Por Alejandro Rapetti
Especial para lanacion.com
Hacen oídos sordos a los mandatos sociales y deciden, sin culpa, que el núcleo familiar se limite solo a dos, sin lugar para un tercero. Se los conoce como DINK, acrónimo de Double Income, No Kids , o "doble ingreso sin hijos" y es un fenómeno creciente.
Se trata de parejas de entre 25 y 39 años que cada vez más optan por no tener hijos en favor de una mayor independencia económica, desarrollo profesional y tiempo disponible para el ocio.
"Las explicaciones sociales a este fenómeno hay que buscarlas en las expectativas de las mujeres por una mejor posición social, que implican mayores niveles educativos y mejores posiciones laborales. De allí que se postergue la llegada y también se reduzca la cantidad de hijos a tener", señala Victoria Mazzeo, doctora en Ciencias Sociales y jefa del Departamento Análisis Demográfico de la Dirección General de Estadística y Censos (GCBA).
Según la Encuesta Anual de Hogares 2007, publicada en 2009 por la Dirección General de Estadísticas y Censos, el tránsito de las familias a lo largo del tiempo ha dado origen al concepto de etapas del ciclo de vida familiar, que se refiere a las distintas fases por las que pueden transitar los hogares de tipo familiar.
Dentro de ellas se encuentra "Pareja joven sin hijos", definida como pareja que no ha tenido hijos, donde la mujer tiene menos de 40 años. La encuesta señala que en la ciudad de Buenos Aires, en 2007 estas parejas representaban el 11,3% de los hogares nucleares completos (cerca de 65.000 hogares). Estos hogares tienen alto ingreso per cápita familiar respecto al total de la ciudad y en su mayoría (83%) están ubicados en los quintiles de ingresos más ricos.
"Esta tendencia pertenece mas bien a las metrópolis, a las civilizaciones en progreso ya que aún no sucede en las pequeñas ciudades ni en los pueblos, qué decir, ni siquiera en el Gran Buenos Aires donde los niños siguen naciendo de jóvenes madres, por lo general acogidas en sus familias de origen", señala por su parte la licenciada Jazmín Gulí, psicóloga especializada en Constelaciones Familiares y Terapias de Pareja, y autora del libro Amor Delivery , editado por Aguilar.
Y añade: "Sin embargo esta nueva forma pertenece a lo que llamamos progreso y forma parte de un conjunto de ideas que lo sostienen, como ser que todo aquello que sea racional, premeditado y que postergue los deseos "primitivos", como el de reproducirse y continuar la especie, va a ir distinguiéndonos cada vez más del animal que ni piensa ni tiene la capacidad de planear o plantearse objetivos reproductivos"".
Sofía Roncatti tiene 33 años, es radióloga, y vive en pareja desde hace 4 años, aunque hasta el momento postergó la posibilidad de su maternidad para más adelante: "Nunca descarté la idea de ser mamá, sólo es que por ahora así estamos muy bien, y nos gustaría estirar este momento lo más posible. Creo que hoy en día hay tiempo de ser madre hasta una edad un poco más avanzada, y no veo la razón para apurarnos en tomar una decisión que nos cambiará completamente nuestras vidas", sostiene.
En cualquier caso, los DINK no tienen que preocuparse por asistir a los actos del colegio, pueden salir de vacaciones en cualquier mes del año, y a menudo se permiten consumir artículos y servicios que para muchos pueden resultar de lujo. Salen más seguido a comer afuera y llevan una vida muy saludable, dedicando gran parte de su tiempo libre a hacer ejercicio y llevar una dieta equilibrada.
Estas parejas rompen con la concepción tradicional de familia, y defienden su elección como una opción cada vez más viable a la hora de elegir un modelo de vida.
Las estadísticas así lo demuestran. No es casual que a partir de la década del 80, las mujeres aumentaron progresivamente su edad para contraer matrimonio. La media en esa década fue de 26 años, en los noventa fue de 28 años y supera los 30 años para la década de 2000.
"Este corrimiento de la edad a la primera unión se corrobora al examinar la edad promedio de las madres que dieron a luz por primera vez, que osciló entre los 26 y 28 años durante las décadas de 1980 y 1990 y supera los 29 años a partir de 2000. Como resultado la tasa global de fecundidad (cantidad de hijos por mujer) en 2001 mantuvo el mismo nivel que en 1991 (1,8 hijos por mujer) pero descendió con respecto a 1980 (2 hijos por mujer)", apunta Mazzeo.
En ese sentido, al analizar el grupo de mujeres de 30 a 39 años, la proporción que tuvo hijos fue el 71% en 1980 y se redujo al 65 % en el 2006. Ahora bien, si dentro de este grupo de edad se observa el comportamiento reproductivo de las mujeres con nivel educativo universitario completo, se advierte que los niveles son distintos: las mujeres de 30 a 39 años con universitario completo que tuvieron hijos se redujo del 65% en 1980 al 48% en 2006. Es decir, en la ciudad, menos de la mitad de las mujeres de 30 a 39 años con nivel educativo universitario completo tuvo hijos.
Por otro lado se corrobora la importancia del mayor nivel educativo en este grupo de edad: la proporción de mujeres de 30 a 39 años con estudio universitario completo en el total de mujeres de ese grupo de edad fue el 14% en 1980 y trepó al 26% en 2006.
Para Gulí, detrás de esta nueva conducta parecen verse multitudes de hijos que recibieron la vida pero no se la pasan a otros, manteniendo una juventud a fuerza de negarse a pertenecer a la rueda de la vida. "No lo veo separado del movimiento, también creciente, de las fertilizaciones en edades avanzadas, insistencias civilizadas a que las cosas ocurran como uno dice y no como son o serían. Una actitud frente a la vida", asegura.
