sábado, 16 de enero de 2010

Los adolescentes que duermen mal sufren riesgo de depresión

Dormir poco hace mal. Siempre. En todas las etapas de la vida. Pero en la adolescencia puede convertirse en un tema realmente grave. Acostarse de madrugada y no descansar el tiempo suficiente puede llevar a la depresión profunda. Lo afirma una investigación estadounidense en la que participaron más de 15 mil chicos de entre 12 y 18 años. Una de las conclusiones es que los que se acuestan después de la medianoche tienen un 24% más de probabilidades de deprimirse que aquellos que se van a la cama antes de las diez de la noche.
El trabajo, publicado en la revista "Sleep", también sostiene que los adolescentes que duermen menos de cinco horas tienen un 71% más de riesgo de sufrir depresión que quienes duermen más de ocho horas. Por otra parte, los adolescentes que aseguran dormir "lo suficiente" tienden a deprimirse un 65% menos. La investigación es del Centro Médico de la Universidad de Columbia de Nueva York, donde se analizaron los datos de 15.659 estudiantes de escuelas primarias y secundarias. Los especialistas descubrieron que 1.143 de los adolescentes estaban deprimidos. En el trabajo también se tuvieron en cuenta otros factores, como la relación que había entre padres e hijos. En cuanto a los padres, un 25% admitió que sus hijos se iban a dormir después de la medianoche. El líder del estudio, James Gangwisch, aseguró que había una clara relación entre la hora en que los padres enviaban a sus hijos a dormir y los sentimientos de depresión.
También aseguró que la falta de sueño podría afectar las respuestas emocionales del cerebro y llevar a la melancolía que, a su vez, entorpece la habilidad para hacer frente al estrés cotidiano. Esta melancolía podría afectar el juicio, la concentración y el control de los impulsos.
Jonathan Pletcher, especialista del Hospital Pediátrico de Pittsburgh, dijo que la relación entre la depresión y el sueño es bidireccional: "Es más probable que los adolescentes que duermen menos tengan más ansiedad y se sientan mal. Pero creo que los hallazgos del estudio también hablan de una conexión entre el adolescente y sus padres, y su capacidad de trabajar juntos".
Gangwisch y Pletcher coincidieron en que la mayoría de adolescentes necesitan entre nueve y diez horas de sueño por noche, y dijeron que los padres podrían subestimar la necesidad de sueño de sus hijos adolescentes. "Dormir el tiempo adecuado es una inmensa prioridad", resaltó Pletcher. Además de aumentar el riesgo de depresión, la falta de sueño puede afectar la concentración y el aprendizaje. Y Gangwisch agregó que la falta de sueño también se asocia con la obesidad y la diabetes tipo 2. Pletcher dijo que los adolescentes que no duermen lo suficiente también podrían ser más impulsivos: "No hay que subestimar la manera en que la falta de sueño puede afectar desde el estado de ánimo hasta la conducta. Todo".
Alejandro Andersson, director del Instituto de Neurología de Buenos Aires, acuerda con el estudio de Columbia. "En la medida en que se duerme menos o se da vuelta el día (acostarse y despertarse muy tarde) se producen alteraciones en la química del cerebro que llevan a la depresión. Suben los niveles de cortisol y baja la serotonina. Dormir mal provoca estrés, que lleva al agotamiento y eso conduce al desequilibrio emocional".
Entre las causas de esta "nocturnidad" en los jóvenes se encuentra, en primer lugar, la tecnología. "La tecnología es importante y ayuda a mejorar la calidad de vida, pero usada con control –dice Andersson–. Que un chico se quede en su habitación usando su computadora hasta la medianoche es una barbaridad".
clarin.com

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