Por Juan Manuel Ríos
Especial para lanacion.com
La vejiga hiperactiva se caracteriza por el aumento tanto de la frecuencia como de la urgencia de la necesidad de orinar, lo cual puede presentarse aún en la ausencia de factores metabólicos o patológicos locales, como la existencia de una infección urinaria. Se estima que un 16% de la población sufre este trastorno en la Argentina, registrándose una incidencia levemente mayor en las mujeres así como un aumento proporcional de acuerdo con la edad.
Sus síntomas más comunes son el aumento de la necesidad de orinar, superando las ocho veces en un período de veinticuatro horas, y la sensación de una urgencia imperiosa e incontrolable de orinar producida en un lapso extremadamente corto a partir del momento en que la sensación de que la vejiga está llena hace su aparición.
De este modo, la vejiga hiperactiva se encuentra íntimamente relacionada con situaciones de pérdida involuntaria de orina o incontinencia urinaria, ya que la urgencia repentina de la necesidad de orinar en muchas ocasiones no llega a proporcionar el tiempo necesario para alcanzar el toilette.
Al mismo tiempo, este aumento de la frecuencia y de la urgencia de la necesidad de orinar se mantiene en muchos casos aún en las horas del sueño, volviéndose necesario levantarse varias veces durante la noche, lo cual no hace más que potenciar el problema.
Típicamente, las personas orinan con lapsos de dos o tres horas durante el día y una vez durante la noche. Si bien pueden registrarse ligeras variaciones en cuanto a esta frecuencia en cada individuo de acuerdo a la cantidad y a la calidad del líquido ingerido habitualmente, a la alimentación y a condiciones diversas como el tipo de actividad realizada y la ingesta de ciertos medicamentos, existen circunstancias que pueden alterar notablemente la regularidad del sistema urinario, como la presencia de infecciones, cálculos, tumores así como la presencia de stress y, raramente, problemas neurológicos.
En muchos casos, sin embargo, dicha alteración está relacionada con cambios no específicos ocurridos en la vejiga. De hecho, en la mayoría de los casos la causa exacta de la vejiga hiperactiva se desconoce.
Es común, por otra parte, que la calidad de vida de las personas que padecen esta patología se vea afectada sensiblemente, determinando en muchos casos el cambio de sus rutinas tanto en el plano laboral como en el afectivo e incluso el sexual, dificultando asimismo la posibilidad de emprender viajes o de concurrir a determinados espacios, generando sentimientos de culpa, vergüenza y depresión que pueden dañar severamente su autoestima, limitando al mismo tiempo su desarrollo personal.
Cómo tratarlo. Afortunadamente existen tratamientos capaces de proporcionar una franca recuperación frente a los síntomas, restituyendo la calidad de vida de los pacientes y evitando el surgimiento de posteriores complicaciones.
Varios estudios clínicos han comprobado los excelentes resultados obtenidos por medio de la aplicación de toxina botulínica. El doctor Gustavo Garrido, médico urólogo del Hospital de Clínicas, señala al respecto que "en el caso de la vejiga hiperactiva de origen neurogénico, la orina puede ascender por los uréteres hacia los riñones, provocando una insuficiencia renal. El uso de toxina botulínica disminuye las contracciones anormales de la vejiga y aumenta su capacidad. Esto minimiza los riesgos de reflujo y permite controlar la incontinencia urinaria."
Al existir la posibilidad de que las causas de un desarreglo en los hábitos urinarios se encuentren relacionadas con alguna patología más severa, y para recuperar al mismo tiempo la independencia en las actividades diarias en caso de que éstas se hayan visto afectadas, es indispensable concurrir al médico ante los primeros síntomas. En caso de ser diagnosticado efectivamente el trastorno como un caso de vejiga hiperactiva, será el profesional quien indique un tratamiento adecuado de acuerdo a la intensidad de los síntomas y al grado en el que estos interfieran con el estilo de vida del paciente.
