Los antropólogos que trabajan en el yacimiento de Butiers-Boulancourt (sur de París) se han encontrado con la evidencia de una amputación quirúrgica. Que no tendría nada de extraordinario si no fuera porque la antigüedad del paciente se remonta a unos 6.900 años. Es la manera de probar que existían las intervenciones médicas en el Neolítico. De otro modo, no podría explicarse que el antebrazo del esqueleto encontrado por la profesora Buquet-Marcon hubiera sido seccionado de manera tan precisa y ortodoxa.
Ha permitido reconstruir la operación el recurso de un escáner superdotado. Gracias a él se ha advertido que había un traumatismo y que se había realizado una amputación mediante un escarpelo de sílex, ya que entonces no se habían generalizado los útiles en metal.
«La limpieza del corte descarta la posibilidad de que el hueso se hubiera seccionado en razón de un accidente o de una pelea», explica Cécile Buquet-Marcon. Llegando a la conclusión, por tanto, de que un especialista con oficio y criterio llevó a cabo un "acto quirúrgico".
No es la única sorpresa. El análisis de la osamenta ha permitido reconocer señales de cicatrización posteriores en meses e, incluso, en años al trance de la amputación. Se produjo por debajo del codo y no impidió al paciente reintegrarse entre sus congéneres.
Un hombre grande con artrosis
El detalle es importante a juicio de la profesora Buquet-Marcon porque sobrentiende los hábitos "sofisticados" de una sociedad solidaria y porque implica el reconocimiento y la integración de los disminuidos físicos en el seno de las tribus neolíticas.
De ahí la importancia polifacética que ha adquirido el paciente. No se le ha puesto un nombre, pero se le han encontrado muchas otras referencias. Sabemos, por ejemplo, que vivió entre 4.700 y 4.900 años antes de Cristo, que era un hombre grande (2 metros), que padecía artrosis en las vértebras cervicales y que había perdido íntegramente la dentadura.
Así se lo encontró el equipo de Buquet-Marcon cuando los subalternos cavaron en una profundidad de 1,5 metros. Ha facilitado la conservación del esqueleto el cúmulo calcáreo que rodeaba al amputado, y ha llamado la atención, igualmente, que el difunto compartiera semejante tumba de circunstancias con una oveja y un hacha.
Es la primera vez que aparece en Francia y en la Europa meridional un ejemplo tan concluyente de cirugía neolítica, aunque el hallazgo de mayor valor y de más antigüedad fue exhumado en el yacimiento de Vedrovice (República Checa). Fue allí donde apareció la prueba de una amputación realizada hace unos 7.500 años.
'Excelentes cirujanos'
"Ni en aquel caso ni el ejemplo francés puede hablarse de cirujanos tal como podemos entenderlos hoy", advierte la profesora Buquet-Marcon. "En cambio sí puede decirse que había una cierta especialización y un cierto conocimiento. De los restos hallados se desprenden, por ejemplo, condiciones idóneas de asepsia y se puede acreditar que la sección del hueso se hizo con criterio y escrúpulo", añade la antropóloga.
Más entusiasta parece su colega Éric Crubézy, profesor en la Universidad Paul-Sabatier de Toulouse. En su opinión, puede hablarse de excelentes cirujanos y se los puede hasta diferenciar en dos grandes escuelas. La primera correspondería a la zona de influencia del Danubio, como probaría el caso de Vedrovice, mientras que la segunda se desarrollaba en el Mediterráneo.
¿Había contacto entre ellas? Es una de las dudas que se plantean los especialistas. Se antoja verosímil que unos y otros pueblos compartieran el conocimiento, pero también cabe la posibilidad de que no existiera contacto, de modo que la cirugía habría aparecido como una solución específica e imprescindible a los contratiempos de la guerra y de la caza.
Ha permitido reconstruir la operación el recurso de un escáner superdotado. Gracias a él se ha advertido que había un traumatismo y que se había realizado una amputación mediante un escarpelo de sílex, ya que entonces no se habían generalizado los útiles en metal.
«La limpieza del corte descarta la posibilidad de que el hueso se hubiera seccionado en razón de un accidente o de una pelea», explica Cécile Buquet-Marcon. Llegando a la conclusión, por tanto, de que un especialista con oficio y criterio llevó a cabo un "acto quirúrgico".
No es la única sorpresa. El análisis de la osamenta ha permitido reconocer señales de cicatrización posteriores en meses e, incluso, en años al trance de la amputación. Se produjo por debajo del codo y no impidió al paciente reintegrarse entre sus congéneres.
Un hombre grande con artrosis
El detalle es importante a juicio de la profesora Buquet-Marcon porque sobrentiende los hábitos "sofisticados" de una sociedad solidaria y porque implica el reconocimiento y la integración de los disminuidos físicos en el seno de las tribus neolíticas.
De ahí la importancia polifacética que ha adquirido el paciente. No se le ha puesto un nombre, pero se le han encontrado muchas otras referencias. Sabemos, por ejemplo, que vivió entre 4.700 y 4.900 años antes de Cristo, que era un hombre grande (2 metros), que padecía artrosis en las vértebras cervicales y que había perdido íntegramente la dentadura.
Así se lo encontró el equipo de Buquet-Marcon cuando los subalternos cavaron en una profundidad de 1,5 metros. Ha facilitado la conservación del esqueleto el cúmulo calcáreo que rodeaba al amputado, y ha llamado la atención, igualmente, que el difunto compartiera semejante tumba de circunstancias con una oveja y un hacha.
Es la primera vez que aparece en Francia y en la Europa meridional un ejemplo tan concluyente de cirugía neolítica, aunque el hallazgo de mayor valor y de más antigüedad fue exhumado en el yacimiento de Vedrovice (República Checa). Fue allí donde apareció la prueba de una amputación realizada hace unos 7.500 años.
'Excelentes cirujanos'
"Ni en aquel caso ni el ejemplo francés puede hablarse de cirujanos tal como podemos entenderlos hoy", advierte la profesora Buquet-Marcon. "En cambio sí puede decirse que había una cierta especialización y un cierto conocimiento. De los restos hallados se desprenden, por ejemplo, condiciones idóneas de asepsia y se puede acreditar que la sección del hueso se hizo con criterio y escrúpulo", añade la antropóloga.
Más entusiasta parece su colega Éric Crubézy, profesor en la Universidad Paul-Sabatier de Toulouse. En su opinión, puede hablarse de excelentes cirujanos y se los puede hasta diferenciar en dos grandes escuelas. La primera correspondería a la zona de influencia del Danubio, como probaría el caso de Vedrovice, mientras que la segunda se desarrollaba en el Mediterráneo.
¿Había contacto entre ellas? Es una de las dudas que se plantean los especialistas. Se antoja verosímil que unos y otros pueblos compartieran el conocimiento, pero también cabe la posibilidad de que no existiera contacto, de modo que la cirugía habría aparecido como una solución específica e imprescindible a los contratiempos de la guerra y de la caza.
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