MADRID.- Ha costado dos décadas y muchos fracasos, pero un equipo de investigadores del Imperial College de Londres y de la Universidad de Harvard (EEUU) ha logrado, por fin, encajar una pieza necesaria para seguir descifrando el difícil puzzle que es el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Los científicos han desarrollado un cristal que revela la estructura de la integrasa, una proteína clave para que el VIH infecte al organismo humano, ya que la utiliza para copiar y pasar su información genética a las células.
De hecho, tan importante es el papel de esta proteína, que una de las familias de fármacos que se usan en la actualidad -los inhibidores de la integrasa- actúan sobre ella para controlar la infección. Sin embargo, como hasta ahora se desconocía la estructura de la integrasa, tampoco se sabe bien cómo funcionan dichos medicamentos. Un misterio al que este hallazgo pone fin.
"Desenmascarar a la integrasa ayudará a los investigadores a mejorar la terapia actual y a evitar las resistencias, además de desarrollar nuevas medicinas", declaran los científicos en la revista 'Nature', donde publican su trabajo.
Para conseguir ver la integrasa en tres dimensiones, algo que muchos otros investigadores han intentado sin éxito durante estos años, el equipo, dirigido por el doctor Peter Cherepanov, desarrolló un cristal a partir de una versión de esta proteína sacada de un retrovirus denominado Prototype Foamy Virus (PFV), que es similar al VIH.
Durante cuatro años, los científicos llevaron a cabo alrededor de 40.000 ensayos que dieron lugar a siete tipos de cristales. Pero sólo uno de ellos tenía la suficiente calidad para visualizar la estructura en tres dimensiones de la proteína. Una vez conseguido el cristal, lo sumergieron en soluciones que contenían los fármacos inhibidores de la integrasa, en concreto el Raltegravir y Elvitegravir, y observaron por primera vez cómo actúan para inhibir la proteína.
Gracias a este trabajo se ha visto que la estructura de la integrasa es diferente de lo que se creía. "Ha sido una historia muy emocionante. Cuando empezamos el proyecto sabíamos que era muy difícil y que muchos lo habían intentado antes. Pero empezamos poco a poco y a pesar de que fracasamos muchas veces, no renunciamos. Al final nuestro esfuerzo se ha visto recompensado", afirma Cherepanov.
elmundo.es
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