Al buscarlo en la web no hará falta tipear su nombre completo: Google lo sugerirá antes de llegar a la tercera letra de su apellido y, una vez seleccionado, habrá que sentarse cómodamente y disponer de un buen tiempo si se quiere “ojear” cada una de las ciento veintidós mil entradas que presentarán el nombre de Pierre Beteille. Nada mal para un fotógrafo francés que, al momento de consultarle cuándo hará su primera exposición, responde: “Sería muy presuntuoso de mi parte pensar que la gente querría trasladarse hasta una galería para ver mis fotos”Pero los miles de sitios de todas partes del mundo que toman sus imágenes de Flick.com o de la propia web del autor para publicarlas bajo títulos como El genio del arte digital o Vas a sentir miedo. Autorretratos de Pierre Beteille bien podrían ser usados en contra de tal declaración. Aunque no será necesario.
Es que este autor francés de algunas de las fotos más sugestivas y originales que puedan encontrarse en la red, no gusta definirse como fotógrafo ni artista: “En realidad sería más bien un ‘fotografista’. No hago fotos, hago imágenes a partir de fotografías. Todas mis obras son retocadas o compuestas a partir de varias imágenes. Nunca inicio con la foto, prefiero iniciar con una idea y luego voy buscando la mejor manera de llegar a ella mediante una o varias fotos. Si tuviera mayores habilidades y más paciencia, probablemente, también usaría la pintura o el dibujo”. Con estudios en Bellas Artes en su haber, no sería extraño imaginarse a un Pierre Beteille con lienzos y pinceles en lugar de cámaras, megapíxeles y computadoras. Al consultarle qué lo impulsó al mundo de la fotografía digital, explica: “Aunque siempre me gustó, realmente nunca fui muy bueno sacando fotos. Además no me gustaba tener que esperar al revelado para ver los resultados. Pero desde el inicio de las cámaras digitales adopté la fotografía porque me permite tomar tantas como quiera sin preocuparme por desperdiciar la película o el papel. La imagen tomada se ve inmediatamente y puedo manipularla con mucha más facilidad que con la fotografía tradicional”.
Algunos conservadores se manifiestan en contra del Photoshop y de las demás nuevas herramientas a la hora de crear una imagen. Para Beteille, eso no es problema: “No me gustan los puristas. ¿De qué se puede culpar al Photoshop? ¿De distorsionar la realidad? Si el mero hecho de tomar una foto, elegir un momento, un gran angular o teleobjetivo o trabajar en blanco y negro distorsiona la verdadera imagen capturada”. Y agrega para que no queden dudas: “En cualquier caso, mi enfoque está muy lejos de la fotografía documental o fotoperiodismo. No estoy tratando de mostrar la realidad, sino más bien de crear imágenes. Para mí el cuadro que surge desde un dispositivo es sólo una base de trabajo. Hace 20 años pintaba sobre imágenes con tinta o acuarela, ahora uso Lightroom y Photoshop, mañana tal vez algo más”.
Y el resultado de su método son imágenes que difícilmente pasarán desapercibidas y muchas veces sostienen una gran carga emocional o algún mensaje que descifrar. Tal es el caso del rostro apagado de una joven asiática a la que, sobre un fondo apático, le llueven hojas de afeitar como manifestando sus deseos suicidas al espectador. Al mencionárselo, Pierre se detiene a aclarar que “un mensaje es una palabra muy grande. Yo sólo trato de crear imágenes que detengan por un momento los ojos”. Y agrega: “Ya sea un concepto, una búsqueda de gráficos o incluso un retrato, tengo una idea clara de la imagen que quiero conseguir. Después busco la mejor manera para alcanzarla. A veces será con un retoque; otras, por un montaje de varias fotos. No hay reglas”.
Esa libertad que la tecnología provee –y no sólo en términos fotográficos– también podría verse como un peligro a la hora de ubicar una obra en el mercado debido a la gran oferta generada. Pero Beteille aclara: “La fotografía tiene, por supuesto, un gran futuro. Basta con ver la forma en que su valor aumenta en el mercado del arte”. Aunque, al mismo tiempo, la ubica en relación con la pintura: “Pero no pienso que una fotografía llegue a alcanzar el precio de un cuadro. Una pintura representa una masa de trabajo mucho más elevada que una foto. Es absolutamente única. En el espíritu de la mayoría de la gente, el pintor posee un don natural mientras que la fotografía parece estar al alcance de todos”.
