martes, 19 de abril de 2011

La presión alta también es cosa de chicos


Fabiola Czubaj
LA NACION
La hipertensión no es sólo cosa de adultos. Aunque sorprenda, los niños y los adolescentes también pueden tener valores altos de presión, un factor de riesgo que muchas veces se soslaya en las consultas pediátricas. Así lo muestra un relevamiento en casi la totalidad de la población escolarizada y no escolarizada de la ciudad de Batán, a 13 kilómetros de Mar del Plata, camino a Necochea.
Los primeros resultados, representativos del país y obtenidos tras dos años de controles exhaustivos, revelan que casi el 15% de entre 10 y 18 años tienen valores anormales de presión para la edad, el peso y la talla. Es más: al 60% nunca le habían tomado la tensión arterial hasta ese momento.
Pero eso no fue todo. El cuadro se completó con una cantidad superior a la esperada de chicos con kilos de más, sedentarios y con colesterol alto.
"Esto nos dice que los adolescentes no hacen actividad física, que comen muy mal, que tienen, proporcionalmente, más hipertensión y sobrepeso que la población general, y que es necesario intervenir de inmediato", concluyó el doctor Gustavo Blanco, coautor del Estudio de Factores de Riesgo Cardiovascular en Adolescentes (Erica) de Batán y miembro de la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial (SAHA)-Distrito Sudeste.
Y los resultados del Erica, que se presentaron este último fin de semana en el 18° Congreso Argentino de Hipertensión Arterial, actualizan el alcance nacional de este problema, ya que estos 1056 batanenses, de entre 10 y 18 años, son representativos de los adolescentes del país.
"Los resultados son muy sorpredentes -aseguró el doctor Walter Abraham, presidente del Distrito Sudeste de la SAHA y coautor del estudio-. Los últimos datos disponibles hablaban de un 3-4% de niños y adolescentes hipertensos. Evidentemente, el aumento de peso en esa etapa de la vida está asociado directamente con la hipertensión."
Un estudio realizado hace dos años por dos médicas del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez había identificado un 4,5% de hipertensión adolescente en el país. En apenas dos años, según los flamantes resultados, ese porcentaje trepó al 10,6%, más un 4,3% de prehipertensos (chicos con presión alta en la primera medición y normal en la segunda, en la misma consulta). Ese aumento de la cantidad de chicos hipertensos, así como también de obesos, muestra a priori una tendencia creciente de los factores de riesgo y sus complicaciones.
Es que también el equipo de seis médicos de la SAHA y de la Secretaría de Salud de la Municipalidad de General Pueyrredón halló que poco más de la mitad de los chicos (52,5%) no hacía actividad física extraescolar; el 15,9% tenía colesterol elevado (dislipemia); un tercio tenía sobrepeso (18,7%) y obesidad (13,3%), y casi la mitad (44,6%) le agregaba sal a la comida antes de probarla.
"Si nadie les controla la presión, estos chicos y adolescentes podrían vivir con las arterias enfermas durante 40, 50 o 60 años -sostuvo Blanco-. Y eso sería un verdadero fracaso de la prevención primaria. De hecho, en el estudio, los chicos habían pasado entre 10 y 18 años sin que un pediatra u otro profesional de la salud les tomara la presión."
Desde los primeros años
Dado que la hipertensión comienza a gestarse en la infancia, el equipo se propuso ir más allá de las cifras estadísticas y encaró intervenciones escolares, como la instalación de quioscos saludables en los colegios de Batán y el diseño de programas de actividad física para las escuelas.
Además, se promoverá la reducción del consumo de sal y la alimentación más saludable en la casa, porque la mayoría de los chicos y adolescentes con presión alta tenían padres hipertensos.
Esa tendencia a heredar los problemas cardiovasculares se comprobó en otro estudio presentado en el mismo congreso. A cargo del doctor Sebastián Obregón, un equipo del Centro de Hipertensión Arterial del Hospital Austral y de la Universidad de Erasmo (Holanda) estudió en 63 chicos de 4 a 12 años (36 eran hijos de hipertensos) si el antecedente directo materno o paterno influía no sólo en la presión, sino también en la elasticidad de las paredes vasculares de los hijos, ya que la hipertensión va endureciendo las arterias. Además de tener presión arterial más alta, los hijos de padres hipertensos tendían a tener signos de enfermedad vascular incipiente.
"Pequeños cambios de hábitos generan grandes cambios en la comunidad -dijo Abraham, del Servicio de Clínica Médica del Hospital Interzonal de Mar del Plata-. Aumentar la actividad física fuera del colegio o comer menos sal no demanda mucha infraestructura o dinero, y a largo plazo tiene un enorme efecto."
Por su parte, el doctor Luis Sureda, del mismo servicio y docente de la Facultad de Medicina de la Universidad Fasta, destacó: "Existe la idea de que los chicos no deberían tener la presión alta, pero también a los chicos hay que tomarles la presión". En el estudio trabajaron también las doctoras Gabriela Coloma y Natalia Gutiérrez, y el doctor Alejandro Cristaldi, subsecretario de Salud de General Pueyrredón.

Comida chatarra y condimentos

BATAN.- Los resultados del programa Erica sorprendieron a la comunidad de la ESB N° 32 de Batán, uno de los establecimientos que, con más de 330 alumnos, estuvieron bajo un exhaustivo seguimiento de los médicos.
"La comida chatarra está presente para los chicos de esta edad, pero aquí nos llamaba la atención el nivel de condimentos", explicó a LA NACION la directora del establecimiento, Ana María Piaggio. Los médicos, a partir de las entrevistas con los adolescentes, también advirtieron que la mayoría confirmaba agregados adicionales de sal a las comidas que consumían en casa.
Los primeros resultados llevaron a que el tema de la hipertensión arterial y los hábitos alimentarios ganaran mayor protagonismo en las aulas, en especial durante clases de biología o en educación física.
Los profesores tomaron conocimiento de que la mayoría de los alumnos no hacía gimnasia fuera de la escuela. A algunos, incluso, se les armó un plan de caminatas para realizar fuera de horario y así avanzar hacia una merma de peso que contribuyera a reducir los riesgos.
"Hubo un gran compromiso de los médicos responsables del programa como diálogo y concientización con los alumnos", remarcó Piaggio. Pone como ejemplo el seguimiento a una alumna que había sido evaluada pero cambió de colegio. Los profesionales la buscaron y continuaron con la atención, ya que la adolescente estaba dentro del grupo de riesgo.
Darío Palavecino
lanacion.com

No hay comentarios: