lunes, 18 de abril de 2011

¿La gente linda es más inteligente y exitosa?



Por Martín Tetaz

Esta es una historia que empieza con tres personas. La primera se llama Kouichi Cruz y seguramente lo viste por la tele contando cómo hizo para terminar la secundaria a los 12 años, hablar cuatro idiomas y aprobar el ingreso a la universidad.

Al segundo le dicen Brad, se apellida Pitt y muchas sostienen que es el tipo más fachero del planeta.

Completa el trío la pequeña Natalie Portman, una prestigiosa psicóloga egresada de Harvard que, en sus tiempos libres, gana millones gracias a la combinación de una cara divina y una gran capacidad actoral.

No caben dudas de que Kouichi es un chico súper inteligente y Brad, un tipo muy atractivo. Lo interesante de Natalie es que, desafiando el estereotipo de la linda tonta, reúne una mente brillante con una belleza singular.

Pero,¿y si Natalie no fuese la excepción sino la exageración de la regla? El lugar común, o la envidia, indican que belleza e inteligencia no van de la mano. Pero la ciencia demuestra lo contrario. La correlación entre belleza y riqueza, por otro lado, está más aceptada y no sorprende que Natalie y Brad sean millonarios.

En 1993, un economista llamado Daniel Hamermesh publicó un notable estudio con el que demostró una alta correlación entre la apariencia física y los salarios; concretamente, las personas atractivas ganaban en promedio entre un 5 y un 10 por ciento más que las normales y éstas a su vez experimentaban una diferencia similar con las poco atractivas.

Numerosas investigaciones confirmaron esos resultados. Stephen Hall encontró que las personas más altas ganaban mejores sueldos y eran más felices, Charles Baum y William Ford mostraron que la obesidad no sólo penalizaba con salarios más bajos, sino que además disminuía las chances de conseguir empleo. Más aun: en un estudio muy interesante David Barri y otros colegas de la Universidad de Lancaster descubrieron que los jugadores de fútbol americano con mayor simetría facial eran mejor pagos.

Aunque la relación entre los ingresos y la apariencia física es clara y contundente, no existe tanto consenso respecto de la explicación del fenómeno. Algunos sostienen que hay profesiones en las que ser más atractivo implica ser más productivo, como en el mundo de las modelos y las promotoras; y otros refutan y sostienen que simplemente se trata de un fenómeno de discriminación lisa y llana. En el medio entre ellos, aparecen algunas hipótesis que vinculan la apariencia física con la salud, como en la investigación de Jaume García y Climent Quintana que prueba que, como la obesidad impacta negativamente en la salud, los empleadores prefieren no contratar personas con sobrepeso.

Para dilucidar un poco más la cuestión, hace un tiempo publiqué una investigación en la que se encuestaba a más de 900 personas representativas del mercado laboral del Gran La Plata. Les pedí a los encuestadores que le dieran un puntaje a cada entrevistado no bien abrían la puerta de la casa, con una indicación sobre cómo juzgaban (en una escala del 1 al 10) la apariencia física de los sujetos. Luego el cuestionario indagaba sobre características socio económicas habituales y se cerraba la entrevista con la administración de un test corto de inteligencia.

Los resultados confirmaron una vez más la correlación positiva entre salarios y apariencia física, e indicaban que cinco puntos más de atractivo tenían el mismo efecto positivo en los salarios que tres años más de estudios. Pero cuando incluimos los resultados del test de inteligencia encontramos las mayores sorpresas, porque desaparecía el efecto de las apariencias y entraba en juego el "efecto Kouichi". Puesto en castellano: no es que los más atractivos ganan más per se, sino que ganan más porque en promedio son además los más inteligentes y por ende más productivos.

A conclusiones muy similares acaba de arribar la reciente publicación de Andreas Schick y Richard Steckel de la Universidad de Ohio. Los autores estudiaron la relación entre la altura y los salarios, y encontraron que diez centímetros más de estatura incrementaban los salarios entre un 9 y un 15 por ciento; aunque, sin embargo, cuando incluían los resultados de los tests de inteligencia el efecto de la altura desaparecía casi por completo.

¿Por qué razón será que la inteligencia y el atractivo físico se llevan tan bien?

Para algunos psicólogos biologicistas como Richard Herrnstein, la inteligencia está básicamente codificada en los genes y por lo tanto se transmite hereditariamente. Luego, puede que los más inteligentes consigan a las más lindas o bien porque ganan mejores sueldos (la hipótesis billetera mata galán) o bien porque como son más rápidos comprenden mejor las reglas del cortejo (chamullan mejor). Habría más chances así de que la descendencia salga atractiva e inteligente.

Para otros, que están más inspirados en la hipótesis de Locke: que venimos al mundo todos iguales y nuestro cerebro es una tabula rasa al momento del nacimiento, inteligencia y belleza terminan de la mano por un proceso de aprendizaje sesgado que se retroalimenta, en el que los más lindos reciben más atención y mejor educación, se tornan así más inteligentes y reciben aun más atención a causa de ello. También otros factores medioambientales, como una correcta alimentación por ejemplo, pueden contribuir al mismo tiempo a mejorar el desarrollo físico y el cognitivo.

Las pruebas parecen indicar que la verdad yace en algún lugar intermedio entre esas posiciones extremas.

La teoría de la selección sexual de Darwin logra dar cuenta de por qué la belleza y la inteligencia pueden ser atributos que aumentan el éxito a la hora de conseguir alguien con quien aparearse, y logran ser transmitidos de manera conjunta. Así, si la belleza es un atributo deseado que aumenta las chances de tener sexo y la inteligencia también mejora las posibilidades de conseguir parejas, pues los más inteligentes y los más atractivos acabarán reproduciéndose más, y lo harán con más frecuencia entre ellos, dando lugar a una descendencia en que ambas características se combinen.

Natalie seguramente es un caso extremo, pero no se sorprendan si después de todo la rubia del barrio llena de plata demuestra que no era tan tarada como su belleza hacía pensar.
conexionbrando.com

No hay comentarios: