domingo, 17 de abril de 2011

La Fuerza Aérea confirma casos de OVNIs en el cielo argentino

La superstición de una cultura avanzada que se esconde entre las nubes motivó historias de conspiración y espionaje que nadie como el cine logró capitalizar. La Fuerzas Aérea Argentina (FAA) mostraron siempre interés por los OVNIs y, para investigar estos fenómenos, ahora creó el primer organismo oficial: la Comisión de Investigación de Fenómenos Aeroespaciales.
El país se suma así a una tendencia internacional de desclasificar documentos sobre el tema (como lo hizo el FBI en esta semana) y de analizar con un enfoque científico la presencia de objetos voladores no identificados. Organismos semejantes ya actúan en Uruguay –donde funciona desde 1979–, Chile y Brasil.
El capitán Mariano Mohaupt, vocero de prensa de la FAA y encargado de presidir esa comisión, reconoció por primera vez que “ la Fuerza Aérea Argentina confirma el avistamiento y estudio de fenómenos aeroespaciales que no han sido identificados”. Esto no quiere decir que se acredite la existencia o visita de civilizaciones planetarias.
A diario, los astrónomos captan objetos que no consiguen precisar.
Y aunque a simple vista se asemeje a un plato volador, primero habrá que descartar que no sean globos o cápsulas meteorológicas, cohetes, chatarra espacial o meteoritos. Nadie puede investigar objetos voladores sin conocimiento del tráfico aéreo o de condiciones atmosféricas. Porque como explica Mohaupt, “muchos de los fenómenos duran algunos segundos y luego se disipan”.
La comisión que empezará a funcionar en dos meses será interdisciplinaria y su propósito será determinar cuándo un incidente responde a causas meteorológicas, astronómicas o físicas y cuándo no. El equipo estará integrado por pilotos, personal del Servicio Meteorológico Nacional, de la Administración Nacional de Aviación Civil y podrían sumarse médicos, psiquiatras y gente del INTA, en caso de sucesos geofísicos .
Con la intención de otorgar un marco científico a estas anomalías, “el método para indagar en cualquier hecho significativo –resume Mohaupt– se divide en tres fases. La primera será la recopilación de datos de fuentes primarias y secundarias.
La contribución de los ciudadanos e instituciones será crucial en este punto . La fase intermedia contempla un estudio pormenorizado de cada caso particular y su posterior documentación. Aquellos fenómenos que no hayan sido esclarecidos, pasarán a la tercera etapa de análisis estadístico y la de cruzamiento de datos que brinda cada especialidad”.
Sobre los beneficios de esta iniciativa oficial, Silvia Pérez Simondini, directora de la Comisión de Estudio Fenómeno OVNI República Argentina (CEFORA), opina que “es maravilloso que se haya creado la comisión porque cada vez que precisemos realizar un análisis, tendremos acceso a los laboratorios oficiales”. Desde la óptica de la ciencia y de la religión, quedan pocas dudas, aunque faltan pruebas. El físico y cosmólogo británico Stephen Hawking, afirmó que los extraterrestres “casi seguramente existen” aunque aconsejó que los humanos eviten el contacto con ellos. Mientras que el director de la Specola Vaticana de Castelgandolfo (observatorio astronómico del Vaticano), el jesuita George Coyne, concluyó que, pese a la falta de evidencia científica, no descarta la vida en otros planetas .
Para el astrónomo Roberto O. Venero, “la mayoría de los científicos, hoy en día, considera como alta la posibilidad de la existencia de vida en otros sistemas planetarios. Esta idea ha sido apuntalada con el hallazgo de numerosos exoplanetas que se constituyen en escenarios potenciales para el desarrollo de la vida”.
Sin embargo, estas expectativas fundadas en hechos científicos, no tienen ninguna vinculación con el supuesto fenómeno OVNI. “Relacionar a luces u objetos voladores que no pueden ser identificados por algún motivo, con naves de extraterrestres que nos visitan, corresponde al terreno de la fantasía. No es maduro explicar aquello que no entendemos con una idea preconcebida sólo porque no lo entendemos”, aclara Venero.

