domingo, 28 de marzo de 2010

El mejor español, el del bilingüe

El español no sólo no sufre por la enseñanza bilingüe, sino que se beneficia de ella. Los alumnos de colegios que combinan castellano e inglés obtienen mejores resultados en la primera lengua que aquellos educados exclusivamente en esta. El balance encargado por el Ministerio de Educación y el British Council sobre la experiencia de 120 colegios públicos españoles confirma la tendencia que ya apuntaban otros estudios: que el alumno bilingüe mejora su capacidad de aprender. También el castellano. Algo que también apuntaban datos de autonomías con dos idiomas oficiales.
A diferencia de otros estudios, en esta ocasión el desnivel no puede explicarse en términos de elitismo. Los colegios bilingües se democratizan al llegar a la escuela pública. La evaluación de los 15 años de vida del programa bilingüe del Ministerio de Educación en convenio con el British Council lo revela. Bajo ese programa, 30.000 alumnos de infantil, primaria y secundaria estudian en 120 centros públicos repartidos por España. Los expertos celebran en particular el éxito del programa en especial en las clases menos pudientes.
El hijo de Julia Vargas tiene 11 años y va a un colegio bilingüe desde los tres, el Gregorio Marañón, en Toledo. Vargas confiesa que solicitó ese centro por proximidad al domicilio familiar, aunque "le agradaba que fuera bilingüe"; hoy no lo duda, fue un acierto. "Tiene muy buen nivel de inglés y saca muy buenas notas en general. Además, le gusta mucho y está muy motivado". Vargas no sabe si el nivel de comprensión en castellano de su hijo está influido por el reparto de horas entre el castellano y el inglés, pero lo que es un hecho es que "va muy bien en todas las materias".
El 20% de los estudiantes del Gregorio Marañón son "alumnos con problemas", según explica su directora, María Jesús López, y un 8% son calificados de "riesgo social", término tras el que hay absentismo escolar, falta de motivación y características socioeconómicas y culturales que en cualquier momento "puede llevarles a cambiar el estudio por la delincuencia". El Gregorio Marañón ejemplifica muy bien la pretensión del programa bilingüe en las escuelas públicas: "Se creó para dar acceso al bilingüismo a gente que no tiene recursos para ir a una academia", explica López. Tras 14 años, la directora esta satisfecha, los resultados son muy buenos. "No es fácil, dadas las características del alumnado. Se trabaja mucho, con grupos flexibles y reducidos".
Algunos alumnos son extranjeros, principalmente magrebíes y chinos. Dos lenguas y ninguna materna, intimida. "Si son pequeños, aprenden sin problema; si no, se les da una programación más adaptada", explica López.
El inglés resuena en los pasillos del centro durante todo el día, aunque el 40% de lo programación se imparte en castellano. "Tratamos de que la forma natural de comunicarnos sea el inglés. Nos saludamos en inglés, se canta en inglés y celebramos fiestas anglosajonas. El centro está imbuido en la cultura inglesa".
Sin embargo, según la evaluación, un 10% de los alumnos tienen dificultades para enfrentarse a dos lenguas y se descuelgan. "Aquí se descuelgan poco porque se les dedica más atención, dadas las características del centro", asegura López con rotundidad.
Teresa Reilly, directora de Proyectos Bilingües del British Council, explica que fue la preocupación de los padres de que sus hijos tuvieran carencias en su conocimiento del castellano lo que llevó a indagar el asunto. Se tomaron grupos de alumnos de segundo de ESO de cuatro colegios. Unos estaban en el programa y otros no, y se les dio un texto en español. El ejercicio se corrigió por profesores ajenos al centro que no sabían quienes eran los bilingües, y se vio que el nivel de español de estos era "claramente superior".
En la evaluación se asegura que el programa puede haber beneficiado especialmente a los alumnos de entornos poco favorecidos desde el punto de vista socioeconómico. "Sería razonable concluir que la participación en el programa no ha perjudicado la competencia en español de los alumnos, y que, de hecho, los datos apuntan que debe de haber sido beneficiosa en ese aspecto", reza el informe.
Pero, ¿por qué el bilingüismo mejora el aprendizaje de idiomas? "Creo que si se estudia un idioma desde una edad temprana, sus distintas áreas, la mente se abre a otra forma de pensar, se desarrolla la capacidad de analizar. Y si se aprende a leer bien en un idioma, eso se transferirá al otro", afirma Reilly. No va errada en el tiro, como demuestran los científicos expertos en la materia.
Como comenta el profesor de la Universidad de La Laguna especialista en lenguas extranjeras Plácido Bazo, investigaciones psicolingüistas como las de la catedrática de Harvard Catherine Snow, contrastan "la fuerza del aprendizaje bilingüe sobre la lengua materna". Este experto subraya " el peso cognitivo que supone realizar un aprendizaje con doble simetría de habilidades lectoescritoras, que no sólo aumenta el tiempo de dedicación a estas técnicas, sino que aumenta las habilidades de pensamiento al integrar las dobles formas y estrategias de cada una de las lenguas". Y añade que es ese esfuerzo que una parte de alumnado no puede realizar el que obliga a reconocer un abandono o fracaso cercano al 10%.
Eduardo Coba, director del Instituto de Formación del Profesorado, Investigación e Innovación Educativa del Ministerio de Educación, señala que "un 10% no es mucho. Por ejemplo, si más del 10% de los alumnos de 6º de primaria no tienen los 12 años que corresponden a ese curso, algo no ha ido bien". Aunque resta importancia al dato, asegura que se trabajará para "alcanzar un éxito del 100%".
El jefe de Neurología del Hospital La Paz (Madrid), Exuperio Díez Tejedor, afirma que dado que el lenguaje es "una herramienta del conocimiento", si este está más desarrollado, "puede ser que los niños aprendan más". "Les sería más fácil leer y comprender", afirma. La causa es clara: "El cerebro es un órgano que está en continua remodelación". Y el aprendizaje de un idioma (o de dos) estimula su plasticidad. Sin embargo, este miembro de la Sociedad Española de Neurología (SEN) tiene un reparo de fondo: "Tampoco los estudios que se han hecho en España con niños que son bilingües -catalanes, gallegos, valencianos- demuestran una gran diferencia con los que son monolingües".
En España apenas se aprecian diferencias de resultados en la nota de Lengua que obtienen los alumnos de las comunidades bilingües y de las monolingües. Pero un estudio del Ministerio de Educación concluyó hace tres años que los alumnos de comunidades con dos lenguas oficiales sacaron una puntuación ligeramente mejor en castellano que los de que tienen una sola lengua. Sobre un baremo promedio de 250 puntos para los 9.500 estudiantes de último curso de primaria que participaron en el sondeo hecho en 450 centros de toda España, los bilingües tuvieron 256 puntos y los de una lengua oficial 252.
Centrándose en las pruebas PISA que realiza la OCDE a los alumnos de varios países de 15 años, los que viven en comunidades bilingües tampoco tienen peores resultados que el resto en comprensión lectora. En País Vasco, donde una parte de los alumnos estudian en euskera y en castellano, la última prueba PISA de 2006 les da 487 puntos en comprensión lectora, por encima de los 461 de media española. En Galicia, donde hasta ahora se imparte como mínimo el 50% en gallego, los alumnos tienen 479 puntos.

