desde Vilankulos hasta Isla Berenguerua, en Mozambique. La pareja lleva en sus brazos a un bebé de apenas cinco meses que ella, su madre, protege con una manta. "Está un poco enfermo, nos han dado en el hospital unas medicinas que le tenemos que dar", explica Dulce. ¿Qué es lo que tiene? "No lo sabemos, no nos lo han dicho", contesta él.
El grupo se incorpora a su turno de trabajo semanal en el Marlin Lodge, un hotel de lujo. Vienen alegres, muertos de risa, y él, el padre, no para de presumir de señora e hijo. "Es el primero que tenemos", incide, mientras los abraza. Ella sólo mira al niño y lo cuida.
Isla Berenguerua es un extraño paraíso cincelado. Una isla de 11 kilómetros de naturaleza idílica que tiene una laguna de agua dulce y una enorme duna de arena de más de 30 metros de altura. En ese espacio cohabitan tres hoteles y una comunidad de 1.400 personas que cuenta con cerca de 400 niños. Al amanecer, en sus espectaculares playas, comienzan a aparecer viejas barcazas de madera a vela que salen a pescar, mujeres que cargan con sus bebés a la espalda y bolbolsas o cubos sobre sus cabezas, recogedores de conchas. Vida, mucha vida.

'Antes éramos ignorantes'

La aparición de los hoteles ha cambiado a una comunidad acostumbrada a subsistir, sin más futuro, durante años. "Antes de que llegaran ellos éramos unos ignorantes", explica Edmundo, un nativo. "Hemos entre todos hecho pozos, abierto una escuela y ahora tenemos el proyecto de hacer una clínica", dice Peter, el director del Marlin Lodge (un médico sudafricano que llegó a este lugar y decidió no irse). Entonces aparece Alberto, que se incorpora a su trabajo en el bar. ¿Cómo está el niño? "Pasó toda la noche llorando. Dulce ha vuelto a Vilankulos para que nos digan que tiene", contesta.
La idílica isla tiene en su corazón, fuera de los hoteles, los problemas compartidos de la mísera África. Tres ancianos totalmente bebidos nos dan la bienvenida en el primer poblado con el que tropezamos. Beben, mucho, bajo la sombra de un gran árbol. El alcohol deshace aquí, como en otros lugares de este continente, la ecuación entre la falta de actividad y el tiempo. La mayoría de las casas son de madera y paja. Vemos también algunas de ladrillo a medio construir. "Se quedaron sin dinero para terminarlas", nos explica Adolfo, que se ha ofrecido a enseñarnos la comunidad.
"El poder corresponde al jefe, que es el patriarca de una de las dos grandes familias de la isla. La suya domina la pesca y la otra se dedica a la agricultura. Cuando uno llega aquí, si quiere quedarse a vivir, él debe aprobarlo. Para construir, sin embargo, la potestad es del Gobierno, ya que Berenguerua forma parte de un Parque Nacional".
 
El jefe de la isla es también el que habla con los hoteles y les manda un cupo de trabajadores acordado para que todo el mundo tenga algunos ingresos. "Antes de la crisis, que hasta aquí ha llegado la palabra, el acuerdo era contratar 45 personas extra por mes para limpiar las playas y hacer trabajos no cualificados Ahora se ha acordado un número cercano a 30", explica Adolfo. Él decide el reparto de los ingresos tras escuchar los problemas de todos.
Hay además un cuerpo de policía local. Exactamente son tres agentes capitaneados por el guardia del Hotel Azura. "A veces hay disputas porque en las villas la gente canta muy alto por la noche y molesta a los clientes. Entonces se llama a la policía para que ponga control. El acuerdo es no disturbar la paz de la isla".
En el interminable camino de arena y piedra, se tardan más de dos horas en recorrer los 11 kilómetros. Justo antes de llegar al colegio, vemos una de las pocas casas de cemento. Es la residencia de los cinco profesores que enseñan a los casi 400 niños. ¿Qué es lo que más necesitan en la escuela?, preguntamos a uno de los profesores. El tipo suspira y sonríe. "De todo, necesitamos de todo, pero quizá lo más grave es el problema del agua. Cuando no tenemos agua no podemos abrir. Los niños no pueden estar aquí durante horas sin beber", explica. "El problema es que cuando el mar se revuelve entra agua salada a los pozos, que quedan durante un tiempo inservibles”.
La lista de necesidades es interminable, como atestigua Douglas, un joven que dice tener 21 años (su nombre es artístico para los turistas sudafricanos y es probable que no tenga ni 18). Se dedica a pescar o llevar en la barca de su abuelo a turistas. "Dejé la escuela porque no tenía dinero para pagarme los cuadernos y lápices, mientras que aquí consigo ingresos". Está completamente bebido. Lo cierto es que la mayoría del material escolar es también donado por los lodges.

