NUEVA YORK.- Sin dudas, la figura más importante, interesante -y sí, heroica- de todo el asunto del avión de Northwestern el día de Navidad fue el padre del potencial terrorista, el banquero nigeriano Alhaji Umaru Mutallab.
Mutallab hizo algo que, por lo que sabemos, ningún otro padre de un terrorista suicida ha hecho nunca: fue a la embajada de Estados Unidos en Nigeria y nos advirtió que los mensajes de texto enviados por su hijo revelaban que se encontraba en Yemen y que se había convertido en un ferviente y posiblemente peligroso extremista.
Nosotros estamos revisando cada cosa para ver en qué punto falló nuestro sistema al permitir que Umar Farouk Abdulmutallab, el potencial terrorista suicida, abordara ese avión. Pero su padre, de hecho, nos dijo algo más: "Mi sistema familiar, el sistema de nuestro pueblo, falló. Mi propio hijo cayó bajo la influencia de una versión jihadista del islam que yo no reconozco y a la que tengo buenos motivos para temer".
The Times , citando a un primo, dijo que el hijo le había enviado al padre un mensaje de texto desde Yemen en el que declaraba que "había encontrado el verdadero islam" y que nunca más regresaría a su casa. Un texto colgado en Internet el 20 de febrero de 2005, atribuido al hijo y citado por Associated Press decía: "Imagino cómo ocurrirá la gran Jihad, cómo triunfarán los musulmanes? ¡y gobernarán todo el mundo, y establecerán una vez más el mayor imperio!"
Encontrar gente con el valor de enfrentarse a esa falla -la que fue identificada por el padre, la que atrae a los jóvenes musulmanes alejándolos de su entorno y los predispone a cometer voluntariamente un suicidio para destruir a civiles inocentes como parte de una fantasía de poder jihadista- es más importante en este momento.
Sí, necesitamos corregir nuestro sistema de inteligencia. Sí, debemos estar a la altura de nuestros propios ideales, como está intentando hacerlo el presidente Obama al prohibir la tortura y cerrar la base de Guantánamo. No podemos permitir que esta "guerra contra el terrorismo" nos consuma. No podemos permitir que nuestro país se convierta tan sólo en los Estados Unidos del Combate contra el Terrorismo y nada más. Somos el pueblo del 4 de julio, no el del 11 de septiembre.
Pero aun cuando hagamos todo eso, ninguna ley ni muro será suficiente para protegernos si las naciones árabes y musulmanas de donde emergen estos terroristas suicidas no construyen también restricciones políticas, religiosas y morales? empezando por avergonzar a los terroristas suicidas y denominar sus acciones como "asesinato" y no como "martirio".
Valores compartidos
Repito: hace falta un pueblo. El padre, Alhaji Umaru Mutallab, se consideraba parte de una comunidad global, basada en valores compartidos, y por eso hizo sonar la alarma. Bendito sea por eso. Si los padres, los líderes espirituales y los líderes políticos musulmanes -el pueblo- no están dispuestos a denunciar los atentados suicidas contra civiles inocentes -de ellos y nuestros-, esta conducta persistirá.
El viernes pasado, por ejemplo, un terrorista suicida metió un vehículo cargado de explosivos en medio de un torneo de voleibol en el pueblo paquistaní de Shah Hassan Khel, y mató a más de 100 personas. La mayoría eran jóvenes. Ninguna sorpresa. Cuando los atentados suicidas se convierten en algo de uso legítimo contra los "infieles" no musulmanes del extranjero, también se convierten en algo legítimo para usarlo contra los opositores musulmanes en el propio país. Y lo que se vuelve "legítimo" e "ilegítimo" en una comunidad es mucho más importante que cualquier regulación de un gobierno.
Sin embargo, con demasiada frecuencia los gobiernos árabes y musulmanes arrestan a sus jihadistas en sus propios países, los denuncian privadamente, pero no dicen nada en público. El liderazgo global del islam -como el rey de Arabia Saudita o la Organización de la Conferencia Islámica- rara vez se refiere a las acciones jihadistas abiertamente, con la clase de pasión, firmeza y con las protestas masivas que hemos visto de su parte, por ejemplo, contra las caricaturas danesas del profeta Mahoma.
El presidente Obama no debería dudar en exigir esa actitud por parte del liderazgo árabe musulmán, de manera respetuosa pero pública. Si solamente exige una seguridad más efectiva en los aeropuertos, estará evadiendo la cuestión.
"Cuando uno quiere estimular una conducta más responsable de la gente, eso no se logra solamente con más leyes y regulaciones", dijo Dov Seidman, el CEO de LRN, que ayuda a las empresas a construir una cultura ética. "Es necesario inspirar e instalar en la gente un conjunto de valores. La gente necesita ser gobernada tanto desde afuera, por medio del cumplimiento de las reglas, y desde adentro, inspirada por valores compartidos. Por eso la vergüenza tiene tanta importancia. Debemos inspirar en el pueblo la idea de avergonzar a todos los que traicionen nuestros valores comunes".
Todas las religiones tienen su extremo violento. Occidente no es inmune. Todo depende de la manera en que el centro enfrente a ese extremo. ¿Lo tolera, lo aísla o lo avergüenza? Los jihadistas son un problema de seguridad para nuestro sistema. Pero son un problema político y moral para el sistema árabe-musulmán. Si no enfrentan este problema por nosotros, espero que lo hagan por ellos mismos.
Eventualmente encontraremos la manera de impedir que los jihadistas aborden nuestros aviones y queden afuera de nuestros torneos de voleibol? pero el sistema árabe-musulmán deberá convivir con ellos.
