Por Christina Binkley
David Wolfe ha analizado tendencias de moda durante 41 años. Pero hace poco, Wolfe, director creativo de la firma de consultoría Doneger Group, se paró en una sala llena de ejecutivos de ventas y les dijo: "Ya no hay tendencias. Todo está de moda".
Incluso cuando la prensa de la moda se prepara para detectar el último grito durante la semana de la moda de Nueva York, que empieza el 11 de febrero, muchos observadores sienten que Wolfe está en lo correcto: hemos llegado al fin de las tendencias como guía. Los estilos más populares como la gabardina, el vestido de un hombro o lo metálico son sólo un truco de marketing.
La gabardina lleva cinco años de moda y será el último grito el año que viene también. En efecto, se puede decir con seguridad que en unos días veremos en las pasarelas todos los largos de falda, anchos de pantalón y cortes de blusa concebibles, en algunas ocasiones durante el mismo desfile.
En lugar de prestar atención a los largos de falda o a las siluetas de la temporada, la gente ahora viste tal y como se ve a sí misma, eligiendo prendas que favorecen su forma y estilo de vida. La mayoría de nosotros nos vestimos acorde a nuestros grupos sociales o profesiones, en lugar de seguir tendencias de moda, y usamos ropa que envía mensajes sobre quiénes somos.
Un presidente ejecutivo en la industria tecnológica puede ponerse unos pantalones informales de la tienda Gap y una chaqueta para trabajar, mientras que los directivos de bancos de inversión pueden mantenerse leales a sus trajes Zegna. Otros visten según los códigos de sus propias tribus urbanas.
En el pasado, las tiendas de lujo determinaban lo que compraban las mujeres cada temporada. Eso era cuando los nerds no tenían gracia y, por algún motivo, el abrigo de una mujer tenía que ser más largo que su falda. Las mujeres que querían ir a la moda compraban el estilo predominante en el mercado independientemente de si querían o no vestir una minifalda. Aunque cambiara la moda, la influencia de las tendencias no variaba. Hasta hace tan sólo unos años, ningún adolescente que se preciara hubiera vestido unos jeans equivocados. Parte de la diversión de ver películas antiguas era ver las modas antiguas que resultaban cómicas.
Ahora, la mayoría de las modas de las películas parece bastante contemporánea, desde los pantalones de corte masculino de Katharine Hepburn en Pecadora equivocada, de los años 40, a los pantalones pitillo de La Pantera Rosa, de 1963.
"Las tendencias se han diluido", dice Doris Raymond, propietario de la tienda de segunda mano de Los Angeles llamada The Way We Wore.
Eso es debido a que los diseñadores en las últimas dos décadas "tomaron como referencia para inspirarse todos los períodos de la moda posibles".
El consenso en lo que se refiere al estilo ha estado desintegrándose. Las celebridades jóvenes han optado por la estética de mezclar tendencias y minoristas como Zara y Mango han contribuido a la "moda rápida". Los looks de la pasarela ahora son accesibles para todos, pero su cachet desaparece con mucha mayor rapidez.
La democratización de la moda puede ser un dolor de cabeza para la industria de las confecciones, que solía depender de las tendencias para atraer clientes y todavía mantiene una infraestructura para detectar estilos con el objetivo de determinar quién comprará qué. Predecir tendencias "es más difícil cada año", dice Sharon Graubard, una analista de tendencias de la firma de consultoría de moda Stylesight. "Con menos prendas populares, los minoristas y los diseñadores tienen que esforzarse más", dice.
Algunos minoristas nuevos están permitiendo que los clientes dicten los detalles. "La moda ha sido tradicionalmente una industria jerárquica de arriba abajo, pero vimos que la tecnología" podía permitir a los consumidores elegir sus propios estilos, dice Abby Holtz, directora de marketing para indiCustom, un minorista de San Francisco que fabrica jeans y camisas permitiendo a sus clientes elegir la tela, la forma de la pierna, los bolsillos y otros detalles de sus jeans 'a la medida'.
Pero hay un segmento en el que las tendencias son cada vez más dominantes: la moda masculina, donde los pliegues están out y los pantalones rectos están in, dice Andy Gilchrist, autor de la Enciclopedia de la Ropa Masculina y fundador del sitio de Internet "Ask Andy". "Parece", agrega, "que los diseñadores están tratando de meter a los hombres en ese 'viejo' ciclo de las tendencias que solía regir la moda femenina".
online.wsj.com
David Wolfe ha analizado tendencias de moda durante 41 años. Pero hace poco, Wolfe, director creativo de la firma de consultoría Doneger Group, se paró en una sala llena de ejecutivos de ventas y les dijo: "Ya no hay tendencias. Todo está de moda".