Escuelas y poligamia

La escuela en Mozambique es obligatoria para los niños. "La ley dice que un padre que no lleve a su hijo al colegio puede perder su patria potestad o incluso ir a la cárcel". Teoría que en la realidad se queda en papel mojado. "Es una amenaza para meter miedo. El Gobierno no tiene donde poner a esos niños", replica Adolfo. Sobre los matrimonios, está permitida la poligamia. "Te puedes casar varias veces, pero es obligado construir una nueva casa para cada mujer". Más teoría.
Por último, Adolfo explica una especie de divertido rito iniciático para los nuevos trabajadores del hotel. "Cuando yo llegué estaba entusiasmado con comer una comida de verdad. Mis compañeros me dijeron que iba a probar un gran menú. Yo pensaba en pollo, ternera o pescado. Luego, me sirvieron ensalada, champiñones y cosas así. A ustedes les gustan esas cosas, pero para nosotros una comida es pollo o pescado. Si yo vuelvo a mi aldea y llevo a mi familia unos champiñones me echan. Verdura y fruta ya la podemos coger del campo", dice entre risas mientras cae la noche encaramados a la inexplicable enorme duna desde donde se contempla el edén.
A la mañana siguiente aparece Alberto en el bar. Sonriente, servicial, pero con la mirada algo perdida. De pronto, de sopetón, dice: "El bebé ha muerto". Lo dice con timidez, en tono muy bajo, sin perder la media sonrisa, y con las manos temblándole tanto que apenas puede sujetar la bandeja. ¿Por qué sigues trabajando? "Mañana volveré a mi casa familiar, hoy no puedo. Además, lo enterraron ya ayer", contesta.
No pierde el gesto dulce, ni derrama una lágrima. Sólo le siguen temblando compulsivamente las manos mientras vuelve a colocarse tras la barra del bar con el cuerpo algo encogido. Su hijo no tuvo tiempo de disfrutar del paraíso. Probablemente nacer en él le ha costado la vida.
eñmundo.es

martes, 3 de mayo de 2011

'Vitamina verde' para la felicidad infantil

Niños cuidando sus plantas en un colegio de Vitoria. | El Mundo.
No es lo mismo vivir en la ciudad que en el campo. Tampoco lo es que las clases del colegio tengan ventanas con vistas a un jardín o a una montaña o que linden con un centro comercial o un muro. Y para qué hablar de los patios de recreo. Porque a los niños, el contacto con la naturaleza les alivia del estrés, les ayuda a sobrellevar las situaciones adversas, mejora el rendimiento cognitivo y les hace sentirse libres y relajados.
José Antonio Corraliza y Silvia Collado, ambos de la Universidad Autónoma de Madrid, acaban de demostrarlo en un nuevo estudio, recogido en la última edición de la revista 'Psicothema' .
El crecimiento de la urbanización ha producido, entre otras cosas, el distanciamiento de los centros naturales, y a su vez, éste conlleva numerosos efectos negativos en la salud física y mental de las personas. De hecho, tal y como reconoce José Antonio Corraliza a ELMUNDO.es, "en EEUU se ha descrito un aumento de las llamadas enfermedades psicoterráticas, entre ellas el 'trastorno por déficit de la naturaleza'. En el caso de los niños, las investigaciones han demostrado que la desconexión del mundo natural afecta a su salud física y, a su vez, da lugar a una menor preocupación y respeto hacia el medio ambiente. Además se ha comprobado que los menores con menos contacto con el mundo natural, tienden a ser más obsesos (no salen a jugar a los parques) y sufren más trastorno de hiperactividad".
Estudios internacionales previos reconocen el efecto amortiguador de la naturaleza en los pequeños. De hecho, se ha averiguado que una relación cercana con ella sirve de apoyo adicional para hacer frente a las situaciones estresantes. Se sabe incluso que "cuando los patios de los colegios son más naturales, los niños están más sanos", agregan ambos investigadores.

Cuatro colegios de Cuenca

Un total de 172 niños y niñas de entre 10 y 12 años de cuatro colegios distintos de Cuenca han participado en este nuevo ensayo. Se evaluó la cantidad de acceso a la naturaleza que tienen los pequeños, tanto en su entorno residencial como en el escolar (vistas desde las ventanas, tiempo andando a un parque cercano, entre otros). De esta forma, ambos entornos se clasificaron en: no naturales, mixto, natural y muy natural.
Asimismo se realizó un cuestionario para evaluar el estrés percibido por los estudiantes (pasar poco tiempo con los padres, no tener tiempo para hacer deberes, discusiones en casa...), además de indagar cuánta cantidad de naturaleza percibían los pequeños que tenían en su casa y en el 'cole'.
Los datos revelan que "la naturaleza cercana modera los efectos negativos de algunas de las situaciones estresantes. De este modo, aquéllos que disfrutan de un mayor contacto con 'el verde' son capaces de afrontar mejor algunas situaciones adversas y sufren menos estrés del que cabría esperar si no contasen con este factor protector".
Recuerdan los investigadores que "el efecto positivo del medio natural es más apreciable en aquellos niños que son más vulnerables, tal y como se ha constatado en otros ensayos anteriores".
Defienden, por todo ello, la "importancia estratégica que tiene la inclusión de elementos naturales en los entornos residenciales y educativos. La salud y el bienestar también dependen de que estos entornos promuevan contactos frecuentes con la naturaleza".
Los elementos naturales "en un patio de un colegio no deben estar para decorar, sino que son una necesidad. La salida al patio no es sólo el momento de la pausa, el recreo, es necesario para 'restaurar' el equilibrio psicológico del niño. Por este motivo, también es fundamental que los colegios con zonas lúdicas de cemento y sin apenas naturaleza, lleven a los estudiantes a los parques cercanos en los recreos", insiste Corraliza.
Los grandes espacios verdesen las ciudades "son una buena opción, pero mucho más útil es contar con parques pequeños cercanos a todos los entornos residenciales".
elmundo.es