Más allá de la distinción entre las dos artes planteada por Beteille, se ha definido a la fotografía como el arte de dibujar con luz. Fotones por pigmentos, sensores por lienzos. Y al momento de consultar a este virtuoso “fotografista” sobre cómo definiría él a la fotografía digital, no duda en otorgarles el crédito a las fuentes: “Creo que voy a mantener esa definición (dibujar con luz), porque todo lo que hago y cualquiera que sea la técnica que utilice, ya sea en rodaje o en postproducción, todas dependen de la luz. Con el debido respeto a los puristas, claro”.
criticadigital.com
Es que este autor francés de algunas de las fotos más sugestivas y originales que puedan encontrarse en la red, no gusta definirse como fotógrafo ni artista: “En realidad sería más bien un ‘fotografista’. No hago fotos, hago imágenes a partir de fotografías. Todas mis obras son retocadas o compuestas a partir de varias imágenes. Nunca inicio con la foto, prefiero iniciar con una idea y luego voy buscando la mejor manera de llegar a ella mediante una o varias fotos. Si tuviera mayores habilidades y más paciencia, probablemente, también usaría la pintura o el dibujo”. Con estudios en Bellas Artes en su haber, no sería extraño imaginarse a un Pierre Beteille con lienzos y pinceles en lugar de cámaras, megapíxeles y computadoras. Al consultarle qué lo impulsó al mundo de la fotografía digital, explica: “Aunque siempre me gustó, realmente nunca fui muy bueno sacando fotos. Además no me gustaba tener que esperar al revelado para ver los resultados. Pero desde el inicio de las cámaras digitales adopté la fotografía porque me permite tomar tantas como quiera sin preocuparme por desperdiciar la película o el papel. La imagen tomada se ve inmediatamente y puedo manipularla con mucha más facilidad que con la fotografía tradicional”.
Algunos conservadores se manifiestan en contra del Photoshop y de las demás nuevas herramientas a la hora de crear una imagen. Para Beteille, eso no es problema: “No me gustan los puristas. ¿De qué se puede culpar al Photoshop? ¿De distorsionar la realidad? Si el mero hecho de tomar una foto, elegir un momento, un gran angular o teleobjetivo o trabajar en blanco y negro distorsiona la verdadera imagen capturada”. Y agrega para que no queden dudas: “En cualquier caso, mi enfoque está muy lejos de la fotografía documental o fotoperiodismo. No estoy tratando de mostrar la realidad, sino más bien de crear imágenes. Para mí el cuadro que surge desde un dispositivo es sólo una base de trabajo. Hace 20 años pintaba sobre imágenes con tinta o acuarela, ahora uso Lightroom y Photoshop, mañana tal vez algo más”.
Y el resultado de su método son imágenes que difícilmente pasarán desapercibidas y muchas veces sostienen una gran carga emocional o algún mensaje que descifrar. Tal es el caso del rostro apagado de una joven asiática a la que, sobre un fondo apático, le llueven hojas de afeitar como manifestando sus deseos suicidas al espectador. Al mencionárselo, Pierre se detiene a aclarar que “un mensaje es una palabra muy grande. Yo sólo trato de crear imágenes que detengan por un momento los ojos”. Y agrega: “Ya sea un concepto, una búsqueda de gráficos o incluso un retrato, tengo una idea clara de la imagen que quiero conseguir. Después busco la mejor manera para alcanzarla. A veces será con un retoque; otras, por un montaje de varias fotos. No hay reglas”.
Esa libertad que la tecnología provee –y no sólo en términos fotográficos– también podría verse como un peligro a la hora de ubicar una obra en el mercado debido a la gran oferta generada. Pero Beteille aclara: “La fotografía tiene, por supuesto, un gran futuro. Basta con ver la forma en que su valor aumenta en el mercado del arte”. Aunque, al mismo tiempo, la ubica en relación con la pintura: “Pero no pienso que una fotografía llegue a alcanzar el precio de un cuadro. Una pintura representa una masa de trabajo mucho más elevada que una foto. Es absolutamente única. En el espíritu de la mayoría de la gente, el pintor posee un don natural mientras que la fotografía parece estar al alcance de todos”.
Más allá de la distinción entre las dos artes planteada por Beteille, se ha definido a la fotografía como el arte de dibujar con luz. Fotones por pigmentos, sensores por lienzos. Y al momento de consultar a este virtuoso “fotografista” sobre cómo definiría él a la fotografía digital, no duda en otorgarles el crédito a las fuentes: “Creo que voy a mantener esa definición (dibujar con luz), porque todo lo que hago y cualquiera que sea la técnica que utilice, ya sea en rodaje o en postproducción, todas dependen de la luz. Con el debido respeto a los puristas, claro”.
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