Traducción de Mirta Rosenberg
lanacion.com
Mutallab hizo algo que, por lo que sabemos, ningún otro padre de un terrorista suicida ha hecho nunca: fue a la embajada de Estados Unidos en Nigeria y nos advirtió que los mensajes de texto enviados por su hijo revelaban que se encontraba en Yemen y que se había convertido en un ferviente y posiblemente peligroso extremista.
Nosotros estamos revisando cada cosa para ver en qué punto falló nuestro sistema al permitir que Umar Farouk Abdulmutallab, el potencial terrorista suicida, abordara ese avión. Pero su padre, de hecho, nos dijo algo más: "Mi sistema familiar, el sistema de nuestro pueblo, falló. Mi propio hijo cayó bajo la influencia de una versión jihadista del islam que yo no reconozco y a la que tengo buenos motivos para temer".
The Times , citando a un primo, dijo que el hijo le había enviado al padre un mensaje de texto desde Yemen en el que declaraba que "había encontrado el verdadero islam" y que nunca más regresaría a su casa. Un texto colgado en Internet el 20 de febrero de 2005, atribuido al hijo y citado por Associated Press decía: "Imagino cómo ocurrirá la gran Jihad, cómo triunfarán los musulmanes? ¡y gobernarán todo el mundo, y establecerán una vez más el mayor imperio!"
Encontrar gente con el valor de enfrentarse a esa falla -la que fue identificada por el padre, la que atrae a los jóvenes musulmanes alejándolos de su entorno y los predispone a cometer voluntariamente un suicidio para destruir a civiles inocentes como parte de una fantasía de poder jihadista- es más importante en este momento.
Sí, necesitamos corregir nuestro sistema de inteligencia. Sí, debemos estar a la altura de nuestros propios ideales, como está intentando hacerlo el presidente Obama al prohibir la tortura y cerrar la base de Guantánamo. No podemos permitir que esta "guerra contra el terrorismo" nos consuma. No podemos permitir que nuestro país se convierta tan sólo en los Estados Unidos del Combate contra el Terrorismo y nada más. Somos el pueblo del 4 de julio, no el del 11 de septiembre.
Pero aun cuando hagamos todo eso, ninguna ley ni muro será suficiente para protegernos si las naciones árabes y musulmanas de donde emergen estos terroristas suicidas no construyen también restricciones políticas, religiosas y morales? empezando por avergonzar a los terroristas suicidas y denominar sus acciones como "asesinato" y no como "martirio".
Valores compartidos
Repito: hace falta un pueblo. El padre, Alhaji Umaru Mutallab, se consideraba parte de una comunidad global, basada en valores compartidos, y por eso hizo sonar la alarma. Bendito sea por eso. Si los padres, los líderes espirituales y los líderes políticos musulmanes -el pueblo- no están dispuestos a denunciar los atentados suicidas contra civiles inocentes -de ellos y nuestros-, esta conducta persistirá.
El viernes pasado, por ejemplo, un terrorista suicida metió un vehículo cargado de explosivos en medio de un torneo de voleibol en el pueblo paquistaní de Shah Hassan Khel, y mató a más de 100 personas. La mayoría eran jóvenes. Ninguna sorpresa. Cuando los atentados suicidas se convierten en algo de uso legítimo contra los "infieles" no musulmanes del extranjero, también se convierten en algo legítimo para usarlo contra los opositores musulmanes en el propio país. Y lo que se vuelve "legítimo" e "ilegítimo" en una comunidad es mucho más importante que cualquier regulación de un gobierno.
Sin embargo, con demasiada frecuencia los gobiernos árabes y musulmanes arrestan a sus jihadistas en sus propios países, los denuncian privadamente, pero no dicen nada en público. El liderazgo global del islam -como el rey de Arabia Saudita o la Organización de la Conferencia Islámica- rara vez se refiere a las acciones jihadistas abiertamente, con la clase de pasión, firmeza y con las protestas masivas que hemos visto de su parte, por ejemplo, contra las caricaturas danesas del profeta Mahoma.
El presidente Obama no debería dudar en exigir esa actitud por parte del liderazgo árabe musulmán, de manera respetuosa pero pública. Si solamente exige una seguridad más efectiva en los aeropuertos, estará evadiendo la cuestión.
"Cuando uno quiere estimular una conducta más responsable de la gente, eso no se logra solamente con más leyes y regulaciones", dijo Dov Seidman, el CEO de LRN, que ayuda a las empresas a construir una cultura ética. "Es necesario inspirar e instalar en la gente un conjunto de valores. La gente necesita ser gobernada tanto desde afuera, por medio del cumplimiento de las reglas, y desde adentro, inspirada por valores compartidos. Por eso la vergüenza tiene tanta importancia. Debemos inspirar en el pueblo la idea de avergonzar a todos los que traicionen nuestros valores comunes".
Todas las religiones tienen su extremo violento. Occidente no es inmune. Todo depende de la manera en que el centro enfrente a ese extremo. ¿Lo tolera, lo aísla o lo avergüenza? Los jihadistas son un problema de seguridad para nuestro sistema. Pero son un problema político y moral para el sistema árabe-musulmán. Si no enfrentan este problema por nosotros, espero que lo hagan por ellos mismos.
Eventualmente encontraremos la manera de impedir que los jihadistas aborden nuestros aviones y queden afuera de nuestros torneos de voleibol? pero el sistema árabe-musulmán deberá convivir con ellos.
Traducción de Mirta Rosenberg
lanacion.com
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