sábado, 16 de abril de 2011

Día mundial contra la esclavitud infantil

Varios niños indios caminan por una calle de Calcuta tras un día de trabajo.
A Iqbal Masih le arrebataron la infancia cuando empezó a trabajar con tan sólo cuatro años y le privaron de la juventud y de la madurez cuando lo asesinaron con apenas 12 un 16 de abril de 1995.
En memoria de este niño paquistaní que alzó la voz contra la explotación de los más débiles se celebra este sábado en todo el mundo el día mundial contra la esclavitud infantil.
Tenía apenas cuatro años cuando su padre a cambio de un préstamo para pagar la boda de su hijo mayor decidió entregar al pequeño Iqbal al propietario de una fábrica de alfombras. Así empezó a trabajar 12 horas diarias para saldar la deuda familiar, pero con el paso del tiempo la deuda no sólo no disminuía sino que aumentaba con los intereses y con los nuevos préstamos que pedía su padre.
En 1992, cinco años después de que comenzara su particular infierno, Iqbal conoció a Ehsan Khan, un activista que luchaba por acabar con las condiciones de esclavitud en el trabajo. Siguiendo su ejemplo, el ya no tan pequeño paquistaní comenzó a denunciar las deplorables condiciones laborales en las que otros muchos niños como él trabajaban en los telares de alfombras, convirtiéndose en un héroe para ellos.
Sin embargo, su activismo empezó a ser pronto un estorbo para los empresarios que se lucraban con el trabajo infantil y un 16 de abril de 1995 su voz se apagó para siempre tras ser disparado mientras montaba tranquilamente en bicicleta.
Sus asesinos (la mafia de las alfombras fue responsabilizada del crimen) acabaron con su vida pero no con su legado y Iqbal continúa siendo hoy día un símbolo de la lucha contra la explotación infantil.
Lamentablemente, todavía quedan en el mundo muchos pequeños Iqbal, sobre todo, en regiones deprimidas de Asia, África y América Latina.

Jornadas maratonianas de hasta 15 horas

Según los últimos datos publicados por Unicef este mismo mes, 158 millones de niños y niñas de entre 5 y 14 años trabajan cada día en jornadas maratonianas de hasta 15 horas diarias en las que apenas ven la luz del sol, expuestos a situaciones de explotación y maltrato. Una cifra algo inferior a la manejada por la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) en su último informe , fechado en 2010, que habla de 215 millones de niños.
Unos datos que no comparten numerosas ONG, que critican la tibieza de Unicef y OIT al hablar de trabajo infantil cuando en realidad, a su juicio, el término que define mejor las situaciones que viven muchos de estos pequeños es el de esclavitud. Así hablan de 400 niños esclavos y recuerdan como muchos son torturados, otros sufren deformaciones o dejan de crecer por las duras condiciones en las que viven diariamente o se convierten en empleadas domésticas que valen menos que cualquier animal o en prostituidas o son casadas a la fuerza. Tampoco olvidan a los menores soldados o aquellos sometidos a trabajos forzados en las minas o en la agricultura o a niños como Iqbal que trabajan para saldar las deudas de sus progenitores.
En España la situación tampoco es idílica. Como recuerda Save the Children, la trata es la principal forma de esclavitud infantil en nuestro país. "España es un país de tránsito y destino de niños, niñas y adolescentes víctimas de trata con fines de explotación laboral y explotación sexual", explica Yolanda Román, responsable de Incidencia Política de esta organización, que añade: "Entre un 40 y un 60% de los dos millones y medio de personas víctimas de la trata son niños y niñas".
Han pasado 16 años desde silenciaron la voz del paquistaní Iqbal, pero su recuerdo sigue todavía muy vivo.
elmundo.es

viernes, 15 de abril de 2011

¿A qué edad comprarles un celular a los niños?

