domingo, 5 de febrero de 2012

En vacaciones se llega a subir hasta 2 kilos por semana

El relajo en las vacaciones suele ser total. Uno se acuesta y se levanta a cualquier hora. No hay rutinas ni obligaciones y se tiende a dejar de lado todo lo que demanda cierto esfuerzo. Lógico, a fin de cuentas, para eso son las vacaciones. Y la comida tampoco escapa al esquema del relajo. Los yogures y el bife con ensalada dejan lugar a docenas de churros y facturas, grasientas achuras, kilos de helados, baldes de mates azucarados y botellas de vino y cerveza. Encima hace calor y no dan ganas de hacer gimnasia o matarse con la bicicleta. El resultado no puede ser otro que engordar. A buen ritmo se suben hasta dos kilos por semana, alertan los expertos consultados porClarín .
Intentar reparar el desmadre puede costar dos meses . Pésimo negocio.
Comer es un gran placer, pero si las vacaciones pasan por la comida, ahí hay un problema, dicen los especialistas. Lo ideal sería darse gustos aunque sin tanta indulgencia porque sino después la vuelta a la normalidad será durísima. Pero es que nadie, nadie, se salva de las tentaciones. El que va a una casa o a una cabaña abusa de las picadas y los asados en esa parrilla que está ahí tan a mano como nunca. El que se hospeda en un hotel se pierde con el desayuno continental y el resto de las comidas en sucesivos restoranes. El que eligió el camping come sandwiches y fideos como para un año y el colmo es el que se embarca en un crucero. El all inclusive no sólo es obsceno sino que hace estragos.
“Somos oportunistas. Quienes veranean en hoteles con mesa libre quieren comer todo y quienes tienen menú fijo no dejan nada. Quienes optan por llevarse comida apelan a la panadería, económica y portátil. Y quienes disfrutan de la compañía se juntan para comer, y eso significa agasajarlos con mucha comida”, dice Edgardo Ridner, presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición.
“Se asocia las vacaciones con comer. Los asados son más largos y más seguidos, se come más veces afuera, hay facturas en el desayuno y a la tarde en la playa -también churros- helados a la noche y alcohol cotidiano”, detalla Ana Jufe, directora del Equipo Libertador de Tratamiento de Obesidad y Trastornos Alimentarios. “Muchas personas no aprendieron a enfrentarse con las porciones de un restaurante, un tenedor libre, un desayuno buffet. Pierden el control y ganan muchos kilos. El caso extremo es el crucero.
He tenido pacientes que han ganado 8 kilos en una semana . El mínimo son 2 kilos”, estima Mónica Katz, médica especialista en nutrición.
“Por lo general una persona puede aumentar entre 3 y 4 kilos durante las vacaciones. Y podemos tardar más de 2 meses en perderlos. Aunque depende de los hábitos alimentarios de cada uno, su metabolismo y el estilo de vida.
Este desfasaje no es bueno para el organismo, provoca complicaciones digestivas ”, sostiene Marcela Leal, directora de la carrera de Nutrición de la Universidad Maimónides.
“No es difícil imaginarse que en un país en el que el 50% de las personas tiene sobrepeso, en el momento del año en que ‘la boca se relaja’, un porcentaje amplio, mayor a ese 50%, vuelva de las vacaciones con un 3 o 4% más de peso que cuando salió.
Recuperar el peso dependerá de la conducta al volver: un mes de alimentación saludable y caminatas pueden ayudar mucho ”, opina Sergio Britos, de la Escuela de Nutrición de la Universidad de Buenos Aires.
La nutricionista Liliana Trifone, del Hospital de Niños, tiene una mirada optimista: “El significado de las vacaciones es placer, alegría, socialización, ocio. Alimentarse con tranquilidad y placer, no comer contando los minutos y en familia es bueno, mas allá de la calidad de lo que se ingiere”.
El sentido común siempre ayuda: equilibrio y moderación.

Opciones para los chicos

“Los niños son producto de lo que eligen los padres para comprar, comer y beber -sentencia la nutricionista Liliana Trifone-. En general, si las familias son muy desorganizadas o son muy anárquicas en sus horarios, durante las vacaciones todos estos hábitos se exacerban. Esto lleva a omitir comidas, en especial los desayunos, sobre todo los adolescentes, que además abusan del alcohol, o tener comidas muy abundantes y de alta densidad calórica, por ser la única del día”.
Este verano el Ministerio de Salud bonaerense pesó a los chicos en la playa. Los resultados, son un tanto preocupantes: c uatro de cada diez chicos están excedidos de peso . Y el 15% son obesos.
clarin.com

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