miércoles, 31 de marzo de 2010

El negocio del pesimismo norteamericano en internet

En 1893, el astrónomo y divulgador francés Camille Flammarion publicó una novela llamada El fin del mundo, en la cual describía posibles escenarios luego de que un cometa chocara contra la superficie de la Tierra. En 1931 el cineasta Abel Gance llevó a la pantalla grande la historia de Flammarion y bautizó con ella el comienzo de su carrera en el cine sonoro. La noche del cometa (1984), Impacto profundo (1998) y la taquillera Armageddon (1998), entre otras, siguieron sus pasos pero dejando una estela de dólares nada destructivos para sus productores.
El cine, la literatura y, por supuesto, la radio –que de la mano de Orson Wells y su Guerra de los mundos (1938) llevó a la realidad un simple radioteatro que derivó en suicidios y pánico generalizado– han lucrado con una de las emociones básicas del ser humano: el miedo. Y sobre todo, el miedo a la muerte de todo y de todos. Pero los autores de ficción tienen la grata y justa libertad de imaginar lo que sea, siempre que su obra sea presentada como ficcional.
Distinto es lo que actualmente sucede en la red: el negocio del fin del mundo se ha “customizado” y cada uno puede elegir el que más le guste. The New York Magazine, en un artículo publicado a principios de 2009, acuñó el término pessimism porn para describir la incontenible demanda por malas noticias y peores augurios que atoraba –y continúa atorando– a la web. Ya sea un colapso económico, una tiranía política o una catástrofe cósmica, todo está disponible para su inmediata satisfacción. Situación ignota en el mundo hacía tan sólo 10 o 15 años y que, con todas sus ventajas inobjetables, también merece una especial atención a la hora de consumirlas.
El fin, versión económica. Peter Schiff, empresario y candidato a senador de los Estados Unidos, desde 2006 ha estado prediciendo en diversos programas de televisión el fin del dólar como moneda de reserva y el colapso de la hegemonía estadounidense con sus imprevisibles consecuencias globales. Vale aclarar que no está solo en su cruzada, pero poco a poco se ha transformado en la voz popular sobre el tema. Y no es para menos: su libro Crash Proof: How to Profit From the Coming Economic Collapse (2007) es una minuciosa y sustentada predicción de la actual crisis económica producto de la burbuja inmobiliaria. Su actual canal en YouTube cuenta con cerca de tres millones de reproducciones y casi veinte mil suscriptores, aumentando cada día a ritmo sostenido. Realiza un programa semanal de radio sobre la actualidad de la inminente catástrofe y, para ser justos, sobre cómo evitarla a través de un análisis macroeconómico.
Por supuesto, en cada aparición o publicación no deja de invitar al espectador a llamar a un agente de su empresa para realizar inversiones a través de Europac.net. Por ser un firme y expreso defensor del libre mercado, nada hay que reprocharle al respecto.Versión política. El nuevo orden mundial o new world order es un término originalmente pronunciado por George H. Bush en un discurso del 11 de septiembre de 1991, el cual hace referencia a “…una gran idea, en la que las diversas naciones se junten para alcanzar las aspiraciones universales de la humanidad…”. A partir de ese momento, se ha transformado en la definición de lo que se considera como el fin del mundo político-social como lo conocemos y Alex Jones es, sin duda, el flautista de Hamelín que guía a todos los adeptos de esta teoría. Hacia dónde, aún está por verse. Pero desde 1998 este alguna vez candidato a gobernador de Texas ha producido más de 15 documentales, ha estado al aire con The Alex Jones Show desde hace más de 10 años y ha entrevistado a personajes de los más variados espectros y niveles, entre los que se encuentran el argentino Adrián Salbucchi.
Investigador, ensayista y consultor internacional, Salbucchi abrió su canal en YouTube en marzo del pasado año con videos conferenciados sobre la inminente llegada del nuevo orden mundial junto a diversas explicaciones económicas y rápidamente creció hasta alcanzar, actualmente, cerca de novecientas mil reproducciones y la invitación al programa de Jones: casi un sello de legitimidad dentro de la cultura de la conspiración.
Alex Jones y su equipo han realizado films de muy alta factura y han obtenido material y testimonios que parecen sustentar sus afirmaciones sobre la llegada de este nuevo orden pero, mientras tanto, las publicidades en su web y en su show radial se apilan exponencialmente.
Versión espiritual. Así como en 1999 se esperaba al Y2K –el temor era que las computadoras no “entendieran” que debían pasar al año 2000 y no al 1900 y nos devolvieran en un instante a la Edad Media–, en 2010 y desde hace ya unos cuantos años, la fecha del fin del mundo se ha trasladado al 21 de diciembre de 2012: año en el que culmina el famoso calendario maya.
Los residuos arqueológicos hallados de esta civilización mesoamericana parecen indicar que eran sabios medidores del tiempo y de los ciclos astronómicos que lo definen, y el calendario en cuestión está basado en precisas observaciones cósmicas que se detienen en la fecha mencionada. Si bien alrededor del mundo se han hallado probables evidencias que la apoyan, la más llamativa está en la astronomía moderna. Según datos astronómicos, en 2012 nuestro sol se alinearía con el centro de la galaxia, evento nunca antes registrado, y cuyas consecuencias son desconocidas. La astrología también se hace eco, ya que, en fechas muy cercanas, se estaría saliendo de la actual era de Piscis para ingresar a la de Acuario.
De todas formas y más allá del vicio tradicional de Hollywood –que ante cada nueva excusa para destruir ciudades con sus efectos especiales no puede resistirse– el fenómeno 2012 intenta ser presentado como fenómeno espiritual. Sin embargo, el negocio está a la orden del día con libros, películas y políticos oportunistas que han hecho del fin del mundo un auténtico filón.
Tal vez el 21 de diciembre de 2012 nos despertemos con ganas de cambiar, aunque ningún cambio suceda. No vendría mal un nuevo comienzo.
criticadigital.com

No hay comentarios: