jueves, 18 de marzo de 2010

Los británicos, alarmados por el microchip espión

Graciela Iglesias
Para LA NACION
LONDRES.- En julio pasado, un residente londinense, Paul Winston, conducía su automóvil por el norte de la ciudad cuando una avispa entró en su vehículo dispuesta a picarlo.
En pánico, detuvo su auto frente a una parada de ómnibus y abrió una de las ventanillas para que la avispa escapara.
La operación tomó sólo 57 segundos, pero la imagen fue capturada por una de las cámaras callejeras de la municipalidad del distrito de Camden, la cual, tras recoger sus datos personales a partir del número de la patente del auto, envió una multa de 120 dólares a su domicilio. Winston tuvo que lidiar durante ocho meses con papeleos y apelaciones judiciales hasta que logró que la multa fuera cancelada por tratarse de una emergencia.
Su caso no hizo más que incrementar la alarma entre los británicos, de por sí ya angustiados por el arribo de lo que podría convertir en realidad la pesadilla imaginada por George Orwell en su novela 1984 : el microchip espión.
El grupo defensor de las libertades individuales Big Brother Watch descubrió que, sin que los británicos lo supieran, la diminuta placa electrónica, capaz de ser programada para contener y emitir información, ya ha sido colocada en 2,6 millones de cestos de basura domiciliarios.
Cada microchip contiene los nombres y domicilios asociados con el cesto y registra a diario el peso de los desperdicios que se arrojan. Las 68 municipalidades que ordenaron su instalación, entre ellas Bristol, Belfast y Leeds, aseguran que no hay nada que temer.
Su intención, dicen, consiste en saber cuáles son las medidas de saneamiento que funcionan mejor y, luego, identificar a quienes reciclan mejor para otorgarles premios.
"Este argumento es similar al que nos dieron cuando se instalaron cámaras de circuito cerrado. Se suponía que era para protegernos de la delincuencia, pero la mayor parte del tiempo se usan para vigilar a inocentes. Si no tienen intenciones de monitorearnos ni de aplicarnos multas, ¿por qué instalaron estos microchips en forma subrepticia?", destacó Alex Deane, director de Big Brother Watch.
Corinne Thomson, vocera de la Asociación de Gobiernos Locales de Inglaterra y Gales, dijo que la operación fue realizada en forma discreta por temor a que los cestos fueran vandalizados. "Este avance tecnológico costó cierto dinero al erario, y no es cuestión de derrochar la inversión. Creemos que nos ayudará a reducir los costos de reciclaje y esto contribuirá a que bajemos los impuestos", afirmó.
También para vacas y perros
Los microchips no sólo se aplican a objetos inanimados. Desde la crisis desatada por el "mal de la vaca loca", cientos de miles de bovinos británicos portan uno en la oreja. Conocida como el "pasaporte vacuno", la placa electrónica contiene datos vitales del animal y la identidad de su propietario.
El ministro del Interior, Alan Johnson, quiere que este método también se aplique a los ocho millones de perros que viven en esta isla como parte de una iniciativa destinada a controlar aquellos que son peligrosos. Johnson promueve un plan por el cual todo propietario deberá adquirir un seguro para resarcir los daños provocados por un eventual ataque de su mascota. El cumplimiento de este requisito será monitoreado por el microchip, cuya instalación también deberá abonar el dueño, a un costo promedio de 25 dólares.
En un país donde portar armas está estrictamente prohibido, los perros salvajes se convirtieron en un poderoso medio de intimidación por parte de gánsteres y bandas de delincuentes. En Londres, el número de crímenes con participación canina pasó de 35 en 2002-2003 a 719 en 2008-2009. En el mismo período, 6000 carteros fueron mordidos. En sólo un año, un pequeño de cuatro años y una beba de tres meses murieron al ser atacados, en distintos incidentes, por un pit bull Terrier y un perro Jack Russell.
Aun así, los planes de Johnson fueron muy criticados. "Los delincuentes van a adulterar los microchips o los van a ignorar, mientras que los dueños de chihuahuas van a tener que pagar para que se espíe a sus pichichos mientras pasean", estimó Ryan O´Meara, editor de la revista K9 , especializada en asuntos caninos.
Para Deane, la iniciativa es "un disparate destinado a preparar el terreno para un impuesto canino" y también "una nueva invasión de la privacidad de los británicos".
Con 4,2 millones de cámaras de circuito cerrado, a razón de una cada 14 habitantes, Gran Bretaña ha sido calificada por el sociólogo Dr. David Murakami-Wood, profesor asociado de la cátedra de Estudios de Supervisión de la universidad canadiense de Queens, como "el país más vigilado del mundo occidental".

lanacion.com

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