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Hacen oídos sordos a los mandatos sociales y deciden, sin culpa, que el núcleo familiar se limite solo a dos, sin lugar para un tercero. Se los conoce como DINK, acrónimo de Double Income, No Kids , o "doble ingreso sin hijos" y es un fenómeno creciente.
Se trata de parejas de entre 25 y 39 años que cada vez más optan por no tener hijos en favor de una mayor independencia económica, desarrollo profesional y tiempo disponible para el ocio.
"Las explicaciones sociales a este fenómeno hay que buscarlas en las expectativas de las mujeres por una mejor posición social, que implican mayores niveles educativos y mejores posiciones laborales. De allí que se postergue la llegada y también se reduzca la cantidad de hijos a tener", señala Victoria Mazzeo, doctora en Ciencias Sociales y jefa del Departamento Análisis Demográfico de la Dirección General de Estadística y Censos (GCBA).
Según la Encuesta Anual de Hogares 2007, publicada en 2009 por la Dirección General de Estadísticas y Censos, el tránsito de las familias a lo largo del tiempo ha dado origen al concepto de etapas del ciclo de vida familiar, que se refiere a las distintas fases por las que pueden transitar los hogares de tipo familiar.
Dentro de ellas se encuentra "Pareja joven sin hijos", definida como pareja que no ha tenido hijos, donde la mujer tiene menos de 40 años. La encuesta señala que en la ciudad de Buenos Aires, en 2007 estas parejas representaban el 11,3% de los hogares nucleares completos (cerca de 65.000 hogares). Estos hogares tienen alto ingreso per cápita familiar respecto al total de la ciudad y en su mayoría (83%) están ubicados en los quintiles de ingresos más ricos.
"Esta tendencia pertenece mas bien a las metrópolis, a las civilizaciones en progreso ya que aún no sucede en las pequeñas ciudades ni en los pueblos, qué decir, ni siquiera en el Gran Buenos Aires donde los niños siguen naciendo de jóvenes madres, por lo general acogidas en sus familias de origen", señala por su parte la licenciada Jazmín Gulí, psicóloga especializada en Constelaciones Familiares y Terapias de Pareja, y autora del libro Amor Delivery , editado por Aguilar.
Y añade: "Sin embargo esta nueva forma pertenece a lo que llamamos progreso y forma parte de un conjunto de ideas que lo sostienen, como ser que todo aquello que sea racional, premeditado y que postergue los deseos "primitivos", como el de reproducirse y continuar la especie, va a ir distinguiéndonos cada vez más del animal que ni piensa ni tiene la capacidad de planear o plantearse objetivos reproductivos"".
Sofía Roncatti tiene 33 años, es radióloga, y vive en pareja desde hace 4 años, aunque hasta el momento postergó la posibilidad de su maternidad para más adelante: "Nunca descarté la idea de ser mamá, sólo es que por ahora así estamos muy bien, y nos gustaría estirar este momento lo más posible. Creo que hoy en día hay tiempo de ser madre hasta una edad un poco más avanzada, y no veo la razón para apurarnos en tomar una decisión que nos cambiará completamente nuestras vidas", sostiene.
En cualquier caso, los DINK no tienen que preocuparse por asistir a los actos del colegio, pueden salir de vacaciones en cualquier mes del año, y a menudo se permiten consumir artículos y servicios que para muchos pueden resultar de lujo. Salen más seguido a comer afuera y llevan una vida muy saludable, dedicando gran parte de su tiempo libre a hacer ejercicio y llevar una dieta equilibrada.
Estas parejas rompen con la concepción tradicional de familia, y defienden su elección como una opción cada vez más viable a la hora de elegir un modelo de vida.
Las estadísticas así lo demuestran. No es casual que a partir de la década del 80, las mujeres aumentaron progresivamente su edad para contraer matrimonio. La media en esa década fue de 26 años, en los noventa fue de 28 años y supera los 30 años para la década de 2000.
"Este corrimiento de la edad a la primera unión se corrobora al examinar la edad promedio de las madres que dieron a luz por primera vez, que osciló entre los 26 y 28 años durante las décadas de 1980 y 1990 y supera los 29 años a partir de 2000. Como resultado la tasa global de fecundidad (cantidad de hijos por mujer) en 2001 mantuvo el mismo nivel que en 1991 (1,8 hijos por mujer) pero descendió con respecto a 1980 (2 hijos por mujer)", apunta Mazzeo.
En ese sentido, al analizar el grupo de mujeres de 30 a 39 años, la proporción que tuvo hijos fue el 71% en 1980 y se redujo al 65 % en el 2006. Ahora bien, si dentro de este grupo de edad se observa el comportamiento reproductivo de las mujeres con nivel educativo universitario completo, se advierte que los niveles son distintos: las mujeres de 30 a 39 años con universitario completo que tuvieron hijos se redujo del 65% en 1980 al 48% en 2006. Es decir, en la ciudad, menos de la mitad de las mujeres de 30 a 39 años con nivel educativo universitario completo tuvo hijos.
Por otro lado se corrobora la importancia del mayor nivel educativo en este grupo de edad: la proporción de mujeres de 30 a 39 años con estudio universitario completo en el total de mujeres de ese grupo de edad fue el 14% en 1980 y trepó al 26% en 2006.
Para Gulí, detrás de esta nueva conducta parecen verse multitudes de hijos que recibieron la vida pero no se la pasan a otros, manteniendo una juventud a fuerza de negarse a pertenecer a la rueda de la vida. "No lo veo separado del movimiento, también creciente, de las fertilizaciones en edades avanzadas, insistencias civilizadas a que las cosas ocurran como uno dice y no como son o serían. Una actitud frente a la vida", asegura.
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