"Si yo fuera un hombre, ¿me habrían tratado así? ¿Estaría peor pagada que mis colegas masculinos a pesar de tener las mismas responsabilidades y competencias? Me encontraría mi mesa ocupada a la vuelta de una baja por maternidad? ¿Tendría que aguantar las bromas sexistas de un compañero de trabajo?" Esas son preguntas que muchas mujeres se hacen cada día y que Christine Leiritz, directora de la revista mensual francesa Marie Claire, ha querido compartir con ocho de los damas más poderosas e influyentes del país vecino anticipándose a la celebración, el próximo 8 de marzo, del Día Internacional de la Mujer.
"Se trataba, en suma, de cuestionarnos cómo hubiera cambiado nuestra vida profesional y nuestra relación con el trabajo si hubiéramos nacido hombres", explica Leiritz en las páginas del Marie Claire de marzo, que salió a la venta en Francia esta semana. En el reportaje, junto a las anécdotas personales de ocho mujeres sobre el sexismo laboral al que han tenido que enfrentarse alguna vez, en el pasado remoto o cercano, lo que más llama la atención –y está haciendo correr ríos de tinta en el Hexágono– son los ocho retratos de las protagonistas, maquilladas, peinadas y vestidas como hombres, incluyendo en algunos casos barbas y bigotes postizos.
Si fueran unas desconocidas, nadie hablaría del tema. Pero se trata, en este caso, de la vice-alcaldesa socialista de la Villa de París Anne Hidalgo, de la eurodiputada y ex ministra de Justicia del gobierno de Sarkozy Rachida Dati, de la ex presidenta de la multinacional Areva Anne Lauvergeon, de la presidenta de la agencia de comunicación Euro RSCG Mercedes Erra, de la escritora Delphine de Vigan, de la ex directora de la emisora de radio pública France Culture Laure Adler, de la campeona de vela Florence Arthaud y de la cocinera multiestrellada Helène Daroze.
"Las ocho que han aceptado participar en esta encuesta son mujeres de carácter, talentosas, ambiciosas, influyentes, célebres y no tienen, a priori, nada que envidiar a sus homólogos masculinos. Pero han tenido que luchar para imponerse y ahora nos lo cuentan, agregando la imagen a sus palabras", prosigue Leiritz. "Es una manera de denunciar y combatir el sexismo ordinario que aún perdura en Francia".
En las fotos que ilustran el artículo, aparece Rachida Dati con el pelo peinado engominado atrás, Florence Athaud, con un poblado mostacho, Helène Darroze con una barba de estilo mormón, Delphine de Vigan con patillas de rocker, Mercedes Erra con bigote y perilla canosos en plan siglo pasado y Anne Hidalgo con un fino bigote poco poblado y aire de mal afeitada(do), al más puro estilo Corto Maltés, como ella misma solicitó.
"Para un hombre, acceder a la política es mucho más fácil, pero también menos excitante", opina Anne Hidalgo. "A los hombres poderosos les gustan las mujeres esforzadas, aunque no tanto las triunfadoras", sugiere Rachida Dati.
A Anne Lauvergeon no le importaría transmutarse al género masculino durante quince días. "El gran riesgo", apunta, "es creer que la identidad se asimila a la función profesional". Y Laure Adler añade: "la cuestión de la desigualdad entre hombres y mujeres se arreglará cuando cada cual reconozca sus partes masculinas y femeninas".
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