Tiene 50 años y le llamaremos Daniel porque ha solicitado conservar el anonimato a cambio de su testimonio. Pero es una persona real, con una vida real y una enfermedad, también, real: la adicción al sexo.
Residente en Barcelona, y actualmente en paro, no ha oído hablar de la película 'Shame' (vergüenza), en la que Michael Fassbender da vida a Brandon, un hombre de 30 años que como él vive las 24 horas al día por y para el sexo. Reconoce en cambio que se ha topado con muchos hombres de carne y hueso que empezaban a 'jugar' peligrosamente con el placer carnal. Y con otros tantos que ya habían caído en las garras de su dependencia. "Sabes lo que es, lo que sucede, porque has tenido la experiencia. Entonces te das cuenta en seguida de ciertas señales que demuestran si una persona se está enganchando o ya lo está", afirma.
Fue a los 35 cuando Daniel se abandonó al sexo. "Desde joven he tenido problemas de adicción. Me he dado a todo, lo que ha sucedido es que la forma ha cambiado (sexo en lugar de alcohol o drogas) pero la base de mi problema es el mismo: una falta total de control de los impulsos".
Una peli porno, un par de encuentros con desconocidas, masturbarse varias veces al día... eran la válvula de escape de Daniel tras una ruptura amorosa. "Los problemas con mi pareja no surgieron porque fuera adicto al sexo, me enganché después de este fracaso emocional. Recurrí a ello como evasión, porque estaba triste, ansioso y poco a poco se convirtió en una obsesión. Todo el día estaba pensando en el sexo. Todas mis energías estaban en obtener placer, que no me faltara. No te vuelves adicto de la noche a la mañana, es poco a poco. Caes sin darte apenas cuenta".
Un adicto al sexo no es muy diferente a un ludópata o a un alcohólico. No es ninguna broma. Todos se meten en un círculo vicioso del que no pueden salir, sin ayuda. Sufren, pasan 'mono', ansiedad, dejan de sentir placer y viven con vergüenza, arrepentimiento, soledad y falta de autoestima. Todos, también, pagan las mismas consecuencias: pérdida de trabajo, de pareja, de dinero. "Es una auténtica mierda. Acaba con todo, autoestima, te quedas sin vida", enfatiza Daniel.
Pese a ello, y a pesar de que el número de hombres y mujeres que 'acumulan' amantes va en aumento, el Manual de Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV), la 'biblia' de los psiquiatras, sigue sin considerar la adicción al sexo como una categoría diagnóstica, un hecho que levanta ampollas entre los especialistas.
Máxime cuando se valora que los expertos que estudian y tratan esta patología estiman que cerca del 6% de la población la padece, aunque en honor a la verdad, lo cierto es que se desconoce su prevalencia real. Es más, según un estudio publicado en el 'American Journal of Psychiatry', "las cifras están infravaloradas porque esta conducta se vive en secreto debido a que causa pudor, es vergonzante y clandestina".
Aumento de adictos al sexo
Javier Pujols, codirector del Instituto de Sexología de Barcelona y terapeuta de Daniel, lo corrobora: "Se sabe cuál es la prevalencia del alcoholismo o la ludopatía, pero se desconoce la del comportamiento sexual compulsivo. Las adicciones pueden tratarse en centros públicos o privados, pero en el caso de sexoadicción contamos con un abordaje público, de ahí la dificultad para contar con estadísticas. Tenemos entre 40 y 50 casos nuevos al año, pero hemos notado un aumento de pacientes".
El crecimiento de la demanda de atención se ha sentido también en otros centros. Vega González de Atención e Investigación de Socioadicciones (AIS) lo confirma. "Empezamos a ver los primeros casos en 2001, pero eso no indica que antes no existiese la patología. En los últimos años nos están llegando más afectados. Cada vez se habla más de ella y sus víctimas o sus familiares entienden y aceptan que han de solicitar ayuda de algún profesional".
La sexoadicción, una de las dependencias menos confesadas y visibles, fue descrita por primera vez en 1886 como psicopatía sexual por el psiquiatra alemán Kraff-Ebbing, pero habría que esperar hasta 1970 para que se desarrollaran las pautas necesarias para su identificación y tratamiento. Todo gracias a un sólo hombre: Patrik Carnes, del Centro de Tratamiento Meadwos, en Arizona (EEUU) quien además acuñó el término adicción.
Según sus palabras: "las personas con comportamiento sexual compulsivo se vuelven adictas a los cambios neuroquímicos que se producen en su cuerpo y en su cerebro durante el acto sexual, como los heroinómanos se enganchan a la heroína por 'chutarse'".
Cuánto sexo es demasiado
¿Pero cuánto sexo es demasiado? ¿Es normal mantener dos o tres relaciones al día o ya es patológico? La barrera entre practicar sexo y estar enfermo por su culpa es nítida: cuando se convierte en una obsesión enfermiza que "interfiere en la vida cotidiana y se mantiene a pesar de las consecuencias negativas, si la persona ha perdido la capacidad de controlar este comportamiento y de escoger libremente si se lleva a cabo o no, entonces estamos hablando de adicción y por tanto de una patología", apostilla la psicóloga González.
Y a diferencia de otras adicciones, la sexual puede adoptar múltiples formas: desde la masturbación compulsiva, las relaciones con múltiples parejas heterosexuales u homosexuales, los encuentros con personas desconocidas, hasta el uso de pornografía, prostitución o líneas eróticas. La llegada de internet no ha hecho más que empeorar el panorama. "No sólo por el ciberporno, sino porque que practicar sexo con personas desconocidas está más al alcance de la mano gracias a los contactos que se hacen en la red", recuerda Javier Pujols.
Más optimista se muestra a la hora de hablar de su curación."La sexualidad es un derecho, y al igual que a una persona bulímica no la puedes tratar diciendo que nunca más vuelva a comer, un sexoadicto tampoco tiene que vivir sin sexo el resto de su vida. Se trata de que aprendan a llevar una vida sexual sana y placentera, que reaprendan su conducta sexual, fomente su autoestima y adquiera habilidades para el autocontrol. Para ello utilizamos la terapia de los 12 pasos y lo cierto es que aunque alguno tiene alguna recaída, de la que suele salir reforzado, tenemos altas tasas de éxito. Dura entre 12 y 18 meses, pero además después hacemos seguimiento".
Daniel lleva un poco más de un año en terapia "y me siento mucho mejor. Prueba de ello es que estoy contando mi caso. Estoy recuperando mi vida y conectando con mis emociones. La adicción me ha dejado secuelas y disfunciones por eso aún no puedo volver a practicar sexo, pero confío en tener pareja algún día. Lo más importante es tomar conciencia de que tienes un problema. Eso sí, es un camino que haces solo, pero se puede salir, aunque sea duro, como también es duro que la sociedad no lo comprenda ni le interese".
elmundo.es
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