Por Robert Lee Hotz
Mientras Apple y Google hacen sonar las alarmas de los defensores de la privacidad al hacer un seguimiento detallado de dónde y cuándo las personas utilizan sus teléfonos celulares, el futuro de la vigilancia de los consumidores cobra forma en un conjunto de residencias universitarias de Cambridge, en Massachusetts, Estados Unidos.
Durante casi dos años, Alex Pentland, investigador del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) siguió los pormenores de la vida de 60 familias que viven en la universidad a través de sensores y programas de software instalados en sus teléfonos inteligentes. Pentland estaba al tanto de sus movimientos, relaciones, estados de ánimo, salud, además de su historial de llamados y gastos. Con todos estos detalles, identificó patrones de conducta humana que podrían revelar cómo millones de personas interactúan en casa, el trabajo y durante su tiempo libre.
Gracias a estos y otros proyectos de investigación sobre los teléfonos celulares, los científicos están siendo capaces de identificar a los "influyentes", es decir las personas que probablemente induzcan a otros individuos a cambiar de parecer. Los datos pueden pronosticar con precisión asombrosa dónde los usuarios estarán en el futuro. Las compañías de telecomunicaciones ya están utilizando estas técnicas para predecir, en base al círculo de amigos de un consumidor, cuáles personas tienen una mayor probabilidad de cambiar de proveedor.
Los datos también pueden revelar síntomas sutiles de una enfermedad, predecir movimientos del Promedio Industrial Dow Jones y seguir de cerca la difusión de las ideas políticas a medida que se mueven por una comunidad, al igual que un virus contagioso.
Hasta ahora, estos estudios apenas arañan la superficie de la complejidad humana. Los investigadores están explorando maneras de que la información de los teléfonos móviles pueda mejorar la salud pública, la planificación urbana y el marketing. Al mismo tiempo, los investigadores creen que sus hallazgos dejan entrever reglas básicas de la interacción humana, lo que supone nuevos desafíos a las nociones de privacidad.
Hoy, casi tres cuartas partes de los habitantes del mundo tienen un celular. Toda esta actividad genera enormes bases de datos comerciales sobre las formas en que se organizan en redes de poder, dinero, amor y confianza.
A diferencia de los teléfonos fijos, un móvil es habitualmente utilizado por una persona, que lo lleva a todas partes durante el día. Las telefónicas habitualmente rastrean su ubicación (en parte para conectarlos a la torre celular más cercana) junto con el momento y la duración de las llamadas y la dirección para enviar la cuenta al usuario.
A menudo, un celular guarda un registro de las llamadas, mensajes enviados, búsquedas y actividades en Internet. Numerosos teléfonos inteligentes también contienen sensores que registran movimientos, detectan los niveles de luz y toman fotos y videos.
Los avances en estadísticas, psicología y la ciencia de las redes sociales les otorgan a los científicos las herramientas necesarias para hallar patrones que son demasiado sutiles para ser detectados por otros medios.
Los físicos de redes de Northeastern University, por ejemplo, estudiaron las rutinas de viajes de 100.000 usuarios de celular europeos. Tras analizar más de 16 millones de registros con fechas de llamadas, horas y posiciones, determinaron que los movimientos parecían seguir un patrón matemático y que, con suficiente información sobre movimientos pasados, podían pronosticar la ubicación de una persona con una precisión de 93,6%. "Para nosotros, las personas se ven como pequeñas partículas que se mueven en el espacio y ocasionalmente se comunican entre sí", dice Albert-Laszlo Barabasi, quien encabezó el experimento. "Hemos transformado la sociedad en un laboratorio donde se puede seguir la conducta de forma objetiva".
Se trata de un fenómeno reciente. Las leyes de privacidad limitan la forma en que las compañías pueden utilizar sus registros.
Varios proveedores de Europa y Asia han donado grandes bloques de registros de llamadas para su uso científico, borrando los nombres y los detalles personales de los usuarios. "Desde un punto de vista científico, no importa quiénes sean estas personas", señala el sociólogo médico de la Universidad de Harvard, Nicholas Christakis, quien utiliza los datos para estudiar cómo las enfermedades, el comportamiento y las ideas viajan a través de las redes sociales y cómo las empresas pueden aprovechar esta información para influir sobre la comercialización de medicamentos y decisiones de salud.
Recientemente, Apple Inc. disparó las alarmas de los defensores de la privacidad cuando trascendió que sus iPhones mantienen una base de datos automática sobre la ubicación de los aparatos que se remonta a varios meses. El viernes 22 de abril, The Wall Street Journal informó que tanto Apple como Google Inc., responsable del sistema operativo Android, recopilan información de sus teléfonos inteligentes. Una prueba hecha a un teléfono Android mostró que registraba información cada pocos segundos y la transmitía a Google varias veces por hora. Google y Apple insisten en que los datos transmitidos por sus teléfonos son anónimos y que los usuarios pueden bloquear la función de localización.
"Podemos cuantificar el movimiento humano a una escala que antes era imposible", afirma Nathan Eagle, investigador del Instituto Santa Fe en Nuevo México, que trabaja con 220 firmas de telefonía celular en 80 países. "No creo que nadie tenga idea de todas las ramificaciones que esto tiene", observa. Su mayor base de datos incluye a 500 millones de personas en América Latina, Europa y Medio Oriente. Eagle ha usado la información para determinar cómo los barrios marginales ofrecen oportunidades de emprendimiento que ayudan a dinamizar la vida económica de las grandes ciudades. Son "trampolines económicos", asevera.
Los proveedores de celulares están explorando múltiples posibilidades. Varias compañías europeas descubrieron que había cinco veces más posibilidades de que las personas cambiaran de proveedor si un amigo ya lo había hecho. Ahora las empresas se dirigen a estos usuarios con publicidad especial, cuenta Eagle, que trabaja con estas empresas.
Johan Bollen, experto en redes complejas de la Universidad de Indiana, encontró que millones de mensajes diarios de Twitter enviados por celulares y computadoras capturaban los cambios en el estado de ánimo nacional que presagiaban las variaciones del índice Dow Jones con hasta seis días de anticipación con una precisión de 87,6%.
Los investigadores analizaron el contenido emocional de las palabras utilizadas en 9,7 millones de los escuetos mensajes de 140 caracteres colocados por 2,7 millones de personas entre marzo y diciembre de 2008. Lo que pasa en Twitter, también pasa en la bolsa, concluyeron los científicos.
Pentland y sus colegas utilizaron teléfonos inteligentes con software de búsqueda y sensores para rastrear los encuentros cara a cara de 78 estudiantes durante los últimos tres meses de las elecciones presidenciales de EE.UU. de 2008. Casi la tercera parte cambió de opinión política durante ese lapso. El cambio tuvo que ver con contactos cara a cara con participantes del proyecto. Como recompensa, los estudiantes se quedaron con los teléfonos.
"Con sólo ver cómo usa su tiempo, puedo decir mucho sobre su música predilecta, el auto que maneja, sus riesgos financieros, su riesgo de diabetes. Si agrega datos financieros, se puede incluso tener un conocimiento más acabado", dice Pentland. "Estamos tratando de comprender las moléculas de la conducta de esta manera tan completa", explicó.
wsj.com
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