CRISTINA G. LUCIO
MADRID.- Dejar de fumar, ponerse a dieta, estudiar inglés o apuntarse al gimnasio… Para la mayoría, los buenos propósitos son algo tan típico de estas fechas como el turrón o los villancicos. El 1 de enero parece la fecha perfecta para dejar atrás los viejos hábitos y abrazar con energías renovadas un año nuevo cargado de nuevos objetivos. Sin embargo, cuando llega febrero pocos se acuerdan del repetido "de este año no pasa".
¿Qué es lo que falla?
Los psicólogos coinciden en señalar varios factores como 'responsables' de que los propósitos se queden pronto en agua de borrajas:
No existe una verdadera motivación. Según los especialistas, la intención de cambiar responde muchas veces a un arranque repentino y no a un convencimiento real y definido. "Incluso a veces nos dejamos llevar por lo que nos rodea y decidimos dejar de fumar porque todos dicen que es malo, no porque verdaderamente lo creamos", comenta Pedro Rodríguez, psicólogo clínico y miembro del Colegio de Psicólogos de Madrid.
Los objetivos son muchos y demasiado generales. "Nos ponemos metas abstractas, como 'el año que viene, adelgazo' y eso es más difícil de cumplir que si se ha establecido un objetivo concreto", explica el también psicólogo clínico Miguel Silveira.
No se planifica. En general, no se evalúa el esfuerzo que supondrá poner en marcha una nueva iniciativa y qué medios e intensidad serán necesarios para ponerla en marcha.
Falta perseverancia. "Tomar una decisión no cuesta nada, pero llevarla a cabo supone un esfuerzo -a veces importante-, lo que puede hacer que la voluntad se vaya relajando", señala Silveira, que pertenece al Colegio de Psicólogos de Asturias.
Pese a que puede parecer difícil, cumplir al menos un buen propósito en el año nuevo no es tarea imposible. Con la ayuda de algunas pautas, es más sencillo conseguirlo:
Analizar. Antes de ponerse en marcha es importante evaluar si la motivación de cambio es sincera y estructurar cómo se va a llevar a cabo.
Concretar. Los especialistas señalan la necesidad de establecerse pocos objetivos, que sean medibles y no demasiado ambiciosos. "Muchas veces tenemos tantas expectativas y queremos hacer tantas cosas a la vez que no llegamos a realizar ninguna", apunta Rodríguez.
Ser constante
Es fundamental establecer un plan e intentar ser constante para cumplirlo. "En este sentido, es importante saber disfrutar de la actividad. Hay cosas que son duras, que exigen esfuerzo, pero hay que buscar la motivación que te ayude a seguir con esa práctica", comenta Rodríguez.
Por escrito. Según Miguel Silveira, escribir cuál es nuestra intención también ayuda a fijar la decisión y a llevarla a cabo.
En voz alta. Del mismo modo, verbalizar nuestro objetivo y decírselo a alguien ayuda a establecer un compromiso un poco más firme.
Recordatorios
En palabras de Silveira, puede ser útil "dejarse pistas que nos recuerden que estamos en el camino del cambio". Del mismo modo, aprovechar un momento al final del día o una vez a la semana para medir cómo va el proceso y qué pasos se han llevado a cabo también ayuda.
Y, si llega febrero, y de la intención de apuntarse al gimnasio sólo quedan las zapatillas que trajeron los Reyes, lo importante es no tirar la toalla.
"En primer lugar hay que analizar por qué ha fallado ese propósito", comenta Pedro Rodríguez. "Si el abandono no se ha debido a una falta de motivación y seguimos queriendo llevarlo a cabo, es momento de poner los medios para conseguirlo", añade Silveira, quien recuerda que, para empezar cualquier tarea, no es necesario esperar al 1 de enero.
elmundo.es
MADRID.- Dejar de fumar, ponerse a dieta, estudiar inglés o apuntarse al gimnasio… Para la mayoría, los buenos propósitos son algo tan típico de estas fechas como el turrón o los villancicos. El 1 de enero parece la fecha perfecta para dejar atrás los viejos hábitos y abrazar con energías renovadas un año nuevo cargado de nuevos objetivos. Sin embargo, cuando llega febrero pocos se acuerdan del repetido "de este año no pasa".
¿Qué es lo que falla?
Los psicólogos coinciden en señalar varios factores como 'responsables' de que los propósitos se queden pronto en agua de borrajas:
No existe una verdadera motivación. Según los especialistas, la intención de cambiar responde muchas veces a un arranque repentino y no a un convencimiento real y definido. "Incluso a veces nos dejamos llevar por lo que nos rodea y decidimos dejar de fumar porque todos dicen que es malo, no porque verdaderamente lo creamos", comenta Pedro Rodríguez, psicólogo clínico y miembro del Colegio de Psicólogos de Madrid.
Los objetivos son muchos y demasiado generales. "Nos ponemos metas abstractas, como 'el año que viene, adelgazo' y eso es más difícil de cumplir que si se ha establecido un objetivo concreto", explica el también psicólogo clínico Miguel Silveira.
No se planifica. En general, no se evalúa el esfuerzo que supondrá poner en marcha una nueva iniciativa y qué medios e intensidad serán necesarios para ponerla en marcha.
Falta perseverancia. "Tomar una decisión no cuesta nada, pero llevarla a cabo supone un esfuerzo -a veces importante-, lo que puede hacer que la voluntad se vaya relajando", señala Silveira, que pertenece al Colegio de Psicólogos de Asturias.
Pese a que puede parecer difícil, cumplir al menos un buen propósito en el año nuevo no es tarea imposible. Con la ayuda de algunas pautas, es más sencillo conseguirlo:
Analizar. Antes de ponerse en marcha es importante evaluar si la motivación de cambio es sincera y estructurar cómo se va a llevar a cabo.
Concretar. Los especialistas señalan la necesidad de establecerse pocos objetivos, que sean medibles y no demasiado ambiciosos. "Muchas veces tenemos tantas expectativas y queremos hacer tantas cosas a la vez que no llegamos a realizar ninguna", apunta Rodríguez.
Ser constante
Es fundamental establecer un plan e intentar ser constante para cumplirlo. "En este sentido, es importante saber disfrutar de la actividad. Hay cosas que son duras, que exigen esfuerzo, pero hay que buscar la motivación que te ayude a seguir con esa práctica", comenta Rodríguez.
Por escrito. Según Miguel Silveira, escribir cuál es nuestra intención también ayuda a fijar la decisión y a llevarla a cabo.
En voz alta. Del mismo modo, verbalizar nuestro objetivo y decírselo a alguien ayuda a establecer un compromiso un poco más firme.
Recordatorios
En palabras de Silveira, puede ser útil "dejarse pistas que nos recuerden que estamos en el camino del cambio". Del mismo modo, aprovechar un momento al final del día o una vez a la semana para medir cómo va el proceso y qué pasos se han llevado a cabo también ayuda.
Y, si llega febrero, y de la intención de apuntarse al gimnasio sólo quedan las zapatillas que trajeron los Reyes, lo importante es no tirar la toalla.
"En primer lugar hay que analizar por qué ha fallado ese propósito", comenta Pedro Rodríguez. "Si el abandono no se ha debido a una falta de motivación y seguimos queriendo llevarlo a cabo, es momento de poner los medios para conseguirlo", añade Silveira, quien recuerda que, para empezar cualquier tarea, no es necesario esperar al 1 de enero.
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