lunes, 1 de febrero de 2010

Que los adolescentes hablen poco en casa es "beneficioso"

No sólo es normal que los adolescentes no cuenten algunas cosas en casa; es sano, correcto y beneficioso; hay una zona de intimidad en las personas -y también en los adolescentes- que hay que preservar y es bueno que se preserve; los padres no tenemos por qué saber todo lo que hacen o dejan de hacer, piensan o dejan de pensar nuestros hijos", responde Javier Elzo, sociólogo y autor de "El silencio de los adolescentes: lo que no cuentan a sus padres".
Su respuesta coincide con la de otros psicólogos y pedagogos consultados, que enfatizan que mientras los padres se lamentan de que sus hijos no hablan con ellos o bien indagan y preguntan para saber sobre ellos, los adolescentes se quejan de que no pueden hablar con sus padres y de que no los tienen en cuenta.
"Los padres han de ser cautelosos con la expresión 'no cuenta nada' referida al hijo, pues hay cosas que, normal y sanamente, los hijos no cuentan -ni contaron ni contarán- a los padres, como lo referente a sus sueños y pesadillas, al primer amor, a ideas de suicidio y pensamientos de fuga, sus preocupaciones, lo que les dicen sus amigos, sus creencias religiosas...", asegura Javier Urra, psicólogo y autor de "¿Qué ocultan nuestros hijos?".
Elzo recuerda que la labor de los padres es ayudar a los hijos a ser autónomos y responsables, "de modo que el éxito de un buen padre es darte cuenta, por duro que sea, de que poco a poco eres prescindible".
Que los chicos no cuenten todo no quiere decir que no cuenten nada. Según las encuestas realizadas por Urra entre 4.000 hijos y padres de toda España, aproximadamente el 10% de los jóvenes afirma que no oculta nada a sus padres, al menos nada que considere relevante.
"No es necesario, ni normal, que los adolescentes compartan todo con sus padres, porque estos no son sus colegas, y hay una edad en que su mundo son sus iguales y es en sus amigos en quienes confían; los que ahora son padres tampoco les decían a los suyos con quién se besaban o las barbaridades que escribían en el diario, a veces sobre sus propios padres", apunta Isabel Menéndez Benavente, psicóloga.
"La relación padres-hijos es incomparable con generaciones anteriores, cuando en la mitad de las familias el padre dictaba y el hijo obedecía; hoy la mayoría de los jóvenes dice que lo único que oculta es lo que les puede dañar", enfatiza Urra.
clarin.com

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