VICTORIA, UNA CIUDAD DE ESFERAS BRILLANTES

Victoria es una ciudad entrerriana de casas bajas que se destaca por su herrería artística y sus calles angostas que siguen la clásica cuadrícula española. Pero es conocida, además, por otro motivo: el avistaje de OVNIs. Así la “descubrió” Silvia Pérez Simondini, quien en 1991, tras ver un artículo publicado en Clarín , sintió que Victoria era su lugar en el mundo. “Yo vivía muy bien en un petit hotel en Villa Devoto, en Capital Federal, pero sentí que debía estar acá”, dice la creadora y responsable del Museo del OVNI, una institución que sobrevive al amparo de su entusiasmo y fuerte dedicación.
Acá es muy común ver luces en el cielo y no sólo de noche, a cualquier hora del día. En todas las zonas donde hay elevaciones y agua siempre aparecen OVNIs ”, explica la mujer. Y aclara que “en Victoria tenemos testimonios desde principios del siglo XX que hablan de esferas brillantes vistas en el cielo, pero como muchos de los testigos fueron peones y pescadores, pensaban que estaban en presencia de la luz mala o de almas en pena ”. También precisa que en el libro El país de los chajá, escrito por el monje benedictino Gregorio Spiazzi, se cuenta la experiencia de pescadores que veían luces que se desavanecen en el agua. “Nosotros buscamos que la ciencia se interese por esto”, agrega su hija Andrea, quien tampoco oculta su entusiasmo ante la convocatoria para colaborar con la comisión nacional que estudiará los fenómenos extraterrestres. “Desde los primeros días de enero estamos en contacto con el vocero de la Fuerza Aérea y la idea es que podamos ayudar en todo lo que sea necesario”, precisa Andrea Pérez Simondini.
Ella se lamenta porque en más de una ocasión no pudieron analizar en laboratorios especializados la composición del suelo en el que se posaron las naves llegadas desde el cielo. La falta de recursos económicos les privó de conocer más detalles sobre muchas marcas en el pasto que hoy sólo están registradas en las fotos del museo.

UN PLATO VOLADOR EN SALTA

Antes de irse a dormir, Antonio Galvagno (59) mira el cielo y algunas noches ve luces “extrañas”. Desde pequeño estudia la vida extraterrestre. El 17 de agosto de 1995, Antonio y su esposa estaban almorzando en su casa. Era un día de invierno y el sol estaba radiante. Se atragantaron con la comida a las 13.47, cuando sintieron dos explosiones. Enseguida los adornos del aparador comenzaron a temblar: un terremoto, pensaron. Salieron corriendo a la vereda. Los vecinos también estaban en la calle, al igual que las 20.000 personas de de Joaquín V. González, en Salta. “Vimos una columna de humo espeso”, dice a Clarín Galvagno.
Antonio es piloto profesional y en esa época fumigaba campos con una avioneta. Después de la explosión se subió a su ultraliviano y siguió la columna de humo que salía de la Sierra Colorada. Allí ya había gente de la NASA investigando. “Nos prohibían estar cerca”, dice. Algunos testigos vieron algo en forma de plato volador zigzagueando al rojo vivo. Y su caída, afirman, hizo temblar el pueblo. “ “El día que ves una nave, no te querés bajar nunca”, asegura Antonio, que hoy también es fanático de los OVNIs .