Sin caer en posturas extremas, los expertos aconsejan "animarse" a descubrir las ventajas que ofrece la telefonía móvil a la hora de comunicarse con los niños; qué usos darle y cómo controlar el acceso
Por Valeria Vera
lanacion.com
La fascinación por tener la última versión de la muñeca más famosa del mundo o contar con la nueva edición de la camiseta de la Selección ya forman parte de una moda alejada de estos tiempos.
Los "tecnojuguetes", liderados por el celular, se perfilan en esta época como una atracción en aumento para los chicos (cada vez más chicos), aunque también como el origen de un sinfín de pesadillas para algunos padres.
En un extremo se ubican quienes abrazan con entusiasmo a la telefonía móvil porque la asocian, con un modo directo, rápido y efectivo de entrar en contacto con sus hijos. En el otro están los que se resisten al cambio y tienden a "demonizarla". El medio está poblado de tantos grises y matices que suele confundir. Y, con tantas opiniones, las dudas se multiplican en lugar de acotarse: ¿qué hacer si los chicos insisten en comprar uno de estos aparatos? ¿qué postura tomar?
Abrirse a lo nuevo. Los expertos suelen comparar el avance del celular en la casa y el aula con la reacción que despertó en sus inicios la televisión y los desafíos que se instalaron con ella. La clave pasa, sostienen, por intentar conocer las posibilidades que encierra esa tecnología antes de correrla hacia un costado y descartarla.
"El celular es un dato de la realidad que no se puede evitar. Cada época tiene sus cosas, que no necesariamente son buenas o malas, sino simplemente distintas. Por eso, es preferible que tanto los padres como los colegios busquen la manera de absorberlo en lugar de resistirse. Es probable que ante la prohibición, sobre todo los adolescentes, lo sigan utilizando, porque son quienes más desafían los límites", advirtió a lanacion.com Enrique Carrier, analista de la consultora Carrier y Asociados.
Entre beneficios y prohibiciones. El debate concentra varios interrogantes, aunque el primero que se dispara es saber si existe una edad ideal en la que los padres deberían ceder ante el insistente (a veces caprichoso) pedido de los chicos de tener un teléfono móvil. Las opiniones que esgrimen los especialistas tienen un denominador común: no antes de la etapa escolar y sólo a partir de los 10 u 11 años en promedio.
La compra de ese dispositivo abre un amplio abanico de posibilidades sobre qué usos darle y cómo controlar el acceso a este medio de comunicación.
Insistir en que se trata de una vía extra para entrar en contacto, pero no en la única ni la mejor puede ser un buen comienzo.
Evitar la "tecnolatría". Enrique Novelli, psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), indicó que los padres deberían limitar el envío de mensajes de texto y llamadas para determinados momentos y hacer hincapié en que esta práctica no reemplaza el encuentro cara a cara: "Muchos establecen una relación tan peculiar con el aparato que quedan sometidos a una dependencia casi enfermiza, en la que se pierde el valor de la comunicación. Pasan de usar la tecnología a caer en una tecnolatría, en la que el celular es visto como un ídolo".
Foto: Archivo
La advertencia de Novelli es doble: para los niños con sus pares y para los padres con los niños. A veces, estos últimos se vuelven omnipresentes y abusan de este modo de entrar en contacto: quieren saber dónde están, adónde van y qué hacen en todo momento justificando que así se sienten más seguros.
Ocurre que, por lo general, los padres controladores terminan por "generar hijos con baja estima o transgresores en cuanto salen del horizonte de la mirada paterna".
Comportarse así, además, puede repercutir negativamente en otros ámbitos, como la escuela, especialmente cuando los chicos saltean las jerarquías y piden ayuda a sus padres -a través del celular- en lugar de hacerlo con sus docentes.
Para Diana Sahovaler de Litvinoff, psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y autora del libro El sujeto escondido en la realidad virtual, "no se debe fomentar esa dependencia. Los chicos tienen que avisarle a la maestra y no a la madre cuando se sienten mal, y saber que el recreo es para salir a jugar y relacionarse con sus amigos, no para aislarse con el aparato".
Confianza. Si bien para algunos adultos resulta más sencillo que para otros resolver varias de las aristas que plantea el tema, lo más importante, coinciden los expertos, es acordar normas como familia y ser coherentes con ellas. En esto es fundamental poder depositar una alta cuota de confianza en ellos y suponer que van a saber manejarse con prudencia.
Así, lo sugirió Marisa Russomando, licenciada en psicología y directora del espacio La Cigüeña, que deslizó, entre otras recomendaciones, pedirles a los chicos que presten atención al usar el celular, que no agoten todo el crédito para poder llamar en caso de una urgencia, o que lo tengan encendido cuando no están dentro de la escuela.
Los colegios, por su parte, deberían reflexionar sobre esta práctica y convocar a los alumnos a trabajar en conjunto para lograr un uso responsable del celular puertas adentro. Y los padres, a su vez, respetar las reglas establecidas aunque no coincidan con las propias.
En definitiva, se trata, describió la especialista, de acompañarlos en su crecimiento brindándoles recursos para avanzar juntos, sin peleas y angustias.
VOCES ENCONTRADAS
Como parte del debate, lanacion.com invitó a sus lectores a opinar acerca de la relación de los chicos y el celular, y los permisos y prohibiciones que podrían impartirse. A continuación, un resumen con algunos puntos de vista.
A favor
- "El celular es una comodidad, una ventaja, un adelanto tecnológico" (Caracal)
- "Negar el celular hoy en día a los chicos es como si a nosotros nos hubieran prohibido usar el balero, monopatín o las figuritas" (quique51)
- "Si no se lo comprás queda fuera del círculo de sus amigos. Hay que aceptar la época en la que vivimos" (scdenoia)
En contra
- "¿Cómo se hacía antes? Nuestras madres no tenían rastreador. Tener celular no te garantiza seguridad ni control, más bien los expone a los robos" (Laura Pereyra)
- "No creo que los chicos deban tener celular hasta los 15 o 16 años, que es cuando salen solos con amigos al cine o a cumpleaños" (Eduardo Bovero)
- "Es innecesario, inútil y cuesta dinero". (Ivan Beno)
En la Argentina.
  • Se calcula que existen aproximadamente 57,8 millones de celulares en la Argentina
  • Se registra un promedio de casi 5 mil millones y medio de llamadas mensuales
  • La mensajería móvil creció un 21,4% respecto del año anterior
Fuente: Datos provistos por la Cámara de Informática y Comunicaciones de la Argentina (Cicomra), según un informe publicado en febrero de 2011