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La vejiga hiperactiva se caracteriza por el aumento tanto de la frecuencia como de la urgencia de la necesidad de orinar, lo cual puede presentarse aún en la ausencia de factores metabólicos o patológicos locales, como la existencia de una infección urinaria. Se estima que un 16% de la población sufre este trastorno en la Argentina, registrándose una incidencia levemente mayor en las mujeres así como un aumento proporcional de acuerdo con la edad.
Sus síntomas más comunes son el aumento de la necesidad de orinar, superando las ocho veces en un período de veinticuatro horas, y la sensación de una urgencia imperiosa e incontrolable de orinar producida en un lapso extremadamente corto a partir del momento en que la sensación de que la vejiga está llena hace su aparición.
De este modo, la vejiga hiperactiva se encuentra íntimamente relacionada con situaciones de pérdida involuntaria de orina o incontinencia urinaria, ya que la urgencia repentina de la necesidad de orinar en muchas ocasiones no llega a proporcionar el tiempo necesario para alcanzar el toilette.
Al mismo tiempo, este aumento de la frecuencia y de la urgencia de la necesidad de orinar se mantiene en muchos casos aún en las horas del sueño, volviéndose necesario levantarse varias veces durante la noche, lo cual no hace más que potenciar el problema.
Típicamente, las personas orinan con lapsos de dos o tres horas durante el día y una vez durante la noche. Si bien pueden registrarse ligeras variaciones en cuanto a esta frecuencia en cada individuo de acuerdo a la cantidad y a la calidad del líquido ingerido habitualmente, a la alimentación y a condiciones diversas como el tipo de actividad realizada y la ingesta de ciertos medicamentos, existen circunstancias que pueden alterar notablemente la regularidad del sistema urinario, como la presencia de infecciones, cálculos, tumores así como la presencia de stress y, raramente, problemas neurológicos.
En muchos casos, sin embargo, dicha alteración está relacionada con cambios no específicos ocurridos en la vejiga. De hecho, en la mayoría de los casos la causa exacta de la vejiga hiperactiva se desconoce.
Es común, por otra parte, que la calidad de vida de las personas que padecen esta patología se vea afectada sensiblemente, determinando en muchos casos el cambio de sus rutinas tanto en el plano laboral como en el afectivo e incluso el sexual, dificultando asimismo la posibilidad de emprender viajes o de concurrir a determinados espacios, generando sentimientos de culpa, vergüenza y depresión que pueden dañar severamente su autoestima, limitando al mismo tiempo su desarrollo personal.
Cómo tratarlo. Afortunadamente existen tratamientos capaces de proporcionar una franca recuperación frente a los síntomas, restituyendo la calidad de vida de los pacientes y evitando el surgimiento de posteriores complicaciones.
Varios estudios clínicos han comprobado los excelentes resultados obtenidos por medio de la aplicación de toxina botulínica. El doctor Gustavo Garrido, médico urólogo del Hospital de Clínicas, señala al respecto que "en el caso de la vejiga hiperactiva de origen neurogénico, la orina puede ascender por los uréteres hacia los riñones, provocando una insuficiencia renal. El uso de toxina botulínica disminuye las contracciones anormales de la vejiga y aumenta su capacidad. Esto minimiza los riesgos de reflujo y permite controlar la incontinencia urinaria."
Al existir la posibilidad de que las causas de un desarreglo en los hábitos urinarios se encuentren relacionadas con alguna patología más severa, y para recuperar al mismo tiempo la independencia en las actividades diarias en caso de que éstas se hayan visto afectadas, es indispensable concurrir al médico ante los primeros síntomas. En caso de ser diagnosticado efectivamente el trastorno como un caso de vejiga hiperactiva, será el profesional quien indique un tratamiento adecuado de acuerdo a la intensidad de los síntomas y al grado en el que estos interfieran con el estilo de vida del paciente.
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