y Emilio de Benito.
Con información de Sebastián Tobarra
Un cerebro a dos velocidades
El bilingüismo puede tener ventajas y desventajas. Por una parte, el bilingüe puede tener mayor capacidad de concentrar la atención, focalizarla en la información que más le interese y rechazar o ignorar la que le distrae o es contradictoria. "Surge básicamente esta necesidad de controlar ambos idiomas continuamente, cosa que un monolingüe no tiene que hacer", dice Albert Costa, investigador ICREA y director del Grupo de Investigación en Producción del Lenguaje y Bilingüismo (SPB) del Departamento de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.
Los bilingües tienen mayor capacidad de focalizar la atención incluso en cosas que no tienen nada que ver con el lenguaje: "Por ejemplo, no se distrae tanto conduciendo mientras suena una ambulancia u otra persona le está hablando, quizá porque continuamente los bilingües tienen que estar controlando continuamente ambas lenguas y evitar la intrusión de una de ellas". Por otra parte, el bilingüismo también tiene sus costes lingüísticos: en el momento de acceder a las palabras para nombrar objetos, el bilingüe parece ser algo más lento que el monolingüe. Una de las posibilidades es la frecuencia de uso de cada una de las lenguas, que es inferior a la frecuencia de un monolingüe. También se ha encontrado en otros estudios, añade Costa, que en general los bilingües manejan un menor vocabulario que un monolingüe, cantidad en cambio que es superior si se suma el vocabulario de ambas lenguas.
En un estudio dirigido por Costa y publicado en la revista Cerebral Cortex en diciembre de 2009 se presentó por vez primera la evidencia científica de la rapidez con la que el cerebro humano recupera palabras durante la producción del habla: el cerebro es capaz de acceder a las palabras almacenadas en el diccionario mental en menos de 200 milisegundos. En este estudio, los autores midieron los cambios de actividad eléctrica cerebral en intervalos de un milisegundo, que se producían mientras las personas citaban en voz alta una serie de dibujos: gato, perro, pelota, etc.
Para localizar con precisión el momento temporal en el que el cerebro comienza a recuperar palabras desde el diccionario mental, los participantes manipulaban dos variables psicolingüísticas que afectan la velocidad con que las palabras son recuperadas del cerebro: la frecuencia y el efecto cognado. En este caso, los hablantes bilingües son más rápidos nombrando dibujos relacionados con palabras que tienen el mismo sonido en sus dos lenguas (gato, en castellano, y gat, en catalán, por ejemplo) que en palabras que no comparten la misma fonología (perro y gos).
La tendencia es aprender una segunda lengua como el inglés a edades cada vez más tempranas. En ese caso, los profesores deben ser nativos, advierte Costa. "Si no, estamos exponiendo a los niños a ejemplos de la lengua que no son los correctos. Es como si aprendiera muy pronto a esquiar mal". Parece ser que, a diferencia de otras habilidades lingüísticas como el aprendizaje de nuevas palabras, el sonido tiene una ventana de aprendizaje más pequeña y temprana. "Por eso mucha gente a pesar de hablar muy bien el inglés o cualquier otra lengua, tiene un acento, al haber estado expuesto demasiado tarde al aprendizaje de los sonidos nuevos", añade Costa.
elpais.com

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