Por increíbles que parezcan las cifras, cada seis días muere un niño por accidente de tráfico. En 2009, perdieron la vida en España 60 menores, 37 de ellos iban de pasajeros (22 de peatones, y uno conducía un ciclomotor). Lo peor es que cerca del 40% de los casos se podría haber evitado. No llevaban ningún sistema de retención infantil en el coche, a pesar de estar demostrado que reducen en un 40% el riesgo de morir y en un 70% las posibilidades de sufrir lesiones graves. ¿Cuál es el problema?
Según los expertos, la gran mayoría de los padres (90%) dispone de sillas, alzadores y cinturones, sin embargo, no siempre los utilizan y a veces no tienen muy clara la metodología en aspectos, por ejemplo, como la posición de las sillas: ¿Mejor mirando hacia adelante o en sentido contrario a la marcha?
La Academia Americana de Pediatría de EEUU apuesta por que "los bebés estén colocados mirando en el sentido contrario al menos hasta los dos años, siempre que su tamaño lo permita". Así lo afirma en un artículo publicado recientemente en la revista 'Pediatrics'.
Esta posición "crea una especie de habitáculo de protección, resguarda mejor la cabeza, el cuello y la columna del bebé", argumenta Juan Carlos González Luque, asesor médico de la Dirección General de Tráfico (DGT) y miembro del Comité de Seguridad y Prevención de lesiones de la Asociación Española de Pediatría (AEP). Por esta razón, y en la misma línea que los pediatras americanos, el doctor González Luque asegura que "lo mejor es mantener al bebé el mayor tiempo posible en contra de la marcha (independientemente de la edad), hasta que el volumen del pequeño ya no lo permita, bien porque tenga que ir con las piernas encogidas o su cabeza sobresalga del respaldo, por ejemplo".
Cambiar de dispositivo, un premio
Aunque las recomendaciones oficiales, a modo de orientación, señalan edades para ir cambiando de dispositivo, las reglas no son tan estrictas, depende de cada caso. Lo que ocurre, tal y como refleja el artículo de 'Pediatrics', es que a veces "los padres se empeñan en seguir a rajatabla dichos consejos y pasar cuanto antes todos los niveles".
De alguna manera, el cambio de un dispositivo a otro se ha convertido en una especie de 'premio' al niño y la perspectiva debe ser otra. "Proporcionar seguridad a los niños hasta que puedan utilizar el cinturón de seguridad para adultos (a partir de los 12 años, siempre que su estatura iguale o supere los 145 milímetros) y esto sólo se consigue con los dispositivos de retención", asevera González Luque.
La clave está en tenerlos y también manejarlos correctamente. Según estadísticas internacionales, apunta el pediatra, "hasta un 70% de los menores con este tipo de sistemas no los lleva de forma adecuada y son básicos para salvar su vida y reducir lesiones".
Colocar al niño en el mismo sentido de la marcha antes de tiempo no es el único 'error' frecuente. "Muchas veces, los padres no fijan bien los arneses (cinturón de las sillas), van sueltos o retorcidos; no colocan bien la silla en el asiento; la ponen delante sin desactivar el airbag previamente; y aunque ya se ve menos, llevar al bebé en brazos resulta peligroso, no hay brazos capaces de retener a un bebé en caso de accidente, incluso puede resultar aplastado".
La fragilidad de los menores
Hay que tener en cuenta que los niños son especialmente vulnerables. "El peso de su cabeza es proporcionalmente mayor que en el adulto. En caso de colisión, se moverá con mayor energía y el impacto será peor, afectará más al cuerpo y al cuello. Por otro lado, sus estructuras óseas no están completamente formadas y tampoco le protegerán adecuadamente. No absorben como deberían la energía que se produce en estos accidentes y rápidamente se introduce en el cuerpo, provocando lesiones internas". Además, su tejido nervioso neuronal es más vulnerable es caso de compresión. Se pueden producir lesiones medulares.
Según los especialistas de la DGT, "a 50 kilómetros por hora, un niño de 20 kilos, en caso de impacto, se golpearía contra el parabrisas con una fuerza equivalente a 500 kg". Dada su fragilidad, una situación así puede conllevar traumatismos craneales, faciales, torácicos y lesión medular. Si, por ejemplo, el pequeño está en el asiento delantero, aunque su silla esté en sentido contrario a la marcha, si el airbag está activado, aumentan los riesgos. "Este dispositivo está pensado para las medidas de un adulto. Si se despliega con un menor, lo más probable es que le ocasione lesiones oculares, quemaduras y daños en las extremidades superiores. En casos graves, se pueden producir problemas a nivel craneoencefálico y cervical".
Los mejores consejos
Para evitar estas situaciones, "lo mejor es colocar la sillita, por supuesto siempre homologada, en los asientos traseros y en sentido contrario a la marcha mientras se pueda", recomienda el galeno. Después, cuando vaya en el mismo sentido, "habrá que asegurarse de que la silla esté perfectamente sujeta y los arneses estén muy bien ajustados para que, en caso de accidente, absorban el movimiento hacia delante en el momento de la colisión".
Cuando el niño es demasiado mayor para una silla y demasiado pequeño para el cinturón de seguridad del adulto, existen unos asientos elevadores (los expertos recomiendan que incluyan respaldo) que le permiten alcanzar la altura necesaria para usar dicho cinturón.
No valen excusas. Siempre que lleve a su hijo en el vehículo, aunque sea para desplazarse pocos kilómetros, es imprescindible hacerlo en condiciones de máxima seguridad, para no arriesgar la vida del pequeño. No hay que olvidar, concluye González Luque, que "los accidentes de tráfico continúan siendo la primera causa de mortalidad en los niños entre los cuatro y los 14 años y el mayor factor de riesgo es que sus padres no utilicen o no lo hagan de forma adecuada los elementos de retención infantil".
elmundo.es
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