domingo, 13 de marzo de 2011

La infancia, sin cuentos ni cumpleaños


Soledad Vallejos
Festejar su cumpleaños, escuchar cuentos, jugar en las plazas, hacer deportes y acercarse a las actividades artísticas. Ser niño significa, entre un puñado de derechos, tener acceso a todas estas oportunidades, clave en los procesos de crianza y socialización. Pero en las grandes ciudades de la Argentina, la cara de la infancia tiene gesto afligido: todo esto, en lugar de crecer, sucede cada vez menos.
A cuatro de cada diez niños menores de cinco años no se les suele contar cuentos; seis de cada diez en edad escolar sólo pueden jugar en una plaza si sus padres lo acompañan; seis de cada diez no suelen realizar actividades deportivas extraescolares y dos de cada diez no festejaron su último cumpleaños.
Estas son apenas algunas de las conclusiones que arrojó el último boletín publicado por el Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, de la Universidad Católica Argentina (UCA), en colaboración con la Fundación Minetti y la Fundación Arcor, estudio que registró profundas desigualdades sociales, regionales y de género en los procesos de crianza y socialización de niños y adolescentes de las grandes ciudades del país.
Al celebrarse el 21° aniversario de la Convención por los Derechos del Niño, que se conmemoró ayer, este informe revela, además, que las oportunidades "son claramente desiguales y regresivas a medida que desciende en el estrato socioeconómico, aún en el contexto de significativo progreso macroeconómico que ha experimentado la Argentina en estos últimos años", se indica en la publicación.
Los primeros años
Sobre la socialización en la primera infancia, que va desde el nacimiento hasta los cuatro años, se investigó a partir de indicadores de estimulación emocional e intelectual fundamentales en los primeros años de vida, como son el festejo del último cumpleaños y la lectura de cuentos e historias orales.
"Así como el festejo del cumpleaños es una ocasión en la que el niño es reconocido en un lugar singular y asume la palabra, el estímulo a través de la lectura o la narración de cuentos estimula la imaginación y el proceso de adquisición del lenguaje", señala el estudio, que llegó a estos resultados mediante una encuesta de hogares que se realiza desde 2004 y que, a partir de 2006, incorporó un módulo específico que busca medir el grado de cumplimiento de los derechos del niño.
El diagnóstico presentado en este último boletín se realizó a partir de mediciones de los últimos tres años, con una muestra acumulada de 5708 niños en grandes ciudades del país, como el área metropolitana del Gran Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Mendoza, Salta, Resistencia y Bahía Blanca.
"La brecha de desigualdad en la oportunidad de festejar el cumpleaños es muy significativa y regresiva para los niños más pobres -indica el estudio-. Un niño en el estrato muy bajo tiene nueve veces más posibilidades de no festejar su cumpleaños que otro en el estrato medio alto."
Otra conclusión del informe se relaciona con la tendencia creciente a que los niños transcurran gran parte de su tiempo de ocio dentro del hogar y no concurran a espacios públicos. "Esto podría relacionarse con la creciente percepción de inseguridad en las grandes ciudades, en particular en los estratos sociales medio y medio alto", cita el estudio. En tanto que en los hogares más pobres, los niños permanecen "recluidos dentro de la casa realizando tareas domésticas, entre las que se incluye el cuidado de hermanos menores."
Sobre las oportunidades de socialización en los escolares de cinco a 12 años, los espacios de formación alternativos a los que se realizan en la escuela (como clubes, escuelas de teatro, talleres literarios, música y plástica), se constituyen en lugares de pertenencia que ayudan a la formación integral del niño. ¿Qué sucede en este aspecto? Las noticias tampoco son buenas.
"Seis de cada diez niños en las grandes ciudades no realizan actividades deportivas y ocho de cada diez no hacen actividades artísticas o culturales extraescolares", grafica el boletín, que agrega que estos niveles de exclusión se han mantenido sin cambios entre 2007 y 2009. Aquí también hay diferencia entre las clases socioeconómicas, aunque la brecha de desigualdad es menor en el caso de las actividades artísticas y culturales que en las deportivas.
En cuanto a los adolescentes de entre 13 y 17 años, una de las cuestiones analizadas fue el acceso a Internet y a la telefonía celular. "Entre 2007 y 2009, el porcentaje de adolescentes que no utliza Internet ha disminuido." Los progresos en el acceso a la Web fueron significativos tanto para los estratos bajos como altos. No obstante, existen desigualdades y, como siempre, el acceso a las nuevas herramientas digitales está en desventaja para los que menos tienen.
Para que puedan crecer seguros
La Convención sobre los Derechos del Niño fue adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989. Compuesta por 54 artículos, consagra el derecho de los menores a crecer en medios seguros y a participar en la sociedad. Ayer se celebró su 21er. aniversario.
lanacion.com

