Susana Gallardo
Para LA NACION
Los insecticidas, en general, afectan el sistema nervioso. Exponernos a uno de ellos, en un nivel aceptable, puede resultar inocuo. Pero ¿qué sucede si estamos en presencia de varios a la vez?
"Hasta el momento encontramos que la exposición a once insecticidas piretroides, que son los más usados, en cantidades que en forma individual no producen ningún efecto, provocan una perturbación en la conducta de ratas cuando se administran al mismo tiempo", afirma Marcelo Wolansky, investigador del Departamento de Química Biológica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
Los animales caminaban menos dentro de un laberinto y, en algunos casos, notaron alteraciones de la coordinación de los miembros.
Wolansky estudia, precisamente, los efectos de las combinacionemezclas químicas. "En el largo plazo, estas investigaciones permitirán generar estimadores de riesgo por exposición a mezclas de insecticidas presentes en el ambiente y los alimentos", destaca.
En Estados Unidos, en 1996 se dictó una ley de protección de la calidad de los alimentos (Food Quality Protection Act), que por primera vez exige al gobierno datos científicos sobre las propiedades toxicológicas de los compuestos químicos que pueden presentarse en forma simultánea en el ambiente y los alimentos.
Investigación repatriada
Wolansky, que es un investigador repatriado, participó en Estados Unidos en un trabajo de cuatro años de duración, realizado en la Agencia de Protección Ambiental (EPA), organismo que provee datos de investigación experimental al gobierno de ese país para ajustar las normas que regulan el uso de sustancias químicas, lo que se vierte por aire, suelo, agua; así como lo que queda como residuo en los alimentos.
El propósito del estudio de la EPA era indagar los efectos de los insecticidas piretroides, que parecen ser los más inocuos para el hombre. En la Argentina, se usan en las campañas contra la vinchuca, transmisor del Chagas, así como en los cultivos de cereales y oleaginosas.
"El objetivo de mi trabajo fue estimar la toxicidad en un modelo de mamífero, la rata, cuando el animal tiene contacto con más de un insecticida a la vez, que es lo que ocurre en la realidad", relata. Por ejemplo, cuando una persona ingirió frutillas, naranjas, pan y un aceite comestible el mismo día, muy probablemente se expuso a pequeñas cantidades de más de un insecticida piretroide, más otros insecticidas de diversa clase, además de herbicidas.
El hallazgo principal fue ver que once insecticidas piretroides que por separado eran inocuos, cuando se los ponía todos juntos, producían efectos en la actividad motora de los animales dentro de un laberinto. Los resultados acaban de publicarse en EHP (Environmental Health Perspectives), revista sobre salud y ambiente, y Wolansky es el primer autor del trabajo.
Una vez que tienen los datos de los modelos animales, los investigadores hacen una estimación de los márgenes de seguridad para los humanos. Hasta hace poco, esas estimaciones sólo se basaban en las sustancias químicas por separado, no se contemplaba la interacción entre ellas.
Los compuestos se estudian primero por separado para saber cuál es la dosis a partir de la cual comienza a haber una respuesta de toxicidad. Luego se genera una mezcla que tenga relevancia ambiental, es decir que las sustancias químicas sean las que están presentes hoy en el ambiente, por ejemplo en el área agrícola pampeana. Esa misma combinación se aplica en el animal, en las mismas proporciones y cantidades de los insecticidas individuales que se observan en el ambiente.
"Ante la mezcla de insecticidas, uno esperaría ver que se suman los efectos, pero encontramos que puede haber un efecto total superior al esperado. Si cada dosis individual no alcanza a producir toxicidad, entonces se puede conjeturar que la suma de varias dosis inocuas tampoco va a producir toxicidad, algo así como decir que la suma de muchos valores cercanos a cero dará «casi 0». En cambio, encontramos que la «mezcla de ceros» dio un número claramente mayor", advierte Wolansky.
En el experimento, se colocan las ratas en un laberinto. En una situación normal, el animal camina, olfatea, busca una salida y luego se relaja y se duerme. Pero cuando es expuesto a una sustancia que afecta el sistema nervioso y la motricidad, puede tener movimientos torpes, falta de coordinación en los miembros y avanzar en forma más lenta o más rápida.
En el caso de los insecticidas piretroides, en general producen disminución de la actividad motora en los laberintos. Además, se observan temblores musculares y algunos inducen movimientos parecidos a los del Parkinson. En este caso, el resultado fue un 65% menos de actividad motora en comparación con los animales que no recibieron la mezcla de insecticidas, aun cuando los niveles individuales de estos últimos eran inocuos por separado.
"Vamos aumentando la cantidad hasta ver a partir de qué dosis de la mezcla el animal tiene una respuesta de toxicidad", explica el investigador. "Ese valor es el que debería ser tenido en cuenta en las regulaciones", subraya.
El estudio de las mezclas químicas comenzó hace unos diez o quince años, y por los tiempos que llevan los experimentos, en cinco a diez años se tendrá suficiente evidencia científica para determinar la mejor forma de protegernos de los efectos conjuntos de los insecticidas.