LUCES EXTRAÑAS EN EL SUR

“Abran la cabeza, no estamos solos en el Universo”, dice a Clarín el comandante aéreo Jorge Polanco. El fue protagonista de uno de los episodios OVNI que conmocionaron al país: el caso Bariloche.
La noche del 31 de julio de 1995, Polanco estaba por aterrizar en el aeropuerto de Bariloche. Piloteaba el Boeing 727 de Aerolíneas Argentinas cuando “una luz, primero tenue, luego intensa y brillante, se interpuso entre la nave y la pista de aterrizaje”. De inmediato el comandante se comunicó con la torre de control, pero la respuesta fue desconcertante: no era ninguna aeronave identificada. Esa luz extraña acompañó al Boeing y a los 100 pasajeros durante 17 minutos.
Un avión de Gendarmería que estaba en vuelo también confirmó haber visto el mismo objeto. El escenario se completaba con otro hecho extraordinario: en el aeropuerto no había luz.
“El caso tuvo mucha repercusión en los medios a nivel mundial, hasta me vinieron a ver especialistas de la NASA, fue el caso más concreto, real y espectacular. En mi carrera fui testigo de otros dos episodios”, dice Polanco.
A 15 años de su experiencia, ve como algo positivo que la Fuerza Aérea investigue estos casos “siempre y cuando sea de una manera seria”. Los otros dos casos que menciona el comandante ocurrieron el 6 de febrero del 1995, cuando estaba volviendo desde Río de Janeiro con destino al aeropuerto de Córdoba y una luz fuerte lo sorprendió. Al comunicarse con la torre de control, recibió la misma respuesta: “Tráfico no conocido”. El otro episodio ocurrió el 11 de agosto de 1996. Volando por la localidad de Trelew, se cruzó una luz brillante por tercera vez.
“Lo vivo como algo natural. Creo que puede haber vida en otros sistemas, estoy convencido. No me preocupé por difundir mi caso porque el común de la gente no lo toma seriamente“, repite Polanco. El pasado 14 de febrero, los tripulantes del vuelo 727, personal del avión militar y especialistas se reunieron en la Costanera para charlar sobre el caso. Para Polanco siempre es bueno refrescar esos acontecimientos. “Siendo profesionales del aire no nos confundimos con una simple luz. Creo que existen vidas más desarrolladas que la nuestra. Repito no somos los únicos que habitamos el planeta”, sentencia.

VIBRACIONES EN LA ANTARTIDA

El 3 de julio de 1965 era un día normal en la Isla Decepción de la Antártica. La calma terminó cuando los científicos empezaron a sentir vibraciones en las milenarias cavernas de lava.
En minutos hubo una gran erupción volcánica, y los científicos tomaron las medidas de emergencia: rápida evacuación y llamaron a los buques de rescate. Sacaron fotos que revelaron en los barcos: el informe decía que no podían ser porciones de lava porque estaban demasiado altas. Aquel 3 de julio el personal del destacamento observó un artefacto extremadamente raro. Daniel Perissé (que falleció en 2008) era el jefe del destacamento. “Aunque la apariencia del objeto era de solidez, había cierta imprecisión en su forma, a veces lenticular y por momentos circular”, declaró poco después del avistaje Perissé. El transporte Punta Médanos de la Armada chilena, mientras navegaba, sufrió alteraciones en los compases de la brújula. Cinco personas de la base antártica inglesa confirmaron que “ese día vieron en el cielo una extraña mancha luminosa”. El 19 de junio de 1965 un grupo de expedicionarios ya habían observado un “objeto que volaba en zig-zag”.

EN EL MUNDO DEL CINE, LAS NAVES CASI SIEMPRE SON ENEMIGAS

En 1898 se publicó “La guerra de los mundos”, la novela de ciencia ficción del escritor inglés Herbert George Wells. La trama describe una invasión extraterrestre en la Tierra y se la considera como el primer libro de relatos extraordinarios que alcanzó popularidad. Del escrito de Wells se realizaron muchas adaptaciones, incluida la versión radial histórica de Orson Wells. La más espectacular en la pantalla grande la hizo Steven Spielberg, en 2005.
No era la primera vez que Spielberg filmaba algo con esta temática. En 1977 se estrenó “Encuentros cercanos del tercer tipo”, un clásico del cine de ciencia ficción. En 1982 se estrenó E.T, un filme memorable que cuenta la vida de un extraterrestre que quedó abandonado en la Tierra. Fue rodada entre los meses de septiembre a diciembre de 1981, en California, con un presupuesto de 10,5 millones de dólares.Ganó cuatro premios Oscar: a la mejor música, a los mejores efectos sonoros y a los mejores efectos especiales.
George Lucas fue el creador de otra obra exquisita del cine de ciencia ficción: Star Wars. Con el tiempo, en la pantalla se multiplaron los ejemplos de naves que aparecieron como objetos voladores no identificados (OVNIs) y luego resultaron feroces “enemigos”.
CLARIN.COM

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