miércoles, 23 de febrero de 2011

Mami, es sólo brillo de labios


[Tween]
Por Anjali Athavaley
Empieza con el brillo para labios con sabores, quizá de fresa o goma de mascar, después con rubor brillante, y al poco tiempo, un aplicador de rimel o pestañina.
Las niñas estadounidenses están usando maquillaje mucho antes de alcanzar la adolescencia. Puede que la tendencia sea escandalosa para algunos, pero no para quienes tienen niñas preadolescentes en su casa.
 
New product lines from retailers such as Wal-Mart are taking aim at tween girls who want to wear makeup. A professional makeup artist gives some tips to a young model.
Wal-Mart Stores Inc., el minorista más grande del mundo, planea empezar a vender este mes una línea llamada geoGirl, repleta de productos que las preadolescentes están pidiendo a gritos, como brillos labiales transparentes, rubores rosado claro, sombras de ojos púrpura suave y rímel a precios que varían entre US$4 y US$6.
Los productos tienen nombres basados en abreviaciones de mensajes de texto en inglés, como la sombra BCNU (Be Seeing You, que podría traducirse como "nos vemos").
La línea geoGirl contiene ingredientes naturales y está libre de ftalatos y parabenos, sustancias químicas de las que desconfían muchos consumidores adultos. "En este caso, estamos ofreciendo algo que es muy natural y ayuda a resplandecer más que cualquier otra cosa", dice Carmen Bauza, vicepresidenta de belleza y cuidado personal de Wal-Mart. El minorista decidió crear la línea después de oír a los clientes preguntar sobre la necesidad de ayudar y educar a los hijos sobre el cuidado de la piel.
El sitio web geoGirl.com para niñas y padres proporcionará información sobre el medio ambiente y consejos sobre el cuidado de la piel y el cuerpo. "Esta generación está muy preocupada por el medio ambiente", agrega Bauza. Además, la campaña de marketing del minorista está diseñada para los padres, ya que "al final del día, la mamá es quien toma la decisión", comenta Bauza.
Ravi Jariwala, un portavoz de Wal-Mart, dice que los clientes de la línea "varían de adultos a más jóvenes".
Target Corp., otra cadena minorista de Estados Unidos, comenzó el año pasado a vender cosméticos de Hello Kitty con precios de entre US$2 y US$10, incluyendo brillo de labios, sombras de ojos, esmalte de uñas y estuches para regalar. En marzo, la empresa tiene previsto expandir la línea de maquillaje e.l.f. a la mayoría de sus tiendas, con artículos individuales a precios bajos para preadolescentes de entre US$1 y US$3.
Maquillarse es "divertido para ellas", afirma Bobbi Brown, la fundadora de la línea de cosméticos Bobbi Brown, propiedad de Estée Lauder Cos., y autora del libro Beauty Rules, que ofrece consejos sobre maquillaje para adolescentes. "A ellas les gusta, y no creo que sea un problema. Convertirlo en tabú es el problema".
 