Centro de Divulgación Científica, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, UBA
lanacion.com
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Los insecticidas, en general, afectan el sistema nervioso. Exponernos a uno de ellos, en un nivel aceptable, puede resultar inocuo. Pero ¿qué sucede si estamos en presencia de varios a la vez?
"Hasta el momento encontramos que la exposición a once insecticidas piretroides, que son los más usados, en cantidades que en forma individual no producen ningún efecto, provocan una perturbación en la conducta de ratas cuando se administran al mismo tiempo", afirma Marcelo Wolansky, investigador del Departamento de Química Biológica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
Los animales caminaban menos dentro de un laberinto y, en algunos casos, notaron alteraciones de la coordinación de los miembros.
Wolansky estudia, precisamente, los efectos de las combinacionemezclas químicas. "En el largo plazo, estas investigaciones permitirán generar estimadores de riesgo por exposición a mezclas de insecticidas presentes en el ambiente y los alimentos", destaca.
En Estados Unidos, en 1996 se dictó una ley de protección de la calidad de los alimentos (Food Quality Protection Act), que por primera vez exige al gobierno datos científicos sobre las propiedades toxicológicas de los compuestos químicos que pueden presentarse en forma simultánea en el ambiente y los alimentos.
Investigación repatriada
Wolansky, que es un investigador repatriado, participó en Estados Unidos en un trabajo de cuatro años de duración, realizado en la Agencia de Protección Ambiental (EPA), organismo que provee datos de investigación experimental al gobierno de ese país para ajustar las normas que regulan el uso de sustancias químicas, lo que se vierte por aire, suelo, agua; así como lo que queda como residuo en los alimentos.
El propósito del estudio de la EPA era indagar los efectos de los insecticidas piretroides, que parecen ser los más inocuos para el hombre. En la Argentina, se usan en las campañas contra la vinchuca, transmisor del Chagas, así como en los cultivos de cereales y oleaginosas.
"El objetivo de mi trabajo fue estimar la toxicidad en un modelo de mamífero, la rata, cuando el animal tiene contacto con más de un insecticida a la vez, que es lo que ocurre en la realidad", relata. Por ejemplo, cuando una persona ingirió frutillas, naranjas, pan y un aceite comestible el mismo día, muy probablemente se expuso a pequeñas cantidades de más de un insecticida piretroide, más otros insecticidas de diversa clase, además de herbicidas.
El hallazgo principal fue ver que once insecticidas piretroides que por separado eran inocuos, cuando se los ponía todos juntos, producían efectos en la actividad motora de los animales dentro de un laberinto. Los resultados acaban de publicarse en EHP (Environmental Health Perspectives), revista sobre salud y ambiente, y Wolansky es el primer autor del trabajo.
Una vez que tienen los datos de los modelos animales, los investigadores hacen una estimación de los márgenes de seguridad para los humanos. Hasta hace poco, esas estimaciones sólo se basaban en las sustancias químicas por separado, no se contemplaba la interacción entre ellas.
Los compuestos se estudian primero por separado para saber cuál es la dosis a partir de la cual comienza a haber una respuesta de toxicidad. Luego se genera una mezcla que tenga relevancia ambiental, es decir que las sustancias químicas sean las que están presentes hoy en el ambiente, por ejemplo en el área agrícola pampeana. Esa misma combinación se aplica en el animal, en las mismas proporciones y cantidades de los insecticidas individuales que se observan en el ambiente.
"Ante la mezcla de insecticidas, uno esperaría ver que se suman los efectos, pero encontramos que puede haber un efecto total superior al esperado. Si cada dosis individual no alcanza a producir toxicidad, entonces se puede conjeturar que la suma de varias dosis inocuas tampoco va a producir toxicidad, algo así como decir que la suma de muchos valores cercanos a cero dará «casi 0». En cambio, encontramos que la «mezcla de ceros» dio un número claramente mayor", advierte Wolansky.
En el experimento, se colocan las ratas en un laberinto. En una situación normal, el animal camina, olfatea, busca una salida y luego se relaja y se duerme. Pero cuando es expuesto a una sustancia que afecta el sistema nervioso y la motricidad, puede tener movimientos torpes, falta de coordinación en los miembros y avanzar en forma más lenta o más rápida.
En el caso de los insecticidas piretroides, en general producen disminución de la actividad motora en los laberintos. Además, se observan temblores musculares y algunos inducen movimientos parecidos a los del Parkinson. En este caso, el resultado fue un 65% menos de actividad motora en comparación con los animales que no recibieron la mezcla de insecticidas, aun cuando los niveles individuales de estos últimos eran inocuos por separado.
"Vamos aumentando la cantidad hasta ver a partir de qué dosis de la mezcla el animal tiene una respuesta de toxicidad", explica el investigador. "Ese valor es el que debería ser tenido en cuenta en las regulaciones", subraya.
El estudio de las mezclas químicas comenzó hace unos diez o quince años, y por los tiempos que llevan los experimentos, en cinco a diez años se tendrá suficiente evidencia científica para determinar la mejor forma de protegernos de los efectos conjuntos de los insecticidas.
Centro de Divulgación Científica, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, UBA
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