Incluso cuando la prensa de la moda se prepara para detectar el último grito durante la semana de la moda de Nueva York, que empieza el 11 de febrero, muchos observadores sienten que Wolfe está en lo correcto: hemos llegado al fin de las tendencias como guía. Los estilos más populares como la gabardina, el vestido de un hombro o lo metálico son sólo un truco de marketing.
La gabardina lleva cinco años de moda y será el último grito el año que viene también. En efecto, se puede decir con seguridad que en unos días veremos en las pasarelas todos los largos de falda, anchos de pantalón y cortes de blusa concebibles, en algunas ocasiones durante el mismo desfile.
En lugar de prestar atención a los largos de falda o a las siluetas de la temporada, la gente ahora viste tal y como se ve a sí misma, eligiendo prendas que favorecen su forma y estilo de vida. La mayoría de nosotros nos vestimos acorde a nuestros grupos sociales o profesiones, en lugar de seguir tendencias de moda, y usamos ropa que envía mensajes sobre quiénes somos.
Un presidente ejecutivo en la industria tecnológica puede ponerse unos pantalones informales de la tienda Gap y una chaqueta para trabajar, mientras que los directivos de bancos de inversión pueden mantenerse leales a sus trajes Zegna. Otros visten según los códigos de sus propias tribus urbanas.
En el pasado, las tiendas de lujo determinaban lo que compraban las mujeres cada temporada. Eso era cuando los nerds no tenían gracia y, por algún motivo, el abrigo de una mujer tenía que ser más largo que su falda. Las mujeres que querían ir a la moda compraban el estilo predominante en el mercado independientemente de si querían o no vestir una minifalda. Aunque cambiara la moda, la influencia de las tendencias no variaba. Hasta hace tan sólo unos años, ningún adolescente que se preciara hubiera vestido unos jeans equivocados. Parte de la diversión de ver películas antiguas era ver las modas antiguas que resultaban cómicas.
Ahora, la mayoría de las modas de las películas parece bastante contemporánea, desde los pantalones de corte masculino de Katharine Hepburn en Pecadora equivocada, de los años 40, a los pantalones pitillo de La Pantera Rosa, de 1963.
"Las tendencias se han diluido", dice Doris Raymond, propietario de la tienda de segunda mano de Los Angeles llamada The Way We Wore.
Eso es debido a que los diseñadores en las últimas dos décadas "tomaron como referencia para inspirarse todos los períodos de la moda posibles".
El consenso en lo que se refiere al estilo ha estado desintegrándose. Las celebridades jóvenes han optado por la estética de mezclar tendencias y minoristas como Zara y Mango han contribuido a la "moda rápida". Los looks de la pasarela ahora son accesibles para todos, pero su cachet desaparece con mucha mayor rapidez.
La democratización de la moda puede ser un dolor de cabeza para la industria de las confecciones, que solía depender de las tendencias para atraer clientes y todavía mantiene una infraestructura para detectar estilos con el objetivo de determinar quién comprará qué. Predecir tendencias "es más difícil cada año", dice Sharon Graubard, una analista de tendencias de la firma de consultoría de moda Stylesight. "Con menos prendas populares, los minoristas y los diseñadores tienen que esforzarse más", dice.
Algunos minoristas nuevos están permitiendo que los clientes dicten los detalles. "La moda ha sido tradicionalmente una industria jerárquica de arriba abajo, pero vimos que la tecnología" podía permitir a los consumidores elegir sus propios estilos, dice Abby Holtz, directora de marketing para indiCustom, un minorista de San Francisco que fabrica jeans y camisas permitiendo a sus clientes elegir la tela, la forma de la pierna, los bolsillos y otros detalles de sus jeans 'a la medida'.
Pero hay un segmento en el que las tendencias son cada vez más dominantes: la moda masculina, donde los pliegues están out y los pantalones rectos están in, dice Andy Gilchrist, autor de la Enciclopedia de la Ropa Masculina y fundador del sitio de Internet "Ask Andy". "Parece", agrega, "que los diseñadores están tratando de meter a los hombres en ese 'viejo' ciclo de las tendencias que solía regir la moda femenina".
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