En la reciente recesión, las preadolescentes fueron un punto positivo para la industria de belleza en EE.UU. ya que fue el único grupo en aumentar el consumo. En 2009, su gasto promedio mensual en productos de belleza se elevó a US$9,20 de US$8,50 en 2007, según la firma de investigación NPD Group Inc. La firma encuestó a 1.500 niñas a través de Internet, 400 de ellas en edades comprendidas entre 8 y 12 años y que usan productos de belleza por lo menos una vez al mes.
Sesenta y cuatro por ciento dijo que sus padres o tutores les compraban los cosméticos, y 75% que sus padres y hermanos influenciaban sobre lo que compraban. El uso regular, definido como al menos una vez al mes, de lápiz labial, delineador y rímel aumentó desde 2007.
"En realidad, las niñas comienzan con el uso de cosméticos desde los seis años", con productos como el brillo de labios y el esmalte de uñas, dice Leslie Gibbs, directora de marketing de Aspire Brands Inc., comercializadora de las líneas de maquillaje Bonne Bell y Lip Smacker. A menudo, las niñas reciben estos productos como regalos de algún miembro de la familia. "Entonces, a cierta edad (cada vez más temprana) empiezan a querer utilizar cosméticos para realzarse".
Normalmente, las niñas primero "empiezan aplicándose el brillo de labios con esponja" y luego pasan al rubor brillante, según Gibbs . "Existe una curiosidad natural que cada vez se despierta más temprano".
Este año, Aspire planea agregar a la línea Bonne Bell 12 gamas de pintalabios y sombras de ojos, así como kits de maquillaje de ojos con instrucciones de aplicación. También está ampliando la línea Lip Smacker para añadir más diseños de uñas postizas y una fragancia. Las ventas de Bonne Bell crecieron a tasas de dos dígitos porcentuales en las tiendas Wal-Mart el año pasado, según Aspire Brands, añadiendo que productos como los kits de sombras de ojos son para adolescentes no para preadolescentes. "No necesitamos reclutarlas antes de lo que ellas quieran", concluye Gibbs.
Los niños también están empezando a mostrar un creciente interés por los productos de cuidado personal como el desodorante spray con aroma de chocolate Dark Temptation de la línea Axe de Unilever o el jabón líquido para el cuerpo con olor a Old Spice de Procter & Gamble.
En los últimos años, se ha prestado mucha atención a la imagen que las niñas tienen de sí mismas cuando están cerca de la adolescencia. Algunos expertos en el desarrollo infantil dicen que el maquillaje aplicado en una edad muy temprana hace demasiado énfasis en la apariencia. Otros, sin embargo, aseguran que un poco de lápiz labial no es para alarmarse, si no está acompañado de otros problemas como las malas notas en el colegio o la falta de amigos.
Los comerciantes están intentando quitarle peso a la precocidad que queda implícita en el maquillaje a esa edad. Hoy en día, el uso de maquillaje es más probable que sea visto por los padres como una oportunidad para crear lazos afectivos con sus hijos. "Muchas de las marcas que la madre utiliza, en realidad son las que también usan las jóvenes" sostiene Karen Grant, vicepresidenta de NPD y analista de la industria de belleza.
Para los minoristas, es un delicado acto de equilibrio. Justice for Girls, parte de la unidad Tween Brands de Ascena Retail Group, no incluye sombras y rímel pesados en su línea de belleza, dice Georgia Fox, vicepresidenta de comercialización para productos de estilo de vida y accesorios. Los nuevos artículos que han sacado en los últimos meses incluyen tatuajes brillantes temporales y la colección de fragancias Glitter Star Girls.
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lunes, 29 de noviembre de 2010

Vacunación infantil, ¿obligación o derecho?

A raíz de los últimos acontecimientos ocurridos en Granada, los expertos y muchos padres empiezan a plantearse hasta qué punto debería ser obligatorio cumplir el calendario vacunal infantil. Ante el brote de sarampión que ya ha afectado a unas 50 personas no inmunizadas (ocho adultos y el resto menores), un juez ha ordenado vacunar a 35 niños susceptibles de contagiarse. El objetivo: frenar la expansión de este virus, detectado a principios de este mes en un colegio de la ciudad andaluza.
"Es una enfermedad que está prácticamente erradicada en nuestro país gracias a las vacunas", explica Jesús García Pérez, pediatra y vocal de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria. Lo importante, añade, son sus posibles complicaciones: "Bronquitis, otitis, neumonía y, la más grave, encefalitis aguda [irritación e inflamación del cerebro], que sufre uno de cada 1.000 niños con sarampión". Esta afección debe tratarse con urgencia, ya que, aunque la mayoría se recupera sin secuelas, "podría causar daños cerebrales, parálisis, pérdida de audición, dificultades en el habla, alteraciones neurológicas e incluso la muerte".
Ante tales riesgos, el doctor García anima a proteger a los menores con la vacuna, aunque también subraya que "hay que respetar la libertad de elección de los progenitores sobre la salud de sus hijos". No hay que olvidar que la inmunización es voluntaria, no obligatoria. Y este derecho a elegir es el que remarcan algunos padres como Vicenç Robles, que forma parte de la Liga para la Libertad de Vacunación. "Al cabo de los tres primeros años de vida, los pequeños reciben unos 36 impactos vacunales. No sabemos cómo puede influir este cóctel sobre su sistema inmunitario, que aún está en desarrollo. Preferimos protegerles de forma natural, con la alimentación y un estilo de vida saludable".
Probablemente, éste sea el razonamiento de los padres granadinos que optaban por no vacunar a sus hijos. ELMUNDO.es ha intentado ponerse en contacto con ellos, pero eluden hacer declaraciones. Más allá del derecho y la libertad a elegir, en este caso, la situación es algo más compleja. "La vacunación como protección individual no se puede imponer, pero cuando se produce un brote epidémico y existe riesgo de transmisión, empieza a convertirse en una cuestión poblacional, de protección a la sociedad, adquiere incluso un punto de solidaridad", argumenta Josep Marès, coordinador del comité asesor de vacunas de la Asociación Española de Pediatría. Hasta el momento, en Granada, el 30% de los afectados ha requerido atención hospitalaria.
En situaciones como ésta, señala Marès, "conviene vacunar a las personas no inmunizadas del entorno, susceptibles de contagiarse, haciendo hincapié en los más pequeños", en los que se adelanta la primera dosis de los 15 a los seis meses. "Para proteger a los que aún no ha dado tiempo a vacunar. Justo a esta edad, el sarampión tiene más mortalidad", apunta el especialista, quien recuerda que "durante el primer semestre de vida, el bebé mantiene aún los anticuerpos de la madre".
Estas son las medidas que, de forma "excepcional y transitoria", los servicios sanitarios de Granada han puesto en marcha, además de distintas acciones informativas dirigidas a aquellos padres objetores de la vacunación. Dado que no ha habido respuesta y que se trataba de una colisión entre el derecho individual y el derecho colectivo de defensa de la salud pública, se trasladó a la Judicatura.
Ahora, por primera vez en España, un juez autoriza la vacunación forzosa. Tanto los padres que se negaban a inmunizar a sus hijos (cinco) como los que no presentaron las cartillas de sus pequeños (30), tienen hasta el martes para cumplir la sentencia emitida. Queda por ver cuál será su reacción, ya que podrían interponer un recurso de apelación.

Mito o realidad

Según la Organización Mundial de la Salud, las campañas de vacunación han reducido los fallecimientos por sarampión un 78% en los últimos 10 años. Lo mismo ocurre con otras enfermedades y así lo certifica el doctor García: "Cuando era médico residente veía afectados por rubeola que sufrían tremendas deformaciones, niños con graves secuelas por culpa de la polio o personas que morían por hepatitis B. Hoy, estas enfermedades casi no existen". En España, añade, el 95% de la población infantil está vacunado contra este tipo de afecciones.
Siendo así, ¿por qué existe un colectivo de padres que decide no inmunizar a sus hijos? "Las vacunas no son inocuas y tampoco son la panacea", señala Vicenç Robles. "La administración informa de los efectos positivos, pero no de los adversos y tampoco explica la composición (conservantes, mercurio...) y hasta qué punto pueden provocar complicaciones graves". Y añade: "Puede ser que con la vacuna se evite que uno de cada 1.000 niños sufra encefalitis, pero la reflexión también debe hacerse al contrario. Puede que un niño muera por la inmunización".
Como comenta Josep Marès, "mucha gente sigue creyendo que las vacunas contienen mercurio y no es verdad. Cuando se usaba, las cantidades eran mínimas y se demostró que no provocaban alteraciones neurológicas".
En cuanto a los efectos secundarios de la vacunación, se reducen a la "fiebre, dolor local y malestar general". No se ha demostrado científicamente ninguna otra consecuencia. Teniendo en cuenta las secuelas que pueden producir enfermedades como el sarampión, "entendemos que es mejor pasar por esta sintomatología que arriesgarse a sufrir complicaciones como la neumonía", apunta Marès.
Independientemente de las argumentaciones en uno u otro sentido, los padres objetores suelen serlo por cuestión de filosofía. "Intentamos proporcionarle a mi hija opciones sanitarias afines a nuestro pensamiento. Su pediatra es naturista, y si lo necesita, le proporcionamos tratamientos con hierbas, cataplasmas y homeopatía. Mi hija nunca ha tomado una aspirina ni un antitérmico. Consideramos que la fiebre es un aspecto para observar no reprimir. Sólo una vez, cuando tenía dos años y le salió un impétigo en el labio, utilizamos una pomada antibiótica. Llevamos un estilo de vida sano y una dieta equilibrada", dice Robles.
Correcto o incorrecto, como aseguran los médicos consultados por ELMUNDO.es, nadie puede obligar a ponerse una vacuna. Otra cosa es que, "ante un riesgo inminente y para controlar el brote epidémico, las autoridades puedan imponer la inmunización", apunta Marès. En casos como éste, bastaría simplemente con un poco de sentido común. El propio Vicenç Robles confirma: "Yo creo que acabaría vacunando a mi hija".
elmundo.es

sábado, 27 de noviembre de 2010

El sujeto violento se venga de su infancia

El proceso de la adolescencia es una confrontación con numerosas situaciones, donde se encuentra expuesta la autoestima y la rivalidad con otros u otras. Cuando ha avanzado en su desarrollo sin mayores heridas previas, es decir sin situaciones familiares o personales que generen estados traumáticos o derrumbes de su amor propio, o de las estructuras psíquicas que regulan la moral y sus acciones, el adolescente puede soportar las rivalidades y la envidia o la violencia que puede generarle el otro.
En los jóvenes que han tenido perturbaciones y desestabilizaciones en su vida familiar, o heridas a su autoestima en edades tempranas, la violencia y el odio que se generó antes puede en la adolescencia convertirse en un manantial de destructividad y odio que la lleva a acciones violentas, donde no hay un pensamiento regulador que mida las consecuencias de su acto. El sujeto violento se venga sin conciencia de situaciones de su infancia y su víctima representa a diversos personajes de su pasado. Su acto es parte de un delirio y lo que goza en su destructividad no guarda relación con la afrenta que pueda haber recibido. La situación de conflicto que despertó la violencia tan radical es sólo un disparador.
clarin.com